miércoles, 5 de marzo de 2014

NOSOTROS O ELLOS Nº 94

LOS HOMBRES DE NUESTRA AMÉRICA: 4. BERNARDO O´HIGGINS RIQUELME

Esta introducción se repetirá en toda la serie de los grandes. Cuando leemos los diarios, o escuchamos en radio o vemos en la TV a periodistas, dirigentes opositores (políticos, gremiales, comentaristas, etc.) de diversos signos, pero todos jugando para la extrema derecha, observamos varios puntos en común:

  1. Son cipayos todos ellos, es decir, nacieron aquí, se los considera argentinos, pero operan para potencias extranjeras, en este caso, operan para los grandes grupos concentrados, para los monopolios, para el imperialismo, para esa predominante oligarquía financiera.
  2. Son mercenarios muchos de ellos. Su cipayismo no es siquiera un sentimiento, es una profesión (es un “servicio” que prestan), por lo tanto, como cualquier trabajo, perciben un salario tanto en blanco como en negro por la vergonzosa tarea de mentir, engañar y ocultar verdades. Son los que sirven a una potencia extrajera (de los grupos mencionados en el punto anterior) a cambio de una paga y otras ventajas adicionales, como ser, algunos “premios” o “condecoraciones”.
  3. Algunos de ellos alcanzan la categoría de sicarios, es decir, su trabajo es asesinar a aquellos que los “jefes” le señalan. También de generar caos y crear situaciones de “inseguridad”. Funciona así el gatillo fácil, los extraños “suicidios”, y los premeditados incendios donde se quema documentación comprometedora. También crímenes directos surgen de este “rubro”.
  4. Son, por excelencia, mediocres. En especial malediciente. José Ingenieros definía así a este tipo de “humano”: “La maledicencia es una serpiente que se insinúa en la conversación de los envilecidos: sus vértebras son nombres propios, articuladas por los verbos más equívocos del diccionario para arrastrar un cuerpo cuyas escamas son calificativos pavorosos”. “El malediciente, cobarde entre todos los envenenadores, está seguro de la impunidad, por eso es despreciable…” “Los mediocres deben ser juzgados por la intérlope función que desempeñan en la sociedad: abiertamente nociva a todo idealismo que importe un esfuerzo hacia cualquier perfección”. ¿No creen ustedes que Lanata, Bonelli y otros especimenes encuadran perfectamente en estas definiciones? Incluso me atrevería a afirmar que Massa, Macri, Binner, Morales, Bulrrich, Barrionuevo y muchos más superan lo descrito por ese gran personaje de nuestra historia que sigue siendo José Ingenieros.

Y como mencionamos grandes personajes de nuestra historia, no vamos a referir a varios de ellos, los que modelaron Nuestra América con sólidos principios, muy lejanos de la mediocridad de muchos y de la maledicencia de tantos. Patriotas y nunca cipayos. Con grandes ideales y nada de mediocridad. Valientes y no cobardes. Justos y no sicarios. Sus pensamientos son inmortales y de una grandeza que estos enanos al servicio de la oligarquía financiera jamás podrán alcanzar aunque se esfuercen siglos.

HOY DICHOS Y FRASES DEL LIBERTADOR BERNARDO O´HIGGINS RIQUELME

“Detesto por naturaleza la aristocracia, y la adorada igualdad es mi ídolo. Mil vidas que tuviera me fueran pocas para sacrificarlas por la libertad e independencia de nuestro suelo y tengo el consuelo de decir que la mayor parte de los descendientes de Arauco obran por los mismos principios.”
“Conservo sólo mi honra, la memoria del bien que alcancé a hacer, y no me agita pasión alguna; antes de vencer a mis enemigos aprendía a vencerme a mí mismo”
Escribe a San Martín el 6 de agosto de 1819 desde Santiago de Chile: “Millares de veces sea bendita la eterna Providencia que nos ha concedido ver la luz del 10 de julio y del primero de la libertad de la capital de los Pizarros…” “Quisiera estuviese usted presente para darle mil abrazos; pero recíbalos desde este asiento de miserias y trabajos que ahora convierte en plácemes la resolución más grande y suprema de encargarse usted del mando supremo del Perú. Una nueva vida recibe la América Meridional en el nuevo empeño de coronar las glorias a que la Providencia le ha destinado. El bien más grande que usted hace a esos pueblos es el de mortificarse en regirlos; se va a economizar mucha sangre, que la anarquía no tardaría en derramar en gente bisoñas y nueva en la revolución.”
Escribe a Bolívar el 10 de abril de 1823: “La expresiva nota de V.E. del 29 de agosto último, será siempre para mi un agradable recuerdo del honor que me ha dispensado un general filósofo, un político feliz, el héroe que fija la expectación de los hombres libres, de quien todo se espera, por más que su moderación quiera reconocer en otros iguales facultades de hacer venturosa a la América. Si V.E. no puede ser detenido en su carrera de gloria; manda una República agradecida, que conoce sus intereses y es homogénea a sus sentimientos. Sólo a V.E. era dado tomar la iniciativa de hacer felices a los demás Estados de este Continente, reuniéndolos por sus plenipotenciarios para acordar las bases de su confederación y poderío. Yo adhiero gustoso a tan grandiosa idea, y me honraré siempre de haber concurrido, al menos con mis deseos, a que se levante y enseñoree en la América tan majestuoso edificio”.
“No obstante las penosas marchas que he hecho por ardientes arenas, heladas cordilleras, y a la verdad, una continuada serranía de más de doscientas leguas, sin parar hasta el presente, mi salud está mejor que nunca, y mis deseos jamás han sido grandes de alcanzar a los enemigos, para que siquiera un solo araucano vea la conclusión y tenga la parte que alcancen sus débiles esfuerzos en la exterminación para siempre del yugo español de estas regiones…”
A San Martín: “Se recompensan los sacrificio cuando se ven logrados; los de usted se inmortalizan en la América del Sur con la eterna gratitud de sus hijos y generaciones futuras” “Bien que trece años de sacrificios y amarguras inauditas no los cambio por interés alguno, y sólo quedan dedicados al honor y al bien general de las Américas”.
A Bernardo de Monteagudo: “…el peligro con que está amenazada la patria por un enemigo orgulloso y cebado en la sangre inocente sacrificada por caudillos débiles y ambiciosos…”  
“La patria no necesita ya de mis servicios; pero si fueran requeridos en los peligros que hoy la amagan, sacrificaré ciegamente mi existencia en las batallas…”

A BERNANRDO O´HIGGINS RIQUELME (Oda de Pablo Neruda)

O´higgins, para celebrarte//a media luz hay que alumbrar la sala.
A media luz del sur en otoño//con temblor infinito de álamos.

Eres Chile, entre patriarcas y huaso, //eres un ponche de provincia, un niño
que no sabe su nombre todavía, //un niño férreo y tímido en la escuela,
un jovencito triste de provincia. //En Santiago te sientes mal, te miran
el traje negro que te queda largo, //y al cruzarte la banda, la bandera
de la patria que nos hiciste,  //tenía olor de yuyo matutino
para tu pecho de estatua campestre.

Joven tu profesor Invierno
te acostumbró a la lluvia
y en la Universidad de las calles de Londres,
la niebla y la pobreza te otorgaron sus títulos
y un elegante pobre, errante incendio
de nuestra libertad,
te dio consejos de águila prudente
y te embarcó en la Historia.

“Cómo se llama usted?”, reían//los “caballeros” de Santiago:
hijo de amor, de una noche de invierno, //tu condición de abandonado
te construyó con argamasa agreste, //con seriedad de casa o de madera
trabajada en su Sur, definitiva. //Todo lo cambia el tiempo, todo menos
                tu rostro.

Eres, O´Higgins, reloj invariable//con una sola hora en tu cándida esfera;
la hora de Chile, el único minuto//que permanece en el horario rojo
de la dignidad combatiente.

Así estarás igual entre los muebles
de palisandro y las hijas de Santiago,
que rodeado en Rancagua por la muerte y
                la pólvora.

Eres el mismo sólido retrato//de quien no tiene padre sino patria,
de quien no tiene novia sino aquella//tierra con azahares
que te conquistará la artillería.

Te veo en el Perú escribiendo cartas. //No hay desterrado igual, mayor exilio.
Es toda la provincia desterrada.

Chile iluminó como un salón//cuando no estabas. En derroche,
un rigodón de ricos substituye//tu disciplina de soldado ascético,
y la patria ganada por tu sangre//sin ti fue gobernada como un baile
que mira el pueblo hambriento desde fuera.

Ya no podías entrar en la fiesta//con sudor, sangre y polvo de Rancagua.
Hubiera sido de mal tono//para los caballeros capitales.
Hubiera contigo entrado el camino, //un olor de sudor y de caballos,
El olor de la patria en primavera.

No podías estar en ese baile. //Tu fiesta fue un castillo de explosiones.
Tu baile desgreñado es la contienda. //Tu fin de fiesta fue la sacudida
de la derrota, el porvenir aciago//hacia Mendoza con la patria en brazo.

Ahora mira en el mapa hacia abajo, //hacia el delgado cinturón de Chile
y coloca en la nieve soldaditos, //jóvenes pensativos en la arena,
zapadores que brillan y se apagan.

Cierra los ojos, duerme, sueña un poco,
tu único sueño, el único que vuelve
hacia tu corazón: una bandera
de tres colores en el Sur, cayendo
la lluvia, el sol rural sobre tu tierra,
los disparos del pueblo en rebeldía
y dos o tres palabras tuyas cuando
fueran estrictamente necesarias.
Si sueñas, hoy tu sueño está cumplido.
Suéñalo, por lo menos, en la tumba.
No sepas nada más porque, como antes,
después de las batallas victoriosas,
bailan los señoritos en palacio
y el mismo rostro hambriento
mira desde la sombra de las calles.

Pero hemos heredado tu firmeza,
tu inalterable corazón callado,
tu indestructible posición paterna,
y tú, entre la avalancha cegadora
de húsares del pasado, entre los ágiles
uniformes azules y dorados,
estás hoy con nosotros, eres nuestro,
padre del pueblo, inmutable soldado.


Oscar Natalichio
Centro de Investigaciones Económicas y Sociales (CIEYS)
5 de marzo de 2014


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