NOSOTROS
Y ELLOS Nº 86
EL
CEREBRO: EL MÁS AVANZADO ÓRGANO, PRODUCTO DE LA EVOLUCIÓN DE LA
MATERIA (5)
En la especie “homo
sapiens”, producto de la evolución entre lo biológico y social y, por ende, de
las necesidades sociales que debían ser cubiertas, se fue modificando
lentamente el programa genético, propio y exclusivo de esa especie. Un programa
social que se reflejó en el ADN y que llevó a la necesidad de desarrollar un
cerebro complejo, una mano desarrollada, un andar erecto, y una modificación en
la laringe que permitiría el lenguaje articulado.
Es gracias a las
peculiaridades biológicas del cerebro que las personas pueden desarrollar el
lenguaje articulado, pensar y poseer conciencia. Pero conciencia y lenguaje no
provienen del ADN, surgen socialmente, a través del proceso de comunicación. Un
niño puede nacer en China, pero si se lo adopta recién nacido y se lo trae a la
Argentina comienza a hablar el idioma de las personas que lo crían. Es claro
que el hombre viene al mundo sin poseer conciencia ni ideas. Tanto el trabajo,
como el intelecto, como las emociones y la voluntad van surgiendo a través de
las relaciones sociales.
Morgan se refirió a dos
“procesos de heredabilidad” siendo uno la continuidad material (células
sexuales) y el otro la transmisión de experiencias de una generación a otra
(habla y escritura). Ese proceso de heredabilidad que se manifiesta en todos
los órganos, en el cerebro requiere especial atención. En el plano de la lucha
de ideas, en el plano de la lucha política por un mundo más justo, ello
significa formación humanista en cada generación. Kosolápov, en su escrito “La
clase al ataque” escribía:
“La
conciencia socialista de los obreros, de los trabajadores en general, no se
trasmite a las nuevas generaciones con el código heredado, sino que es
asimilada y forjada por cada una de ellas en medio de las cambiantes
condiciones del trabajo y de la vida, del desarrollo económico y
político-social. Orientar este proceso es una de las funciones más difíciles e
indispensables del partido marxista-leninista”.
El cerebro no se ha
modificado como estructura biológica
desde la aparición del primer hombre hasta nuestros días:
PERO SU POTENCIALIDAD,
COMO ÓRGANO DE DONDE SURGE EL PENSAMIENTO, SE VA DESARROLLANDO DESPUÉS DEL
NACIMIENTO BAJO LA INFLUENCIA
SOCIAL , BAJO LA INFLUENCIA DE LA COMUNICACIÓN, BAJO LA INFLUENCIA DEL MUNDO
QUE NOS RODEA.
Por eso se va ampliando
generación tras generación, se va enriqueciendo con el transcurso de la
historia.
Ello es así pues el
pensamiento humano supera los límites de la cognición sensible y se introduce
en el pensamiento abstracto al que confronta con la práctica. En relación
a esto Lenin escribía
“De la percepción viva
al pensamiento abstracto, y de éste a la práctica: tal es el camino dialéctico
del conocimiento de la verdad, del conocimiento de la realidad objetiva”
Como podemos deducir,
el cerebro humano es la máxima expresión de la materia organizada por miles de
millones de células interconectadas. Es una caja donde se van a recibir,
procesar lo que se denomina “percepción sensible”, proveniente de los sentidos
vista, oído, tacto, olfato y gusto; todo ello derivado de lo biológico.
Pero ese no es su
límite, si lo fuese seríamos animales, es necesario, como expresaba Lenin,
ingresar al nivel del pensamiento abstracto, y eso no se “hereda”, no integra
el ADN, ello se logra con la transmisión de las experiencias de generación tras
generación, es lo que Davidenko, en su libro “Problemas evolutivos genéticos en
neuropatología” define con el nombre de “sucesión”. Dicha “sucesión” constituye
la más elevada forma del movimiento de la materia. Y es, por su particularidad,
exclusivamente humana, superando lo biológico sin dejar de conformar una unidad
con ello.
Un congreso destinado a
analizar teorías sobre cuestiones raciales, organizado por la UNESCO, con la
participación de científicos de distintas especialidades, entre ellos biólogos,
antropólogos, sociólogos, etc., arriban a una conclusión:
“El predominio de la
cultura constituye la especificidad de la especie humana y priva de sentido a
las explicaciones del comportamiento humano basadas únicamente en el estudio de
los comportamientos animales. De ningún modo pueden atribuirse a diferente
genéticas las variaciones de los comportamientos colectivos”
Tal como afirmaba
Engels: jamás vamos a desprendernos por completo de las características propias
del animal; la selección natural, las leyes biológicas, siguen prevaleciendo en
la etapa inicial, en el nacimiento, en la corta edad. Si un niño, al nacer, es
abandonado en un bosque y posee la suerte de que un felino hembra, en vez de
devorarlo, lo alimenta y lo cría como un cachorro más, ese niño, que nació con
un cerebro “normal”, igual al de millones de niños, si sobrevive algunos años,
no sabrá articular palabras pese a tener laringe desarrollada; difícilmente se
erguirá pese a tener extremidades preparadas para ello; no sabrá leer; no
aprenderá a escribir; no podrá pensar; no entenderá al mundo que lo rodea salvo
por sus sensaciones.
Se
han dado casos, pocos pero lo suficiente para confirmar que es lo social lo que
diferencia al hombre del resto de los animales. El niño no es ya un animal
desde su gestación, sin embargo se convierte en un animal más si carece de contacto social, además, con enormes
desventajas sobre los animales, pues ahora no está preparado para sobrevivir
como éstos.
El cerebro es una caja
receptora de información y de experiencias históricas. Pero…
¿Qué sucede si esa
transmisión en manipulada en función de intereses mezquinos? ¿Qué sucede si se
falsea la historia, si se la analiza de manera idealista o metafísica, si se
elude en lo social el análisis científico?
¿Qué es lo que llena
esa caja predispuesta genéticamente a recibir información y procesarla?
¿Es posible eludir la
manipulación de las mentes que producen los grandes medios de comunicación en
manos de las pocas familias propietarias (expropiadoras) de grandes grupos
económicos?
¿Dos mil quinientos
millones de años (2.500.000.000) para que un órgano tan perfecto se
desarrollara, nos desprendieran del reino animal y pasáramos a depender de
sistemas perversos donde predomina la explotación del hombre por el hombre?
¿Cómo es posible que un
pobre y marginado vote por el que lo empobreció y marginó? ¿Cómo es posible que
un estudiante universitario y un profesional de capa media reinstalen en el
poder, aún cuando se sienta “indignados” a los responsables de sus desgracias?
¿Cómo es posible que
millones de seres humanos se maten entre sí en las guerras del imperialismo
creyendo que estaban defendiendo su patria, y que aún hoy, cuando ya se saben
que los imperialistas de ambos bandos obtenían enormes ganancias con la muerte
de más de cien millones de “animales superiores”, lo sigan creyendo?
¿Cómo es posible que
muchos consideren que los males que sufren socialmente se deben a sus propias
limitaciones y no al sistema imperante?
¿Cómo es posible que
aquellos que saben que sus desgracias son culpa del sistema imperante,
sostengan que así es la vida y que a ellos les ha tocado ese lugar y por ello
se resignen?
El
cerebro es el órgano más poderoso del ser humano y sin embargo ¡es tan frágil!
En este libro, de Economía Política y Social Científica, tratamos de colocar
nuestras mejores intenciones para que el cerebro vaya ganando fortaleza y que
su fragilidad se limite (y cada vez menos) a consecuencias biológicas y no
sociales.
Pretender que el
cerebro se utilice y bien, no es un dogma, es una aspiración humana. El
imperialismo pretende limitar el pensamiento a lo elemental, a convertirnos en
apenas un animal superior al mono pero sin su fortaleza. Nosotros contamos con
herramientas suficientes para transformar la sociedad e ingresar a la Historia
dejando atrás la prehistoria nefasta donde el hombre explota al hombre. Entre
esas herramientas se encuentra el materialismo dialéctico y el histórico. Y
como materia por excelencia: EL CEREBRO.
Si hay algo que se
aleja enormemente de ser considerado un “dogma” es el materialismo dialéctico,
la filosofía científica. Ello no quiere decir que no van a surgir voces desde
afuera (como es lógico) y desde “adentro” (como es lamentable) en afirmar que
sí lo es. Los de afuera lo sostienen porque defienden sus intereses en el plano
ideológico, político jurídico y social y, obviamente, en el filosófico. Esos
intereses los defienden enfrentando, de diversas maneras, a la filosofía
materialista científica utilizando como base el idealismo en sus variadas
manifestaciones y la
metafísica. Los de “adentro”, cuando lo hacen con honestidad,
confunden “dogma” con “tomar partido”. Desde ya la filosofía materialista toma
partido por los sectores populares, pues no se limita a describir la historia,
avanza hacia su transformación revolucionaria. Aspira dejar atrás la
prehistoria para ingresar a la
historia. Es su
función.
Oscar Natalichio
Centro de
Investigaciones Económicas y Sociales
(CIEYS)
15/01/2014
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