jueves, 1 de mayo de 2014

NOSOTROS O ELLOS Nº 114

LAS CAUSAS DE TODAS LAS COSAS.

De TALES a LENIN. Un repaso sobre la historia de la Filosofía y los filósofos.

12. Las tres etapas: De Tales a Lenin: Los Eleáticos - DEMÓCRITO.

Los Eleáticos: Xenófanes (590-480 a.n.e.), Parménides (515-450 a.n.e.) y Zenón de Elea (490-430 a.n.e.).

Entre los hechos positivos de los eleáticos podemos mencionar como ejemplo el pensamiento de Xenófanes quien denominaba Dios al mundo a la vez que se manifestaba contrario a las creencias religiosas. En su opinión eran los hombres los que crean a los dioses y lo hacen considerando su propia naturaleza. Si la población era negra los dioses eran negros, si poseía ojos celestes, ese era el color de los ojos de sus dioses.  

¿Se puede distinguir el verdadero conocimiento de la verdad?  Parménides lleva al conocimiento a través de la metáfora del viaje: “La puerta es el símbolo del paso del error (la oscuridad) a la verdad (la luz) ¿Es posible formular la idea de verdad en términos lógicos? “Los engaños del verbo ser: el ser es, el no ser no es”. Zenón plantea ¿Es posible demostrar la inexistencia del no ser? “Solo el ser puede ser pensado. El no ser es una noción en sí misma contradictoria”. “El movimiento no existe: para realizar un movimiento es necesario primero realizar la mitad, después la mitad de la mitad y así continuando la subdivisión que no concluye nunca, por lo tanto no se llega al término”.

Con los eleáticos continúa la profundización del camino iniciado por Pitágoras, del materialismo hacia el idealismo. Parménides y Xenófanes pertenecieron a la Unión Pitagórica. Todos fueron partidarios de la aristocracia esclavista y adversarios de los miletanos y de Heráclito. Sin embargo volvemos a observar que, aún así, han realizado aportes importantes en la historia de la filosofía. Por ello Lenin señalaba un “mérito histórico”, el de haber realizado el primer intento por descubrir el carácter contradictorio del movimiento.

La escuela eleática es fundada por Xenófanes, quien nació en Colofón, ciudad de Asia Menor que fue conquistada por los persas, hecho que lo hizo trasladar a Elea, al sur de Italia. Vivió 90 años de los cuales utilizó 67 para “vagabundear” por las ciudades de la Hélade. La orientación adoptada por esta escuela se aparta parcialmente de la búsqueda de los primario o elemental, y se interesan en indagar hasta que punto eso primario o elemental era homogéneo o contradictorio a la razón humana.

Resulta interesante lo que Zenón manifiesta en otra aporía, el “de la flecha que vuela”. Afirma que si ésta (la flecha) recorre una trayectoria, quiere decir que, en cada instante, ocupa una posición que es un conjunto de puntos igual a su longitud, lo que determina que la flecha, en cada punto, está en reposo. De esa manera “confirma” que el movimiento no existe. “El movimiento es una contradicción; es algo inconcebible y, por tanto, inverosímil”. Desconcertados por esa afirmación que el movimiento no existe, los atenienses lo invitaron a que discutiera con Diógenes ese asunto. Es aquí lo que relata Nikolai Antikeiev, doctor en Ciencias Filosóficas de la Academia de Ciencias de la ex URSS, sobre lo recopilado de ese encuentro:

Diógenes: “A pesar de que tú, Zenón, dices que no hay movimiento, aquel perro cruza la plaza. Quiere decir entonces que el movimiento existe.

Zenón: “Eso es lo que te parece a ti, Diógenes, pero, razonando, no puedes demostrar su existencia”.

Diógenes: (Dando vueltas alrededor de Zenón) “¡Pues camino en derredor tuyo Zenón!”

Zenón: ¡Oh Diógenes” Te parece que andas, pero el movimiento es inconcebible”.

Diógenes, muy molesto por esas evasivas, toma un palo, con él le pega a Zenón en su espalda y le pregunta:

Diógenes:Zenón, ¿efectivamente te he dado un palazo o sólo me ha parecido hacerlo?”

Zenón: “¡Oh Diógenes! Sí. Solamente parece que me has pegado.

Zenón, con sus acciones, desconcertaba al público. Posiblemente era uno de sus objetivos. Pero esas afirmaciones tan “ilógicas” no carecen de sentido ya que este filósofo observó un hecho por demás importante: observó un cierto desacuerdo entre nuestras ideas, o sea, un cierto desacuerdo en cómo se reflejan los objetos y fenómenos de la realidad en nuestra conciencia.

Tanto Parménides como Zenón no se limitaban a negar la posibilidad del movimiento, lo que intentaban demostrar es como el conocimiento no nos llega por medio de los sentidos sino a través del pensamiento abstracto lógico. Para los eleatas, el testimonio de los órganos sensoriales, no nos dan más que la “opinión” (la creencia).

Otro aporte importante de esta escuela es el haber sido los primeros que se plantearon la eternidad del ser y afirmar que es absurdo que algo pueda surgir de la nada.

Ser:

Se lo toma como un término fundamental del pensamiento filosófico “occidental”. Es un término ambiguo que puede “ser” utilizado como cópula (Zenón ES…) o bien en absoluto, siendo el sujeto el SER, que a su vez ES y NO ES.

Ontología o Metafísica:

Ambos definen el estudio del ser en general. El mundo está constituido de cosas diversas, pero todas, en cuanto son, participan de la categoría “existir” (SER).

Verdad-Opinión:

Contraposición establecida por Parménides entre verdad y opinión, considerando la opinión como la creencia que se basa en datos sensibles y perceptibles y la verdad como la convicción basada en argumentos racionales.
    
“Los eleáticos… consideraban como principio básico del mundo, no la materia concreta, material, sino el ser único, indivisible, inmutable, inmóvil y de una especie única.

Parménides definía de esta manera el ser: “No tiene nacimiento, ni destrucción, es un todo de una especie única, inmóvil y sin límites”… Negaban el carácter sensible del ser: consideraban que el ser sólo es perceptible por la razón pura, dando con ello base para su interpretación idealista”.

“En defensa de su teoría de la inmovilidad del ser, Zenón sacó a relucir toda una serie de “aporías” (razonamientos) llevados a contradicciones insuperables que debían servir para “refutar” la realidad del movimiento”.

Por ejemplo, en su segunda aporía, “Aquiles y la tortuga”, Zenón trata de demostrar que Aquiles, el de los pies ligeros, jamás puede, sin embargo, dar alcance a la tortuga. Si Aquiles se encuentra a 100 pasos de la tortuga, cuando los recorre ésta habrá avanzado 10 pasos más. Cuando Aquiles recorre los 10 pasos la tortuga habrá avanzado uno más. Cuando lo recorre Aquiles a ese paso, la tortuga habrá avanzado 1/10 de paso y así de seguido hasta el infinito.

Obras:

Parménides fundó la escuela “eleática” y escribió leyes para su ciudad (Elea). También un poema filosófico de más de 150 versos que se denomina “Sobre la naturaleza” compuesto por dos partes: “Verdad” y “Opinión”.

De Zenón no encontramos más que referencias entre ellas la de Diógenes Laercio (“Vida de los filósofos ilustres”) quien menciona que por su destreza al analizar las dos partes (lados) de cada cuestión o dilema, Aristóteles lo consideró el “inventor de la dialéctica”.

DEMÓCRITO (-460-360).

¿Es posible subdividir una porción de espacio físico o de cualquier objeto material en partes siempre más pequeñas hasta el infinito? Las paradojas de Zenón le permitieron elaborar la hipótesis atomista. Se puede subdividir hasta el infinito un número, pero haciéndolo con la materia se llegará a un mínimo indivisible (átomo) que se mueven en un espacio libre (vacío):

 “Principio de todas las cosas son los átomos y el vacío, y todo el resto es opinión subjetiva, también el alma está compuesta de átomos”.

“Opinión es el color, lo dulce, lo amargo; verdad: los átomos y el vacío. “Todas las cosas son combinaciones de átomos. Las diversas combinaciones de ellos explica cada fenómeno”. “Las palabras son extrañas a las cosas a las que sin embargo representan (son señales puramente convencionales)”. “La inteligencia reside en las manos y en la mente”.

“Los movimientos de la vida dependen de procesos que no requieren la intervención de ninguna inteligencia divina”.

A Demócrito se lo considera como el máximo conquistador del materialismo antiguo mediante su teoría atomística, donde formuló una hipótesis de avanzada sobre la estructura de la materia en un mundo constituido de átomos y vacío, átomos que, al combinarse, creaban toda la diversidad de objetos. Átomos que eran inmutables y eternos. Su principal adversario fue Platón.

Carlos Marx lo clasificó como “la primera mente enciclopedista” de la época, ya que Demócrito elaboró más de cincuenta obras y tratados que abarcaban temas de casi todas las ciencias existentes en ese momento histórico de Grecia, de las cuales sólo se ha podido rescatar fragmentos.

Se lo consideró un gran optimista y una persona muy alegre, de allí que se dijera, en esa época, a una persona que sonriera: “ríes como Demócrito”. Se comprometió con la democracia esclavista y combatió a la aristocracia. Como ideólogo afirmaba:

 “Es preferible la pobreza de una democracia que el llamado bienestar de los ciudadanos de una monarquía, lo mismo que es más deseable la libertad, aunque sea retaceada, a la mejor esclavitud”.

Desarrolló la tesis de que la materia existió siempre y que no puede ser ni creada ni destruida. Le era inconcebible que algo se pueda generar de la nada, y en ello coincidía con la mayoría de los pensadores griegos contemporáneos.

Aceptó la teoría de Heráclito en lo que hace al reconocimiento del movimiento (“todo fluye”) y la existencia de dos elementos primarios: el vacío y los átomos.

Fue discípulo de Leucipo y sus principales principios teóricos son coincidentes con los de su maestro. Y como ha sucedido con muchos pensadores de la etapa inicial de la filosofía occidental, recorrió muchos territorios donde profundizó sus conocimientos. En ello gastó toda su fortuna, pero la experiencia recogida en Egipto, en Babilonia y en muchos otros pueblos, poseen un valor superior a ella, valor que perdura en nuestros días y  perdurará en la historia.

A los átomos los pensaba como partículas muy pequeñas e indivisibles. Constituían la menor partícula de la materia. Llegó a ese resultado con observaciones muy simples: el hecho que la ropa mojada se secara o que el olor se expandiera. Eso sólo podía ocurrir si partículas muy pequeñas, invisibles a la vista, se desplacen en el aire. De esa manera Demócrito elabora la concepción científica más avanzada de esa época.

Que el átomo que aún conocemos como átomo no sea la menor partícula, que esté integrado por numerosas partículas, que contenga vacío, no invalida el razonamiento de Demócrito, elaborado en base a un razonamiento teórico avanzado. El átomo de Demócrito sigue siendo la menor partícula de la materia.

Es un átomo “indivisible e impenetrable”, es todo materia, no existe en él el vacío. Su movimiento es eterno y de sus choques se forman “torbellinos” de donde surgen las diversas combinaciones que forman los diversos cuerpos, todos los objetos que conocemos, todos los mundos.

De allí que Demócrito defina al universo con un espacio que no posee límites, que no tuvo principio ni tendrá fin. Que dentro de él surgen y mueren diversos mundos y que todo ello es el resultado de las actividades de diversas “fuerzas naturales” “encerradas” en la propia materia. Lo afirmaba hace 2.500 años: ¡Un genio!

Aún así no se detuvo: afirmó que ningún fenómeno puede producirse sin causa, que todo surge sobre alguna base y sólo por necesidad. Ello significaba afirmar que no existen milagros, que no somos el centro del universo y esa concepción materialista se enfrentaba con la filososfía idealista propulsada por los partidarios de la aristocracia esclavista. Y esto también le llamó la atención e investigó.

Se preguntó porqué surgen las creencias religiosas, cómo se explican los “milagros”, de qué se sostiene la “fe”, la inmortalidad del alma, las denominadas “fuerzas sobrenaturales”, los dioses. Y llega a una conclusión muy valiosa: Afirma que la creencia en divinidades, que el origen de las religiones, es también “natural”.

Que es común a todos los pueblos, que es producto del error pero, muy particularmente, del miedo. Miedo al rayo, miedo a la oscuridad de los eclipses. No era Zeus el que los producía. Sostuvo que el creer en la inmortalidad y en la transmigración del alma tenían su origen en el temor a la muerte, ya que es difícil aceptar desaparecer del mundo de los vivos y de esa manera el hombre logra “prolongar” la vida al crear la ilusión de un “más allá”.

“Los hombres, temerosos ante las fuerzas de la naturaleza y ante la posibilidad del castigo por su mala vida, inventan fábulas para explicar qué será de ellos después de la muerte”.

Un grupo de estudiantes lo quiso asustar y, con ello, demostrarle que él no se encontraba tan seguro de sus afirmaciones. Conociendo que Demócrito buscaba lugares silenciosos y solitarios para meditar, y eso lo lograba en los cementerios, los estudiantes se disfrazaron de fantasmas y se aparecieron bulliciosos frente al maestro. No sólo no se asustó ni sorprendió sino les habló a “esos fantasmas” diciendo: “No asustaréis a quien sabe con certeza que el alma que abandona el cuerpo ya no representa nada”.

Demócrito afirmaba que el alma no es independiente del cuerpo, que es mortal y que se destruye cuando el cuerpo muere. Afirmaba que es también material y que se compone igualmente por átomos, que en este caso son más diminutos, redondos y que se mueven a tal velocidad que es imposible imaginarlas. Son átomos que se encuentran diseminados por todo el cuerpo y son los portadores de la vida y de la actividad consciente del ser humano.

El alma es fuego. La vida un constante arder. Lo psíquico es material, es el movimiento de la materia del alma. El alma se encuentra en todos los cuerpos tanto orgánicos como inorgánicos. En los orgánicos el desarrollo es mayor y mayor la cantidad de átomos.

Demócrito sostenía que la moral no puede basarse en el castigo sino en la responsabilidad. Su opinión fue clara:

“Hay que abstenerse de cometer malas acciones, no por miedo, sino por el sentido del deber”.

“Ser fiel al deber en la desgracia es una gran virtud”.

“A los placeres físicos, momentáneos y pasajeros, hay que preferir los goces espirituales y, en particular, los relacionados al conocimiento, pues descubrir algo, por insignificante que sea, vale más que el trono de los reyes persa; el saber tiene más valor que el oro”.

“Lo correcto no consiste en no proceder injustamente, sino en no pensarlo siquiera”.

“La gente debe preocuparse más del alma que del cuerpo, pues la perfección de aquella corrige los defectos de éste; el vigor físico mal utilizado no favorece al alma”  

Escribía SHEGLOV.

 “A juicio de Demócrito, el universo se compone de una cantidad infinita de mundos, que se forman a consecuencia de la colisión de los átomos que produce su movimiento de torbellino; en ese torbellino se unen unos con otros y forman grandes aglomeraciones que, en el proceso de su movimiento, adoptan la forma de un globo. El número de los mundos, según Demócrito, es infinitamente grande. En el lugar de los mundos que perecen surgen otros nuevos. Cada uno de ellos se halla en diferente fase de desarrollo. Unos están poblados y otros no, debido a que la vida orgánica ha desaparecido ya o no ha nacido aún”...

“Demócrito, como sucesor de Epicuro, fue el representante más notable del materialismo antiguo”.

“En cuanto a sus concepciones político-sociales… intentó abordar históricamente la vida social. A su juicio, los hombres vivían primeramente como los animales salvajes, y sólo más tarde, gracias a la imitación de la naturaleza, la humanidad alcanzó la cultura. Consideraba que el hombre aprendió de la araña, a tejer y a coser el vestuario, de la golondrina a construir casas, de los pájaros a cantar, etc.”.

Los filósofos idealistas, en especial Platón, y la clase reaccionaria gobernante, se manifestaron activamente contra el pensamiento materialista de Demócrito y destruyeron todas sus obras dejando sólo algunos fragmentos.

Determinismo:

Convicción de que todos los fenómenos (naturales o psíquicos) están vinculados por sí por conexiones necesaria y dependientes de la ley cusa-efecto.

Materialismo:

Convicción de que todos los fenómenos (naturales o psíquicos) pueden explicarse como el resultado final de procesos materiales y mecánicos.

Obras:

Escribió más de 70 obras de las cuales sólo quedan fragmentos. Mucho tuvo que ver Platón, quien odiaba a Demócrito a tal nivel que quería que todos sus libros fueran quemados. Se lo considera un “enciclopedista” ya que sus escritos abarcaban la física, la matemática, la ética, la música, etc.



Oscar Natalichio
Centro de Estudios Económicos y Sociales (CIEYS)
1º de Mayo. Día del trabajador.
oscarnatalich@fibertel.com.ar

Próximo capítulo:

13. Las tres etapas: De Tales a Lenin: Los Sofistas.


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