NOSOTROS O ELLOS Nº 216

A 50 AÑOS DEL GENOCIDIO DE COMUNISTAS EN INDONESIA

Las cifras finales nunca se conocerán pero son más de un millón de compañeros y con los “daños colaterales” en familiares, amigos y “sospechados” fueron cerca de dos millones de personas las asesinadas.

Sukarno fue el primer presidente de la República de Indonesia desde el 17 de agosto de 1945 hasta el 12 de marzo de 1967. En 1927, a los 26 años de edad, fundó el Partido Nacional Indonesio. Fue detenido en 1929 por los colonialistas de los paises Bajos y fue desterrado en 1939 a la isla de Sumatra. Liberado en 1942 continúa con la lucha por la independencia de Indonesia, forma el gobierno y declara la independencia en 1945 y continúa la guerra contra los colonialistas que finalizan reconociendo la independencia en 1949.

Las luchas fueron, en su mayoría, llevadas adelante por el Partido Comunista Indonesio (PKI), uno de los pilares fundamentales para la derrota del colonialismo y la obtención de la independencia del país. Operó desde la clandestinidad a partir de 1927 y pasó a ser reconocido en 1945 hasta 1948 donde volvió a ser ilegalizado por su firme apoyo a la rebelión de los campesinos Madiun. En 1950 apoya las políticas anticoloniales que adopta en presidente Sukarno.

Esos ejemplos eran reconocido por gran parte de la población, muchos de los cuales fueron ingresando a sus filas, observándose un progresivo y continuo crecimiento de integrantes en el PCI. En 1965 el PKI, con más de tres millones de afiliados, se había convertido en el mayor partido comunista del mundo de los paises no socialistas. Sólo superados por los afiliados al PCUS y la PCCh. Ese crecimiento y ese protagonismo preocupaban seriamente a los imperialistas y, en especial, a los EEUU.

Por su lado, Suharto fue un sargento del ejército colonial holandés, un contrabandista procesado en 1959, transferido a la Escuela Militar de Bandung, había adquirido cierto prestigio mediático pues, en 1945, enfrentó a las tropas de los Países Bajos realizando un ataque por sorpresa a la base holandesa de Yogyakarta logrando tomarla por solo algunas horas, las suficientes como para “surgir” como héroe.

Suharto fue el Pinochet de Sukarno.

Apoyado por los EEUU produce el golpe de marzo de 1966, sustituyendo a Sukarno, quien es arrestado en su domicilio hasta el resto de su vida, el 21 de junio de 1970.

En el ejército convivían dos sectores, una de izquierda y otra de derecha. Esta última formada por generales, encabezados por la CIA, que prepararon el golpe de estado. El “Movimiento 30 de Septiembre, integrado por oficiales medios del ejército, “secuestra” a seis generales, a los que acusan de armar el golpe de estado contra el gobierno y lo ejecutan.

Basado en ese erróneo proceder, los grupos de extrema derecha encuentran la excusa para acusar de esas muertes al PKI y concretar el golpe de estado contra Sukarno. La CIA destina al mando de ese golpe a Suharto y le entrega una lista con los nombres de los principales dirigentes del PKI que “deben ser eliminados”. Esa lista la integraban miles de nombres. Que al poco tiempo integraban las listas de los detenidos y asesinados.

El sanguinario corrupto, asesino y genocida, sustentado por las grandes corporaciones, muere, como muchos otros, sin ser juzgado. Pero la HIATORIA (con mayúscula) no perdona ni olvida.

Así registra Página 12 su fallecimiento:

El ex tirano Suharto murió impune por sus crímenes

Su régimen, que gobernó Indonesia entre 1966 y 1998, asesinó entre medio millón y un millón de comunistas. Ejecutó a 200 mil personas en 1975 al invadir Timor Oriental. Y tuvo el aval de EE.UU. Falleció a los 86 años.

Un fantasma negro recorre Indonesia. Luego de una apoplejía, murió ayer en Yakarta el ex dictador Haji Mohammad Suharto, que en 1966 encabezó un golpe de Estado con el apoyo de Washington. Una vez nombrado presidente, Suharto asesinó entre medio millón y un millón de comunistas. No satisfecho, invadió Timor Oriental en 1975, donde ejecutó a otras 200.000 personas. En 1998 la crisis económica y una revuelta popular pusieron fin a su interminable mandato, por el que fue acusado de malversar sumas millonarias. Pese a su oscuro currículum, el presidente de Indonesia Susilo Bambang Yudhoyono llamó a una semana de luto nacional y despidió los restos del militar en la mansión donde vivía, antes de morir impune, como un duque.

Una de las primeras en llorar al ex dictador fue su hija mayor. “Si tuvo debilidades, pedimos que se le perdonen”, señaló Siti Hadijanti Rukmana. A los 86 años y junto a su familia, Suharto falleció en el hospital Pertamina donde había ingresado el 4 de enero con graves problemas pulmonares, cardíacos y digestivos. Con su muerte, el golpista no sólo se llevó a la tumba consigo la impunidad absoluta por sus crímenes, también despertó la simpatía de algunos indonesios. “Toda la familia damos las gracias a quienes han rezado por nuestro padre”, añadió Rukmana.

Antes de convertirse en un sanguinario tirano y uno de los mandatarios más corruptos de la historia, Suharto era un sargento del ejército colonial holandés. En cambio, el carismático presidente, general Sukarno, era la figura central de la política indonesia tras la declaración en 1945 de la independencia como colonia de Holanda. Típico líder nacionalista, Sukarno se valió del apoyo de las fuerzas armadas y su enorme popularidad para oscilar entre Occidente y el bloque socialista con el objetivo de aumentar la autonomía de su país. Así mantuvo una alianza con la naciente República Popular China, comunista, y fue pionero del Movimiento de No Alineados junto al yugoslavo Tito y el egipcio Gamal Abdel Nasser.

Fue en septiembre del año ’65 que Suharto entró por la puerta trasera de la historia al aplastar una supuesta revuelta organizada por el Partido Comunista de Indonesia (PCI), con el respaldo de la derecha militar, los conservadores islámicos y la CIA. Luego de tomar el control de Yakarta, Suharto organizó escuadrones de la muerte para asesinar a partidarios de Sukarno, comunistas y chinos indonesios. Rotas las relaciones diplomáticas con China en 1967, el nuevo líder fue nombrado presidente interino, mandato que renovaría siete veces más.

Con el apoyo de Estados Unidos y Australia, el ex dictador proscribió al PCI, expulsó a los sukarnistas del Parlamento, eliminó los sindicatos independientes y estableció una estricta censura de la prensa.

Pero su carrera no se detuvo allí. En 1975, las tropas de Indonesia invadieron la ex colonia de Timor Oriental destruyendo la resistencia popular, dirigida por el Fretilin (Frente Timorense de Liberación Nacional). Al año siguiente, Timor Oriental era anexada a Yakarta, luego de que un tercio de la población timorense muriera.

Aunque las revueltas populares y estudiantiles nunca cesaron en Indonesia, Suharto siguió en pie hasta que su régimen hizo agua a fines de los ’90, en medio de despidos masivos y creciente pobreza. Su caída se produjo en 1998 justo cuando el FMI aprobó una ayuda de 43.000 millones de dólares para Indonesia a cambio de una profunda reforma financiera. La rebelión popular no se hizo esperar y se lo llevó puesto. Sin embargo, al día de hoy el ex presidente nunca fue condenado por ninguna de las masacres bajo su gobierno, como tampoco por haber amasado él y su familia una fortuna de entre 15.000 y 35.000 millones de dólares.

Ayer, tras su muerte, sus despojos fueron conducidos hasta la mansión que ocupaba en un barrio residencial de Yakarta, donde lo esperaba el presidente indonesio, Susilo Bambang Yudhoyono. Sin sonrojarse, él mismo manifestó en un discurso al país su simpatía hacia Suharto y llamó a rezar. “Suharto realizó un gran servicio a la nación”, dijo.

Sin embargo, los críticos y familiares de las víctimas de la dictadura de Suharto creen todo lo contrario. “No puede haber perdón”, reclamó el organizador de una protesta estudiantil la semana pasada. El hecho de que el gobierno indonesio, el de Australia y el de Timor Oriental se despidieran ayer respetuosamente del represor nunca juzgado parece indicar que el fantasma de Suharto todavía se pasea tranquilo por Yakarta.

El camino a transitar para dejar atrás en la historia a los regimenes oprobiosos basados en la explotación del hombre por el hombre y en la apropiación de los bienes sociales, está sembrado de héroes, la mayoría anónimos.

Los comunistas hemos perdido en esta gigantesca lucha para lograr un mundo verdaderamente humano a de millones de compañeros, pero nadie, ni siquiera la muerte de tantos hombres y mujeres valiosos pueden detener el curso de la HISTORIA.

Oscar Natalichio

CENTRO DE INVESTIGACIONES ECONÓMICAS Y SOCIALES (CIEYS)

5/10/2015

A 50 AÑOS DEL GENOCIDIO EN INDONESIA

NO OLVIDAR – NO PERDONAR