sábado, 25 de noviembre de 2017

NOSOTROS O ELLOS Nº 463

LAS CLASES SOCIALES: ORÍGENES Y DESARROLLO. Capítulo 4

“Toda la historia escrita de la sociedad humana, hasta nuestro días, es una historia de lucha de clases”.

“Los comunistas no se distinguen de los demás partidos proletarios más que en esto: en que se destacan y reivindican siempre, en todas y cada una de las acciones nacionales proletarias, los intereses comunes y peculiares de todo el proletariado, independientemente de su nacionalidad, y en que, cualquiera que sea la etapa histórica en que se mueva la lucha entre el proletariado y la burguesía, mantienen siempre el interés del movimiento enfocado en su conjunto”.

“El objetivo inmediato de los comunistas es idéntico al que persiguen los demás partidos proletarios en general: formar la conciencia de clase del proletariado, derrocar al régimen de la burguesía, llevar al proletariado a la conquista del poder”.
  
 (Carlos Marx y Federico Engels: Párrafos del capítulo 2 del Manifiesto del Partido Comunista. Febrero de 1848)

LA COLONIZACIÓN DE LA CONCIENCIA DE CLASE

Aún con sus marcadas diferencias, en las dictaduras democráticas burguesas, eso que a nosotros se nos muestra simplemente como “democracia” a secas, sin especificar que quien dicta las reglas del juego, en todos los órdenes de la sociedad es, en sus aspectos esenciales, la burguesía, mientras que los partidos políticos aparecen como organismos que aspiran, mediante el voto u otra alternativa, arribar a ser gobierno de un país dado, buscando esos votos, siempre, por razones numéricas o ideológicas, en la clase trabajadora.

En esas democracias burguesas, algunas más progresistas y amables y otras más regresivas y represivas, los partidos políticos burgueses obtienen el gobierno pero jamás el poder real; poder que cada vez más se concentra en menos manos de los grandes grupos económicos y financieros.

Este fenómeno surge desde el inicio del capitalismo, pero cada día que pasa en más pequeño el sector que se apodera del poder real para incrementar constante y crecientemente sus ganancias que surgen, en el contexto social, exclusivamente de la plusvalía, sin que ello evite que los monstruos compitan, a la vez, ferozmente entre ellos.

Ferocidad que le ha costado a la humanidad dos guerras mundiales y varias “locales” donde quedaron más de 100 millones de personas muertas y mutiladas. Ferocidad que se expresa claramente cuando nos enteramos que, por día, mueren en nuestro mundo, y por causas evitables, más de 19.000 niños por día, es decir ¡7.000.000! de niños menores de 5 años, cada año.

Desde el final de la segunda guerra a la fecha han pasado 70 años y han muerto por causas evitables, sea por hambre, por falta de atención médica, por falta de medicamentos, por falta de agua potable, por diarreas, por falta de hospedajes, por falta de protección, etc. más de 400.000.000 millones de niños inocentes, más de 4 veces los muertos y mutilados de las dos devastadoras guerras mundiales interimperialistas.

Varios cambios han ido produciéndose en la composición de lo que se define como burguesía y mucho tiene que ver en esos cambios el desarrollo del capitalismo y el de las leyes en las que se desplaza. Señalamos algunos de los cambios más trascendentales, que se encuentran:

1. En la enorme concentración en pocas manos de la riqueza (que es generada por los trabajadores año tras año) surgiendo, de esa concentración, una “gran burguesía” de la que depende el resto de su clase, que es  sometida, absorbida y destruida por ella (basta señalar que 84 personas, a fines del 2015, contaban con un patrimonio equivalente al de los 3.750 millones de los habitantes del mundo de más bajos ingresos;

2. En el predominio del capital financiero sobre el productivo, siendo que el primero no genera riquezas y sólo actúa en las áreas de la especulación y del saqueo de bienes ya obtenidos por otros. El capital financiero, parasitario y especulador, no genera plusvalía, no genera nuevos valores. Mientras que el capital productivo debe, necesariamente, reproducir los bienes que la sociedad consume, generando un nuevo valor sobre el viejo, nuevo valor que se dividirá, como el anterior, en dos partes, uno como pago al trabajador (salario) y otro, el no pago al trabajador, como plusvalía (ganancias, rentas, impuestos, intereses, etc.);

3. La gran burguesía siempre ha poseído el poder, pero no los gobiernos, tarea que eran delegados a las distintas fracciones políticas, la mayoría de ellas condicionadas ya que, si no lo eran, serían derrocadas mediante golpes militares. Sin embargo, en esta época, donde predomina el capital financiero parasitario, son las propias corporaciones, a través de sus CEOs que reemplazan a los dirigentes políticos asumiendo ellos sus funciones. De esa manera, además del poder económico, asumen el gobierno del poder ejecutivo y, mediantes chantajes o extorsiones, suman al poder judicial. Sólo queda aparentemente “libre” el poder legislativo que es representativo de los votos que obtienen. Ante esta situación, la colonización de las mentes, mediantes el monopolio comunicacional, juega un papel fundamental para que cierre, con votos que lo “legitimen”, este avance de las multinacionales en el control económico, financiero, político, judicial y social. En resumen, es dominio cultural en acción a favor de sus intereses de clase explotadora y saqueadora.

Antes de pasar al punto 4, reproducimos el cuadro 3 publicado en el número anterior. Obsérvese una anormalidad extrema: el 0.1%, repetimos: el cero coma uno por ciento, son los que hoy dominan la economía, las finanzas, la “justicia”, los ministerios, las provincias y sus gobernadores, los sindicatos amarillos, los medios de comunicación masiva, la represión y el mayor despojo y corrupción que este país con pésimos antecedentes de cipayismo y crímenes, haya tenido en toda su corta historia.

ARGENTINA 2017 - cuadro 3



Ciudadanos con derecho a voto
 Habilitados padrón 2016
  32.070.000
100,0%
Trabajadores asalariados
 Datos Indec 1º trimestre 2017
  16.720.000
52,1%
Trabajadores no asalariados
 Datos Indec 1º trimestre 2017
    3.840.000
12,0%
Jubilados y pensionados totales
 Información de Anses
    7.500.000
23,4%
Empresarios PYMES
 Datos Indec 1º trimestre 2017
       639.000
2,0%
CEOs de las multinacionales y afines
 Datos de las 1000 que + facturan
         41.000
0,1%
En edad de votar pero no trabajan
 Surge por diferencia y es real
    3.330.000
10,4%

Observen que los 41 mil CEOs, directores, asesores, personal jerárquico, etc., de esas 1000 empresas del capitalismo concentrado (el imperialismo), facturan el 75% de toda la producción (PIB), conducen la presidencia y los principales ministerios, designan jueces supremos, sobornan y chantajean gobernadores y políticos de principios tarifados, se reducen los impuestos, otorgan licitaciones a sus familias y se condonan deudas enormes con el Estado mientras se endeudan para pagarlas, empobrece a la población, en especial a los más pobres y a los jubilados y pensionados. La gran  mayoría de esas empresas son extranjeras.

Lo primero que debemos preguntarnos es: ¿Qué parte de la población argentina habilitada a ejercer su voto votó por su propia desgracia y por los que no la votaron?

Para aproximarnos a los hechos reales es necesario un primer paso obteniendo los datos de los resultados electorales del 22 de noviembre de 2015 donde, en una fecha negra para la historia nacional, un sector de la ciudadanía encumbró como presidente de la Nación Argentina a uno de los mayores delincuentes de guante blanco que se haya registrado. El cuadro 4 muestra lo que la realidad objetiva marcó, muestra los resultados sobre el total de los habilitados a votar, hayan o no ido a ejercer su derecho.
ARGENTINA 2017 - cuadro 4



Ciudadanos con derecho a voto
 Habilitados padrón 2016
  32.064.684
100,00%
Concurrieron a votar
 Votos positivos, blancos y nulos
  25.952.906
80,94%
No concurrieron a votar
 Votos ausentes
    6.111.778
19,06%
Concurrieron a votar
Votaron en blanco y nulos
       637.639
1,99%
Suma de votos negativos y ausentes
Votos que no decidieron
    6.749.417
21,05%
Votos llamados "positivos"
Votaron por un candidato
  25.315.267
78,95%
Votaron por las multinacionales
Cambiemos Macri-Michetti
  12.997.938
40,54%
Votaron por la continuidad
F. para la V. Scioli-Zannini
  12.317.329
38,41%

Observamos que el 21% de los habilitados a votar no lo hicieron (19%) o lo hicieron en blanco o anulando  su voto (2%). 6,75 millones de personas no es una cifra menor y mucho menos cuando la elección se resolvió por una diferencia de 680.609 votos; un 10% de los que no ejercieron su derecho.

¿De dónde obtienen las multinacionales esos 13 millones de votos? Es una de las preguntas a resolver. ¿Cómo obtienen los CEOs que más de 12 millones de proletarios (trabajadores) apoyen sus nefastas políticas sociales? Es la otra. Y así iniciamos el camino: tenemos que conocer la realidad para poder transformarla. Tenemos que conocer las armas que utilizan el enemigo y también reconocer nuestras propias falencias para no cometer siempre errores similares a otros anteriores.

Y la realidad nos señala que no partimos de cero. Hay otros 12 millones que no aceptan ser dominados por los colonialistas y otros casi 7 millones que se hunden en la indiferencia producto de marginaciones, pobrezas, ignorancias y descreimientos.  

Debemos usar la ciencia y la paciencia, pues hablar es fácil y hablar con conocimiento y herramientas adecuadas para el análisis requiere esfuerzos y estudios teóricos y prácticos.

Como muchos afirman que las multinacionales crecieron en votos en esta última elección gracias a los jubilados, comenzaremos a analizar a los que cobran jubilación (al menos una) y pensión contributiva, datos del ANSES a junio de 2017, donde se los clasifica por edad y por sexo. Se observa que prevalece la mujer sobre el hombre cubriendo el 63,2% del total. Ello se debe a que la esperanza de vida al nacer, que en nuestro país, que llega a 76,3 años, al abrirse por sexo observamos que, para el hombre es de 72,5 años y para la mujer de 80,2 años y ello se refleja en los jubilados y pensionados mayores de 75 años donde el % de mujeres es del 61 y del 71%. Hay que tener en cuenta que, en la franja de 60 a 64 años, predomina largamente la mujer con el 85% pero ello se debe a que anticipa su jubilación en 5 años con relación al hombre.

ARGENTINA 2017 - cuadro 5
 Ambos
Edad
 Varones
 Mujeres
sexo
Total jubilado / pensión
 5.712.037
100,0%
 2.102.855
 3.609.182
63,2%
De 0 a 59 años
    341.890
6,0%
    134.394
    207.496
60,7%
De 60 a 64 años
    789.482
13,8%
    116.716
    672.766
85,2%
De 65 a 74 años
 2.513.536
44,0%
 1.102.950
 1.410.586
56,1%
De 75 a 84 años
 1.481.548
25,9%
    578.186
    903.362
61,0%
De 85 años y más
    585.581
10,3%
    170.609
    414.972
70,9%

En la sociedad primitiva las personas mayores eran las más sabias. A ella se recurrían para incrementar los conocimientos y escuchar consejos que provenían de la experiencia práctica. Así fue durante un extenso período de la historia de la humanidad, estimado en 50 mil años, hasta que surge la primera sociedad dividida en clases sociales antagónicas, unos 6 mil años atrás: el esclavismo, donde comienza el reemplazo de la cooperación por la explotación; de la ayuda mutua por el individualismo y de la acumulación de sabiduría por la acumulación de riqueza material sin importar como se obtiene.

En la actualidad, luego explicaremos cómo, ya los “mayores”, en gran parte, han dejado de ser sabios para pasar a ser una legión infantil que se coloca  consiente o inconscientemente, al servicio de sus verdugos que son, además, los verdugos de la Nación toda. Quien escribe esta nota lo ha comprobado decenas de veces pues cuenta ya con 75 años y ha tenido que hacer largas colas y esperas con personas de mi edad, con menos o más años. Y cualquiera de ustedes, independientemente de la edad que tengan, hacer la experiencia, concurriendo a un banco o a una delegación de PAMI y entabla conversaciones con los concurrentes.

Es penoso ver cómo, el órgano superior que posee el ser humano, el cerebro, es muy poco utilizado. Cómo es incapaz de razonar con su propia cabeza ya que, en general, repiten lo que escuchan y le señalan los medios de comunicación masiva y los programas miserables como los de Lanata, Legrand y Gimenez entre otros. ¿Cómo puede un ser humano que transitó ya por la vida más de 65 años ser tan imbécil? ¿Dónde quedaron las experiencias que durante ese largo tramo de la vida debiera haber adquirido? ¿Con qué se reemplazaron esas vivencias?

La infantilización del jubilado comienza con la subestimación que se hace de él al ser retirado de su trabajo. El primer paso es que, el que aportó durante 30 o más años, recibe como ingreso, menos de un tercio de su último salario. Para el capitalismo (y él vive y se desarrolló en ese sistema) el jubilado es una carga, es un individuo que cobra sin producir, es el que genera el desequilibrio fiscal, es el que se enferma más y consume más medicamentos, el que pretende tener vacaciones y recreación… ¿Recreación? ¡Claro, claro que debe tener recreación!: juegos de bocha, carrera de embolsados, dominó, bailantas, etc. para que el “abuelito” se divierta.  Nada de sabiduría, nada que pueda mantener vigente o incrementar su capacidad intelectual. “Pedile a tu nieto que te ayude con la reparación histórica”: el niño sin experiencia aconsejando al abuelo, un abuelo abrumado por las teclas, por la velocidad, por su nieto y por su desconcierto. Y el nieto le pregunta ¿Ya está abuelo, aceptamos? Y el abuelito dice sí. Y el nieto acepta y ANSES registra y lo repara con 170 pesos mensuales de aumento previo haber renunciado a todos sus derechos a una jubilación honorable. ¿Se han dado casos? Hasta ahora más de un millón. ¿Resignación?: Bueno… peor es nada.

Los Centros de Jubilados deben dejar de ser jardines de infantes. Los jubilados que poseen conciencia social, que no son pocos, deben convertirse en militantes por la justicia social, deben capacitar y capacitarse, deben ser conductores de sus compañeros de infortunio y ayudar a que salgan de la vulgaridad a la que los han colocado, deben participar activamente en la vida social pues el hombre es un animal político y si no hace política (o lo hace en su propia contra) es sólo un animal, pero desprotegido, pues carece de la capacidad que éste posee para sobrevivir en base al instinto. El jubilado posee el tiempo libre que esta sociedad capitalista le niega al trabajador, que vive entre horas de viaje y horas de labores normales y extras. El jubilado puede ser el hombre sabio de antaño. Y si se decide a serlo, la sociedad entera ganará mucho, muchísimo, pues ya no será utilizado para fortalecer a los delincuentes que lo subestiman, lo aborrecen, los empobrecen y desean fervientemente que se mueran cuanto antes. El conocimiento es una potente luz que ilumina un camino sinuoso y permite observar con claridad las dificultades que surgen en su tránsito. Y ayudará a su nieto.

A fines del año 1700 un clásico de la economía política burguesa, además médico, y satírico, dueño de una gran fortuna, escribía con claridad lo siguiente: “Para hacer feliz a la sociedad  (se refería a su clase social: la aristocracia) y tener al pueblo contento incluso en condiciones pobres, es necesario que la gran mayoría se mantenga en la ignorancia y en la pobreza. El conocimiento amplía y multiplica nuestros deseos, y cuando menos desee un hombre tanto más fácil será satisfacer sus necesidades”.

CENTRO DE INVESTIGACIONES ECONÓMICAS Y SOCIALES (CIEYS) 25/11/2017

Oscar Natalichio. oscarnatalich@fibertel.com.ar

miércoles, 22 de noviembre de 2017

NOSOTROS O ELLOS Nº 462

LAS CLASES SOCIALES: ORÍGENES Y DESARROLLO. Capítulo 3

“Toda la historia escrita de la sociedad humana, hasta nuestro días, es una historia de lucha de clases”.

“El régimen feudal o gremial de producción que seguía imperando no bastaba ya para cubrir las necesidades que abrían los nuevos mercados. Vino a ocupar su puesto la manufactura. Los maestros de los gremios viéronse desplazados por la clase media industrial y la división del trabajo entre las diversas corporaciones fue suplantada por la división del trabajo dentro de cada taller”.

“Pero los mercados seguían dilatándose, las necesidades seguían creciendo. Ya no bastaba la manufactura. El invento del vapor y la maquinaria vinieron a revolucionar el régimen industrial de producción. La manufactura cedió el puesto a la gran industria moderna, y la clase media industrial hubo de dejar paso a los magnates de la industria, jefes de grandes ejércitos industriales, a los burgueses modernos”.

“La gran industria creó el mercado mundial, ya preparado por el descubrimiento de América. El mercado mundial imprimió un gigantesco impulso al comercio, a la navegación, a las comunicaciones por tierra. A su vez, estos progresos redundaron considerablemente en provecho de la industria, y en la misma proporción en que se dilataban la industria, el comercio, la navegación, los ferrocarriles, desarrollábase la burguesía, crecían sus capitales, iba desplazando y esfumando a todas las clases heredadas de la Edad Media”.
 
 (Carlos Marx y Federico Engels: Párrafos del capítulo 1 del Manifiesto del Partido Comunista. Febrero de 1848)

PROLETARIOS QUE, SIÉNDOLOS, AFIRMAN QUE NO LO SON

Hasta ahora hemos definido como proletariado a aquel grupo de personas que sólo poseen su “fuerza de trabajo” como único recurso para mantenerse vivo, como única mercancía que tratan de vender, una y otra vez, para poder obtener, de esa venta, un ingreso que les permitan vivir de la manera que dicho ingreso determina y no ellos, ni menos la riqueza que generan con su fuerza de trabajo en acción para la creación de nuevos valores. Nuevas riquezas (bienes) que van a reemplazar a las consumidas a la vez que se materializan en los bienes los cambios que el desarrollo histórico va incorporando en ellos ya sea perfeccionándolos o reemplazándolos por otras más novedosos y eficientes.

Una década atrás, desde la Universidad Madres de Plaza de Mayo, iniciamos un proyecto que se denominó “Territorio Madres”. Se trataba de trabajar junto a los pueblos originarios de nuestro país con espíritu de cooperación y ayuda mutua.

Nos sorprendió encontrar a una porción importante de ciudadanos que provenían de diferentes pueblos originarios, negar su pertenencia a los mismos. Casi un 30% actuaron así y ello se reflejó en la encuesta sobre pueblos indígenas realizadas por el Indec. Se le preguntaba a un toba si era toba y lo negaba enfáticamente, negando, de tal manera, su origen. Salvo en el pueblo Mapuche, en el resto de los pueblos originarios se repetía este proceder.

A poco nos dimos cuenta que esa negación provenía del maltrato, de la marginación, del desprecio con que parte de la sociedad trataba al integrante de una etnia. El toba de nuestro ejemplo creía que si negase su origen sería mejor tratado, que no lo tildarían ni de sucio ni de vago ni de ignorante, etc. En su negación aspiraba con ingenuidad a un cambio que jamás se produciría.

Ese comportamiento de negación a su origen no sólo se produce en los pueblos originarios, sobre pueblos que los “civilizados” cometieron un verdadero genocidio para saquear sus mejores tierras y esclavizar a los que sobrevivieron. Ese comportamiento se reproduce, y en mayor proporción, en la clase despojada de los Medios de Producción, es decir, en los trabajadores, en los proletarios.

Puede, cualquiera de ustedes, comprobarlo en la práctica: pregúntele a un ingeniero que trabaja en una multinacional en una línea de producción si es un proletario; o a un albañil de la industria de la construcción, o a un empleado bancario, o a un empleado de comercio, o a un docente, o a un camionero, etc. En la mayoría de los casos la respuesta será que no. El proletario, al igual que el toba de nuestro ejemplo, negará ser proletario. Es decir, el trabajador negará su origen de clase. Y con ello negará el papel histórico que las leyes del materialismo histórico le asigna. En menor grado las respuestas serían similares si se le preguntara si es “obrero”. Vamos a explicar, de manera científica, cómo se produce y para ello es necesario mostrar como se conforman las clases y capas sociales en nuestro país. Luego podremos dilucidar este fenómeno y obtener una explicación válida 

En nuestro país, sobre una población total estimada en 44 millones de habitantes, casi 18 millones viven de la venta de su fuerza de trabajo y otros 2 millones no consiguen venderla y forman la legión de desplazados o marginados del sistema.  Son casi 20 millones que sólo poseen su fuerza de trabajo para vivir o sobrevivir mientras puedan vendérsela a los propietarios de los Medios de Producción.

En el cuadro 1 clasificamos a la población total en dos grandes rubros: la población económicamente activa (PEA) y la inactiva (PEI) y realizamos las aperturas en cada caso que corresponda. Observamos que el 46% de nuestros habitantes son PEA y el 54% PEI. Luego tomamos cada rubro y realizamos una nueva apertura. Por ejemplo en PEA sus componentes: ocupados y desocupados. Observen ustedes cada rubro y saquen, como ejercicio, conclusiones propias…

ARGENTINA 2017 - cuadro 1   
Población total   44.000.000 100,0%
Población económicamente activa PEA   20.240.000 46,0%
Ocupados 18.420.000 91,0%
Desocupados    1.820.000 9,0%
Ocupados asalariados   13.800.000 100,0%
Asalariados registrados    9.200.000 66,7%
Asalariados no registrados (negro)    4.600.000 33,3%
Ocupados sin remuneración        100.000 100,0%
Ocupados por cuenta propia     3.840.000 100,0%
Por cuenta propia profesionales       640.000 16,7%
Por cuenta propia no profesionales    3.200.000 83,3%
Ocupados patrones        680.000 100,0%
De grandes empresas CEOs y directores         41.000 6,0%
De pequeñas y medianas empresas       639.000 94,0%
Población económicamente inactiva   23.760.000 54,0%
Menores de 15 años 10.120.000 100,0%
Con asignaciones familiares a padres     4.100.000 40,5%
Con Asignación Universal por hijo     3.700.000 36,6%
Con otros derechos        250.000 2,5%
Sin beneficios     2.070.000 20,5%
Mayores de 60 F y 65 años M y otros    7.500.000 31,6%
Jubilaciones y pensiones     5.900.000 78,7%
Pensiones no contributivas     1.420.000 18,9%
Retirados de FFAA y FS        180.000 2,4%
En edad de trabajar pero no lo hacen    6.140.000 25,8%

Ahora observen el siguiente cuadro 2, con datos extraídos del cuadro 1 ambos con datos (INDEC) de la realidad objetiva y del corriente año.

ARGENTINA 2017 - cuadro 2
Población económicamente activa PEA (ocupados más desocupados)   20.240.000 100,0%
Trabajadores (proletarios) asalariados (ocupados más desocupados)   15.720.000 77,7%
Trabajadores no asalariados (profesionales y no profesionales)     3.840.000 19,0%
Patrones (dueños de Medios de Producción)        680.000 3,4%
CEOs de Grandes Empresas fuerte predominio extranjero          41.000 0,2%
Dueños de PYMEs débil predominio nacional        639.000 3,2%

Podemos observar claramente que las personas que trabajan en relación de dependencia (proletarios que, en gran parte no se reconocen como tal y niegan y se avergüenzan de su origen) representan, nada menos, que el 77,7% de la población económicamente activa (PEA).

El 27,3% de los ocupados asalariados trabajan tiempo extra: son sobreocupados 3.800.000 trabajadores.
El 10.9% de los ocupados asalariados trabajan menos tiempo: son subocupados  1.500.000 trabajadores
El 23.4% de los ocupados asalariados buscan otro trabajo: están disconformes     3.230.000 trabajadores
Al 31 de diciembre el ingreso mensual por hogar para cubrir la canasta básica total era de 13.400 pesos
La distribución del ingreso publicada por el INDEC señala que el 75% de la población con ingresos no alcanza esa cifra.
Ese porcentaje del 75% se asemeja al 77,7% de los que trabajan en relación de dependencia y no surge de la casualidad.

Podemos observar, también muy claramente, que los propietarios de los medios de producción representan el 3,4% de la población económicamente activa (PEA), con una particularidad: el sector predominante, el que dirige la economía, representa, apenas, el 0,2%.

Una franja intermedia, compuesto por personas que no son ni proletarios ni patrones, sino profesionales los menos (médicos, abogados, contadores, psicólogos, etc.) y cuentapropistas los más, éstos expulsados del “mercado” laboral, con muy bajos e inseguros ingresos, representan el 19% de los trabajadores y suelen identificarse más con los que los marginaron que con sus pares asalariados.

Con esos datos basados en cifras reales hemos confeccionado el cuadro 3, cuadro que su desarrollo y conclusiones se realizarán en el próximo número del Nosotros o Ellos, donde se le incorporarán los antecedentes históricos de ese enorme dominio cultural que muestra el capitalismo desde su inicio y el imperialismo posteriormente. Dominio que hace que el explotado vote y apoye al que lo explota.

La batalla de ideas, como uno de los eslabones de dominación más importantes a romper, requiere, antes de actuar atropelladamente, honrar nuestros principios, conocer nuestros conceptos, categorías y leyes y saber aplicarlas de acuerdo a las condiciones objetivas y subjetivas existentes.  Mientras… saquen ustedes sus propias conclusiones. En las clases de los lunes debatiremos esos puntos de vista. 

ARGENTINA 2017 - cuadro 3
Ciudadanos con derecho a voto Habilitados padrón 2016   32.070.000 100,0%
Trabajadores asalariados Datos Indec 1º trimestre 2017   16.720.000 52,1%
Trabajadores no asalariados Datos Indec 1º trimestre 2017     3.840.000 12,0%
Jubilados y pensionados totales Información de Anses     7.500.000 23,4%
Empresarios PYMES Datos Indec 1º trimestre 2017        639.000 2,0%
CEOs de las multinacionales y afines Datos de las 1000 que + facturan          41.000 0,1%
En edad de votar pero no trabajan Surge por diferencia y es real     3.330.000 10,4%


CENTRO DE INVESTIGACIONES ECONÓMICAS Y SOCIALES (CIEYS)
OSCAR NATALICHIO oscarnatalich@fibertel.com.ar 21/11/2017

viernes, 17 de noviembre de 2017

NOSOTROS O ELLOS Nº 461

LAS CLASES SOCIALES: ORÍGENES Y DESARROLLO. Capítulo 2

“Toda la historia escrita de la sociedad humana, hasta nuestro días, es una historia de lucha de clases”.

“Libres y esclavos, patricios y plebeyos, barones y siervos de la gleba, maestros y oficiales; en una palabra, opresores y oprimidos, frente a frente siempre, empeñados en una lucha ininterrumpida, velada unas veces, y otras franca y abierta; en una lucha que conduce en cada etapa a la transformación revolucionaria de todo el régimen social, o al exterminio de ambas clases beligerantes”.

“La moderna sociedad burguesa que se alza sobre las ruinas de la sociedad feudal, no ha abolido los antagonismos de clase. Lo que ha hecho ha sido crear nuevas clases, nuevas condiciones de opresión, nuevas modalidades de lucha, que han venido a sustituir a las antiguas”.

“Sin embargo, nuestra época, la época de la burguesía, se caracteriza por haber simplificado estos antagonismos de clase. Hoy, toda la sociedad tiende a separarse, cada vez más abiertamente, en dos grandes campos enemigos, en dos grandes clases antagónicas: la burguesía y el proletariado”.

 (Carlos Marx y Federico Engels: Párrafos iniciales del capítulo 1 del Manifiesto del Partido Comunista. Febrero de 1848)

EL PROLETARIADO

El diccionario de la Real Academia Española define a “proletario/ria” como: 1. Perteneciente a la clase obrera; 2. Se decía de quien carecía de bienes y solamente estaba comprendido en las listas vecinales por su persona y prole; 3. Persona de la clase obrera y 4. En la antigua Roma, ciudadano pobre que únicamente con su prole podía servir al Estado.

Nosotros afirmamos que el proletario es aquel que sólo posee una mercancía como propiedad personal, que es su fuerza de trabajo, es decir, que es su capacidad para producir nuevos valores (nuevos bienes) partiendo de valores anteriores (materias primas y herramientas) que ya tienen fuerza de trabajo materializada en ellas.  Proletario es el trabajador en relación de dependencia, que vende su fuerza de trabajo al propietario de los medios de producción, es decir, al capitalista.

Dentro del proletariado existen distintos estamentos que contienen ese rasgo común: vender su fuerza de trabajo. Dentro de esos estamentos se encuentra lo esencial del proletariado, lo más revolucionario, de donde surge el nuevo valor: la clase obrera industrial, a lo que se suman los empleado, los docentes y los trabajadores rurales entre otros.

Manifiesto del Partido Comunista. Al escribirlo, los autores utilizaron las tesis expuestas por Engels en los "Principios del comunismo" Aquí Engels responde preguntas referidas a esa nueva clase social que se opone a la burguesía.

¿Qué es el proletariado?

El proletariado es la clase social que consigue sus medios de subsistencia exclusivamente de la venta de su trabajo (Fuerza de Trabajo), y no del rédito de algún capital; es la clase, cuyas dicha y pena, vida y muerte y toda la existencia dependen de la demanda de trabajo, es decir, de los períodos de crisis y de prosperidad de los negocios, de las fluctuaciones de una competencia desenfrenada. Dicho en pocas palabras, el proletariado, o la clase de los proletarios, es la clase trabajadora del siglo XIX. (Y lo seguirá siendo hasta el fin del capitalismo).

¿Quiere decir que los proletarios no han existido siempre?

No. Las clases pobres y trabajadoras han existido siempre, siendo pobres en la mayoría de los casos. Ahora bien, los pobres, los obreros que viviesen en las condiciones que acabamos de señalar, o sea los proletarios, no han existido siempre, del mismo modo que la competencia no ha sido siempre libre y desenfrenada.

¿Cómo apareció el proletariado?

El proletariado nació a raíz de la revolución industrial, que se produjo en Inglaterra en la segunda mitad del siglo pasado y se repitió luego en todos los países civilizados del mundo. Dicha revolución se debió al invento de la máquina de vapor, de las diversas máquinas de hilar, del telar mecánico y de toda una serie de otros dispositivos mecánicos. Estas máquinas, que costaban muy caras y, por eso, sólo estaban al alcance de los grandes capitalistas, transformaron completamente el antiguo modo de producción y desplazaron a los obreros anteriores, puesto que las máquinas producían mercancías más baratas y mejores que las que podían hacer éstos con ayuda de sus ruecas y telares imperfectos. Las máquinas pusieron la industria enteramente en manos de los grandes capitalistas y redujeron a la nada el valor de la pequeña propiedad de los obreros (instrumentos, telares, etc.), de modo que los capitalistas pronto se apoderaron de todo, y los obreros se quedaron con nada. Así se instauró en la producción de tejidos el sistema fabril. En cuanto se dio el primer impulso a la introducción de máquinas y al sistema fabril; este último se propagó rápidamente en las demás ramas de la industria, sobre todo en el estampado de tejidos, la impresión de libros, la alfarería y la metalurgia. El trabajo comenzó a dividirse más y más entre los obreros individuales de tal manera que el que antes efectuaba todo el trabajo pasó a realizar nada más que una parte del mismo. Esta división del trabajo permitió fabricar los productos más rápidamente y, por consecuencia, de modo más barato. Ello redujo la actividad de cada obrero a un procedimiento mecánico, muy sencillo, constantemente repetido, que la máquina podía realizar con el mismo éxito o incluso mucho mejor. Por tanto, todas estas ramas de la producción cayeron, una tras otra, bajo la dominación del vapor, de las máquinas y del sistema fabril, exactamente del mismo modo que la producción de hilados y de tejidos. En consecuencia, ellas se vieron enteramente en manos de los grandes capitalistas, y los obreros quedaron privados de los últimos restos de su independencia. Poco a poco, el sistema fabril extendió su dominación no ya sólo a la manufactura, en el sentido estricto de la palabra, sino que comenzó a apoderarse más y más de las actividades artesanas, ya que también en esta esfera los grandes capitalistas desplazaban cada vez más a los pequeños maestros, montando grandes talleres, en los que era posible ahorrar muchos gastos e implantar una detallada división del trabajo. Así llegamos a que, en los países civilizados, casi en todas las ramas del trabajo se afianza la producción fabril y, casi en todas estas ramas, la gran industria desplaza a la artesanía y la manufactura. Como resultado de ello, se arruina más y más la antigua clase media, sobre todo los pequeños artesanos, cambia completamente la anterior situación de los trabajadores y surgen dos clases nuevas, que absorben paulatinamente a todas las demás, a saber:
I. La clase de los grandes capitalistas, que son ya en todos los países civilizados casi los únicos poseedores de todos los medios de existencia, como igualmente de las materias primas y de los instrumentos (máquinas, fábricas, etc.) necesarios para la producción de los medios de existencia. Es la clase de los burgueses, o sea, burguesía.
II. La clase de los completamente desposeídos, de los que en virtud de ello se ven forzados a vender su trabajo a los burgueses, al fin de recibir en cambio los medios de subsistencia necesarios para vivir. Esta clase se denomina la clase de los proletarios, o sea, proletariado.

¿En qué condiciones se realiza esta venta del trabajo de los proletarios a los burgueses?

El trabajo (la fuerza de trabajo) es una mercancía como otra cualquiera, y su precio depende, por consiguiente, de las mismas leyes que el de cualquier otra mercancía. Pero, el precio de una mercancía, bajo el dominio de la gran industria o de la libre competencia, que es lo mismo, como lo veremos más adelante, es, por término medio, siempre igual a los gastos de producción de dicha mercancía. Por tanto, el precio del trabajo es también igual al costo de producción del trabajo. Ahora bien, el costo de producción del trabajo consta precisamente de la cantidad de medios de subsistencia indispensables para que el obrero esté en condiciones de mantener su capacidad de trabajo y para que la clase obrera no se extinga. El obrero no percibirá por su trabajo más que lo indispensable para ese fin; el precio del trabajo o el salario será, por consiguiente, el más bajo, constituirá el mínimo de lo indispensable para mantener la vida. Pero, por cuanto en los negocios existen períodos mejores y peores, el obrero percibirá unas veces más, otras menos, exactamente de la misma manera que el fabricante cobra unas veces más, otras menos, por sus mercancías. Y, al igual que el fabricante, que, por término medio, contando los tiempos buenos y los malos, no percibe por sus mercancías ni más ni menos que su costo de producción, el obrero percibirá, por término medio, ni más ni menos que ese mínimo. Esta ley económica del salario se aplicará más rigurosamente en la medida en que la gran industria vaya penetrando en todas las ramas de la producción.

¿Qué clases trabajadores existían antes de la revolución industrial?

Las clases trabajadoras han vivido en distintas condiciones, según las diferentes fases de desarrollo de la sociedad, y han ocupado posiciones distintas respecto de las clases poseedoras y dominantes. En la antigüedad, los trabajadores eran esclavos de sus amos, como lo son todavía en un gran número de países atrasados e incluso en la parte meridional de los Estados Unidos. En la Edad Media eran siervos de los nobles propietarios de tierras, como lo son todavía en Hungría, Polonia y Rusia. Además, en la Edad Media, hasta la revolución industrial, existían en las ciudades oficiales artesanos que trabajaban al servicio de la pequeña burguesía y, poco a poco, en la medida del progreso de la manufactura, comenzaron a aparecer obreros de manufactura que iban a trabajar contratados por grandes capitalistas.
¿Qué diferencia hay entre el proletario y el esclavo?

El esclavo está vendido de una vez y para siempre, en cambio, el proletario tiene que venderse él mismo cada día y cada hora. Todo esclavo individual, propiedad de un señor determinado, tiene ya asegurada su existencia por miserable que sea, por interés de éste. En cambio el proletario individual es, valga la expresión, propiedad de toda la clase de la burguesía. Su trabajo no se compra más que cuando alguien lo necesita, por cuya razón no tiene la existencia asegurada. Esta existencia está asegurada únicamente a toda la clase de los proletarios. El esclavo está fuera de la competencia. El proletario se halla sometido a ello y siente todas sus fluctuaciones. El esclavo es considerado como una cosa, y no miembro de la sociedad civil. El proletario es reconocido como persona, como miembro de la sociedad civil. Por consiguiente, el esclavo puede tener una existencia mejor que el proletario, pero este último pertenece a una etapa superior de desarrollo de la sociedad y se encuentra a un nivel más alto que el esclavo. Este se libera cuando de todas las relaciones de la propiedad privada no suprime más que una, la relación de esclavitud, gracias a lo cual sólo entonces se convierte en proletario; en cambio, el proletario sólo puede liberarse suprimiendo toda la propiedad privada en general.

¿Qué diferencia hay entre el proletario y el siervo?

El siervo posee en propiedad y usufructo un instrumento de producción y una porción de tierra, a cambio de lo cual entrega una parte de su producto o cumple ciertos trabajos. El proletario trabaja con instrumentos de producción pertenecientes a otra persona, por cuenta de ésta, a cambio de una parte del producto. El siervo da, al proletario le dan. El siervo tiene la existencia asegurada, el proletario no. El siervo está fuera de la competencia, el proletario se halla sujeto a ella. El siervo se libera ya refugiándose en la ciudad y haciéndose artesano, ya dando a su amo dinero en lugar de trabajo o productos, transformándose en libre arrendatario, ya expulsando a su señor feudal y haciéndose él mismo propietario. Dicho en breves palabras, se libera entrando de una manera u otra en la clase poseedora y en la esfera de la competencia. El proletario se libera suprimiendo la competencia, la propiedad privada y todas las diferencias de clase.

¿Qué diferencia hay entre el proletario y el obrero de manufactura?

El obrero de manufactura de los siglos XVI-XVIII poseía casi en todas partes instrumentos de producción: su telar, su rueca para la familia y un pequeño terreno que cultivaba en las horas libres. El proletario no tiene nada de eso. El obrero de manufactura vive casi siempre en el campo y se halla en relaciones más o menos patriarcales con su señor o su patrono. El proletario suele vivir en grandes ciudades y no lo unen a su patrono más que relaciones de dinero. La gran industria arranca al obrero de manufactura de sus condiciones patriarcales; éste pierde la propiedad que todavía poseía y sólo entonces se convierte en proletario.

¿Cuáles fueron las consecuencias directas de la revolución industrial y de la división de la sociedad en burgueses y proletarios?

En primer lugar, en virtud de que el trabajo de las máquinas reducía más y más los precios de los artículos industriales, en casi todos los países del mundo el viejo sistema de la manufactura o de la industria basada en el trabajo manual fue destruido enteramente. Todos los países semibárbaros que todavía quedaban más o menos al margen del desarrollo histórico y cuya industria se basaba todavía en la manufactura, fueron arrancados violentamente de su aislamiento. Comenzaron a comprar mercancías más baratas a los ingleses, dejando que se muriesen de hambre sus propios obreros de manufactura. Así, países que durante milenios no conocieron el menor progreso, como, por ejemplo, la India, pasaron por una completa revolución, e incluso la China marcha ahora de cara a la revolución. Las cosas han llegado a tal punto que una nueva máquina que se invente ahora en Inglaterra podrá, en el espacio de un año, condenar al hambre a millones de obreros de China. De este modo, la gran industria ha ligado los unos a los otros a todos los pueblos de la tierra, ha unido en un solo mercado mundial todos los pequeños mercados locales, ha preparado por doquier el terreno para la civilización y el progreso y ha hecho las cosas de tal manera que todo lo que se realiza en los países civilizados debe necesariamente repercutir en todos los demás, por tanto, si los obreros de Inglaterra o de Francia se liberan ahora, ello debe suscitar revoluciones en todos los demás países, revoluciones que tarde o temprano culminarán también allí en la liberación de los obreros.
En segundo lugar, en todas las partes en que la gran industria ocupó el lugar de la manufactura, la burguesía aumentó extraordinariamente su riqueza y poder y se erigió en primera clase del país. En consecuencia, en todas las partes en las que se produjo ese proceso, la burguesía tomó en sus manos el poder político y desalojó las clases que dominaban antes: la aristocracia, los maestros de gremio y la monarquía absoluta, que representaba a la una y a los otros. La burguesía acabó con el poderío de la aristocracia y de la nobleza, suprimiendo el mayorazgo o la inalienabilidad de la posesión de tierras, como también todos los privilegios de la nobleza. Destruyó el poderío de los maestros de gremio, eliminando todos los gremios y los privilegios gremiales. En el lugar de unos y otros puso la libre competencia, es decir, un estado de la sociedad en la que cada cual tenía derecho a dedicarse a la rama de la industria que le gustase y nadie podía impedírselo a no ser la falta de capital necesario para tal actividad. Por consiguiente, la implantación de la libre competencia es la proclamación pública de que, de ahora en adelante, los miembros de la sociedad no son iguales entre sí únicamente en la medida en que no lo son sus capitales, que el capital se convierte en la fuerza decisiva y que los capitalistas, o sea, los burgueses, se erigen así en la primera clase de la sociedad. Ahora bien, la libre competencia es indispensable en el período inicial del desarrollo de la gran industria, porque es el único régimen social con el que la gran industria puede progresar. Tras de aniquilar de este modo el poderío social de la nobleza y de los maestros de gremio, puso fin también al poder político de la una y los otros. Llegada a ser la primera clase de la sociedad, la burguesía se proclamó también la primera clase en la esfera política. Lo hizo implantando el sistema representativo, basado en la igualdad burguesa ante la ley y en el reconocimiento legislativo de la libre competencia. Este sistema fue instaurado en los países europeos bajo la forma de la monarquía constitucional. En dicha monarquía solo tienen derecho de voto los poseedores de cierto capital, es decir, únicamente los burgueses. Estos electores burgueses eligen a los diputados, y estos diputados burgueses, valiéndose del derecho a negar los impuestos, eligen un gobierno burgués.
En tercer lugar, la revolución industrial ha creado en todas partes el proletariado en la misma medida que la burguesía. Cuanto más rico se hacían los burgueses, más numerosos eran los proletarios. Visto que sólo el capital puede dar ocupación a los proletarios y que el capital sólo aumenta cuando emplea trabajo, el crecimiento del proletariado se produce en exacta correspondencia con el del capital. Al propio tiempo, la revolución industrial agrupa a los burgueses y a los proletarios en grandes ciudades, en las que es más ventajoso fomentar la industria, y can esa concentración de grandes masas en un mismo lugar le inculca a los proletarios la conciencia de su fuerza. Luego, en la medida del progreso de la revolución industrial, en la medida en que se inventan nuevas máquinas, que eliminan el trabajo manual, la gran industria ejerce una presión creciente sobre los salarios y los reduce, como hemos dicho, al mínimo, haciendo la situación del proletariado cada vez más insoportable. Así, por una parte, como consecuencia del descontento creciente del proletariado y, por la otra, del crecimiento del poderío de éste, la revolución industrial prepara la revolución social que ha de realizar el proletariado.

¿Cuáles han sido las consecuencias siguientes de la revolución industrial?

La gran industria creó, con la máquina de vapor y otras máquinas, los medios de aumentar la producción industrial rápidamente, a bajo costo y hasta el infinito. Merced a esta facilidad de ampliar la producción, la libre competencia, consecuencia necesaria de esta gran industria, adquirió pronto un carácter extraordinariamente violento; un gran número de capitalistas se lanzó a la industria, en breve plazo se produjo más de lo que se podía consumir. Como consecuencia, no se podían vender las mercancías fabricadas y sobrevino la llamada crisis comercial; las fábricas tuvieron que parar, los fabricantes quebraron y los obreros se quedaron sin pan. Y en todas partes se extendió la mayor miseria. Al cabo de cierto tiempo se vendieron los productos sobrantes, las fábricas volvieron a funcionar, los salarios subieron y, poco a poco, los negocios marcharon mejor que nunca. Pero no por mucho tiempo, ya que pronto volvieron a producirse demasiadas mercancías y sobrevino una nueva crisis que transcurrió exactamente de la misma manera que la anterior. Así, desde comienzos del presente siglo, en la situación de la industria se han producido continuamente oscilaciones entre períodos de prosperidad y períodos de crisis, y casi regularmente, cada cinco o siete años se ha producido tal crisis, con la particularidad de que cada vez acarreaba las mayores calamidades para los obreros, una agitación revolucionaria general y un peligro colosal para todo el régimen existente.

¿Cuáles son las consecuencias de estas crisis comerciales que se repiten regularmente?

En primer lugar, la de que la gran industria, que en el primer período de su desarrollo creó la libre competencia, la ha rebasado ya; que la competencia y, hablando en términos generales, la producción industrial en manos de unos u otros particulares se ha convertido para ella en una traba a la que debe y ha de romper; que la gran industria, mientras siga sobre la base actual, no puede existir sin conducir cada siete años a un caos general que supone cada vez un peligro para toda la civilización y no sólo sume en la miseria a los proletarios, sino que arruina a muchos burgueses; que, por consiguiente, la gran industria debe destruirse ella misma, lo que es absolutamente imposible, o reconocer que hace imprescindible una organización completamente nueva de la sociedad, en la que la producción industrial no será más dirigida por unos u otros fabricantes en competencia entre sí, sino por toda la sociedad con arreglo a un plan determinado y de conformidad con las necesidades de todos los miembros de la sociedad.
En segundo lugar, que la gran industria y la posibilidad, condicionada por ésta, de ampliar hasta el infinito la producción permiten crear un régimen social en el que se producirán tantos medios de subsistencia que cada miembro de la sociedad estará en condiciones de desarrollar y emplear libremente todas sus fuerzas y facultades; de modo que, precisamente la peculiaridad de la gran industria que en la sociedad moderna engendra toda la miseria y todas las crisis comerciales será en la otra organización social justamente la que ha de acabar con esa miseria y esas fluctuaciones preñadas de tantas desgracias.
Por tanto, está probado claramente:
1) que en la actualidad todos estos males se deben únicamente al régimen social, el cual ya no responde más a las condiciones existentes;
2) que ya existen los medios de supresión definitiva de estas calamidades por vía de la construcción de un nuevo orden social.


CENTRO DE INVESTIGACIONES ECONÓMICAS Y SOCIALES (CIEYS)
OSCAR NATALICHIO oscarnatalich@fibertel.com.ar 16/11/2017