lunes, 7 de octubre de 2013

NOSOTROS O ELLOS PARTE 27

LA AGRESIÓN PERMANENTE

Acompáñenme en este razonamiento abstracto: En un pequeño pueblo de una provincia andina había un matrimonio muy preocupado por observar como la comunidad que lo integraba iba, paulatinamente, perdiendo su identidad, su cultura, su pasado, presente y futuro.

Observaban con preocupación cómo los jóvenes, que carecían de posibilidad de encontrar un trabajo, aún indigno, emigraban a otros lugares en busca de él. También pasaba lo mismo con no tan jóvenes, algunos de ellos muy preparados, cuya inteligencia era denostada por la autoridad de turno, que se dedicaba, durante todo los días a jugar al póker con el dueño de la radio, del periódico, de la retransmisora de TV,  de la imprenta y del único cine teatro del pequeño pueblo y con el dueño del corralón de materiales. De incógnito solían integrar esas partidas, el cura de la parroquia, el juez de paz y el comisario.

Ese pequeño pueblo había conocido épocas mejores, pues en él se habían desarrollado dos importantes actividades y empresas; una era una cooperativa destinada a concentrar a los productores de miel, extraerla, seleccionarla, envasarla y, cumpliendo normas internacionales, exportarlas a varios países del mundo. La otra, una empresa privada que fabricaba los envases para esa cooperativa, pero que fue creciendo fabricando otros productos de vidrio que se vendían en los pueblos y provincias vecinas.

La autoridad “de turno”, el intendente, había logrado “ganar” las elecciones contando con el apoyo del dueño de los medios de comunicación local, del dueño del corralón, del cura, del juez de paz y del comisario. Pero ese intendente, jugador impulsivo, se iba a otros lugares a jugar, tanto dentro del país como del exterior. Era un devoto de Las Vegas y de mostrarse en cuanta revista vulgar existiera con fotos junto a modelos o deportista famosos.

Sus vinculaciones con el exterior hicieron que obtuviese un préstamo (modesto para un país, pero enorme para un poblado) de 10 millones de dólares. Con él, el intendente “licitó” la construcción de una pista de aterrizaje para vuelos internacionales, licitación que “ganó” el dueño del corralón. El cura bendijo la inauguración de la obra; el juez, que también era el escribano del pueblo, dio fe de que todo estaba en orden y el comisario preparó, con sus seis agentes, una guardia de honor ante el paso del intendente.

La gente del pueblo se amontonaba para ver el espectáculo y, en especial, para escuchar al intendente, ya que no tenían ni idea de porqué no habiendo hospitales, no habiendo escuela secundaria, no habiendo calles pavimentadas, ni la principal que el intendente hizo peatonal, se estaba iniciando la construcción de una pista de aterrizaje internacional cuando no había siquiera un hangar o una torre de control y cuando nadie viajaba por avión aún cuando a sólo 150 kilómetros había un aeropuerto internacional que hasta un hotel a su costado contenía y que el intendente utilizaba para sus escapaditas a Las Vegas o a los cabaret de la Capital de su país.

El discurso fue emotivo, ya que resaltó la tradición innovadora del pueblo al avanzar hacia el futuro construyendo esa pista, que sería la más larga del mundo (figuraría en el libro de record) y que, a la vez, sería el lanzamiento a la prosperidad de los pobladores. Entre otras cosas que nadie entendía pero les parecían interesantes, resaltó que la miel iba, en un futuro muy cercano (ni bien finalizaran las obras), a exportarse directamente con los productos de vidrio al mundo, sin pasar por intermediarios que se quedan con el esfuerzos de los lugareños. Fue la parte más festejada, quizá la única donde el fervor de la gente se manifestó con autenticidad, pues vislumbraban un futuro mejor. Parte que tomó el dueño de los medios (y socio incógnito de su amigo del corralón) para resaltar con grandes títulos y fotos el gran acontecimiento

Resumiendo: la pista tardó años en hacerse. Los costos de la misma fueron esos 10 millones de dólares del préstamo más los ajustes. El endeudamiento creció y toda la recaudación del municipio no alcanzaba a cubrir los intereses. Pero como esos intereses no se pagaban, todo parecía quedar en la normalidad.

El matrimonio realizó una investigación y determinó que construir esa calle recta que denominaban pista internacional, no podía costar, como mucho, más de 600 mil dólares. Que faltaban, nada menos, que 9.400.000 y que con ellos se podía construir el hospital que no había, dos escuelas secundarias que no había, y pavimentar las 90 cuadras del pueblo, incluida la peatonal que seguían siendo de tierra.

Los medios se encargaron de decir que se trataban de provocadores, el jefe de policía allanó varias veces la vivienda, el juez de paz escribió un artículo en lo que resaltaba el desvío de los jóvenes que sólo hacen política y hasta el cura realizó una misa para impedir que Satanás siguiera infectando mentes. No obstante, esa denuncia abortada, realizada por el joven matrimonio, abrió los ojos a muchos pobladores.

Pero el drama llegó cuando el intendente recomendó a las autoridades nacionales a un contador pelado, que trabajaba con las mangas blancas en ambos brazos, llevando, con lapicera a tinta, las cuentas del municipio, destacándose, pues la deuda en dólares la registraba como pesos y no en dólares. El intendente, que había perdido al menos la mitad del empréstito en Las Vegas, pensó que eso era equivalente a considerar al peso nacional igual al dólar y lo envió a la capital con una recomendación. En síntesis: tomaron al pelado como ministro de economía, puso 1 us$ = 1 peso y pasamos a ser un poderoso país. El mismo día que se da el anuncio, por arte de magia, el PIB creció 7 veces en dólares, sin haber producido ni un escarbadientes nuevo: la fiesta comenzaba, pero para pocos.

El resultado era previsible, la cooperativa cerró y se pasó a importar miel, la fábrica cerró y se comenzó a importar envases y la gente se quedó sin trabajo y los comerciantes sin clientes. El pueblo era un lugar para fantasmas, dividida la población en mitad desocupados y mitad empleados públicos con salarios miserables.

No obstante el dueño de los medios continuaba haciendo apología del intendente genial que dios nos había mandado (idea, de la última parte de esa frase, del cura). Y el comisario debió aumentar su tropa tres veces más para contener a los revoltosos y vagos (ex trabajadores) que pretenden alterar el orden con demandas subversivas. Para ello obtiene del intendente los fondos (nuevo empréstito) para equipar las fuerzas de orden. Parecía una película de ciencia ficción ver a esos uniformados embutidos en trajes espaciales, con armas, cachiporras, lanza gases, fusiles con balas de gomas y de las otras, escudos transparentes y carros de asalto especiales para calles de barro (pues nunca pavimentaron ninguna). Mientras, la pista internacional era utilizada para que seis niños bien, hijos del intendente, del dueño del corralón y otro que se presume del cura pues llevaba su misma cara, corrieran picadas.

La gente (no toda) tardó en darse cuenta y no votó al intendente para un tercer mandato, repartió el voto en varios otros candidatos, entre ellos al hombre del matrimonio que había anticipado el defalco. No obstante el intendente ganó por poco pero desistió (pues era muy zorro) de competir el repechaje sabiendo de querido pasó a ser odiado y que ya no le era útil ni al dueños de los medios, ni al cura.

Reconstruir el pueblo era una tarea titánica: había que instalar industrias para generar  trabajo, había que construir escuelas para generar técnicos, había que pavimentar las calles y construir viviendas, había que hacer hospitales y alimentar a los niños cuya desnutrición era una mancha negra en la historia de un pueblo que llegó a exportar miel a veinte países, había que terminar con esa deuda monstruosa que había llegado de 10 a 220 millones de dólares, incluido intereses, coimas y comisiones.

Y aunque ustedes no lo crean se comenzó a recorrer el camino inverso y a recuperar ese querido y devastado pueblo, a recuperar la autoestima de sus habitantes, a retener a los jóvenes y darle oportunidades, a general empleos, a atender la salud, la cultura, el deporte, a que los viejos tuviesen un ingreso digno, todos, sólo por ser mayores, a que regresaran los que fueron expulsados por pensar o por saber. No solo se hicieron las escuelas secundarias que el pueblo reclamaba desde 50 años atrás, sino una universidad. No sólo se rehabilitó la cooperativa y la fábrica de envases, sino se instalaron nuevas fábricas y se avanzó en muchos otros campos, impensados para los habitantes del pueblo, quienes ahora llenaban los bares, los negocios y la iluminada peatonal pavimentada. Lo que no se pudo solucionar fue lo de la pista, nadie sabía que hacer con ella, y así fue cubriéndose de malezas hasta perderse de vista. Eso sí, hubo que renegociar la deuda de 220 millones y se logró una quita de 160 millones, Es decir, se están pagando los 60 restantes.

A los timberos amigos del intendente anterior este cambio no les era favorable, entonces concertaron un plan para no dar tregua y lograr que en matrimonio se fuera o que se uniera a ellos. Como no vieron posible ninguna de las dos alternativas iniciaron una despiadada campaña de desprestigio a los que estaban recuperando esos años de despojo y farándula. Todos los días, en el único periódico, en la única radio y en la única imprenta del pueblo se denunciaban acciones de corrupción, delitos contra la propiedad que aumentaban la inseguridad, denuncias falsas, armadas, incluso grotescamente, pero que se instalan como real en una parte de la sociedad de esa pueblo, en especial, en la parte que se benefició con los cambios y que por ello obtuvo un auto o una casa o una TV de 42 pulgadas, más dos celulares.

Imagínense ustedes lo que significa para una persona honesta ser acusada ininterrumpidamente durante diez años, todos los santos días, en todos los medios, con armados de denuncias falsas, de bolso inexistentes, de viajes dudosos. Imagínense que cualquiera de ustedes estuviese pasando por una situación donde la calumnia y la mentira se disemina por todos los ámbitos, convirtiéndola en “verdad” a fuerza de repetirla miles de veces. Imagínense cómo se sentirían ustedes si estuviesen atravesando por una situación de esa indignidad y crueldad sin par.

Dejemos la abstracción e insertémonos en la realidad. Nuestra Presidente, Cristina Fernández y su grupo K, llevan ya una década soportando agravios, confabulaciones, felonías, conspiraciones, falsas denuncias, insultos incluso a su estado físico. Colóquense en su lugar, mentalmente, durante unos minutos. ¡Cuánto puede soportar un ser humano! ¿No? Pero… ¿lo puede resistir su salud? Creo que sí, pero para ello se necesita ayudarla (y no por médicos) a saber que lo que está haciendo, aún cuando contenga errores y deficiencias, es lo que necesitamos se haga. Debemos ayudarla si queremos seguir avanzando. Debemos apoyarla para que eso sea posible y después no nos lamentemos por la torpeza de no haberlo hecho. Debemos rodearla para que esos ataque arteros, crueles, injustos, que responden a los intereses de mercenarios y asesinos (Sí de mercenarios y asesinos que han obtenido su “grandeza” explotando, robando y asesinando para quedarse con bienes ajenos, la verdadera inseguridad) no vuelvan colocarnos nuevamente en los años 2001 o 1976.

Coloquémoslo en su lugar y entenderemos, al abrir los ojos, que no podemos quedarnos quieto, menos ahora que nuestra presidente sí debe quedarse quieta por unos días. A todos los que queremos una patria mejor nos corrió un frío helado por nuestras venas al enterarnos la noticia de su estado de salud. Los clarines y sus mercenarios van a seguir atacando. Más de 100 hojas  diaria en periódicos con mentiras e insultos, más de 100 horas diarias de lo mismo por televisión, más un número impresionante de páginas en revistas, más conferencias, más publicidad engañosa. Pocas veces en la historia de nuestra patria una mujer es agredida con tanta saña y con tanta artillería. Esos miserables no pueden ganar. La historia no puede retroceder a los tiempos de la oscuridad. Redoblemos esfuerzos para que está década ganada se convierta en una nueva década, no para repetirla, sino para avanzar aún más. En la historia, dos décadas, son apenas un grano de arena, pero para NOSOTROS es casi una vida.

NO LA DEJEMOS SOLA. Y EL 27, QUE SE REINTEGRE A LA ACCIÓN POLÍTICA


Oscar Natalichio
Director
Centro de Investigaciones Económicas y Sociales (CIEYS)
07/10/2013

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