sábado, 24 de junio de 2017

NOSOTROS O ELLOS Nº 438  (24/06/2017)

Qué es el capitalismo (quinta parte)

En el Nosotros o Ellos (NoE) número 437 publicamos la cuarta parte de esta serie, cuyo objetivo es demostrar lo que es, en esencia, la formación económica-social capitalista, es decir, lo que es el capitalismo.

Y en ese número continuamos reflejando el pensamientos de los economistas clásicos burgueses, cuyos objetivos eran fortalecer la nueva formación económica-social: la capitalista frente a la feudal; y para ello desarrollan (crean) la Economía Política (nos referimos a la economía liberal burguesa) con una base científica, otorgándole, por ello, un contenido revolucionario para su época.

Surgía el pensamiento económico burgués y surgía sin intentar ocultar cuál era su objetivo y cómo lograrlo. Y en cómo logralo eran tan claros que no dejan la menor duda de los procedimientos a seguir. En las cuatro entregas anteriores reproducimos sus dichos y lo haremos en todas las que continúan, como en éste testimonio redactado el 31 de octubre de 1858 por el inspector fabril Sir John Kincaid. Recordemos el “principio” que sustentaban los economistas clásicos con relación a la educación de los pobres y que tan bien sintetizó Mandeville años antes de este testimonio, señalando que para hacer feliz a los ricos y tener a la vez al pueblo contento en condiciones pobres…

“Es necesario que la gran mayoría se mantenga en la ignorancia y en la pobreza” Señalando a continuación: El conocimiento amplia y multiplica nuestros deseos, y cuando menos desee un hombre tanto más fácil será satisfacer sus necesidades”.

Este es parte del informe (textual) del inspector de Escocia mencionado:

… En una segunda escuela encontré que el aula tenía 15 pies de largo (4,5 metros) y 10 de ancho (3 metros), y conté en esa habitación 75 niños que barbotaban algo ininteligible. Sin embargo no es sólo en esas covachas miserables donde los niños reciben certificados escolares y ninguna enseñanza, pues en muchas escuelas donde el maestro es competente, sus esfuerzos fracasan casi por completo ante la confusa aglomeración de niños de todas las edades, desde los tres años para arriba. Sus ingresos (los del maestro), miserables en el mejor de los casos, depende totalmente del número de peniques recibidos del mayor número de niños que pueda meter en una habitación. Añádase el escaso mobiliario escolar, la falta de libros y de otros materiales didácticos y el efecto deprimente de una atmósfera cerrada y nauseabunda sobre los pobres niños. Visité muchas de esas escuelas en donde vi a filas enteras de niños que no hacían absolutamente nada; y esto se certifica como asistencia escolar, y tales figuran en las estadísticas oficiales como educados”

Ese “certificado de escolaridad” se encontraba “reglamentado” por una ley fabril especial y reflejado en este otro informe, emitido un año antes del de arriba, por  A. Redgrave:

“Antes de entrar a trabajar en un taller, todo niño tendrá que asistir a la escuela al menos durante 30 días y no menos de 150 horas durante seis meses inmediatamente anterior al primer día que entre a trabajar. Durante el transcurso de su trabajo en el taller tiene que asistir igualmente a la escuela por un período de 30 días y 150 horas en cada espacio de seis meses… La asistencia a la escuela deberá efectuarse entre las ocho de la mañana y las seis de la tarde. Ninguna asistencia menor a dos y media horas ni mayor de 5 horas se contará como parte de las 150 horas… Así lo señala la Ley refrendada en 1844. En circunstancias normales, los niños asisten a la escuela durante 5 horas diarias,  mañana y tarde, por un período de 30 días, y transcurrido ese plazo de un mes, una vez alcanzada la cifra total reglamentaria de 150 horas, cuando, por decirlo en su lenguaje, “se ha pasado el libro”, vuelven a la fábrica donde vuelven a permanecer otros seis meses hasta que se cumpla un nuevo plazo de asistencia a la escuela, y entonces permanecerán en ella hasta que han vuelto pasar el libro…”

En el primer informe, el inspector señalaba escuelas “donde el maestro es competente” e igual nada podía hacer. Pese a ello, los capitalistas tomaban la precaución de no colocar competentes y así quedó registrado.

“En la visita que efectué a una escuela que extendía tales certificados (de escolaridad y cumplimiento de las horas), me afectó tanto la ignorancia del maestro que le pregunté: “Dígame, señor, ¿sabe usted leer? Y respondió: “bueno, sí, un poco”. Como justificativo añadió: “desde luego se más que mis discípulos”

Y existieron testimonios de casos más patéticos aún, como este, registrado en el mismo informe:

“La primera escuela que visitamos la llevaba una tal señora Ann Killin. Ante mi solicitud de que deletrease su nombre, cometió inmediatamente la equivocación de decir que empezaba con C, aunque se corrigió enseguida y dijo que empezaba con K. Al observar su firma en los libros de certificados escolares observé, sin embargo, que lo deletreaba de manera diferente, mientras que su escritura no dejaba lugar a dudas acerca de su incapacidad docente. Ella misma reconoció que no sabía llevar el registro.”

El capitalismo necesita de pobres, ignorantes y mediocres, y los forma. No es casual que el gobierno ceocrático actual haya puesto su mira en la educación para convertirla en una ejercitación donde se formen seres sumisos que no reclamen nada de lo que pueda afectar a la cuota de ganancia (en realidad cuota de saqueo), de las grandes empresas monopolistas, en su enorme mayoría extranjeras. De allí que el que preside  (gerencia) el país para esos monopolios haya criticado duramente la creación de universidades en zonas marginales o poblada por trabajadores y se proponga “generar nuevos contenidos en la educación”.

Si bien no es nuestra intensión desarrollar este tema en esta serie, sí en necesario remarcar que el capitalismo trata por todos los medios, en especial en las ciencias sociales pero en todas en general, de formar zombis que, como señalaba  José Ingenieros, “llevan la cabeza como adorno” y esas personas así formadas “funcionan” de esta manera, “no teniendo valor para la verdad es imposible tenerlo para la justicia”.

Ahora vamos a continuar con la serie tratando de resolver el interrogante planteado al final de la número anterior: ¿si es o no cierto que lo que el Estado recibe (y de quién) no es otra cosa que plustrabajo, aunque…?  Desde ya el desarrollo de este punto nos va a llevar más de un número.

Vamos a comenzar con un ejemplo simple y cotidiano: decidimos producir tortas fritas. Los conceptos y categorías son iguales para cualquier producción ya sea la de un satélite o de una torta frita. Es obvio que producir un satélite es mucho más complejo, sólo por eso tomamos el ejemplo de la torta frita.

Lo primero que vamos a señalar es el valor que contiene una torta frita y encontramos en ella dos componentes a los que podríamos llamar “viejo valor” (lo compramos ya como producto terminado, harina por ejemplo) y “nuevo valor” (es la parte que le incorporamos al viejo valor en el proceso de la producción).

En nuestro ejemplo consideramos que para hacer una docena de tortas fritas se necesitan 50 pesos (la harina, la grasa, azúcar, papel para envolverlas, agua, gas, electricidad, etc.) en esos 50 pesos se encuentra el costo que proviene de los productos que adquirimos para hacer la torta frita. Es lo que denominamos capital constante ya que su valor, es decir el precio por el que lo compramos, se traslada como costo sin cambiar el valor que efectivamente pagamos, cualquiera sea el medio de pago; es, en síntesis, el “viejo” valor.

Contratamos a una persona (una cocinera sabia) para que elabore las tortas fritas ofreciéndole pagarle 25 pesos por docena. Eso ya no es parte del viejo valor, pues esa fuerza de trabajo que contratamos, esa capacidad de la cocinera de hacer bien su trabajo, es nueva, recién de va a poner en acción. El capital constante contiene trabajo, pero es trabajo histórico, de fuerza de trabajo ya finalizada y materializada en sus componentes, por ejemplo en la harina. Lo nuevo es el capital variable destinado generar un nuevo producto, creando, por ello, un nuevo valor, es decir hacer variar al viejo ya conocido con el agregado del nuevo a conocer.

Hasta ahora llevamos invertido, por docena de tortas fritas, 75 pesos. ¿Cuánto queremos “ganar”? Esa respuesta la da el mercado social. Podemos señalar que vendimos a 100 pesos la docena pues son tortas fritas grandes y sabrosas y su precio está dentro de la media del mercado. Sabemos, entonces, que esa “ganancia”, de 25 pesos por docena, no la fijamos nosotros como productores pequeños, pues de poder hacerlo la fijaríamos más alta, por ejemplo, de 75 pesos y de esa manera vender la docena a 150 pesos. Pero nadie (o casi nadie) la comprarían a ese precio; sería un fracaso. Claro, hay precios de monopolios, hay formadores de precios, hay especuladores de cuello blanco, pero ellos ya cambiaron la regla de juego antes, ya que aumentaron la harina, el azúcar, el gas, la electricidad, el agua, etc.

Como queremos vender lo que se produce, para recuperar el capital constante, para recuperar lo pagado en salarios (o sea, para recuperar el capital variable) y (lo más importante) para quedarnos con la plusvalía, nos resignamos a vender la docena de tortas fritas a 100 pesos y no a 150. Observen el desarrollo:

D (capital monetario inicial) = 75 (capital constante 50 + capital variable 25)
D´ (capital monetario final) = 100 (de la venta) = D + plusvalía (ganancia)
p (plusvalía) = D´ -  D  =  100 – 75 = 25
“Viejo valor”: el capital constante = 50
“Nuevo Valor”: lo da la Fuerza de Trabajo en acción del trabajador = 50
Ambos (nuevo y viejo valor) = 100 (es lo reconocido en el mercado social)

Podemos señalar que fabricar un satélite es más complejo que una torta frita, pero las secuencias arriba desarrolladas son las mismas para todos los casos.

Ahora, si ustedes observan detenidamente cada paso, nos encontramos que cuando nos referimos a “nuevo valor”, sólo se lo atribuimos a un concepto: “la fuerza de trabajo en acción” (trabajo vivo), es decir, al gasto de energía física, muscular e intelectual de los trabajadores destinados a las tareas necesarias para que se cree un nuevo bien (para que se cree una nueva riqueza).

También habrán reparado que el capital variable, el que se destina a “comprar fuerza de trabajo”, es sólo una parte del valor que ésta genera, en nuestro caso el 50% es salario y el 50% es plusvalía. Podemos escribir:

Nuevo Valor (50) = Salario pago (capital variable 25) + Salario no pago (plusvalía 25)

Debemos señalar que siempre, en la sociedad el trabajador debe producir valor por más de lo que él consume para reponer el gasto (desgaste) de su fuerza de trabajo. Por lo tanto existe un trabajo necesario para cubrir ese desgaste y un trabajo adicional (o plustrabajo) para cubrir… ¿?... ¿Para cubrir qué?

Y aquí aparece el Estado… y los distintos tipos de Estados, derivados de la Formación Económico-social vigente que es la que le da vida y uso a ese trabajo adicional.

El llamado “trabajo necesario” es aquel que el trabajador realiza y produce los bienes (tortas fritas en este caso) suficientes o necesarios para que, una parte del nuevo valor logrado con su trabajo, en esos bienes, sea destinado a reponer la fuerza de trabajo. Y no sólo a reponer la fuerza de trabajo propia, sino también a mantener a una familia y gestar al menos dos hijos para que haya trabajadores siempre. Podemos imaginar qué pasaría con el mundo humano si todos los que los habitamos nos convertimos en personas estériles. No habría más generaciones, la nuestra sería la última y la vida se extinguiría.  Por lo tanto, el trabajo necesario se expresa mediante un valor que el trabajador recibe para que pueda con él mantenerse vivo, sano y alimentado, con vivienda y ropa adecuada, con descansos periódicos, con posibilidades reales de incrementar sus conocimientos, de acceder a la cultura, al deporte, a la recreación; todo ello junto con su mujer y sus hijos. Y no se trata de ningún regalo ni prebenda, pues es el trabajador el que, en el mundo, genera toda la riqueza existente y mantiene la vida. Si no puede disfrutar lo que es suyo desde origen, es otra cuestión en la que también tiene que ver el Estado (el tipo de Estado) y es una cuestión importante que merece ser abordada.

Por ahora señalamos que “trabajo necesario” es equivalente a “salario” y que “plustrabajo” (la producción adicional) es equivalente a plusproducto el que, en el capitalismo, se transforma en plusvalía.

Si “trabajo necesario” es equivalente a salario, podemos señalar que el valor de ese tramo de trabajo está determinado por la suma de los precios de las cosas que el trabajador debe adquirir para “vivir con lo justo” pero sin privaciones básicas. Es algo así como una “canasta familiar”. En el CIEYS hemos determinado que esa canasta, en la que no se computan prepagas, ni colegios privados, ni posesión de vehículos, ni comidas externas ni vacaciones extensas, fue, a fines de diciembre del 2016, de 19.100 pesos mensuales.

Ahora les proponemos pasar de la abstracción de las tortas fritas a la triste realidad nacional en relación a los ingresos de las personas y de los hogares, en esta muestra del INDEC (Encuesta Permanente de Hogares) que refleja (aproximadamente) la situación de 27,3 millones de personas sobre las 44 que habitan nuestro país (muestra muy representativa), dividido  en 10 deciles que van desde el más bajo al más alto. Es del último cuatrimestre de 2016 e informa que el ingreso promedio en Argentina es de 11.033 pesos.

A
B
C
 D
 E
F
 G
 H
 I
J
 K
L
 M
Decil
Suma
Personas
 Ing. Miles $
 $ c/u
%
 Estrato
 Hogares
 Población
%
 Ing. Miles $
%
 $ c/u
1
10
1.647.582
       2.430.043
    1.475
1,34%

     885.064
   4.266.549
15,6
       6.271.845
3,4
    1.470
2
20
1.647.385
       6.130.950
    3.722
3,37%

     882.153
   3.758.196
13,8
     10.149.014
5,6
    2.701
3
30
1.647.254
       8.373.190
    5.083
4,61%

     882.268
   3.328.726
12,2
     12.366.288
6,8
    3.715
4
40
1.647.120
       9.873.920
    5.995
5,43%
   4.068
     883.231
   2.898.352
10,6
     13.749.482
7,5
    4.744
5
50
1.647.777
     12.603.261
    7.649
6,93%

     883.332
   2.439.393
9,0
     13.594.419
7,5
    5.573
6
60
1.647.588
     15.666.104
    9.509
8,62%

     883.603
   2.620.848
9,6
     17.518.389
9,6
    6.684
7
70
1.653.613
     18.694.523
  11.305
10,29%

     883.805
   2.223.034
8,2
     18.355.786
10,1
    8.257
8
80
1.640.379
     23.173.788
  14.127
12,75%
 10.644
     881.905
   2.145.951
7,9
     22.193.466
12,2
  10.342
9
90
1.650.169
     29.773.580
  18.043
16,38%

     885.768
   1.934.054
7,1
     26.563.305
14,5
  13.735
10
100
1.644.443
     55.024.314
  33.461
30,28%
 25.738
     880.459
   1.636.508
6,0
     41.485.194
22,8
  25.350
Con
Ing
16.473.310
   181.743.673
  11.033
100,00%
 11.033
  8.831.588
 27.251.611
100,0
   182.247.188
100
    6.688
Sin
Ing
10.873.446




       50.373
        95.145

         -503.515


Total

27.346.756




  8.881.961
 27.346.756

   181.743.673



Repetiremos el cuadro en la próxima entrega, mientras vayan observando qué lejos se encuentra ese promedio de 11.033 pesos de ingreso con el concepto “trabajo necesario” que calculamos en 19.100. Y cuánto más lejos se encuentra el ingreso por estrato, ya que hasta el decil 4 es de apenas 4.068 pesos/mes.

Sólo como comentario agregamos una Ley del capitalismo: su desarrollo se basa en la inequidad.

Afirmamos que sin plusvalía no hay capitalismo. Sus economistas clásicos expresaban (directamente) que sin pobres no hay plusvalía. Está claro que la pobreza es la condición básica de existencia de la Formación Económica-Social capitalista. ¿Puede, entonces, hablar de pobreza “cero” bajo este sistema?



CENTRO DE INVESTIGACIONES ECONÓMICAS Y SOCIALES (CIEYS)
24/06/2017

  

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