lunes, 20 de enero de 2014

NOSOTROS O ELLOS Nº 83
EL CEREBRO: EL MÁS AVANZADO ÓRGANO, PRODUCTO DE LA EVOLUCIÓN DE LA MATERIA (2)
Manifestábamos, al final del número anterior que la unidad de la vida orgánica tiene su expresión mayor en que necesitan existir ambas, lo que significa que sin vida vegetal no habría vida animal y viceversa.
Se trata de la famosa cadena alimenticia: los vegetales, mediante la fotosíntesis, generan sustancias orgánicas consumiendo inorgánicas, generando, de esa manera, las proteínas, las grasas y los hidratos de carbono. Es la fotosíntesis el fenómeno que nos permite acumular directa (plantas) o indirectamente (animales) la energía solar que consumimos y gastamos. La fotosíntesis es sinónimo de vida, pero también es un proceso que necesita “alimentarse” y su alimento básico es el anhídrido carbónico que tiramos al aire cuando nosotros, los animales, respiramos. Y debemos agregar el importante papel que juega el suelo, la tierra, habitados por una enorme diversidad de seres unicelulares, por gusanos, larvas, lombrices, que participan activamente en el desarrollo histórico del mismo. Y el papel importante que juegan los insectos, en especial en la polinización que posibilita la descendencia de las plantas. En la materia, aún lo quieto está en movimiento.
¿Qué tiene que ver este capítulo con la economía política científica? Tiene que ver, pues el hombre se forma como tal como consecuencia del desarrollo de la materia que parte de hace dos mil quinientos millones de años y encuentra su manifestación más compleja en la creación y el desarrollo del cerebro humano.
Pero ese cerebro humano se diferencia del resto de los animales pues el hombre logró un enorme avance en el sistema nervioso central producto de que debieron de agruparse para sobrevivir, de comunicarse entre sí (y surge el lenguaje) y de poder pensar. Y el motor impulsor de ese cambio en la materia más compleja fue, es y será el trabajo.
Darwin (señala Engels en su escrito inconcluso “el papel del trabajo en la transformación del mono en hombre”) había realizado una descripción de nuestros antepasados, señalando que en una zona tropical, a fines del período terciario, existía una raza de monos antropomorfos muy desarrollada que vivían en árboles y formaban manadas. Al desempeñar funciones distintas las extremidades, las mismas se fueron desarrollando de manera desigual. Con las manos se trepaba, se recogían los alimentos y se los sostenía para ingerirlos; también para asir un palo como garrote y defenderse o para arrojar piedras o frutas y con los pies se apoyaban en las ramas para descansar.
En los árboles dependían más de las manos que de los pies. Pero por diferentes razones (posiblemente cataclismos que terminaron con los bosques húmedos) debieron bajar de los árboles y caminar por el suelo, al inicio torpemente, luego auxiliado con una vara y luego adoptando la posición erecta, paso importante en la transformación del mono en hombre. Es obvio que este proceso no se da con todos los monos sino con aquellos más desarrollados y mejor preparados para superar con éxito los duros cambios que producía la naturaleza. Pero si bien ello iniciaba un camino los monos antropomorfos existentes hoy pueden caminar con los pies y permanecer erectos, aunque sólo lo hacen en caso “de extrema necesidad”.
Muchos miles de años lleva el período de transición del mono al hombre y durante ese extenso período la mano juega un papel fundamental y va adaptándose adquiriendo más destreza y habilidad y “ésta mayor flexibilidad adquirida se trasmitía por herencia y se acrecía de generación en generación”. Pero aún así, en la etapa de transición, sólo podían cumplir operaciones sencillas. “Ni una sola mano simiesca ha construido jamás un cuchillo de piedra, por tosco que fuera”
Engels complementaba su tesis expresando que la mano no era algo con existencia propia e independiente, que era sólo una parte de un organismo entero y muy complejo, y lo que beneficiaba a la mano beneficiaba a ese organismo. Es lo que Darwin llamó “Ley de correlación del crecimiento” que indica que “las modificaciones experimentadas por ciertas formas provocan cambios en las otras formas del organismo”.
La mano se desarrolla en función del trabajo que el hombre mono debe realizar para sobrevivir. “La mano no es sólo el órgano del trabajo; es también producto de él”.
Engels afirma que no es posible buscar los orígenes del hombre, “el más social de los animales” en “antepasados inmediatos que no vivieran congregados” y esos antepasados que vivían en manadas eran los monos. El trabajo, a que se vieron obligados a realizar los hombres monos agrupados, desarrollaba la habilidad de la mano y, la experiencia y habilidad creciente que se adquiría, iba ampliando sus horizontes en el desarrollo histórico. Actividad creciente y conjunta y ayuda mutua, donde comienzan a separarse funciones, hacer surgir otra necesidad: la de comunicarse, la de dar origen al lenguaje, a la palabra articulada.
“Primero el trabajo, luego y con él la palabra articulada, fueron los dos estímulos principales bajo cuya influencia el cerebro del mono se fue transformando gradualmente en cerebro humano, que a pesar de toda su similitud, lo supera considerablemente en tamaño y perfección. Y a medida que se desarrollaba el cerebro, desarrollábanse también sus instrumentos más inmediatos: los órganos de los sentidos”.
Agrega Engels que “el sentido del tacto, que el mono posee a duras penas en la forma más tosca y primitiva, se ha ido desarrollando únicamente con el desarrollo de la propia mano del hombre, a través del trabajo. El desarrollo del cerebro y los sentidos a su servicio, la creciente claridad de la conciencia, la capacidad de abstracción y de discernimiento cada vez mayores, reaccionan a su vez sobre el trabajo y la palabra, estimulando más y más su desarrollo”. Se cumple así la “ley de correlación del crecimiento” esbozada por Darwin.
Es muy interesante lo que escribe Engels en su inconclusa obra “El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre” y muy recomendable leer el texto completo. En este capítulo reproduciremos una parte que lo vincula al cerebro.
“¿Y qué es lo que volvemos a encontrar como signo distintivo entre la manada de monos y la sociedad humana? Otra vez el trabajo. La manada de monos se contentaba con devorar los alimentos de un área que determinaba las condiciones geográficas o la resistencia de las manadas vecinas. Trasladábase de un lugar a otro y entablaba luchas con otras manadas para conquistar nuevas zonas de alimentación: pero era incapaz de extraer de esas zonas más de lo que la naturaleza buenamente le ofrecía, si exceptuamos la acción inconsciente de la manada, al abonar el suelo con sus excrementos. Cuando fueron ocupadas todas las zonas capaces de proporcionar alimento, el crecimiento de la población simiesca fue ya imposible; en el mejor de los casos el número de sus animales podía mantenerse al mismo nivel. Pero todos los animales son unos grandes despilfarradores de alimentos; además, con frecuencia destruyen en germen la nueva generación de reservas alimenticias. A diferencia del cazador, el lobo no respeta la cabra montesa que habría de proporcionarle cabritos al año siguiente; las cabras de Grecia, que devoran los jóvenes arbustos antes de que puedan desarrollarse, han dejado desnudas todas las montañas del país. Esta “explotación rapaz” llevada a cabo por los animales desempeña un gran papel en la transformación gradual de las especies, al obligarlas a adaptarse a unos alimentos que no son habituales para ellas, con lo que cambia la composición química de su sangre y se modifica poco a poco toda la constitución física del animal; las especies ya plasmadas desaparecen. No cabe duda de que esta explotación rapaz contribuyó en alto grado a la humanización de nuestros antepasados, pues amplió el número de plantas y las partes de éstas utilizadas en la alimentación por aquella raza de monos que superaba con ventaja a todas las demás en inteligencia y en capacidad de adaptación. En una palabra, la alimentación, cada vez más variada, aportaba al  organismo nuevas y nuevas sustancias, con lo que fueron creadas las condiciones  químicas para la  transformación de esos monos en seres humanos. Pero todo eso no era trabajo en el verdadero sentido de la palabra. El trabajo comienza con la elaboración de instrumentos. ¿Y qué son los instrumentos más antiguos…? Son instrumentos de caza y de pesca; los primeros utilizados también como armas. Pero la caza y pesca suponen el tránsito de la alimentación exclusivamente vegetal a la alimentación mixta, lo que significa un nuevo paso de suma importancia en la transformación del mono en hombre. El consumo de carne ofreció al organismo, en forma casi acabada, los ingredientes más esenciales para su metabolismo. Con ello se acortó el proceso de la digestión y otros procesos de la vida vegetativa del organismo (es decir, los procesos análogos a los de la vida de los vegetales), ahorrando así tiempo, materiales y estímulos para que pudiera manifestarse activamente la vida propiamente animal. Y cuando más se alejaba el hombre en formación del reino vegetal, más se elevaba sobre los animales… Pero donde más se manifestó la influencia de la dieta cárnea fue en el cerebro, que recibió así en mucha mayor cantidad que antes las sustancias necesarias para su alimentación y desarrollo, con lo que su perfeccionamiento fue haciéndose mayor y más rápido de generación en generación”. 
Habíamos mencionado que la vida de los seres más simples. Los pre-celulares ya poseían la propiedad del metabolismo; que los unicelulares (protozoos y amebas) contenían citoplasma, núcleo y membrana protectora y que luego fueron desarrollándose los pluricelulares, con más de una célula. La cantidad de células aumenta la complejidad y la calidad del ser vivo.
El cerebro humano es un órgano pluricelular compuesto esencialmente de neuronas y células gliales. ¿Cuántas células? Las neuronas se estiman (en el mayor cálculo) en cien mil millones (100.000.000.000) y las células gliales en diez veces más que las neuronas, es decir un millón de millones (1.000.000.000.000). Es en ese órgano donde la materia refleja su mayor desarrollo y perfección. Las células gliales actúan como soporte y custodia de las neuronas y del procesamiento cerebral de la información. Algunas de ellas hasta reemplazan a las funciones de las neuronas en caso de lesión o muerte de éstas. Veremos como funcionan.
Oscar Natalichio
Centro de Investigaciones Económicas y Sociales  (CIEYS)
15/01/2014

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