lunes, 20 de enero de 2014

NOSOTROS Y ELLOS Nº 86
EL CEREBRO: EL MÁS AVANZADO ÓRGANO, PRODUCTO DE LA EVOLUCIÓN DE LA MATERIA (5)
En la especie “homo sapiens”, producto de la evolución entre lo biológico y social y, por ende, de las necesidades sociales que debían ser cubiertas, se fue modificando lentamente el programa genético, propio y exclusivo de esa especie. Un programa social que se reflejó en el ADN y que llevó a la necesidad de desarrollar un cerebro complejo, una mano desarrollada, un andar erecto, y una modificación en la laringe que permitiría el lenguaje articulado.
Es gracias a las peculiaridades biológicas del cerebro que las personas pueden desarrollar el lenguaje articulado, pensar y poseer conciencia. Pero conciencia y lenguaje no provienen del ADN, surgen socialmente, a través del proceso de comunicación. Un niño puede nacer en China, pero si se lo adopta recién nacido y se lo trae a la Argentina comienza a hablar el idioma de las personas que lo crían. Es claro que el hombre viene al mundo sin poseer conciencia ni ideas. Tanto el trabajo, como el intelecto, como las emociones y la voluntad van surgiendo a través de las relaciones sociales.
Morgan se refirió a dos “procesos de heredabilidad” siendo uno la continuidad material (células sexuales) y el otro la transmisión de experiencias de una generación a otra (habla y escritura). Ese proceso de heredabilidad que se manifiesta en todos los órganos, en el cerebro requiere especial atención. En el plano de la lucha de ideas, en el plano de la lucha política por un mundo más justo, ello significa formación humanista en cada generación. Kosolápov, en su escrito “La clase al ataque” escribía:
“La conciencia socialista de los obreros, de los trabajadores en general, no se trasmite a las nuevas generaciones con el código heredado, sino que es asimilada y forjada por cada una de ellas en medio de las cambiantes condiciones del trabajo y de la vida, del desarrollo económico y político-social. Orientar este proceso es una de las funciones más difíciles e indispensables del partido marxista-leninista”.
El cerebro no se ha modificado como estructura biológica  desde la aparición del primer hombre hasta nuestros días:
PERO SU POTENCIALIDAD, COMO ÓRGANO DE DONDE SURGE EL PENSAMIENTO, SE VA DESARROLLANDO DESPUÉS DEL NACIMIENTO BAJO LA INFLUENCIA SOCIAL, BAJO LA INFLUENCIA DE LA COMUNICACIÓN, BAJO LA INFLUENCIA DEL MUNDO QUE NOS RODEA.
Por eso se va ampliando generación tras generación, se va enriqueciendo con el transcurso de la historia.
Ello es así pues el pensamiento humano supera los límites de la cognición sensible y se introduce en el pensamiento abstracto al que confronta con la práctica. En relación a esto Lenin escribía
“De la percepción viva al pensamiento abstracto, y de éste a la práctica: tal es el camino dialéctico del conocimiento de la verdad, del conocimiento de la realidad objetiva”
Como podemos deducir, el cerebro humano es la máxima expresión de la materia organizada por miles de millones de células interconectadas. Es una caja donde se van a recibir, procesar lo que se denomina “percepción sensible”, proveniente de los sentidos vista, oído, tacto, olfato y gusto; todo ello derivado de lo biológico.
Pero ese no es su límite, si lo fuese seríamos animales, es necesario, como expresaba Lenin, ingresar al nivel del pensamiento abstracto, y eso no se “hereda”, no integra el ADN, ello se logra con la transmisión de las experiencias de generación tras generación, es lo que Davidenko, en su libro “Problemas evolutivos genéticos en neuropatología” define con el nombre de “sucesión”. Dicha “sucesión” constituye la más elevada forma del movimiento de la materia. Y es, por su particularidad, exclusivamente humana, superando lo biológico sin dejar de conformar una unidad con ello.
Un congreso destinado a analizar teorías sobre cuestiones raciales, organizado por la UNESCO, con la participación de científicos de distintas especialidades, entre ellos biólogos, antropólogos, sociólogos, etc., arriban a una conclusión:
“El predominio de la cultura constituye la especificidad de la especie humana y priva de sentido a las explicaciones del comportamiento humano basadas únicamente en el estudio de los comportamientos animales. De ningún modo pueden atribuirse a diferente genéticas las variaciones de los comportamientos colectivos”
Tal como afirmaba Engels: jamás vamos a desprendernos por completo de las características propias del animal; la selección natural, las leyes biológicas, siguen prevaleciendo en la etapa inicial, en el nacimiento, en la corta edad. Si un niño, al nacer, es abandonado en un bosque y posee la suerte de que un felino hembra, en vez de devorarlo, lo alimenta y lo cría como un cachorro más, ese niño, que nació con un cerebro “normal”, igual al de millones de niños, si sobrevive algunos años, no sabrá articular palabras pese a tener laringe desarrollada; difícilmente se erguirá pese a tener extremidades preparadas para ello; no sabrá leer; no aprenderá a escribir; no podrá pensar; no entenderá al mundo que lo rodea salvo por sus sensaciones.
Se han dado casos, pocos pero lo suficiente para confirmar que es lo social lo que diferencia al hombre del resto de los animales. El niño no es ya un animal desde su gestación, sin embargo se convierte en un animal más si carece de  contacto social, además, con enormes desventajas sobre los animales, pues ahora no está preparado para sobrevivir como éstos.
El cerebro es una caja receptora de información y de experiencias históricas. Pero…
¿Qué sucede si esa transmisión en manipulada en función de intereses mezquinos? ¿Qué sucede si se falsea la historia, si se la analiza de manera idealista o metafísica, si se elude en lo social el análisis científico?
¿Qué es lo que llena esa caja predispuesta genéticamente a recibir información y procesarla?
¿Es posible eludir la manipulación de las mentes que producen los grandes medios de comunicación en manos de las pocas familias propietarias (expropiadoras) de grandes grupos económicos?
¿Dos mil quinientos millones de años (2.500.000.000) para que un órgano tan perfecto se desarrollara, nos desprendieran del reino animal y pasáramos a depender de sistemas perversos donde predomina la explotación del hombre por el hombre?
¿Cómo es posible que un pobre y marginado vote por el que lo empobreció y marginó? ¿Cómo es posible que un estudiante universitario y un profesional de capa media reinstalen en el poder, aún cuando se sienta “indignados” a los responsables de sus desgracias?
¿Cómo es posible que millones de seres humanos se maten entre sí en las guerras del imperialismo creyendo que estaban defendiendo su patria, y que aún hoy, cuando ya se saben que los imperialistas de ambos bandos obtenían enormes ganancias con la muerte de más de cien millones de “animales superiores”, lo sigan creyendo?
¿Cómo es posible que muchos consideren que los males que sufren socialmente se deben a sus propias limitaciones y no al sistema imperante?
¿Cómo es posible que aquellos que saben que sus desgracias son culpa del sistema imperante, sostengan que así es la vida y que a ellos les ha tocado ese lugar y por ello se resignen?
El cerebro es el órgano más poderoso del ser humano y sin embargo ¡es tan frágil! En este libro, de Economía Política y Social Científica, tratamos de colocar nuestras mejores intenciones para que el cerebro vaya ganando fortaleza y que su fragilidad se limite (y cada vez menos) a consecuencias biológicas y no sociales.
Pretender que el cerebro se utilice y bien, no es un dogma, es una aspiración humana. El imperialismo pretende limitar el pensamiento a lo elemental, a convertirnos en apenas un animal superior al mono pero sin su fortaleza. Nosotros contamos con herramientas suficientes para transformar la sociedad e ingresar a la Historia dejando atrás la prehistoria nefasta donde el hombre explota al hombre. Entre esas herramientas se encuentra el materialismo dialéctico y el histórico. Y como materia por excelencia: EL CEREBRO.  
Si hay algo que se aleja enormemente de ser considerado un “dogma” es el materialismo dialéctico, la filosofía científica. Ello no quiere decir que no van a surgir voces desde afuera (como es lógico) y desde “adentro” (como es lamentable) en afirmar que sí lo es. Los de afuera lo sostienen porque defienden sus intereses en el plano ideológico, político jurídico y social y, obviamente, en el filosófico. Esos intereses los defienden enfrentando, de diversas maneras, a la filosofía materialista científica utilizando como base el idealismo en sus variadas manifestaciones y la metafísica. Los de “adentro”, cuando lo hacen con honestidad, confunden “dogma” con “tomar partido”. Desde ya la filosofía materialista toma partido por los sectores populares, pues no se limita a describir la historia, avanza hacia su transformación revolucionaria. Aspira dejar atrás la prehistoria para ingresar a la historia.  Es su función.
Oscar Natalichio
Centro de Investigaciones Económicas y Sociales  (CIEYS)
15/01/2014

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