NOSOTROS O ELLOS Nº 105
LAS CAUSAS DE TODAS LAS COSAS.
De TALES a LENIN. Un repaso sobre la historia
de la Filosofía y los filósofos.
3. POR QUÉ SABER SOBRE
FILOSOFÍA
Comenzamos con este fragmento de la “Introducción ” del
libro “Historia de la Filosofía ”
del Instituto de Filosofía de la
Academia de Ciencias de la URSS , bajo la dirección del profesor A. V.
Sheglov.
“El estudio de la historia de la filosofía es
tanto más necesario cuanto que la filosofía encierra en sí, en forma más
concentrada, la ideología, la concepción del mundo de los hombres en cada etapa
histórica determinada… “La historia de la filosofía refleja en forma
sintetizada la historia del desarrollo del pensamiento humano, de sus
conocimientos, de su cultura”.
“Engels hace notar
que el estudio de la historia de la filosofía constituye una formidable escuela
para la formación de una mentalidad teórica. Es sabido también cuánta atención
prestaron a la historia de la filosofía los fundadores del marxismo-leninismo…”
“Lenin, analizando
los problemas de la dialéctica materialista, estudió minuciosamente las obras
más destacadas de los clásicos de la filosofía (”Metafísica” de Aristóteles;
“La ciencia de la lógica” y la
“Historia de la filosofía” de Hegel, “La esencia del
cristianismo” de Feuerbach y otros)”.
“La historia
marxista-leninista de la filosofía examina la evolución de la filosofía no como
un cambio casual de diversas teorías filosóficas, sino como un proceso sujeto a
leyes. La historia de la filosofía forma parte de la historia general de la
sociedad humana, es la expresión filosófica de intereses de clase
históricamente determinado. Pero al mismo tiempo, el desarrollo del pensamiento
filosófico, como de toda ideología, posee una relativa independencia, su lógica
interna y sus leyes internas, por las cuales se rige”.
Y agregamos este pensamiento de V. I. LENIN, extraído de “Tres
fuentes y tres partes integrantes del marxismo” Obras escogidas. Tomo 1
“La doctrina de
Marx suscita en todo el mundo civilizado la mayor hostilidad y el mayor odio de
toda la ciencia burguesa (tanto la oficial como la liberal), que ve en el
marxismo algo así como una “secta nefasta”.
Y no puede
esperarse otra actitud, pues en una sociedad erigida sobre la lucha de clases
no puede haber una ciencia social “imparcial”. De un modo o de otro, toda
la ciencia oficial y liberal defiende la esclavitud asalariada, mientras
que el marxismo ha declarado una guerra implacable a esa esclavitud.
Esperar una ciencia
imparcial en una sociedad de esclavitud asalariada, sería la misma pueril
ingenuidad que esperar de los fabricantes imparcialidad en cuanto a la
conveniencia de aumentar los salarios de los obreros, en detrimento de las
ganancias del capital”.
“Pero hay más. La
historia de la filosofía y la historia de las ciencias sociales enseñan con
toda claridad que no hay nada en el marxismo que se parezca a “sectarismo”, en
el sentido de una doctrina encerrada en sí misma, rígida, surgida al margen
del camino real del desarrollo de la civilización mundial.
Al contrario, el
genio de Marx estriba, precisamente, en haber dado solución a los problemas
planteados, antes, por el pensamiento avanzado de la humanidad. Su
doctrina apareció como continuación directa e inmediata de las doctrinas
de los más grandes representantes de la filosofía, la economía política y el
socialismo.”
También recurrimos a T. I. Oizerman, incorporando esta
aclaración que compartimos:
“El materialismo
dialéctico e histórico es, por principio, ajeno a toda limitación
fraccionalista. Es suficiente recordar cómo los fundadores del
marxismo-leninismo criticaban no sólo al materialismo vulgar, sino también al
metafísico, al mecánico, así como al materialismo antropológico de Feuerbach, y
lo elevada que era su valoración de las geniales ideas contenidas en las
teorías idealistas de Platón, Aristóteles, Leibniz, Rousseau, Hegel, para que
se torne evidente que es precisamente la filosofía marxista donde están,
orgánicamente fundidos el carácter partidario y la objetividad”.
Finalmente, y antes de entrar de lleno a la historia de
la filosofía, no podíamos dejar de citar a F. Engels en el prefacio a la
primera edición 1884 de “El Origen de
la Familia la Propiedad Privada
y el Estado”. Ediciones Ciencias Políticas. La Habana. Cuba.
“Según la teoría materialista.
El factor decisivo en la historia es, en fin de cuentas, la producción y
reproducción de la vida inmediata.
Pero esta
producción y reproducción son de dos clases. Por una parte, la producción de
medios de existencia, de productos alimenticios, de ropa, de vivienda y de los
instrumentos que para producir todo eso se necesitan; por otra parte, la
producción del hombre mismo, la continuación de la especie.
El orden social en
que viven los hombres en una época histórica
y un país determinado, está condicionado por esas dos especies de
producción”.
La ciencia, no sólo
nos posibilita alcanzar conocimientos que nos permiten comprender las leyes que
rigen el desarrollo de la naturaleza; no sólo nos permite desentrañar los
múltiples “secretos” que ella encierra; la ciencia también nos permite
descubrir el funcionamiento de las leyes de la vida social, de la sociedad.
Podemos decir que
esos “secretos” no son tales para la ciencia; en realidad son desconocimientos,
ya que ignoramos aún el origen de muchos de los fenómenos que se producen en la naturaleza. Pasar
a conocer lo desconocido es una tarea ininterrumpida que el filósofo, el
científico, el investigador, realizan con ese objetivo.
No se trata de un
camino llano sino de uno donde, muchas veces hay que desandar lo andado para
tomar un nuevo rumbo. Así avanza el conocimiento, así podemos ir teniendo
noción de las cosas, a generar ideas, hipótesis, planteos, programas,
abstracciones generales, simulaciones, etc.
Una de las
particularidades del conocimiento que se va adquiriendo a través del paso del
tiempo, a través de la historia, es que se va acumulando, que crece ocupando un
espacio cada vez más importante en la vida social, que se va, además,
corrigiendo, depurándose de errores anteriores, lo que lo hace más confiable y
más eficiente.
Para descubrir el
funcionamiento de las leyes de la vida social recurrimos a lo que,
genéricamente, denominamos Ciencias Sociales. No es nuestra intensión
clasificarlas pero podemos señalar entre las más importantes la Economía Política ;
la Historia; la Antropología; la Psicología Social ; la Sociología, etc. Podemos
incorporar a este grupo de disciplinas las ciencias relacionadas con el sistema
cognitivo, como la Psicología y la Lingüística.
Las Ciencias Naturales
(Física, Química, Biología, Astronomía, Geología) y las Ciencias Formales
(Matemática, Lógica) no poseen, en general, cuestionamientos a su raíz
científica. En cambio, sobre las Ciencias Sociales existen opiniones
encontradas sobre si se trata o no de ciencias.
Hay quienes
afirman, por ejemplo, que la Economía Política no es una ciencia. Y esgrimen,
como argumento “válido” la existencia de muchas corrientes económicas
enfrentadas entre sí.
Esta situación,
exclusiva de las Ciencias Sociales, se produce al desarrollarse la sociedad
conteniendo diferentes clases sociales, algunas de ellas, las fundamentales,
antagónicas. Por eso van a existir, como mínimo, tantas economías políticas
como intereses de clases o de sectores existan y resuelvan desarrollarla.
Ello no invalida que no exista la Economía Política
como ciencia, ello solamente nos indica que, los intereses de clase van a
actuar sobre la disciplina limitando su característica de ciencia, ocultando
sus leyes cuando éstas demuestran lo falso e interesado de su doctrina.
Por ejemplo, sobre
la plusvalía. ¿Podrían aceptar plenamente la realidad que la plusvalía tiene su
origen en la explotación del trabajador y que el capital se incrementa con la
plusvalía? Es una Ley, y la mejor forma de negar dicha Ley es negando que la
disciplina que la contiene, en este caso la Economía Política ,
no es una ciencia.
Mario Bunge es uno
de los grandes científicos argentinos reconocido a nivel mundial. Se doctoró en
1952 en ciencias físicas y matemáticas y con el paso del tiempo incursionó en
filosofía, convirtiéndose, además, en un férreo defensor de lo que se denomina
“realismo científico”, es decir, en un firme opositor de las pseudociencias.
Ha escrito
alrededor de 50 libros sobre temas filosóficos y científicos y cientos de
artículos y conferencias. Este gran pensador no marxista escribe, en relación
al tema que estamos tratando:
“De los
investigadores científicos se espera que se guíen por el método científico, que
se reduce a la siguiente sucesión de pasos: conocimiento previo, problema,
candidato a la solución (hipótesis, diseño experimental o técnica), prueba,
evaluación del candidato, revisión final de uno u otro candidato a la solución,
examinando el procedimiento, el conocimiento previo e incluso el problema”.
“La verificación de
las proposiciones consiste en someterlas a prueba para comprobar su coherencia
y su verdad, la que, a menudo, resulta ser sólo aproximada. Esa prueba puede
ser conceptual, empírica o ambas cosas. Ningún elemento, excepto las convenciones
y las fórmulas matemáticas, se considera exento de las pruebas empíricas.
Tampoco hay ciencia alguna sin éstas, o ninguna en que estén ausentes la
búsqueda y la utilización de pautas”.
“Según lo estimo,
la descripción sumaria antes mencionada es válida para todas las ciencias,
independientemente de las diferencias de objetos, técnicas especiales o grados
de progreso. Se ajusta a las ciencias sociales, como la sociología, lo mismo
que a las biosociales, como la psicología, y a las naturales como la biología”.
“Si una disciplina
no emplea el método científico, o si no busca o utiliza regularidades, es
protocientífica, no científica o pseudocientífica.”
Los intereses
económico y cultural de las clases dominantes los lleva a no emplear el método
científico como herramienta fundamental en las Ciencias Sociales, mientras que
sí lo aplica en las Ciencias Naturales.
El imperialismo, al
apropiarse del conocimiento científico, el portentoso desarrollo de las
ciencias naturales se constituye en una inmensa y creciente fuente de
explotación del hombre por el hombre, de obtención de plusvalía y de generación
de capital financiero parasitario que actúa exclusivamente en el área de la
especulación.
Al contrario, si
contribuyese a desarrollar de igual manera a las ciencias sociales, quedaría al
desnudo su esencia criminal en la sociedad. Jamás lo haría, es decir, jamás
desarrollaría las Ciencias Sociales como ciencias. Una de las maneras de evitar
que eso ocurra, que se estudie con metodología científica, es la de generar
“pensadores” que niegan a las ciencias sociales la característica científica
que contienen o que, desarrollen sólo algunos aspectos neutrales de las mismas.
Por ello es preciso
empezar por el principio. Cuando nacemos o nuestra madre “da a luz” comenzamos
a contar los días de nuestra existencia. Las ciencias en general, pero las
sociales en particular, poseen su origen en la filosofía. Repetimos
el inicio de este capítulo:
“El
estudio de la historia de la filosofía es tanto más necesario cuanto que la
filosofía encierra en sí, en forma más concentrada, la ideología, la concepción
del mundo de los hombres en cada etapa histórica determinada… “La historia de
la filosofía refleja en forma sintetizada la historia del desarrollo del
pensamiento humano, de sus conocimientos, de su cultura”.
Y en esa ideología
concentrada, en esa concepción del mundo, se encuentra la respuesta. ¿Qué
filosofía? ¿La materialista o la idealista? ¿Demócrito o Platón? El rumbo hacia
el análisis científico en las ciencias sociales la da sólo una de ellas, lo que
no significa que la otra no nos provea de valiosos aportes parciales.
Oscar Natalichio
Centro de Estudios Económicos y
Sociales (CIEYS)
Abril de 2014.
oscarnatalich@fibertel.com.ar
Próximo capítulo:
4. UN REPASO SOBRE LOS INICIOS DE LA HISTORIA DE LA
FILOSOFÍA
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