jueves, 1 de mayo de 2014

PRIMERO DE MAYO: ¿festejo o memoria?

Estados Unidos y su satélite Canadá no recuerdan el Primero de Mayo. Eligieron otra fecha, lejos de los asesinatos que cometieron. Eligieron un lunes, el primer lunes de septiembre. Y ese día, llamado “Labor Day” ( día del trabajo, no del trabajador) pues temían que aceptar el 1º de mayo equivalía a reconocer sus crímenes.

Para nosotros es una jornada de lucha donde la memoria no debe estar ausente. Es un homenaje a esos grandes militantes de las luchas obreras, a esos camaradas que confluyen en ser definidos como “Los mártires de Chicago”.

El 1º de mayo es la fecha en que se inicia la huelga en los EEUU para obtener la jornada laboral de 8 horas. Ese es el principal objetivo. Las marchas, duramente reprimidas, continuaron los días 2 y 3 de mayo. En Chicago, se convoca a un gran acto en la plaza Haymarket , acto autorizado por el alcalde de la ciudad.

Más de 25 mil trabajadores se reúnen y son violentamente reprimidos. Y en esa represión ocurre un extraño hecho. Una bomba explota entre los policías matando a uno de ellos. Es el aviso de que deben disparar contra los trabajadores y así lo hicieron. Murieron muchos aunque se desconoce el número exacto. Muchos fueron heridos, más de 100 detenidos y sometidos, en el país de la libertad y de la democracia, a golpes y torturas.

A partir de allí, los Magnetos de la época, los medios de comunicación, comienzan una feroz campaña contra los trabajadores colocando, al estilo Carrió, una apretada síntesis del odio de clases de los monopolistas a los trabajadores de los cuales viven:

¡A la horca los brutos asesinos, rufianes rojos comunistas, monstruos sanguinarios, fabricantes de bombas, gentuza que no son otra cosa que el rezago de Europa que buscó nuestras costas para abusar de nuestra hospitalidad, y que en todos estos años no han hecho otra cosa que proclamar doctrinas sediciosas y peligrosas”

Esas doctrinas “sediciosas y peligrosas” eran reclamar que la jornada de trabajo se limite a 8 horas diarias. Las jornadas eran no menos de 10 horas diarias con cláusulas que permitían a las empresas extenderlas, por cualquier razón a 14 y hasta 18 horas diarias.

Los medios reclaman “mano dura” contra los trabajadores y se monta la gran farsa: el juicio contra ocho trabajadores, todos “encontrados culpables” incluso a Albert Parson, quien no había estado presente en la Plaza.

Cinco camaradas son ahorcados, los otros tres condenados, dos a perpetua y uno a 15 años de trabajo forzado.

No olvidemos sus nombres:

Condenados a morir en la horca

Georg Engel. Tipógrafo. Alemán. Tenía 50 años
Adolf Fischer. Periodista. Alemán. Tenía 30 años
Theodore Spies. Periodista. Alemán. Tenía 31 años
Luis Lingg. Carpintero. Alemán. Tenía 22 años y se suicidó en la cárcel.
Alberte Parsons. Periodista. Estadounidense. 39 años.  

Condenados a prisión

Samuel Bielden. Obrero textil y pastor metodista. Inglés. Perpetua.
Michael Schwab. Tipógrafo. Alemán. 33 años. Perpetua.
Oscar Neebe. Vendedor. Estadounidense. 15 años de trabajo forzado.

Observen ustedes cómo fueron seleccionados los condenados a muerte y a prisión perpetua. Tres periodistas y dos tipógrafos. Una forma de silenciar a la prensa obrera.

Relata José Martí, que cubrió la nota como periodista corresponsal de La Nación, referida a la entereza moral y ética de esos héroes.

“Firmeza en el rostro de Fischer, plegaria en el de Spies, orgullo en el de Parsons. Engel hace un chiste a propósito de su capucha, Spies grita

“la voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera decir yo ahora”

¡Cuánta razón había en esas palabras!

¡GLORIA Y HONOR A ESOS CAMARADAS QUE HICIERON HISTORIA!

¡NUESTRO COMPROMISO DE QUE LOS CRIMINALES Y SU SISTEMA CRIMINAL DEBEN SER SUSTITUIDO POR UN SISTEMA HUMANO Y SOLIDARIO: EL SOCIALISMO. CUANDO LLEGUE ESO MOMENTO: “SERÁ JUSTICIA”.

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