miércoles, 5 de marzo de 2014

NOSOTROS O ELLOS Nº 93

LOS HOMBRES DE NUESTRA AMÉRICA: 3. JOSÉ ARTIGAS

Esta introducción se repetirá en toda la serie de los grandes. Cuando leemos los diarios, o escuchamos en radio o vemos en la TV a periodistas, dirigentes opositores (políticos, gremiales, comentaristas, etc.) de diversos signos, pero todos jugando para la extrema derecha, observamos varios puntos en común:

  1. Son cipayos todos ellos, es decir, nacieron aquí, se los considera argentinos, pero operan para potencias extranjeras, en este caso, operan para los grandes grupos concentrados, para los monopolios, para el imperialismo, para esa predominante oligarquía financiera.
  2. Son mercenarios muchos de ellos. Su cipayismo no es siquiera un sentimiento, es una profesión (es un “servicio” que prestan), por lo tanto, como cualquier trabajo, perciben un salario tanto en blanco como en negro por la vergonzosa tarea de mentir, engañar y ocultar verdades. Son los que sirven a una potencia extrajera (de los grupos mencionados en el punto anterior) a cambio de una paga y otras ventajas adicionales, como ser, algunos “premios” o “condecoraciones”.
  3. Algunos de ellos alcanzan la categoría de sicarios, es decir, su trabajo es asesinar a aquellos que los “jefes” le señalan. También de generar caos y crear situaciones de “inseguridad”. Funciona así el gatillo fácil, los extraños “suicidios”, y los premeditados incendios donde se quema documentación comprometedora. También crímenes directos surgen de este “rubro”.
  4. Son, por excelencia, mediocres. En especial malediciente. José Ingenieros definía así a este tipo de “humano”: “La maledicencia es una serpiente que se insinúa en la conversación de los envilecidos: sus vértebras son nombres propios, articuladas por los verbos más equívocos del diccionario para arrastrar un cuerpo cuyas escamas son calificativos pavorosos”. “El malediciente, cobarde entre todos los envenenadores, está seguro de la impunidad, por eso es despreciable…” “Los mediocres deben ser juzgados por la intérlope función que desempeñan en la sociedad: abiertamente nociva a todo idealismo que importe un esfuerzo hacia cualquier perfección”. ¿No creen ustedes que Lanata, Bonelli y otros especimenes encuadran perfectamente en estas definiciones? Incluso me atrevería a afirmar que Massa, Macri, Binner, Morales, Bulrrich, Barrionuevo y muchos más superan lo descrito por ese gran personaje de nuestra historia que sigue siendo José Ingenieros.

Y como mencionamos grandes personajes de nuestra historia, no vamos a referir a varios de ellos, los que modelaron Nuestra América con sólidos principios, muy lejanos de la mediocridad de muchos y de la maledicencia de tantos. Patriotas y nunca cipayos. Con grandes ideales y nada de mediocridad. Valientes y no cobardes. Justos y no sicarios. Sus pensamientos son inmortales y de una grandeza que estos enanos al servicio de la oligarquía financiera jamás podrán alcanzar aunque se esfuercen siglos.

HOY DICHOS Y FRASES DEL LIBERTADOR JOSÉ ARTIGAS

“Los pueblos son libres de decidir su suerte y mi deseo todo, decidido a respetar su suprema resolución. Si la autoridad con que me habéis condecorado, es un obstáculo a este remedio, está en vuestras manos depositar en otro lo sagrado de la pública confianza, que ajuste vuestras ideas a los deberes que os impone la patria, y el voto de vuestros ciudadanos. Yo me doy por satisfecho por haberos llenado hasta el presente con honor y contribuir por mi parte, con el mismo, a sellar la felicidad del país”.
“Reducidos por una reunión de circunstancias a esperarlo todo, solo de nosotros mismos, la más perfecta unión es lo único que debe caracterizarnos: al penetrante grito de la patria, todos debemos ser uno y fijándonos solamente en salvarla, nada capaz de arredrarnos puede presentarse a nuestros ojos. La causa es justa, no lo dudamos y por más que mil incidentes se opongan a nuestra digna resolución, debemos seguirla hasta el extremo. Si de una parte no son negados auxilios, debemos conocer que siendo preciso no sofocar nuestras ideas, en nuestras manos está conservar el trono de la libertad y si una vez lo abandonamos, no volveremos a tener la misma proporción, quedándonos solo el recuerdo de haber obrado como hombres libres.”
“…mantengamos la mejor confraternidad, y dando un centro a nuestras ideas, fijémosla en la patria; sus días calamitosos reclaman nuestra energía y ella nos sostenga; ella nos decida a perecer todos antes que el oprobio y la vergüenza marquen la época de nuestros días; y ella, haciéndonos prescindir de todo lo demás, nos pondrá en las manos el medio de dar el más brillante triunfo a la libertad.”
“Yo no soy vendible, ni quiero más premio por mi empeño, que ver libre a mi nación del poderío español; y cuando mis días terminen en el estruendo del cañón, dejarán mis brazos la espada que empuñaron para defender su patria…”
“Mi decisión por la libertad de los pueblos será siempre superior a todos los contrastes”.
“Los orientales habían jurado en lo hondo de su corazón un odio irreconciliable, un odio eterno, a toda clase de tiranía; que nada era peor para ellos que haber de humillarse de nuevo, y que afrontarían la muerte misma antes de degradarse del título de ciudadano, que habían sellado con su sangre…”
“La cuestión es solo entre la libertad y el despotismo: nuestros opresores no por su patria, solo por serlo, forman el objeto de nuestro odio…”
“El triunfo de la libertad es señalado en todos los puntos y ya no dista ese día grande de ver entre otros pueblos nacer la paz, la buena armonía y la felicidad.”
“… los planes grandes de la América en su revolución gloriosa deben sellarse, y esta provincia ha ofrecido sus cenizas hasta alcanzar su consolidación…”
“Despliéguense las ideas que harán feliz la América del Sur. Sea ella libre de los extranjeros, desterremos de nuestro suelo, hasta el polvo del antiguo despotismo y la posteridad agradecida reconocerá en sus bienhechores el mérito de su felicidad.”
“No hay que invertir el orden de la justicia. Mirar por los infelices y no desampararlos sin más delito que su miseria. Es preciso borrar esos excesos del despotismo. Todo hombre es igual en presencia de la ley. Sus virtudes o delitos los hacen amigables u odiosos. Olvidemos esa maldita costumbre que los engrandecimientos nacen desde la cuna; córtese toda relación, si ella es perjudicial a los intereses comunes. La patria exige estos y mayores sacrificios, y ya no es tiempo de condescendencias perjudiciales.”
“…el triunfo de la libertad no se asegura mientras existan entre nosotros esos enemigos ocultos o descubiertos, siempre inflexibles y siempre irreconciliables.”
“El giro de la revolución debe medirse por el de los sucesos. Al frente de vosotros, en seis años de trabajos, he acreditado suficientemente mi amor por el país y a los sagrados intereses de nuestra libertad. Por ello, hemos combatido a los enemigos exteriores e interiores y en medio de las graves complicaciones, el triunfo siempre se decidió por la justicia.”
De la carta a Bolívar del 20/06/1819: “Unidos íntimamente por vínculos de naturaleza e intereses recíprocos, luchamos contra tiranos que intentan profanar nuestros más sagrados derechos…” “Tengo el mayor honor en saludar a vuestra excelencia por primera vez y ofertarle mis más afectuosas consideraciones.”

A JOSÉ ARTIGAS (Oda de Pablo Neruda)

  1. Artigas crecía entre los matorrales y fue tempestuoso su paso porque en las praderas creciendo el galope de piedra o campana//llegó a sacudir la inclemencia del páramo como repetida centella, //llegó a acumular el color celestial extendiendo los cascos sonoros//hasta que nació una bandera empapada en el uruguayazo rocío.

  1. Uruguay, Uruguay, uruguayan los cantos del río uruguayo//las aves turpiales, la tórtola de voz malherida, la torre del trueno uruguayo//proclaman el grito celeste que dice Uruguay en el viento//y si la cascada redobla y repite el galope de los caballeros amargos//que hacia la frontera recogen los últimos granos de su victoriosa derrota//se extiende el unísono nombre de pájaro puro, //la luz del violín que bautiza la patria violenta.

  1. Oh Artigas,  soldado del campo creciente, cuando para toda la tropa bastaba//tu poncho estrellado por constelaciones que tú conocías, //hasta que la sangre corrompe y redime la aurora, y despiertan tus hombres//marchando agobiados por los polvorientos ramales del día. // Oh padre constante del itinerario, caudillo del rumbo, centauro de la polvareda!

  1. Pasaron los días de un siglo y siguieron las horas detrás de tu exilio: //detrás de la selva enredada de mil telarañas de hierro: //detrás del silencio en que sólo caían los frutos podridos sobre los pantanos, //las hojas, la lluvia desencadenada, la música del urutaú, los pasos descalzos de los paraguayos entrando y saliendo en el sol de la sombra, // la trenza del látigo, los cepos, los cuerpos roídos por escarabajos: //un grave cerrojo se impuso apartando el color de la selva//y el amoratado crepúsculo cerraba con sus cinturones los ojos de Artigas que buscan en su desventura la luz uruguaya.

  1. “Amargo trabajo el exilio”, escribió aquel hermano de mi alma//y así el entretanto de América cayó como párpado oscuro sobre la mirada de Artigas, jinete del escalofrío, //opreso en la inmóvil mirada de vidrio de un déspota, en un reino vacío.

  1. América tuya temblaba con penitenciales dolores: Oribes, Alveares, Carreras, desnudos corrían hacia el sacrificio: //morían, nacían, caían: los ojos del ciego mataban: la vos de los mudos//hablaba. Los muertos, por fin encontraron partido, por fin aquellos sangrientos supieron que pertenecían a la misma fila: la tierra no tiene adversarios.

  1. Uruguay es palabra de pájaro, o idioma del agua, //es sílaba de cascada, es tormento de cristalería, //Uruguay es la voz de las frutas en la primavera fragante, //es un beso fluvial de los bosques y la máscara azul del Atlántico. //Uruguay es la ropa tendida en el oro de un día de viento, //es el pan en la mesa de América, la pureza del pan en la mesa,

  1. Y si Pablo Neruda, el cronista de todas las cosas te debía, Uruguay, este canto, //este canto, este cuento, esta miga de espiga, este Artigas,  //no falté a mis deberes ni acepté los escrúpulos del intransigente: //esperé una hora quieta, aceché una hora inquieta, recogí los herbarios del río, //sumergí mi cabeza en tu arena y en la plata de los pejerreyes, //en la clara amistad de tus hijos, en tus destartalados mercados//me acendré hasta sentirme deudor de tu olor y tu amor. //Y tal vez está escrito el rumos que tu amor y tu olor me otorgaron//en estas palabras oscuras, que dejo en memoria de tu capitán luminoso.


Nuestro honroso recorrido por la historia de los grandes de Nuestra América ha transitado, hasta ahora, por Simón Bolívar, nacido en Venezuela el 24 de julio de 1783, muriendo a los pies de la Sierra Nevada, el pico más alto de Colombia, el 17 de diciembre de 1830, a los 47 eternos años. Por José de San Martín, nacido en Yapeyú, Corrientes, Argentina el 22 de febrero de 1778, ausentándose de su tierra durante 27 años, regresando el 9 de marzo de 1812 muriendo frente al mar, lejos de la patria, en Boulogne-sur-mer el 17 de agosto de 1850, a los 72 años, ciego y abandonado. Por José Artigas, nacido en Montevideo, Uruguay, el 19 de junio de 1764 muriendo desterrado en Ibicay, Paraguay, el 23 de septiembre de 1830, a los 66 años. Observen ustedes cómo los maturrangos fueron remplazados por los cipayos integrantes de la oligarquía colonial, de la rosca, de la “clase culta” cuyo único principio es el interés dinerario. Observen ustedes cómo, es esta etapa donde se gesta la segunda independencia de Nuestra América, esas mismas familias de cipayos, hoy nuevamente junto al imperialismo, integrantes menores de una oligarquía financiera, sucia y criminal, operan contra los gobierno democráticos y sus pueblos. ¿Dejaremos que triunfen? ¿Dejaremos que la historia se repita y que sean los asesinos antinacionales los que vuelvan nuevamente a “conducir” las naciones? O aprenderemos las lecciones de la historia.

Oscar Natalichio
Centro de Investigaciones Económicas y Sociales (CIEYS)
5 de marzo de 2014

No hay comentarios:

Publicar un comentario