sábado, 14 de diciembre de 2013

NOSOTROS O ELLOS Nº 59

EL IMPERIALISMO Y SUS GUERRAS: LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL (4)

En todo el mundo se conformaban frentes antifascistas, encabezados o compartiendo su dirección por los comunistas, los socialistas, los patriotas nacionalistas y todos aquellos que no compartían el “nuevo orden” impuesto o a imponer por el fascismo.

Los comunistas, organizados en sus partidos comunistas, fueron la vanguardia en la lucha contra el enemigo común, contra el fascismo. Vanguardia en cualquier lugar y en cualquier terreno. La defensa del primer país socialista de la historia de la humanidad y la defensa de la vida misma de la humanidad era el móvil donde se ofrecía la propia vida.

El Partido Comunista de Alemania, en la más dura clandestinidad, agitaba la consigna de la derrota del fascismo entre obreros y soldados, agitaba la consigna de transformar esta guerra de los monopolios en una guerra contra los monopolios, en una guerra revolucionaria. En las acciones, llevaba a cabo atentados contra fábricas de armamentos y objetivos militares. Piensen en lo extremadamente difícil de sus tareas, expuestos a todo, a la tortura, a la muerte, incluso a la delación de sus compañeros y de sus pequeños hijos.

El Partido Comunista de Italia organizó la lucha para derrotar a Mussolini. En mayo de 1941 elabora un manifiesto donde vuelve a denunciar el carácter imperialista de la guerra y miles de ciudadanos se suman a la lucha antifascista.

El Partido Comunista de Japón se pronuncia contra el militarismo nipón y llama a su derrocamiento.

El Partido Comunista de China organiza las primeras guerrillas contra los ocupantes de Manchuria. En 1932 se unen a los obreros de Shangai con el 19 ejército popular chino y, dirigidos por el Partido Comunista, se lanzan sobre los agresores. En 1937 es el Partido Comunista el que convoca a todo el pueblo chino a la lucha por la liberación nacional.

El Partido Comunista Checoslovaco crea un frente popular antifascista. El 15 de mayo de 1939 convoca al pueblo a la resistencia y a recuperar la soberanía de la Checoslovaquia desmembrada y ocupada.

En Yugoslavia se crea un movimiento de liberación nacional encabezado por el Partido Comunista. El 15 de abril de 1941 convoca a la derrota total del fascismo mientras, el movimiento guerrillero, también dirigido por los comunistas, atacaba a las tropas nazis y colaboracionistas.

Los Partidos Comunistas de Bélgica, Holanda, Dinamarca y Noruega, convocaban a la lucha por la liberación nacional.

En Francia, la Resistencia crecía día a día. Actos de sabotaje y heroicas acciones guerrilleras se efectuaban bajo la dirección del Partido Comunista.

En la Argentina, el Partido Comunista promueve la creación de un “frente democrático nacional antifascista, para aplastar el fascismo y construir una Argentina grande, próspera, feliz y respetada en el mundo”.

En Uruguay, en Chile, en Perú, en Brasil, en Cuba, en toda América Latina y el Caribe los Partidos Comunistas son los que encabezan la lucha contra el nazi fascismo.

Los comunistas de todo el mundo estuvieron entre los más valientes, fueron los más conscientes, los que más se esforzaron en cada momento por unir a todos los patriotas contra el enemigo fundamental, contra el imperialismo nazi fascista.

Inglaterra y los EEUU  finalmente “resuelven” combatir al nazi fascismo, pero lo hacen tarde y a regañadientes; lo hacen por dos razones:

a) La exigencia de sus pueblos y de todos los pueblos para que abandonen su papel de meros espectadores, y

b) porque comienzan a intuir  que los fascistas no van a poder destruir a la Unión Soviética. Aún así, las acciones de guerra que inician, son menores, son de utilería.

Con Europa ocupada, con África invadida, con el ejército japonés en Asia, para los planes del imperialismo, se ha cumplido una etapa: ahora le ha llegado el turno a la Unión Soviética.

Al iniciarse el verano, el 22 de junio de 1941, domingo de madrugada, sin declaración de guerra, el ejército fascista alemán invade la URSS por tierra mientras la aviación bombardea poblaciones civiles. ¡Adiós al pacto de no-agresión!  Los alemanes no ingresaron solos, los acompañaban tropas de Italia, de Finlandia, de Rumania y de otros países colaboracionistas.

Los fáciles y lógicos “triunfos”  del ejército alemán en Europa les hicieron creer a los agresores que repetirían su accionar en la patria de los trabajadores. Tal era la importancia que los nazi fascistas otorgaban a esta invasión que fue iniciada y dirigida personalmente por Hitler. A la operación la denominaron “Barbarroja” y debía ocupar y destruir, en pocas semanas, al primer estado socialista y apoderarse de sus tierras, de sus industrias y de sus riquezas naturales, entre ellas el carbón y el petróleo. Completado ese paso, el nazi fascismo se instalarían para siempre en el mundo.

En ese momento Alemania disponía de 214 divisiones activas (regimientos, infantería, artillería, ingeniería, servicios y caballería o tanques) y 7 brigadas (unidades tácticas). El 70% de ellas fueron destinadas al frente soviético. Pero además, a las 150 divisiones alemanas se suman otras 40 de sus aliados. Siete millones de soldados y oficiales, 20 mil aviones, 14 mil tanques contra el país de los trabajadores. La fuerza bélica más poderosa que se haya conocido.

Los gobiernos de Inglaterra y de los EEUU continuaron con su “extraña guerra” o “guerra boba” como también se la conoce. Simultáneamente brindaban para que los nazis tuviesen éxito en su ataque a la URSS y para que no sea un éxito fácil. Estaban convencidos de que los nazi fascistas destruirían la Unión Soviética y aspiraban que por ello pagaran un precio alto que luego obligue a los alemanes a reconocerlos como socios en el nuevo reparto del mundo.

Harry Truman, senador y luego presidente de los EEUU, el 24 de junio de 1941, dos días después de iniciada la invasión nazi a la URSS, expresaba: “Si vemos que gana Alemania debemos ayudar a Rusia, pero si vemos que gana Rusia debemos ayudar a Alemania. Así, que se maten lo más que puedan” Y H. Hoover, compartiendo en gran parte ese pensamiento, aconsejaba no intervenir, esperar el fin de la guerra, ya que el ganador de esa contienda no estaría en condiciones de enfrentar el poder militar “intacto” de los EEUU, y cedería ante ellos. Otros dirigentes no estaban de acuerdo con esos razonamientos.

Al invadir la URSS, el 22 de junio de 1941, los alemanes entran en guerra por primera vez. Se acabaron los paseos triunfales de la “guerra boba” y los ejércitos de utilería, consentidos y posibilitados por gobiernos capituladores y falsos “aliados”. Ahora se enfrentaban a una nación, a un gobierno, a un pueblo y a un ejército verdadero.

Stalin se convirtió en el jefe visible, en el conductor de lo que se llamó La Gran Guerra Patria. Y fueron millones sus protagonistas. El gran pueblo soviético se comprometió a luchar hasta derrotar al invasor. La Gran Guerra Patria se desarrollaría en todas las áreas: en el ejército rojo enfrentando a los nazis; en las fábricas incrementando la producción, en especial la producción de armamentos para la defensa de la nación; en las minas extrayendo más minerales; en los yacimientos petroleros cubriendo las necesidades cada vez más crecientes de combustible; en el campo incrementando la producción de cereales, de leche, de verdura de aceites, de manteca; en los centros de estudio manteniendo abiertas escuelas y universidades; en los centros de salud adecuándose para recibir miles y millones de heridos, formando especialistas médicos y enfermeras; en la preparación de la mujer para que reemplazara al hombre que tuvo que empuñar el fusil; en todas las áreas estaban los comunistas y su partido jugando el papel de vanguardia que la historia les había asignado. “Trabaja no sólo para ti, sino para tu compañero que está en el frente” era una de las consignas; la otra, más contundente: “aplastemos al enemigo”.

La Gran Guerra Patria no era sólo en defensa del socialismo, era también la defensa de la gran Rusia, de toda su historia. La guerra, así, no era sólo patrimonio de los comunistas, era patrimonio de todo el pueblo soviético.

Pero la conducción de esa gran epopeya estaba a cargo del gobierno soviético y de su partido comunista, que en una de sus primeras medidas, el día mismo de la invasión, resuelve enviar al frente a 48 mil de sus mejores cuadros dirigentes. El Partido Comunista es el partido de la clase obrera, pero es, y más que nunca en el poder, el Partido de todas las clases sociales no antagónicas.

Hasta ese 22 de junio, hasta ese día, los alemanes se deleitaban saqueando, violando, torturando, esclavizando y asesinando seres humanos sin asumir riesgos, a partir de ahora se enfrentarían con la muerte.

Podríamos decir que “en el campo de juego” se ubica todo el aparato de guerra nazi fascista, que se fortaleció con la fácil ocupación de Europa y África, lanzada ahora contra la Unión Soviética, y en la platea se encuentran los gobiernos protagonistas de la “guerra boba”, de la “extraña guerra”, los Ingleses y los yanquis, los falsos “aliados”, apostando por Alemania mientras estaban obligados a declarar que apoyaban a la URSS.

Obligados por el papel que jugaron las masas en sus propios países y en el resto del mundo; por el papel de la organización y movilización de esas masas, por el papel creciente de la resistencia en las zonas ocupadas, por el papel de la unidad popular contra el enemigo común. Presión tan fuerte que obligó a esos gobiernos “aliados” a dar, al menos formalmente, su apoyo a la URSS frente a la agresión nazi fascista.

Pese a saber que la ofensiva nazi se preparaba los soviéticos no la esperaban sino más adelante y por ello fueron inicialmente sorprendidos. Los ejércitos nazis tomaron la iniciativa y tuvieron las ventajas iniciales que de ella derivan. En las primeras semanas ocupan importantes puntos estratégicos y, si bien pagan un alto precios por su avance, llegan en septiembre, en el otoño, a las proximidades de Moscú.

Oscar Natalichio
Centro de Investigaciones Económicas y Sociales (CIEYS)
11/12/2012



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