NOSOTROS O ELLOS Nº 40
CAPITAL, CAPITALISTA Y CAPITALISMO (2)
En el número 39 escribíamos que al capital que inicia un proceso o ciclo
industrial se lo denomina Capital Monetario. Es decir, dinero (D) que va a ser
utilizado para producir un nuevo bien, que incorpora un nuevo valor sobre el
capital monetario inicial: la plusvalía,
parte de la cual se reincorpora a la D inicial del siguiente ciclo. Ya en esta
breve definición observamos que el capital se auto-genera a través de la plusvalía, se reproduce (crece) mediante
la plusvalía. En
ese segundo ciclo, la D inicial será, aproximadamente, la D´ del final del
primer ciclo. Esto lo vamos a ver detalladamente en un cuadro que más adelante
desarrollaremos al efecto.
Por ahora reiteramos que el capital monetario consiste en una suma de dinero que deja
el atesoramiento para convertirse en un capital que va a ser utilizado en un
ciclo productivo. Podemos decir que con
él se inicia el ciclo productivo y su empleo consiste en convertir ese
capital monetario en un capital productivo que contiene dentro de sí varias
formas de capital: constante, variable,
fijo y circulante.
En términos comunes decimos que el capital monetario es utilizado para
adquirir todos los elementos que son necesarios para arrancar con un ciclo
productivo o emprendimiento. Ellos son:
1. Las materias primas y materiales necesarios para producir el bien (en
el ejemplo de las empanadas son: harina, jamón, queso, aceite, sal, huevos,
gas, luz, agua, etc.);
2. Las instalaciones y instrumentos que vamos a utilizar (cocinas,
sartenes, enseres varios, instalaciones, heladeras, etc.) y
3. Fuerza de Trabajo (contratar trabajadores especializados es ese rubro,
también los compradores de los materiales y vendedores del producto final). Y,
de acuerdo a la complejidad de las tareas puede ser necesario contar con:
4. Conocimientos científicos y técnicos concentrados en experiencia, en un
manual de instrucciones o en capacitadores, asesores externos, o pagar
“regalías”.
Cuando cumplimos esta etapa ya no tenemos más capital monetario siendo reemplazado por capital constante (puntos 1, 2 y 4) y capital
variable (Punto 3).
Esta clasificación tiene una importancia mayúscula, pues es la que
demuestra claramente en qué esfera o
parte de la producción se produce el nuevo valor y quién lo produce.
Además, la designación de los nombres al capital nos identifica esa importancia
como a continuación veremos.
Capital Constante: parte del capital que existe en la forma de
materias primas y materiales; de instalaciones y maquinarias, etc. (puntos 1, 2
y 4) y que en el proceso de producción NO ALTERA su
valor, manteniéndose, éste, constante.
Damos un ejemplo: para fabricar bloques de cemento, por cada uno
gastamos 25 pesos de capital constante; allí está el costo del cemento, de la
arena, de agua, la amortización de las herramientas y de los moldes, el
alquiler proporcional del galpón que alquilamos, etc.) ¿Qué valor se incorpora
al bloque como producto final? Los pesos 25, es decir, estrictamente lo que
gastamos de capital monetario para convertirlo en capital constante. Su valor
en el nuevo producto no ha variado, se ha mantenido constante. ¿Es lógico?
Desde ya que sí, pues esos elementos son los que han adquirido valor en un
proceso anterior y ahora lo portan como tal, sin modificarlo.
El que va a adquirir un nuevo valor que se suma al viejo valor, es el bloque. ¿De dónde surge ese nuevo
valor? Ya sabemos que del capital constante no surge. Y razonemos, que para eso está la cabeza: si el capital monetario
se convierte en capital constante y capital variable; y el capital constante no
participa en la creación de un nuevo valor, es obvio que el que lo genera es el
capital variable. ¿Será así?
Capital variable: Es la parte del capital que invierte el
empresario en la compra de la Fuerza de Trabajo, cuya puesta en acción en el
proceso productivo genera el nuevo bien y con él el nuevo valor. Pero de ese
nuevo valor el trabajador recibe apenas una porción, y lo recibe como salario;
la otra, la porción que no recibe (podríamos decir: el salario que no recibe),
se convierte en plusvalía para el capitalista que se refleja en ganancias que
son utilizadas para vivir mejor y para incrementar el capital entre otros
destinos que veremos en detalle más adelante.
El capital variable genera el nuevo valor pues la fuerza de trabajo es
la única capaz de poner en funcionamiento los instrumentos de trabajo y las
materias primas y materiales. Si no actuaran éstas fuerzas no habría, de manera
alguna, un nuevo bien y los bienes anteriores, al mantenerse como son, ni
siquiera conservarían su valor original: el cemento se endurecería, la arena
sería barrida por los vientos y las herramientas se oxidarían e inutilizarían.
No tenemos duda de que el que varía el valor es el capital variable.
El hecho que el trabajador, vía salario, no reciba todo el valor que con
el uso de su fuerza de trabajo genera, da origen a la plusvalía y es la marca
distintiva de la explotación del hombre por el hombre (del trabajador por el
empresario) en la formación económico social capitalista, la que hoy transita
por su fase superior, la del predomino del monopolio y de la especulación
financiera, temas ambos que desarrollaremos más adelante.
Dicho de otra manera, el nuevo valor obtenido por el trabajador se
compone de capital variable más
plusvalía. En esta fórmula, capital
variable + plusvalía, estamos señalando que la plusvalía es capital
variable no reconocido como tal por el capitalista. En este caso todos los
caminos conducen a Roma, pues capital variable es salario y su costo y
plusvalía es salario no reconocido y, por ende, no pagado al trabajador.
Esta última afirmación nos lleva a determinar que plusvalía no es igual a plustrabajo, pues la plusvalía suele, en la mayoría de los casos, a integrar
todo el plustrabajo más el trabajo necesario para que el trabajador viva
modestamente. ¿Qué sucede entonces? Que
hay una superexplotación que obliga al trabajador a vender mucha más fuerza de
trabajo que la que produce el producto necesario, ya que lo produce pero no lo
obtiene. Entonces, ese trabajador no puede mantener con dignidad a su
familia y debe recurrir a horas extras o a que otro miembro de la familia
trabaje aunque sea niño y deba abandonar los estudios y su juventud.
El capital constante posee dos tipos de capitales en su composición: capital
fijo y capital circulante y tampoco es, como las anteriores, una
clasificación antojadiza ni para complicarle la vida a nadie. Se trata del
reflejo de una realidad definida con nombres adecuados, el capital circulante circula
y el capital fijo se queda. Pero ese no es todo como veremos:
Capital circulante: Parte del capital productivo que se traslada
al nuevo bien y se va con él al mercado, donde se adquiere y se consume o usa.
Es obvio que dentro de ese capital circulante se van las materias primas y
materiales del capital constante y la fuerza de trabajo del capital variable.
Es obvio, ya que el consumo de esos bienes implica volver a producir nuevos y
las materias primas y materiales y la fuerza de trabajo deben nuevamente
aparecer, ya que las materializadas dentro del
bien terminado, circularon, se fueron con éste.
Pero hay un capital, también constante, que no se materializa en el
bien, que queda en la empresa y que se utiliza para otro y otro y otro ciclo
productivo. Es un capital que queda fijo y que está compuesto por las
instalaciones, las herramientas y las maquinarias.
En realidad, ese capital fijo no lo es tanto, ya que las herramientas y
maquinarias se gastan, por eso parte de ese capital fijo se convierte en
circulante vía amortizaciones. Es
decir, si se estima que dure 10 años, el 10% del valor de esa instalación o
maquinaria se convierte en capital circulante un 10% por año. ¿Qué decimos con ello? Que todo el
capital fijo, tarde o temprano, se convierte en capital circulante.
¿Tarde o temprano? Parece una
afirmación poco científica, sin embargo no lo es, ya que ocurrir que sea
temprana la baja de las maquinarias, antes de los 10 años, y no porque no
sirvan.
Hay dos tipos de amortizaciones: la razonable, la que estima la vida
útil de una maquinaria, por ejemplo 10 años, luego de lo cual hay que colocar
una nueva pues la anterior ya no resiste por más mantenimiento que se le
aplique, falla más a menudo, hay que parar la producción, etc. y está lo que Marx
denominaba amortización moral. Ese
tipo de amortización pasó a ser la más frecuente en cuanto se aplica a la
producción la revolución científica técnica. Un empresario instala (es un
ejemplo), en el 2009 unas maquinarias de primera generación para producir caños
y accesorios de PVC. Dos años después se desarrolla una máquina superior, que
produce el doble de bienes con un 40% menos de personal. El empresario se encuentra
en una disyuntiva, o adquiere esa máquina o cierra por no poder competir.
Entonces decide dar de baja a una máquina perfectamente útil para reemplazarla
por otra más útil. Allí no hay desgaste por paso del tiempo y del uso. Hay una
baja forzada por los acelerados cambios en los instrumentos de producción,
cambios inevitables que derivan de la competencia entre capitalistas.
Y ustedes podrán apreciar, y no es ser “determinista” que otra no le
queda al capitalista que desee seguir siéndolo. Deben seguir explotando y
seguir compitiendo con sus pares, a los que, si pueden destruir lo harían con
el mayor placer. Puede haber un capitalista bueno (buena persona) pero lo que
no puede haber es un capitalismo bueno, porque la base en que se sustenta ese
sistema es la competencia brutal por el predominio sobre la obtención de la
plusvalía, sin reparar para ello, en utilizar los medios más repugnantes que
incluyen no sólo la explotación y el saqueo, sino las guerras y el genocidio.
Con el análisis del capital continuaremos el número 42 de NOSOTROS O
ELLOS, pues en el próximo número, el 41, abordaremos temas de la coyuntura,
entre ellos, la denominada “inflación” y la no casual “invasión” de la Catedral
por parte de los fascistas locales.
Oscar Natalichio
Centro de Investigaciones
Económicas y Sociales (CIEYS)
15/11/2013
oscarnatalich@fibertel.com.ar
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