jueves, 2 de enero de 2014

NOSOTROS O ELLOS Nº 76

PODEROSO CABALLERO ES DON DINERO (1)

Poderoso caballero es don dinero es un muy famoso refrán que Francisco de Quevedo y Villegas incorporó a una sátira en su primera estrofa, señalando en ella, el potencial poder del oro y de la avaricia:

Poderoso caballero
es don Dinero
Madre, yo al oro me humillo;
él es mi amante y mi amado,
pues, de puro enamorado,
de continuo anda amarillo;
que pues, doblón o sencillo,
hace todo cuanto quiero,
poderoso caballero
es don Dinero.

Muchos refranes antiguos se referían a la avaricia y a la acumulación de oro, a veces mezclándolos con otras posesiones y otras veces, como la que hemos leído, tratándolo con exclusividad. Reproducimos algunos refranes alusivos al dinero:

  1. Con salud y con dinero, hago lo que quiero.
  2. Entre el honor y el dinero, lo segundo es lo primero.
  3. No hay compañero como el dinero.
  4. No hay mal tan lastimero como no tener dinero.
  5. Ojo al dinero que es el amor verdadero.
  6. Rey es amor; y dinero, emperador.
  7. Tanto tienes, tanto vales.
  8. El rico cuando quiere y el pobre cuando puede.
  9. Quien paga, manda.
  10. Hasta para ser pordiosero se necesita dinero.
  11. San Dinero es el santo más milagrero.
  12. Sobre dinero, no hay compañero.
  13. ¿Parientes han reñido? ¿Por cuánto ha sido?
  14. Todos se llaman parientes del rico; del pobre, ni conocidos.
  15. La gloria de quien la gana, el dinero de quien lo agarra.
  16. Quien más tiene, más quiere.
  17. Quien roba muchos millones, muere aclamado por todas las naciones; quien hurta un ducado, muere ahorcado.
  18. Sin ser ladrones, no se juntan millones.
  19. Quien nació para pobre, jamás llegará a ser rico.
  20. Quien haga fortuna, no se olvide de su cuna.

Los refranes expresan, algunas veces, la sabiduría popular, otras muestran el límite en entender el fenómeno en su raíz y sólo reflejan lo que se ve, que no siempre es lo que se es. Don Quijote le decía a Sancho “No hay refrán que no sea verdadero” Y, en cierta forma, el refrán expresa “una visión del mundo” que surge de las creencias populares sin intentar ir mucho más allá de lo pregonado. Sin embargo hay en el refrán fuertes contenidos de protestas y de ironías. En esta lista de 20 refranes vinculados al dinero podemos observarlas. Pongan atención al refrán señalado con el número 18, pues en nuestros análisis sobre el dinero, que pretende ser científico, ese refrán cuadra y mucho.

Suponemos que el dinero no existe: Soy un artesano que produzco cestas de mimbres y necesito un par de zapatos. Entonces comienzo a recorrer casas de artesanos que fabriquen zapatos pero que a su vez necesiten cestas de mimbres. Han pasado ya varios días y no he dado con ninguno que posea tal necesidad y, por haber andado descalzo ya poseo algunas llagas dolorosas en las plantas de los pies. Me he puesto a pensar sobre lo que uno de ellos me dijo: “si me trajeras un cochinillo te lo cambiaría por un buen par de botas” y entonces me dirigí a visitar granjeros y a ofrecerles cestas de mimbre a cambio de un cerdito. Recorrí varios kilómetros, visité a una docena de campesinos y esta vez tuve suerte: a uno de ellos les agradó las cestas pues las andaba necesitando para recoger aceitunas. Discutimos un rato hasta que llegamos a un acuerdo: seis cestas por un cochinillo de 13 kilos. Regresé, cargué sobre mis hombros las seis cestas y volví con el cochinillo al hombro. Fui directamente al artesano de las botas y me costó convencerlo que aceptara el cambio pues él ya había cambiado un par de zapatos por cinco gallinas. Por suerte el cochinillo lo traje (con dificultad) vivo y el artesano le gustó el aspecto y se lo llevó a una especie de corral. Me fui con las botas en la mano (aunque yo prefería zapatos) pues tenía los pies hinchados. Pasó 1 mes pero lo logré, ahora me pongo a hacer más cestas y a esperar que los pies se curen.

Suponemos que el dinero existe: Soy un artesano que produzco cestos de mimbres y necesito un par de zapatos. Vendo a cambio de dinero seis cestas y con ese dinero salgo a comprar el par de zapatos y, regateo por medio, adquiero el que más me gusta y me sirve. No tengo porqué usar botas, no pierdo tiempo que dedico al trabajo, ni me lesiono los pies. Y todos reconocen lo que le doy a cambio.

Toda mercancía posee dos valores: un valor de uso, es decir, esa mercancía satisface una necesidad. En nuestro ejemplo eran necesaria las cestas de mimbre para el granjero pues así recolectaba más fácilmente las aceitunas y era necesario para mí el par de botas o zapatos, ya que debía estar calzado para proteger mis pies; para el zapatero era importante poseer un cochinillo, sea para comerlo o para criarlo. Está claro que la principal propiedad que debe contener una mercancía cualquiera, es poseer un valor de uso.

Ahora, poseer valor de uso (una propiedad cualitativa) habilita otro valor, que lleva a la mercancía a contener valor de cambio, o, simplemente valor; valor que se expresa en el intercambio con otra mercancía; que se expresa cuantitativamente (seis cestas de mimbre por un cochinillo; un cochinillo por un par de botas; seis cestas de mimbre por un par de botas). Ese intercambio se simplifica con la existencia del dinero y, por supuesto, para realizarlo, hay que contar con él, con la cantidad suficiente de dinero para cubrir con dicha cantidad el valor del bien.

De esa manera el dinero no sólo actúa como una mercancía, es una mercancía, pero es una mercancía muy particular.

Todas las mercancías poseen una contradicción interna que se manifiesta al poseer dos valores: el valor de uso y el valor de cambio (o valor propiamente dicho). Con el surgimiento del dinero, dentro del mundo mercantil, esa contradicción se exterioriza en dos polos:

1. Todas las mercancías como valor de uso y

2. El dinero como plasmación general del valor.

El dinero, por tratarse de una mercancía posee también valor de uso y valor de cambio. Lo que lo hace muy particular y distinto a cualquier otra mercancía es su valor de uso, ya que el dinero expresa o representa el valor de uso de cualquier mercancía, de todas las demás mercancías. Por eso puedo comprar directamente los zapatos, por que ese dinero posee el valor de uso de la mercancía que con él va a comprar el que lo recibe. Y en esos actos es donde se “plasma el valor”.

El surgimiento del dinero en la historia fue espontáneo. Al principio se utilizó para el cambio diversas mercancías como la sal, el ganado vacuno, pieles, cereales, plumas de aves exóticas, etc., pero ello se fue trasladando a la plata y al oro dada las particulares propiedades físico-químicas de esos metales. Surge de esa manera el dinero que, a diferencia del resto de las mercancías, posee la propiedad de ser intercambiable por cualquier otra, en forma directa y universal.

Ya estamos en condiciones de afirmar que el dinero es una mercancía cuya función específica es desempeñar el papel de equivalente general. A tal efecto se refería Carlos Marx en El Capital (libro 1; tomo 1; página 121,122, 123 y 128 ediciones Akal):


“Mirando las cosas, toda mercancía ajena es para el poseedor de mercancías un equivalente particular de la suya, de ahí que ésta figure como equivalente general de todas las demás mercancías. Más como todos los propietarios de las mercancías hacen lo mismo, ninguna mercancía es equivalente general, de ahí que las mercancías tampoco posean ninguna forma relativa general del valor en la que se equiparen como valores y se comparen como magnitudes de valor. Por eso no se enfrentan en general como mercancías, sino como productos o valores de uso”. “Pero sólo el hecho social puede convertir a una mercancía en un equivalente general. Por eso, la acción social de todas las demás mercancías excluye una mercancía determinada en la que las otras representen universalmente sus valores. De este modo la forma natural de esa mercancía deviene forma de equivalente socialmente válida. Ser equivalente general deviene, gracias al proceso social, función específicamente social de la mercancía excluida. Así es como se convierte en dinero”.

“La cristalización dinero es un producto necesario del proceso de intercambio, en donde productos diversos del trabajo se equiparan efectivamente unos a los otros y, por tanto, se transforman efectivamente en mercancías. La extensión y ahondamiento históricos del intercambio despliega la oposición latente en la naturaleza de la mercancía entre valor de uso y valor. La necesidad de representar exteriormente esa oposición para el comercio, impulsa hacia una forma autónoma del valor de la mercancía, y no descansa hasta que se ha logrado en el desdoblamiento de la mercancía en mercancía y dinero. Por eso, la transformación de la mercancía en dinero se ejecuta en la misma medida en que se efectúa la transformación de los productos del trabajo en mercancías”.

  “Si se sabe que el oro es dinero, y, por consiguiente, directamente intercambiable con todas las demás mercancías, no por eso se saben cuánto valen, por ejemplo, 10 libras de oro. Como cualquier mercancía, el dinero solo puede expresar su propia magnitud de valor de una manera relativa en otras mercancías. Su valor viene determinado por el tiempo de trabajo requerido para su producción y se expresa en la cantidad de cualquier otra mercancía en la que haya cuajado otro tanto tiempo de trabajo”. “La dificultad no está en comprender que el dinero es mercancía, sino cómo, por qué y de qué modo una mercancía es dinero”.

Recordemos que, cuando abordamos la categoría “trabajo” mencionamos que, con relación al valor hay dos polos: trabajo concreto (del operario, del especialista) que genera el valor de uso de la mercancía que produce; y trabajo abstracto, que es la cantidad de fuerza de trabajo media que lleva cualquier mercancía, por distinta que sea, que genera el valor que en el mercado se manifiesta con un precio que pagamos con la mercancía dinero. Pero no es esa la única función del dinero, que son en realidad cinco y que pasaremos en el siguiente número a analizar en detalle dada la importancia de esta categoría.

Oscar Natalichio
Centro de Investigaciones Económicas y Sociales  (CIEYS)
02/01/2014

AÑO DE LA CONSOLIDACIÓN Y PROFUNDIZACIÓN DE LOS LOGROS OBTENIDOS


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