NOSOTROS O ELLOS Nº 104
LAS CAUSAS DE TODAS LAS COSAS.
De TALES a LENIN. Un repaso sobre la historia
de la Filosofía y los filósofos.
2. EL “TIEMPO LIBRE”
Cuando el hombre surge del mono ya en manada, cuando camina erecto,
cuando trabaja en grupos para sobrevivir y comienzan a pensar, no llegaba aún a
explicarse porqué sucedían los fenómenos naturales, entonces, el origen de los
mismos eran atribuidos a seres sobrenaturales, a dioses, a tantos dioses como
fenómenos ocurrían.
Dioses que los castigaban o premiaban, que los enviaban a un territorio
hostil o a uno placentero después de la vida. Dioses inaccesibles, o dioses casi humanos.
Dioses exigentes. Dioses que se montaban sobre la ignorancia.
Ignorancia que, debemos reconocer, es un excelente punto de partida para
desarrollar el conocimiento que nos lleva a la sabiduría o un punto de llegada
que nos lleva a consolidar el oscurantismo que nos condena a la esclavitud en
sus diferentes formas.
Y para definir sobre uno u otro
camino, para definir sobre qué rumbo tomar, los intereses económicos pesan y
mucho, pues esos intereses se colocan, aún hoy (y quizá hoy más que nunca),
sobre la ciencia y la conciencia cuando éstas no les responden. Por eso, ese
primer capítulo, el anterior (NOSOTROS O ELLOS Nº 103) era necesario y tiene
mucho que ver con los temas que abordaremos.
Vamos a imaginar una persona que
posee dos trabajos durante los cinco días hábiles y realiza “changas” los fines
de semana: el objetivo de esa persona es poder llevar a su casa el ingreso
necesario para poder alimentar básicamente a su familia.
Se levanta a las 6 de la
madrugada y rápidamente sale a tomar el medio de transporte, que lo arrima al
primer trabajo. Sale, desde inicio preocupado, ya que los tiempos son muy poco
elásticos; si pierde el transporte de las 6.30 deberá esperar 15 minutos y por
ello llegará tarde y perderá parte de su salario. Para evitarlo, muchas veces
decide salir antes, levantándose a las 5.30 de la madrugada. Con más
sueño pero más tranquilo, camina con tiempo hasta tomar el transporte, viajando
apretujado y cuidando que no le roben su billetera, donde lleva los documentos
y unos pocos pesos para el regreso o para una emergencia. Se puede considerar
afortunado si en media hora llega a su primer empleo. Ingresa a las 7 hasta las
12 y se reintegra a las 13 hasta las 16. A esa hora sale rápidamente para dirigirse
al otro trabajo, que es de seis horas corridas. Ingresa a las 17 hasta las 22.
A la salida toma el transporte
que lo lleva de vuelta a su casa y a las 23 cena y se va a dormir para comenzar
la rutina nuevamente a las 5.30 ó 6 de la madrugada. Los
sábados y domingos reemplaza dos turnos de un puesto de seguridad de 12 horas,
de 10 a
22. Ello le permite dormir unas horas más de las casi seis diarias que duerme
durante la semana. Así
es la vida de esa persona de ficción.
La realidad nos muestra, y sólo en nuestro país, que de las casi 20
millones de personas que componen la población económicamente activa (PEA),
cinco millones tienen dos trabajos y, posiblemente, pasen por las mismas
situaciones que nuestro personaje. Ficción y realidad se confunden muy a
menudo.
¿Pueden estas personas dedicar
tiempo al estudio, a la lectura, a la participación social, a la militancia, a
actividades culturales o deportivas, etc. etc.?
Sencilla es la respuesta ya que no necesita de ningún tipo de
investigación especial: no pueden por una razón principal: carecen de la
posibilidad de contar con “tiempo libre”.
¿De dónde proviene entonces la “instrucción”? De los títulos de los
diarios, que es lo que alcanza a leer mientras viaja; de las noticias de la
radio, que es la que puede escuchar mientras viaja, en especial sobre programas
deportivos; de algún programa de TV elemental y grosero, que le haga reír sin
pensar mientras se duerme; o de algún partido de fútbol donde juega su equipo y
le resta horas de sueño; de alguna conversación con compañeros de trabajo (si
es que puede), en general referida a deportes, a chismes y rumores sobre lo que
sucede en ese mismo lugar o a repetir algunos de esos títulos de diarios que
alcanzó a leer, etc.
La no posibilidad de poseer “tiempo libre” se convierte en un factor de
limitación al crecimiento cultural e intelectual del individuo. Puede haber
excepciones, siempre las hay, pero ellas no cambian la tendencia hacia la
marginación del conocimiento que se produce por las condiciones objetivas
existentes donde se desarrollan colectivamente esos individuos.
La sociedad primitiva, la primera formación económica-social de nuestra
historia, se mantuvo, con escasas modificaciones, durante, aproximadamente, 50
mil años. Que sean más o menos años que esos señalados no cambia el
razonamiento ya que, esas escasas modificaciones, no alteran a ese extenso
período, donde se desarrolla una etapa trágicamente estable, pero muy rica en
valores sociales comunitarios que hoy luchamos para recuperar.
La tragedia de esa sociedad primitiva radicó en las muy débiles, casi
inexistentes fuerzas productivas que contenían; destinadas todas ellas
exclusivamente a la supervivencia, sin ser capaces de generar “excedentes” que
les permitiese no encontrarse permanentemente en la situación de buscar
alimentos o albergues y disponer de algún tiempo libre más allá del destinado a
perfeccionar armas o cacharros.
Además eran, en general, grupos nómades, que se trasladaban
permanentemente a nuevas y disputadas tierras más favorables, donde podían
continuar recolectando, cazando o pescando para mantenerse vivos.
Sin embargo, de ese prolongado
período de la comunidad primitiva o comunismo primitivo como también se lo
denomina, debemos rescatar sus principales y valiosos principios, abandonados
por las sociedades desarrolladas en base a clases antagónicas, entre esos
valiosos principios se encuentran: la propiedad social y el reparto equitativo
de los bienes obtenidos.
Luego de esos 50 mil años comienza un nuevo período que llega hasta
nuestros días cumpliendo, ese nuevo período, apenas seis mil años. Es el de la
historia escrita y es también el período donde surgen clases sociales
antagónicas, donde surgen, especialmente, clases explotadoras y, por ende, las
clases explotadas.
Se inicia con el esclavismo sobre el que más adelante desarrollaremos en
detalle. Por ahora señalaremos simplemente que fue el esclavismo el que
posibilitó que muchos esclavistas no necesitaran trabajar para sobrevivir ya
que otros lo hacían por ellos.
Y parte de esos esclavistas o miembros de familias esclavistas, sólo una
parte de ellos, se sentaron a contemplar el cielo y a pensar, con todo el
tiempo libre disponible para ocuparse de ello.
Paradojas de la historia, es en el régimen esclavista donde florece el
conocimiento, que al principio mantenía el carácter mitológico heredado de los
pueblos primitivos, pero al incrementarse el saber, al surgir la escritura ágil
comienzan a surgir desde los poemas épicos hasta las recetas medicinales.
Se producía más que lo que se consumía pero no se producía todo lo que
se consumía. Ello incentivó el comercio, vender los excedentes y adquirir lo
que no se tenía. Comerciar significaba viajar, intercambiar productos, pero
también intercambiar experiencias, culturas, aprender lo que no se sabe y
trasmitir lo que sí se sabe.
Los principales centros del saber fueron Grecia, China e India. Es en
esas regiones donde tiene su origen la filosofía, donde se desarrollan las
primeras formas pre-científicas del materialismo, corriente que sostiene que lo
primario es la materia en oposición al idealismo, corriente que sostiene que lo
primario es la idea.
La filosofía griega surge 700 años a.n.e., es decir, surgió hace 2.700
años, cuando el esclavismo había transitado ya cerca de tres mil años y se
encontraba en pleno auge.
Su origen se relaciona con las rutas comerciales que la unían con los
pueblos de oriente, por tal razón este proceso se origina en las “polis” o
ciudades-estados del Asia Menor. Los más importantes centros comerciales y
culturales fueron Focea, Éfeso y Mileto.
Y es de esta última ciudad-estado nombrada, de Mileto, donde surgen los
primeros filósofos: Tales (624-547 a .n.e.); Anaximandro (610-546) y Anaxímenes (585-525).
Fueron también los primeros
materialistas. Buscaban en lo material el origen de las cosas considerando al
mundo como un todo único.
La materia principal para Tales era el agua, para Anaximandro una
sustancia indefinida e infinita y para Anaxímenes el aire. En general, los
filósofos materialistas de esa etapa inicial de la filosofía, en cualquier
lugar del planeta, reunían en cuatro elementos materiales los “agentes” o
“elementos” que componen el universo: agua, tierra, aire y fuego.
Si uno observa detalladamente éstos elementos señalados, no puede dejar
de ver en ellos los tres estados de la materia: líquido (agua); sólido (tierra)
y gaseoso (aire) ¿Y el fuego? El fuego como el elemento capaz de modificar a
los otros tres con su acción (pasar de sólido a líquido o gaseoso y de líquido
a gaseoso, por ejemplo, convertir al hielo en agua y a ésta en gas).
Contar con tiempo libre no garantiza que éste sea utilizado para ponerse
a pensar cómo se producen los fenómenos de la naturaleza y de la sociedad,
dónde se encuentra el origen de los mismos, de qué modo podemos, conociéndolos,
mejorar nuestras vidas.
Imaginemos ahora que otra persona
posee un trabajo de seis horas diarias con una remuneración alta que le permite
vivir bien, sin sobresaltos y con capacidad de ahorro como para garantizarse
una jubilación estable con su situación actual. Dispone de tiempo libre, de
varias horas diarias. ¿Para qué? Para dedicarlo a la investigación científica o
para pasarlo dentro de un casino (con el riesgo que eso le acarrea a su ya no
estable futura jubilación). Puede leer clásicos o ver programas farandulezcos,
puede leer Página 12 o elegir Clarín…
A los griegos les pasaba algo similar, con la gran ventaja que Clarín no
se editaba ni existía aún un Bonelli “emblemático” experto en mediocres
bufonadas. Había, aunque suene paradójico, una “democracia esclavista” donde se debatían todo tipo de ideas,
propuestas, opiniones, etc.
En las ciudades-estados mencionadas, al predominar la democracia
esclavista, se torna posible el
nacimiento de la filosofía y otras ciencias, como la astronomía y la medicina. En estado
embrionario, cierto es, pero también es cierto que a partir de allí ese embrión
crece y madura y, hasta nuestros días, continúa haciéndolo. El otro componente
es, para que el tiempo libre sea de utilidad, la democracia.
También existía una “aristocracia
esclavista” dispuesta a no debatir nada que represente una filosofía o un
razonamiento científico que no se
encuentre vinculado a sus intereses de clase. Su filosofía no podía ser
materialista, por lo tanto la aristocracia esclavista se montaba sobre la
filosofía idealista, sobre la “imposibilidad de cambiar las cosas”, con el
destino ya marcado de origen: el rico
está destinado a serlo y el pobre también. Eso no se cambia. Y si alguien
intenta contradecir lo que se fija “como norma” sus libros se queman, es
desterrado o simplemente, encerrado o asesinado.
No obstante la filosofía y, en especial el debate de ideas, no es tan
sencillo, muchas veces se torna muy complejo y también muy confuso. Pero de
esas complejidades y confusiones surgen nuevos pensamientos que, provengan de
un materialista o de un idealista, suelen ser muy provechosas para sacar nuevas
y valiosas conclusiones que permiten avanzar en el conocimiento de las cosas,
de los individuos y de la sociedad.
Veremos como nada se desecha totalmente, veremos que siempre existe algo
que rescatar hasta de lo peor. Y como, de esa manera, el conocimiento se
acumula y crece.
Usemos el tiempo libre razonablemente, comenzando a resaltar por qué es
importante introducirnos dentro de la filosofía como ciencia madre.
Oscar Natalichio
Centro de Estudios Económicos y
Sociales (CIEYS)
Abril de 2014.
oscarnatalich@fibertel.com.ar
Próximo capítulo:
3. POR QUÉ SABER SOBRE FILOSOFÍA
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