NOSOTROS O ELLOS Nº 244
ARTÍCULO DE REBELIÓN SOBRE LO QUE ESTÁ EN JUEGO
Este artículo lo envió nuestro compañero
Panchito y por su interés es reproducido por nuestro Centro. Gracias por el
envío.
Punto de bifurcación del cambio de época
Katu Arkonada
Rebelión <http://www.rebelion.org/>
El 22 de noviembre
América Latina podría perder el primer gobierno progresista desde que en 1998
el Comandante Chávez dejara atrás la época de cambios, muchos de ellos
terribles para las mayorías sociales durante la larga noche neoliberal, y diera
inicio a un cambio de época en la
región. Es por ello que cualquier lectura que hagamos de los
resultados, tanto de la primera vuelta como del balotaje, no puede evadir una
mirada desde la geopolítica continental.
El kirchnerismo, en
cuanto a expresión de lo nacional-popular y la izquierda realmente existente en
Argentina (parece claro que ni el pueblo ni la clase trabajadora argentina se
sienten representados en el trotskista FIT, que ha sacado el 3% de los votos)
realizó en los últimos años numerosos avances que conviene repasar.
Hay que destacar
también las políticas de inclusión social y de ampliación de derechos, junto
con la defensa de la memoria, la verdad y la justicia, que se traducen en una
nueva política de Derechos Humanos y la nulidad de las leyes de Obediencia
Debida y Punto Final, así como una Ley de Medios contra el terrorismo
mediático, que en Argentina adopta la forma de monopolio ostentado por el grupo
Clarín, además del impulso a la soberanía tecnológica que ha supuesto poner en
órbita los satélites ARSAT; y todo ello sin olvidar el ámbito internacional
donde hay una apuesta clara y meridiana por la integración sudamericana y
latinoamericana que cristaliza en el apoyo firme y decidido a UNASUR y CELAC,
además de otros instrumentos como Mercosur, todo ello desde la defensa de la
soberanía nacional en la batalla emprendida contra los fondos buitre.
Es cierto que este
proyecto tiene límites, muchos más de los que querríamos, expresados en una re-primarización
y sobre todo sojización de la economía, y en un régimen impositivo que no
favorece la reducción de la desigualdad. Esos límites toman forma en un
sujeto del cambio difuso y en un candidato no tan difuso, sino encuadrado en el
peronismo conservador, aunque haya que reconocer su lealtad al proyecto
kirchnerista desde el inicio y en los momentos difíciles.
Pero una parte,
aunque marginal, de la izquierda, hace trampas al solitario cuando plantea que
Scioli y Macri son lo mismo. No lo son. Macri representa una nueva derecha
latinoamericana que, aunque caprilizada, tiene muy claro que su proyecto de
clase es un neo-consenso de Washington; una derecha transformista que apela a
sectores populares y poco politizados (el apoyo de las elites ya lo tiene)
desde la estética (porque no tiene capacidad de discutir ni ética ni programa);
una derecha cipaya que entiende al Estado solo como impulsor de nuevos mercados
para favorecer al capital transnacional; una derecha anti patria que entrega
soberanía no solo económica, sino territorial (#Malvinas Argentinas).
*Aquí y ahora*
Por eso, no da lo
mismo Scioli que Macri. No da lo mismo un futuro incierto donde los movimientos
sociales y clases populares tengan oportunidad de disputar el sentido común de
época, que el regreso al pasado.
Es muy probable que
el voto macrista haya tocado techo, y todo aquel que, convencido o no,
pretendía votar a Macri, ya lo haya hecho. Puede que un porcentaje del voto
massista no peronista se desplace pero probablemente el peronismo tradicional
que no votó por Scioli se realinee ante la posibilidad real de perder el
gobierno nacional. Pero en cualquier caso es necesaria la disputa voto a voto
para, una vez conseguida la victoria en el balotaje, poder hacer frente a las
deficiencias en el proyecto que esta campaña electoral ha desnudado.
La izquierda
argentina y latinoamericana sigue teniendo pendiente el debate sobre los nuevos
sujetos, como re-actualizar su proyecto para seducir a las clases medias y la
juventud, pero este desafío y debate necesario no debe entorpecer el camino de
la integración latinoamericana. Hasta el momento la derecha no ha sido capaz de
obstaculizar este proceso de integración debido a que los dos principales
países con gobiernos de derecha en la región, México y Colombia, tienen
presidentes que o bien están implicados como Santos en un proceso de paz que
tiene el apoyo de la región, o bien son insignificantes en el debate
continental, como Peña Nieto. Pero es una posibilidad terrible pensar en Macri
ejerciendo de quinta columna en una UNASUR que ha sido fundamental a la hora de
frenar intentos de desestabilización imperial, o en una CELAC que deja atrás el
modelo caduco y obsoleto de la OEA; por no hablar de una posible incorporación
de Argentina a la Alianza del Pacifico que incorporaría el eje Atlántico y
partiría América Latina por la mitad.
A 10 años del
momento álgido del cambio de época, donde el proyecto de desintegración
latinoamericana llamado ALCA fue derrotado precisamente en Mar del Plata, no
podemos perder ni uno solo de los gobiernos progresistas. La segunda vuelta en
Argentina, al igual que las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre en
Venezuela, o el referéndum constitucional del 21 de febrero en Bolivia, se convierten
en tres partes de un mismo punto de bifurcación del cambio de época. En la
medida en cómo se resuelva esta ecuación electoral es que podremos seguir
avanzando y profundizando el proceso de cambio que vive Nuestra América.
Oscar Natalichio
CENTRO DE
INVESTIGACIONES ECONÓMICAS Y SOCIALES (CIEYS)
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