AYER
FUERON POR STALIN Y HOY VAN POR LENIN
En general, y la historia lo demuestra,
la pequeña burguesía es la principal aliada que poseen los sectores fascistas y
más reaccionarios del imperialismo o a su servicio.
En el Manifiesto Comunista, en el apartado
IV sobre la actitud de los comunistas ante los otros partidos de la oposición,
podemos leer este párrafo:
“En Alemania, el partido
comunista luchará al lado de la burguesía, mientras ésta actúe
revolucionariamente, dado con ella la batalla a la monarquía absoluta, a la
gran propiedad feudal y a la pequeña burguesía”
No sólo se manifiesta, esa pequeña
burguesía, con claridad en el fascismo, también lo hace, con iguales y más
amplios objetivos desde el trotskismo, también dentro de los propios partidos comunistas
donde se muestran como antiestalinistas inicialmente, luego avanzan
interpretando al “joven” Marx, para arribar a cuestionar a Lenin.
No resulta extraño que a este gran
conductor político se lo demonice, la burguesía siempre denigra a los revolucionarios,
y mucho más aún si esos revolucionarios han sido vencedores.
¿Qué opinan los líderes del imperialismo
del CHE, de Fidel, de Chávez, de Correa, de Evo Morales, de Ortega, etc.?
¿Opinan distinto a lo que opinan de Stalin?
Vamos a comenzar esta serie recogiendo
opiniones de grandes revolucionarios, de grandes poetas, de grandes opositores,
para luego desarrollar nuestro propia opinión sobre este gran personaje de la
historia.
MAO:
15
de noviembre de 1956
Respecto
al XX Congreso del PCUS, quisiera decir algo. A mi juicio, existen dos
“espadas”: Una es Lenin y la otra, Stalin. Ahora, una de esas espadas, Stalin,
ha sido abandonada por los rusos. Gomulka y algunos húngaros han echado mano de
ella para caer sobre la
Unión Soviética y combatir el llamado stalinismo. Los
Partidos Comunistas de muchos países europeos también están criticando a la Unión Soviética , y
es Togliatti quien va a la
cabeza. Los imperialistas, a su vez, hacen uso de esta espada
para matar a la gente.
Dulles , por ejemplo, la blandió durante algún tiempo. Lo
ocurrido con esta espada no es que haya sido dada en préstamo, sino simplemente
botada. Los chinos no la hemos abandonado. Como primer punto, defendemos a
Stalin y, como segundo, criticamos sus errores; es por eso que hemos escrito el
artículo “Sobre la experiencia histórica de la dictadura del proletariado”. A
diferencia de aquellas gentes que denigran y liquidan a Stalin, nosotros lo
tratamos conforme a la realidad.
En
cuanto a la otra espada, Lenin, ¿no habrá sido abandonada en cierta medida por
algunos dirigentes soviéticos? Me parece que lo ha sido en medida considerable.
¿Tiene aún validez la Revolución de Octubre? ¿Puede todavía servir de ejemplo
para los demás países? En su informe ante el XX Congreso del PCUS, Jruschov
afirmó que era posible conquistar el Poder por la vía parlamentaria, lo que
quiere decir que para los demás países ya no es necesario aprender de la
Revolución de Octubre. Abierta esta compuerta, el leninismo ha sido
prácticamente abandonado.
HO CHI MINH
Kwelin, 10 de mayo de 1939
Queridos camaradas: En el pasado, según mi
opinión y la de un buen número de camaradas, el trotskismo nos ha parecido una
cuestión de lucha entre las tendencias en el seno del Partido Comunista chino.
Por eso casi no le prestábamos atención. Pero, poco antes del estallido de la
guerra, más exactamente desde finales del año 1936, y sobre todo durante la
guerra, la propaganda criminal de los trotskistas nos ha abierto los ojos.
Después, nos pusimos a estudiar el problema. Y nuestro estudio nos ha llevado a
las siguientes conclusiones:
1 - El problema del trotskismo no es una
lucha entre las tendencias en el seno del Partido Comunista chino. Porque entre
comunistas y trotskistas no hay ningún lazo, absolutamente ningún lazo. Se
trata de un tema que concierne al pueblo entero: la lucha contra la patria.
2 - Los fascistas japoneses y extranjeros
lo saben. Por eso buscan crear desacuerdos para engañar a la opinión y
perjudicar el renombre de los comunistas, haciendo creer a la gente que
comunistas y trotskistas son del mismo campo.
3 - Los trotskistas chinos (como los
trotskistas de otros países) no representan un grupo, mucho menos a un partido
político. No son más que una banda de malhechores, de perros de caza del
fascismo japonés (y del fascismo internacional).
4 - En todos los países, los trotskistas
se dieron buenos apelativos para enmascarar su sucia tarea de bandidos. Por
ejemplo, en España, se llaman Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM). ¿Sabían ustedes que son ellos los que
constituyen los nidos de espías en Madrid, en Barcelona y en otros lugares, al
servicio de Franco? Son ellos los que organizan la célebre «quinta columna»,
organismo de espionaje del ejército de los fascistas italianos y alemanes. En
Japón, se llaman Liga Marx-Engels-Lenin (MEL). Los trotskistas japoneses atraen
a los jóvenes a su liga, luego los denuncian a la policía. Buscan
penetrar en el Partido Comunista japonés con el objetivo de destruirlo desde
adentro. Según mi opinión, los trotskistas franceses, actualmente organizados
en torno al grupo Revolución Proletaria se fijaron como meta sabotear el Frente
Popular. Sobre este tema, pienso que ustedes estarán mejor informados que yo.
En nuestro país de China [se refiere a Indochina, N. del E.], los trotskistas
se agrupan en formaciones tales como La Lutte, Guerra contra los japoneses,
Cultura y Bandera roja.
5 - Los trotskistas no son solamente
enemigos del comunismo, sino también enemigos de la democracia y el progreso.
Son los traidores y los espías más infames. Quizás han leído las actas de
acusación de los procesos en la Unión Soviética contra los trotskistas. Si no las
han leído, les aconsejo que lo hagan y que se las hagan leer a sus amigos. Es
una lectura muy útil. Les ayudará a ver el verdadero rostro repugnante del
trotskismo y de los trotskistas. Aquí, me permito extraerles algunos pasajes
concernientes directamente a la
China. El verdadero rostro repugnante del trotskismo.
Frente al tribunal, el trotskista Rakovsky
(2) confesó que en 1934, cuando estaba en Tokio (como representante de la Cruz Roja soviética) un
alto personaje del gobierno japonés le había dicho: «Tenemos el derecho de
esperar de los trotskistas un cambio de estrategia. No quiero entrar en
detalles. Solamente quisiera decirle que esperamos de parte de los trotskistas,
acciones que favorezcan nuestra intervención en los asuntos de
China».Respondiendo a este japonés, Rakovsky decía: «Le escribiré a Trotsky
respecto a esto». En diciembre de 1935, Trotsky le envió a sus partidarios en
China, instrucciones en las que destacaba varias veces esta frase: «No crear
obstáculos a la invasión japonesa a China».Y ¿cómo han actuado los trotskistas
de China? Están apurados por saberlo, ¿no es cierto? Pero, amados camaradas, no
podré responderles más que en mi próxima carta. ¿Ustedes no me recomendaron
escribir cartas cortas? Espero verlos pronto.
SALVADOR ALLENDE
15 de marzo de 1953
La mañana estival del domingo 15
de marzo de 1953 miles
de personas concurrieron al corazón de Santiago de Chile, a la Plaza Italia , para
asistir en el Teatro Baquedano al grandioso homenaje que la izquierda iba a
tributar al “gran constructor del socialismo y líder de la paz recientemente
fallecido: Iósif Stalin. La muerte del presidente del Consejo de Ministros de la Unión Soviética y
secretario general del PCUS el 5 de marzo había conmocionado al movimiento
comunista internacional, que lloraba al sucesor de Lenin, al arquitecto de la patria de todos los trabajadores
del mundo, a quien había guiado a su pueblo a la heroica victoria sobre el
nazismo, al padre de la inmensa nación que, en definitiva, había abierto para
la Humanidad la Era del Socialismo.
En el proscenio del Teatro
Baquedano, dos banderas chilenas flanqueaban un enorme retrato de Stalin. Junto
a Salvador Allende en las primeras filas del patio de butacas tomaron asiento
las personalidades políticas e intelectuales más ilustres de la izquierda
local: Pablo Neruda y Delia del Carril, el científico
Alejandro Lipschutz, el presidente de la recién creada Central Única de
Trabajadores (el ex seminarista Clotario Blest), dirigentes legendarios como Elías Lafferte (presidente del PC) o destacados
actores como Roberto Parada y María
Maluenda. El acto, presidido por la emoción, estuvo conducido por el
joven periodista José Miguel Varas y la locutora radial Eliana Mayerholz y se
inició a las once en punto con la interpretación, por la soprano Blanca Hauser, del
himno soviético y de la
Canción Nacional chilena. Intervino, en primer lugar, un
viejo compañero de Allende, el sindicalista de Valparaíso Juan Vargas Puebla,
después tomó la palabra el presidente del Partido Radical y a continuación
Maluenda y Parada recitaron el emocionante poema de Maiakovsky sobre la muerte
de Lenin.
Clausuraron el acto Salvador Allende y,
en nombre del Partido Comunista, Pablo Neruda, regresado del exilio en agosto
del año anterior, quien leyó una elegía dedicada a Stalin.
Allende habló como presidente del
Frente del Pueblo, la coalición política que había encabezado el año anterior
en la primera de sus cuatro candidaturas a la Presidencia de la República.
Su larguísimo discurso en aquella
mañana de marzo de 1953 fue una verdadera oración fúnebre, una extraordinaria
loa a Stalin, en la que exaltó al “hombre que encarnó una doctrina” (el
marxismo-leninismo), a un “símbolo de paz y construcción”, y elogió su obra
(“la socialización de la agricultura”, la política frentepopulista, la
industrialización y los planes quinquenales…) e incluso “su aporte cultural”.
Sus últimas palabras se dirigieron
a los hombres, las mujeres, los jóvenes y los niños de la URSS.
“Hombres de la Unión Soviética :
nosotros, los socialistas, compartimos vuestro luto que tiene conmoción
universal. Mujeres de la
Unión Soviética : nosotros, los socialistas, interpretamos
vuestro luto porque para vosotras es el sufrimiento que impone la partida sin
retorno del padre, del camarada, del amigo y protector. Jóvenes de la Unión Soviética :
nosotros estiramos hacia vosotros los brazos para alcanzar vuestra desesperanza
y daros nuevas fuerzas, porque el silencio del líder de la juventud es,
también, el silencio de todas vuestras canciones. Niños de la Unión Soviética :
vosotros, crecidos en las realidades, por amargas que ellas sean, seguramente creeréis
que vuestro padre Stalin ha muerto y en el recuerdo de su ejemplo crecerán
vuestros brazos que en la arcilla del trabajo afianzarán la grandeza del
mañana”.
PABLO NERUDA
Oda a
Stalin
Camarada Stalin, yo estaba junto al mar en la Isla Negra,
descansando de luchas y de viajes,
cuando la noticia de tu muerte llegó como un golpe de océano.
Camarada Stalin, yo estaba junto al mar en la Isla Negra,
descansando de luchas y de viajes,
cuando la noticia de tu muerte llegó como un golpe de océano.
Fue primero el silencio, el estupor de las cosas, y luego
llegó del mar una
ola grande.
De algas, metales y hombres, piedras, espuma y lágrimas estaba hecha esta
ola.
De historia, espacio y tiempo recogió su materia
y se elevó llorando sobre el mundo
hasta que frente a mí vino a golpear la costa
y derribó a mis puertas su mensaje de luto
con un grito gigante
como si de repente se quebrara la tierra.
Era en 1914.
En las fábricas se acumulaban basuras y dolores.
Los ricos del nuevo siglo
se repartían a dentelladas el petróleo y las islas, el cobre y los canales.
Ni una sola bandera levantó sus colores
sin las salpicaduras dela sangre.
Desde Hong Kong a Chicago la policía
buscaba documentos y ensayaba
las ametralladoras en la carne del pueblo.
Las marchas militares desde el alba
mandaban soldaditos a morir.
Frenético era el baile de los gringos
en las boîtes de París llenas de humo.
Se desangraba el hombre.
Una lluvia de sangre
caía del planeta,
manchaba las estrellas.
La muerte estrenó entonces armaduras de acero.
El hambre
en los caminos de Europa
fue como un viento helado aventando hojas secas y quebrantando huesos.
El otoño soplaba los harapos.
La guerra había erizado los caminos.
Olor a invierno y sangre
emanaba de Europa
como de un matadero abandonado.
Mientras tanto los dueños
del carbón,
del hierro,
del acero,
del humo,
de los bancos,
del gas,
del oro,
de la harina,
del salitre,
del diario “El Mercurio”,
los dueños de burdeles,
los senadores norteamericanos,
los filibusteros
cargados de oro y sangre
de todos los países,
eran también los dueños
de la Historia.
Allí estaban sentados
de frac, ocupadísimos
en dispensar condecoraciones,
en regalarse cheques a la entrada
y robárselos a la salida,
en regalarse acciones de la carnicería
y repartirse a dentelladas
trozos de pueblo y de geografía.
ola grande.
De algas, metales y hombres, piedras, espuma y lágrimas estaba hecha esta
ola.
De historia, espacio y tiempo recogió su materia
y se elevó llorando sobre el mundo
hasta que frente a mí vino a golpear la costa
y derribó a mis puertas su mensaje de luto
con un grito gigante
como si de repente se quebrara la tierra.
Era en 1914.
En las fábricas se acumulaban basuras y dolores.
Los ricos del nuevo siglo
se repartían a dentelladas el petróleo y las islas, el cobre y los canales.
Ni una sola bandera levantó sus colores
sin las salpicaduras de
Desde Hong Kong
buscaba documentos y ensayaba
las ametralladoras en la carne del pueblo.
Las marchas militares desde el alba
mandaban soldaditos a morir.
Frenético era el baile de los gringos
en las boîtes de París llenas de humo.
Se desangraba el hombre.
Una lluvia de sangre
caía del planeta,
manchaba las estrellas.
La muerte estrenó entonces armaduras de acero.
El hambre
en los caminos de Europa
fue como un viento helado aventando hojas secas y quebrantando huesos.
El otoño soplaba los harapos.
La guerra había erizado los caminos.
Olor a invierno y sangre
emanaba de Europa
como de un matadero abandonado.
Mientras tanto los dueños
del carbón,
del hierro,
del acero,
del humo,
de los bancos,
del gas,
del oro,
de la harina,
del salitre,
del diario “El Mercurio”,
los dueños de burdeles,
los senadores norteamericanos,
los filibusteros
cargados de oro y sangre
de todos los países,
eran también los dueños
de la Historia.
Allí estaban sentados
de frac, ocupadísimos
en dispensar condecoraciones,
en regalarse cheques a la entrada
y robárselos a la salida,
en regalarse acciones de la carnicería
y repartirse a dentelladas
trozos de pueblo y de geografía.
Entonces con modesto
vestido y gorra obrera,
entró el viento,
entró el viento del pueblo.
Era Lenin.
Cambió la tierra, el hombre, la vida.
El aire libre revolucionario
trastornó los papeles
manchados. Nació una patria
que no ha dejado de crecer.
Es grande como el mundo, pero cabe
hasta en el corazón del más
pequeño
trabajador de usina o de oficina,
de agricultura o barco.
Erala Unión Soviética.
vestido y gorra obrera,
entró el viento,
entró el viento del pueblo.
Era Lenin.
Cambió la tierra, el hombre, la vida.
El aire libre revolucionario
trastornó los papeles
manchados. Nació una patria
que no ha dejado de crecer.
Es grande como el mundo, pero cabe
hasta en el corazón del más
pequeño
trabajador de usina o de oficina,
de agricultura o barco.
Era
Junto a Lenin
Stalin avanzaba
y así, con blusa blanca,
con gorra gris de obrero,
Stalin,
con su paso tranquilo,
entró en la Historia acompañado
de Lenin y del viento.
Stalin desde entonces
fue construyendo. Todo
hacía falta. Lenin recibió de los zares
telarañas y harapos.
Lenin dejó una herencia
de patria libre y ancha.
Stalin la pobló
con escuelas y harina,
imprentas y manzanas.
Stalin desde el Volga
hasta la nieve
del Norte inaccesible
puso su mano y en su mano un hombre
comenzó a construir.
Las ciudades nacieron.
Los desiertos cantaron
por primera vez con la voz del agua.
Los minerales
acudieron,
salieron
de sus sueños oscuros,
se levantaron,
se hicieron rieles, ruedas,
locomotoras, hilos
que llevaron las sílabas eléctricas
por toda la extensión y la distancia.
Stalin
construía.
Nacieron
de sus manos
cereales,
tractores,
enseñanzas,
caminos,
y él allí,
sencillo como tú y como yo,
si tú y yo consiguiéramos
ser sencillos como él.
Pero lo aprenderemos.
Su sencillez y su sabiduría,
su estructura
de bondadoso pan y de acero inflexible
nos ayuda a ser hombres cada día,
cada día nos ayuda a ser hombres.
Stalin avanzaba
y así, con blusa blanca,
con gorra gris de obrero,
Stalin,
con su paso tranquilo,
entró en la Historia acompañado
de Lenin y del viento.
Stalin desde entonces
fue construyendo. Todo
hacía falta. Lenin recibió de los zares
telarañas y harapos.
Lenin dejó una herencia
de patria libre y ancha.
Stalin la pobló
con escuelas y harina,
imprentas y manzanas.
Stalin desde el Volga
hasta la nieve
del Norte inaccesible
puso su mano y en su mano un hombre
comenzó a construir.
Las ciudades nacieron.
Los desiertos cantaron
por primera vez con la voz del agua.
Los minerales
acudieron,
salieron
de sus sueños oscuros,
se levantaron,
se hicieron rieles, ruedas,
locomotoras, hilos
que llevaron las sílabas eléctricas
por toda la extensión y la distancia.
Stalin
construía.
Nacieron
de sus manos
cereales,
tractores,
enseñanzas,
caminos,
y él allí,
sencillo como tú y como yo,
si tú y yo consiguiéramos
ser sencillos como él.
Pero lo aprenderemos.
Su sencillez y su sabiduría,
su estructura
de bondadoso pan y de acero inflexible
nos ayuda a ser hombres cada día,
cada día nos ayuda a ser hombres.
¡Ser hombres! ¡Es ésta
la ley staliniana!
Ser comunista es difícil.
Hay que aprender a serlo.
Ser hombres comunistas
es aún más difícil,
y hay que aprender de Stalin
su intensidad serena,
su claridad concreta,
su desprecio
al oropel vacío,
a la hueca abstracción editorial.
Él fue directamente
desentrañando el nudo
y mostrando la recta
claridad de la línea,
entrando en los problemas
sin las frases que ocultan
el vacío,
derecho al centro débil
que en nuestra lucha rectificaremos
podando los follajes
y mostrando el designio de los frutos.
Stalin es el mediodía,
la madurez del hombre y de los pueblos.
En la guerra lo vieron
las ciudades quebradas
extraer del escombro
la esperanza,
refundirla de nuevo,
hacerla acero,
y atacar con sus rayos
destruyendo
la fortificación de las tinieblas.
la ley staliniana!
Ser comunista es difícil.
Hay que aprender a serlo.
Ser hombres comunistas
es aún más difícil,
y hay que aprender de Stalin
su intensidad serena,
su claridad concreta,
su desprecio
al oropel vacío,
a la hueca abstracción editorial.
Él fue directamente
desentrañando el nudo
y mostrando la recta
claridad de la línea,
entrando en los problemas
sin las frases que ocultan
el vacío,
derecho al centro débil
que en nuestra lucha rectificaremos
podando los follajes
y mostrando el designio de los frutos.
Stalin es el mediodía,
la madurez del hombre y de los pueblos.
En la guerra lo vieron
las ciudades quebradas
extraer del escombro
la esperanza,
refundirla de nuevo,
hacerla acero,
y atacar con sus rayos
destruyendo
la fortificación de las tinieblas.
Pero también ayudó a los manzanos
de Siberia
a dar sus frutas bajo la tormenta.
de Siberia
a dar sus frutas bajo la tormenta.
Enseñó a todos
a crecer, a crecer,
a plantas y metales,
a criaturas y ríos
les enseñó a crecer,
a dar frutos y fuego.
Les enseñó la Paz
y así detuvo
con su pecho extendido
los lobos de la guerra.
Stalinianos. Llevamos ese nombre con orgullo.
a crecer, a crecer,
a plantas y metales,
a criaturas y ríos
les enseñó a crecer,
a dar frutos y fuego.
Les enseñó la Paz
y así detuvo
con su pecho extendido
los lobos de la guerra.
Stalinianos. Llevamos ese nombre con orgullo.
Stalinianos.
Es ésta la jerarquía de nuestro tiempo!
Trabajadores,
pescadores, músicos stalinianos!
Forjadores
de acero, padres del cobre, stalinianos!
Médicos,
calicheras, poetas stalinianos!
Letrados,
estudiantes, campesinos stalinianos!
Obreros,
empleados, mujeres estalinianas,
Salud
en este día! No ha desaparecido la luz,
No
ha desaparecido el fuego,
Sino
que se acrecienta
La
luz, el pan, el fuego y la esperanza
Del
invencible tiempo staliniano!
En
sus últimos años la paloma,
La
Paz, la errante rosa perseguida,
Se
detuvo en sus hombros y Stalin, el gigante,
La
levantó a la altura de su frente.
Así
vieron la Paz pueblos distantes.
Desde
estepas y mares, praderas, reuniones,
Los
ojos de los hombres dirigieron
Su
mirada a ese faro con palomas,
Y
ni el salvaje encono ni el veneno arrogante
De
los encarnizados, ni la mueca
De
Churchill, o Eisenhower o Trujillo,
Ni
el ladrido radial de los vendidos,
Ni
el gutural gruñido del chacal derrotado,
Disminuyeron
su épica estatura
Ni
salpicaron su sencilla fuerza.
Frente al mar de la Isla Negra , en la mañana,
icé a media asta la bandera de Chile.
Estaba solitaria la costa y una niebla de plata
se mezclaba a la espuma solemne del océano.
A mitad de su mástil, en el campo de azul,
la estrella solitaria de mi patria
parecía una lágrima entre el cielo y la tierra.
Pasó un hombre del pueblo, saludó comprendiendo,
y se sacó el sombrero.
Vino un muchacho y me estrechó la mano.
icé a media asta la bandera de Chile.
Estaba solitaria la costa y una niebla de plata
se mezclaba a la espuma solemne del océano.
A mitad de su mástil, en el campo de azul,
la estrella solitaria de mi patria
parecía una lágrima entre el cielo y la tierra.
Pasó un hombre del pueblo, saludó comprendiendo,
y se sacó el sombrero.
Vino un muchacho y me estrechó la mano.
Más tarde el pescador de erizos, el viejo buzo
y poeta,
Gonzalito, se acercó a acompañarme bajola bandera.
«Era más sabio que todos los hombres juntos», me dijo
mirando el mar con sus viejos ojos, con los viejos
ojos del pueblo.
Y luego por largo rato no dijimos nada.
Una ola
estremeció las piedras dela orilla.
«Pero Malenkov ahora continuará su obra», prosiguió
levantándose el pobre pescador de chaqueta raída.
Yo lo miré sorprendido pensando: ¿Cómo, cómo lo sabe?
¿De dónde, en esta costa solitaria?
Y comprendí que el mar se lo había enseñado.
y poeta,
Gonzalito, se acercó a acompañarme bajo
«Era
mirando el mar con sus viejos ojos, con los viejos
ojos del pueblo.
Y luego por largo rato no dijimos nada.
Una ola
estremeció las piedras de
«Pero Malenkov
levantándose el pobre pescador de chaqueta raída.
Yo lo miré sorprendido pensando: ¿Cómo, cómo lo sabe?
¿De dónde, en esta costa solitaria?
Y comprendí que el mar se lo había enseñado.
Y allí velamos juntos, un poeta,
un pescador y el mar
al Capitán lejano que al entrar en la muerte
dejó a todos los pueblos, como herencia, su vida.
Rusia de Miguel Hernandez
En trenes poseídos de una pasión errante
un pescador y el mar
al Capitán lejano que al entrar en la muerte
dejó a todos los pueblos, como herencia, su vida.
Rusia de Miguel Hernandez
En trenes poseídos de una pasión errante
por
el carbón y el hierro que los provoca y mueve,
y en tensos aeroplanos de plumaje tajante
recorro la nación del trabajo y la nieve.
De la extensión de Rusia, de sus tiernas ventanas,
sale una voz profunda de máquinas y manos,
que indica entre mujeres: Aquí están tus hermanas,
y prorrumpe entre hombres: Estos son tus hermanos.
Basta mirar: se cubre de verdad la mirada.
Basta escuchar: retumba la sangre en las orejas.
De cada aliento sale la ardiente bocanada
de tantos corazones unidos por parejas.
Ah, compañero Stalin: de un pueblo de mendigos
has hecho un pueblo de hombres que sacuden la frente,
y la cárcel ahuyentan, y prodigan los trigos,
como a un inmenso esfuerzo le cabe: inmensamente.
De unos hombres que apenas a vivir se atrevían
con la boca amarrada y el sueño esclavizado:
de unos cuerpos que andaban, vacilaban, crujían,
una masa de férreo volumen has forjado.
Has forjado una especie de mineral sencillo,
que observa la conducta del metal más valioso,
perfecciona el motor, y señala el martillo,
la hélice, la salud, con un dedo orgulloso.
Polvo para los zares, los reales bandidos:
Rusia nevada de hambre, dolor y cautiverios.
Ayer sus hijos iban a la muerte vencidos,
hoy proclaman la vida y hunden los cementerios.
Ayer iban sus ríos derritiendo los hielos,
quemados por la sangre de los trabajadores.
Hoy descubren industrias, maquinarias, anhelos,
y cantan rodeados de fábricas y flores.
Y los ancianos lentos que llevan una huella
de zar sobre sus hombros, interrumpen el paso,
por desplumar alegres su alta barba de estrella
ante el fulgor que remoza su ocaso.
Las chozas se convierten en casas de granito.
El corazón se queda desnudo entre verdades.
Y como una visión real de lo inaudito,
brotan sobre la nada bandadas de ciudades.
La juventud de Rusia se esgrime y se agiganta
como un arma afilada por los rinocerontes.
La metalurgia suena dichosa de garganta,
y vibran los martillos de pie sobre los montes.
Con las inagotables vacas de oro yacente
que ordeñan los mineros de los montes Urales,
Rusia edifica un mundo feliz y transparente
para los hombres llenos de impulsos fraternales.
Hoy que contra mi patria clavan sus bayonetas
legiones malparidas por una torpe entraña,
los girasoles rusos, como ciegos planetas,
hacen girar su rostro de rayos hacia España.
Aquí está Rusia entera vestida de soldado,
protegiendo a los niños que anhela la trilita
de Italia y de Alemania bajo el sueño sagrado,
y que del vientre mismo de la madre los quita.
Dormitorios de niños españoles: zarpazos
de inocencia que arrojan de Madrid, de Valencia,
a Mussolini, a Hitler, los dos mariconazos,
la vida que destruyen manchados de inocencia.
Frágiles dormitorios al sol de la luz clara,
sangrienta de repente y erizada de astillas.
¡Si tanto dormitorio deshecho se arrojara
sobre las dos cabezas y las cuatro mejillas!
Se arrojará, me advierte desde su tumba viva
Lenin, con pie de mármol y voz de bronce quieto,
mientras contempla inmóvil el agua constructiva
que fluye en forma humana detrás de su esqueleto.
Rusia y España, unidas como fuerzas hermanas,
fuerza serán que cierre las fauces de la guerra.
Y sólo se verá tractores y manzanas,
panes y juventud sobre la tierra.
y en tensos aeroplanos de plumaje tajante
recorro la nación del trabajo y la nieve.
De la extensión de Rusia, de sus tiernas ventanas,
sale una voz profunda de máquinas y manos,
que indica entre mujeres: Aquí están tus hermanas,
y prorrumpe entre hombres: Estos son tus hermanos.
Basta mirar: se cubre de verdad la mirada.
Basta escuchar: retumba la sangre en las orejas.
De cada aliento sale la ardiente bocanada
de tantos corazones unidos por parejas.
Ah, compañero Stalin: de un pueblo de mendigos
has hecho un pueblo de hombres que sacuden la frente,
y la cárcel ahuyentan, y prodigan los trigos,
como a un inmenso esfuerzo le cabe: inmensamente.
De unos hombres que apenas a vivir se atrevían
con la boca amarrada y el sueño esclavizado:
de unos cuerpos que andaban, vacilaban, crujían,
una masa de férreo volumen has forjado.
Has forjado una especie de mineral sencillo,
que observa la conducta del metal más valioso,
perfecciona el motor, y señala el martillo,
la hélice, la salud, con un dedo orgulloso.
Polvo para los zares, los reales bandidos:
Rusia nevada de hambre, dolor y cautiverios.
Ayer sus hijos iban a la muerte vencidos,
hoy proclaman la vida y hunden los cementerios.
Ayer iban sus ríos derritiendo los hielos,
quemados por la sangre de los trabajadores.
Hoy descubren industrias, maquinarias, anhelos,
y cantan rodeados de fábricas y flores.
Y los ancianos lentos que llevan una huella
de zar sobre sus hombros, interrumpen el paso,
por desplumar alegres su alta barba de estrella
ante el fulgor que remoza su ocaso.
Las chozas se convierten en casas de granito.
El corazón se queda desnudo entre verdades.
Y como una visión real de lo inaudito,
brotan sobre la nada bandadas de ciudades.
La juventud de Rusia se esgrime y se agiganta
como un arma afilada por los rinocerontes.
La metalurgia suena dichosa de garganta,
y vibran los martillos de pie sobre los montes.
Con las inagotables vacas de oro yacente
que ordeñan los mineros de los montes Urales,
Rusia edifica un mundo feliz y transparente
para los hombres llenos de impulsos fraternales.
Hoy que contra mi patria clavan sus bayonetas
legiones malparidas por una torpe entraña,
los girasoles rusos, como ciegos planetas,
hacen girar su rostro de rayos hacia España.
Aquí está Rusia entera vestida de soldado,
protegiendo a los niños que anhela la trilita
de Italia y de Alemania bajo el sueño sagrado,
y que del vientre mismo de la madre los quita.
Dormitorios de niños españoles: zarpazos
de inocencia que arrojan de Madrid, de Valencia,
a Mussolini, a Hitler, los dos mariconazos,
la vida que destruyen manchados de inocencia.
Frágiles dormitorios al sol de la luz clara,
sangrienta de repente y erizada de astillas.
¡Si tanto dormitorio deshecho se arrojara
sobre las dos cabezas y las cuatro mejillas!
Se arrojará, me advierte desde su tumba viva
Lenin, con pie de mármol y voz de bronce quieto,
mientras contempla inmóvil el agua constructiva
que fluye en forma humana detrás de su esqueleto.
Rusia y España, unidas como fuerzas hermanas,
fuerza serán que cierre las fauces de la guerra.
Y sólo se verá tractores y manzanas,
panes y juventud sobre la tierra.
Stalin
Capitán de
Nicolás Guillén
Stalin,
Capitán,
|
a quien Changó proteja y a quien resguarde Ochun
A tu lado, cantando, los hombres libres van:
el chino, que respira con pulmón de volcán,
el negro, de ojos blancos y barbas de betún,
el blanco, de ojos verdes y barbas de azafrán.
A tu lado, cantando, los hombres libres van:
el chino, que respira con pulmón de volcán,
el negro, de ojos blancos y barbas de betún,
el blanco, de ojos verdes y barbas de azafrán.
Stalin,
Capitán.
Tiembla
Europa en su mapa de piedra y de cartón.
Mil siglos se desploman rodando sin contén.
Cañón
del Austro al Septentrión.
Cabezas y cabezas cortadas a cercén.
El mar arde lo mismo que un charco de alquitrán.
Bocas que ayer cantaban a la Verdad y el Bien
Hoy bajo cuatro metros de amargo sueño están…
Mil siglos se desploman rodando sin contén.
Cañón
del Austro al Septentrión.
Cabezas y cabezas cortadas a cercén.
El mar arde lo mismo que un charco de alquitrán.
Bocas que ayer cantaban a la Verdad y el Bien
Hoy bajo cuatro metros de amargo sueño están…
Stalin,
Capitán.
Pero
el futuro afinca, levanta su ilusión
allá en tu roja tierra donde es feliz el pan,
y altos pechos armados de una misma canción
las plumas de los buitres detienen, detendrán,
allá en tu helado cielo de llama y explosión,
allá en tu roja tierra donde es feliz el pan,
y altos pechos armados de una misma canción
las plumas de los buitres detienen, detendrán,
allá en tu helado cielo de llama y explosión,
Stalin,
Capitán.
El
jarro de magnolias, el floreal corazón
de Buda, despereza su extático ademán;
gravita un continente sobre el Mar del Japón:
rudo bloque de sangre de Siberia a Ceylán
y de Esmirna a Cantón…
de Buda, despereza su extático ademán;
gravita un continente sobre el Mar del Japón:
rudo bloque de sangre de Siberia a Ceylán
y de Esmirna a Cantón…
Stalin,
Capitán.
Tambores
africanos con resonante son
sobre selva y desierto su vivo alerta dan,
más fiero que el metal con que ruge el león;
y alzando hasta el Pichincha la tormentosa sien
América convoca su puma y su caimán,
pero además engrasa su motor y su tren.
Odio por dondequiera verá el ciego alemán
la paloma, el avión,
el pico del tucán,
el zoológico río de vasta indignación,
las flechas venenosas que en pleno blanco dan,
y aun el viento, impulsando sus ruedas de ciclón…
sobre selva y desierto su vivo alerta dan,
más fiero que el metal con que ruge el león;
y alzando hasta el Pichincha la tormentosa sien
América convoca su puma y su caimán,
pero además engrasa su motor y su tren.
Odio por dondequiera verá el ciego alemán
la paloma, el avión,
el pico del tucán,
el zoológico río de vasta indignación,
las flechas venenosas que en pleno blanco dan,
y aun el viento, impulsando sus ruedas de ciclón…
Stalin,
Capitán, a quien Changó proteja y a quien resguarde Ochún…
A tu lado, cantando, los hombres libres van:
el chino, que respira con pulmón de volcán,
el negro, de ojos blancos y barbas de betún,
el blanco, de ojos verdes y barbas de azafrán…
A tu lado, cantando, los hombres libres van:
el chino, que respira con pulmón de volcán,
el negro, de ojos blancos y barbas de betún,
el blanco, de ojos verdes y barbas de azafrán…
¡Stalin, Capitán,
los pueblos que despierten junto a ti marcharán!
los pueblos que despierten junto a ti marcharán!
Redoble
lento por la muerte de Stalin de
Rafael Alberti
I
Por
encima del mar, sobre las cordilleras,
a través de los valles, los bosques y los ríos,
por sobre los oasis y arenales desérticos,
por sobre los callados horizontes sin límites
y las deshabitadas regiones de las nieves
va pasando la voz, nos va llegando
tristemente la voz que nos lo anuncia.
a través de los valles, los bosques y los ríos,
por sobre los oasis y arenales desérticos,
por sobre los callados horizontes sin límites
y las deshabitadas regiones de las nieves
va pasando la voz, nos va llegando
tristemente la voz que nos lo anuncia.
José
Stalin ha muerto.
A
través de las calles y las plazas de los
grandes poblados,
por los anchos caminos generales y
perdidos senderos,
por sobre las atónitas aldeas, asombradas campiñas,
planicies solitarias, subterráneos
corredores mineros, olvidadas
islas y golpeados litorales desnudos
va pasando la voz, nos va llegando
tristemente la voz que nos lo anuncia.
grandes poblados,
por los anchos caminos generales y
perdidos senderos,
por sobre las atónitas aldeas, asombradas campiñas,
planicies solitarias, subterráneos
corredores mineros, olvidadas
islas y golpeados litorales desnudos
va pasando la voz, nos va llegando
tristemente la voz que nos lo anuncia.
José
Stalin ha muerto.
Va
cruzando las horas oscuras de la
noche,
la madrugada, el día, los extensos
crepúsculos,
todo lo austral y nórdico que
comprende la tierra,
y no hay razas, no hay pueblos, no hay rincones,
no hay partículas mínimas del mundo
en donde no penetre la voz que va llegando,
la voz que tristemente nos lo anuncia.
noche,
la madrugada, el día, los extensos
crepúsculos,
todo lo austral y nórdico que
comprende la tierra,
y no hay razas, no hay pueblos, no hay rincones,
no hay partículas mínimas del mundo
en donde no penetre la voz que va llegando,
la voz que tristemente nos lo anuncia.
José
Stalin ha muerto.
II
(A
dos voces)
1.
Padre y maestro y camarada:
quiero llorar, quiero cantar.
Que el agua clara me ilumine,
que tu alma clara me ilumine
en esta noche en que te vas.
quiero llorar, quiero cantar.
Que el agua clara me ilumine,
que tu alma clara me ilumine
en esta noche en que te vas.
2.
Se ha detenido un corazón.
Se ha detenido un pensamiento.
Un árbol grande se ha doblado.
Un árbol grande se ha callado.
Mas ya se escucha en el silencio.
Se ha detenido un pensamiento.
Un árbol grande se ha doblado.
Un árbol grande se ha callado.
Mas ya se escucha en el silencio.
1.
Padre y maestro y camarada:
solo parece que está el mar.
Pero las olas se levantan,
pero en las olas te levantas
y riges ya en la inmensidad.
solo parece que está el mar.
Pero las olas se levantan,
pero en las olas te levantas
y riges ya en la inmensidad.
2.
Cerró los ojos la firmeza,
la hoja más limpia del acero.
Sobre su tierra se ha dormido.
Sobre la Tierra se ha dormido.
Mas ya se yergue en el silencio.
la hoja más limpia del acero.
Sobre su tierra se ha dormido.
Sobre la Tierra se ha dormido.
Mas ya se yergue en el silencio.
1.
Padre y maestro y camarada:
vuela en lo oscuro un gavilán.
vuela en lo oscuro un gavilán.
Pero
en tu barca una paloma,
pero
en tu mano una paloma
se
abre a los cielos de la paz.
2.
Callan los yunques y martillos.
el
campo calla y calla el viento.
Mudo su pueblo le da vela.
Mudos sus pueblos le dan vela.
Mas ya camina en el silencio.
Mudo su pueblo le da vela.
Mudos sus pueblos le dan vela.
Mas ya camina en el silencio.
1.
Padre y maestro y camarada:
fuertes nos dejas, Mariscal.
como en las puntas de la estrella,
como en las puntas de tu estrella
arde en nosotros la unidad.
fuertes nos dejas, Mariscal.
como en las puntas de la estrella,
como en las puntas de tu estrella
arde en nosotros la unidad.
2.
Vence el amor en este día.
El odio ladra prisionero.
La oscuridad cierra los brazos.
La eternidad abre los brazos.
Y escribe un nombre en el silencio.
III
El odio ladra prisionero.
La oscuridad cierra los brazos.
La eternidad abre los brazos.
Y escribe un nombre en el silencio.
III
No
ha muerto Stalin. No has muerto.
Que cada lágrima cante
tu recuerdo.
Que cada gemido cante
tu recuerdo.
Que cada lágrima cante
tu recuerdo.
Que cada gemido cante
tu recuerdo.
Tu
pueblo tiene tu forma,
su voz tu viril acento.
su voz tu viril acento.
No
has muerto.
Hablan por ti sus talleres,
el hombre y la mujer nuevos.
Hablan por ti sus talleres,
el hombre y la mujer nuevos.
No
has muerto.
Sus
piedras llevan tu nombre,
sus construcciones tu sueño.
sus construcciones tu sueño.
No
has muerto.
No
hay mares donde no habites,
ríos donde no estés dentro.
ríos donde no estés dentro.
No
has muerto.
Campos
en donde tus manos
abiertas no se hayan puesto.
abiertas no se hayan puesto.
No
has muerto.
Cielos
por donde no cruce
como un sol tu pensamiento.
como un sol tu pensamiento.
No
has muerto.
No
hay ciudad que no recuerde
tu nombre cuando era fuego.
tu nombre cuando era fuego.
No
has muerto.
Laureles
de Stalingrado
siempre dirán que no has muerto.
siempre dirán que no has muerto.
No
has muerto.
Los
niños en sus canciones
te cantarán que no has muerto.
te cantarán que no has muerto.
Los
niños pobres del mundo,
que no has muerto.
que no has muerto.
Y
en las cárceles de España
y en sus más perdidos pueblos
dirán que no has muerto.
y en sus más perdidos pueblos
dirán que no has muerto.
Y
los esclavos hundidos,
los amarillos, los negros,
los más olvidados tristes,
los más rotos sin consuelo,
dirán que no has muerto.
los amarillos, los negros,
los más olvidados tristes,
los más rotos sin consuelo,
dirán que no has muerto.
La
Tierra toda girando,
que no has muerto.
que no has muerto.
Lenin, junto a ti dormido,
también dirá que no has muerto.
también dirá que no has muerto.
FIDEL
CASTRO Y COREA
Las
relaciones chino-soviéticas se deterioraron después, tras la muerte de Stalin,
en marzo de 1953. El movimiento revolucionario se dividió en casi todas partes.
El llamamiento dramático de Ho Chi Minh dejó constancia del daño ocasionado, y
el imperialismo, con su enorme aparato mediático, atizó el fuego del extremismo
de los falsos teóricos revolucionarios, un tema en el que los órganos de
inteligencia de Estados Unidos se convirtieron en expertos.
A Corea del Norte le había correspondido, en la arbitraria división, la parte más accidentada del país. Cada gramo de alimento tenía que obtenerlo a costa de sudor y sacrificio. De Pyongyang, la capital, no quedó piedra sobre piedra. Un elevado número de heridos y mutilados de guerra debían ser atendidos. Estaban bloqueados y sin recursos. La URSS y los demás Estados del campo socialista se reconstruían.
Cuando llegué el 7 de marzo de
FIDEL CASTRO Y STALIN
Borge: Para la mayoría de los dirigentes revolucionarios de América
Latina, la crisis actual del socialismo tiene un autor intelectual: José
Stalin. ¿Qué opina usted?
Fidel: No se puede afirmar eso así, no me atrevería a afirmarlo de esa forma.
Creo que Stalin cometió errores muy grandes, pero también tuvo aciertos
grandes. Creo que Stalin tuvo un papel importante en la Revolución de Octubre y
en la guerra contra la intervención extranjera después de la revolución, eso es
conocido históricamente. Stalin desempeñó un papel importante en la
industrialización de la
Unión Soviética , y en la gran guerra patria y la
reconstrucción del país. Esos son hechos objetivos.
Borge: Algunos dicen que la Unión Soviética ganó la guerra a pesar de Stalin…
(sic)
Fidel: Tomás, yo tenía opiniones críticas desde hace muchos años sobre
Stalin en muchos terrenos, por eso creo que me siento con cierta autoridad para
tratar de ser objetivo en todo esto. A mí me parece que equivale a un simplismo
atribuirle a Stalin la culpa de los fenómenos que han pasado en la Unión Soviética ,
porque ningún hombre podía, unipersonalmente, crear determinadas condiciones.
Es como atribuirle a Stalin los méritos de lo que fue la URSS, ¡¡imposible!!
Creo que fue el esfuerzo de millones y millones de gente heroica lo que hizo
posible que la URSS surgiera…
Un
gran enemigo, Churchill, escribió lo siguiente de Stalin:
“La suerte para Rusia fue que durante los años de la grandes
pruebas fue dirigida por ese estratega inflexible que fue José V. Stalin. Fue
una personalidad importante, señalada e incuestionable. Stalin estaba dotado de
una energía extraordinaria, era un erudito con una voluntad fuerte, inflexible,
implacable tanto en el trabajo como en las discusiones y yo mismo, a pesar de toda
mí ciencia del Parlamento inglés, no hubiera podido contradecirle en nada. La
fuerza activa de su trabajo era tan grande en él que constituía un caso único
entre todos los Jefes de Estado de todos los tiempos y de todos los
pueblos. Stalin producía impresiones muy fuertes sobre cada uno de
nosotros.
Su
Influencia sobre el pueblo era incuestionable. Cuando entraba en la sala de la
Conferencia de Yalta, cada uno de nosotros, como sí nos lo hubieran pedido, se
levantaba y, de manera sorprendente, ponía las manos en las costuras de los
pantalones permaneciendo inmóvil. Poseía una inteligencia profunda. Era un
maestro inigualable para descubrir soluciones a los problemas más arduos,
incluso en los casos en que parecía que no había solución posible.
Había
creado y mandaba un país colosal. Era una persona que habría podido eliminar a
sus enemigos con la ayuda de las manos de sus enemigos y logró incluso hacernos
combatir contra los imperialistas, a nosotros que también nos consideraba
abiertamente como tales. Stalin era tan grande que era
incomparable en el mundo. Había salido de la nada y dejó tras de sí una Rusia equipada de
armas nucleares […] No, no importa lo que se diga de él, ni la historia ni los
pueblos lo olvidarán…” (Subrayado nuestro)
HENRY BARBUSSE
“Stalin
y Trotski se yerguen aquí en verdad como la contradicción el uno del otro. Son
dos tipos de hombres situados cada uno a un extremo de la fauna contemporánea.
Stalin se apoya con todo su peso en la razón, en el sentido práctico. Está
armado de un impecable e inexorable método. Sabe. Comprende íntegramente el
leninismo, el papel dirigente de la clase obrera, el papel dirigente del
partido.
No pretende hacerse valer, no se siente
turbado por un deseo de originalidad. Únicamente procura hacer todo lo que se
puede hacer. No es el hombre de la elocuencia: es el hombre de la situación
(porque escudriña al auditorio) y hace hincapié en las mismas palabras, cual un
predicador antiguo. Y es infalible para ponernos ante los ojos los puntos
fuertes y los puntos débiles.
Tampoco tiene igual para descubrir la
complacencia reformista, el contrabando oportunista. “Sea el que fuere -dice
Radek- el velo con que el oportunismo encubra su miserable cuerpo, Stalin le
descubre. (“¡Tu, que te llamas ortodoxo, no eres más que un derechista con
disfraz de izquierdismo! “)…“
“Este hombre claro y luminoso
es, como hemos visto, un hombre sencillo. No es difícil abordarle sino porque
siempre está trabajando. Cuando se va a verle a una de las salas del Kremlin,
no se tropieza uno con más de tres o cuatro personas al pie de una escalera y
en los vestíbulos. Esta sencillez orgánica no tiene nada de común con la
sencillez aparatosa de algún monarca escandinavo que se digna salir a pie a las
calles, o de un Hitler que hace pregonar a sus propagandistas que no fuma ni
bebe vino. Stalin se acuesta por lo regular a las cuatro de la mañana. No tiene
treinta y dos secretarios, como Loyd George: solo tiene uno, el camarada
Proskrobigtchev.
No firma lo que escriben otros. Se le facilita
el material y él lo hace todo. Todo pasa por sus manos. Y esto no impide que
conteste o haga contestar todas las cartas que recibe. Cuando se le encuentra
se muestra cordial, familiar. Su “franca cordialidad”, dice Serafina Gopner;
“su bondad”, “su delicadeza”, dice Bárbara Djaparidzé que ha luchado a su lado
en Georgia; “su jovialidad”, dice Orajelachvili. “Se ríe como un niño“.
No hay comentarios:
Publicar un comentario