viernes, 25 de mayo de 2012

¿QUE ES PARA LOS MARXISTAS LENINISTAS LA REVOLUCIÓN DE MAYO?


La revolución de Mayo fue un enorme acontecimiento en la historia de nuestra querida patria. Si cualquiera de nosotros hubiésemos vivido en ese tiempo habríamos participado con entusiasmo, con coraje y con alegría en esa epopeya que marca el inicio de la independencia del colonialismo español.

Jorge Correa, en su libro Febo Asoma menciona el escenario en que actuaron los revolucionarios: se trataba de “un territorio inmenso y casi despoblado, en el que imperaba la ganadería indócil y se desdeñaba el trabajo manual y aún la agricultura. Las ahogadas economías regionales apenas cubrían las necesidades de la supervivencia: Las rentas del comercio exterior sólo afluían a las arcas de los dueños de la Aduana , que en tanto autoridades resistían todo cambio…” …”la clase Patricia, con sus tierras y sus ganados, controlaba la vida nacional”…

Esa Revolución, como todas, tuvo sus líderes y entre ellos encontramos a MARIANO MORENO, quien, titulado abogado, impulsó la destitución de Sobremonte, el Virrey, por su cobarde actuación durante las frustradas invasiones inglesas, describiendo en un documento emitido al efecto, lo siguiente:“Inglaterra es una nación que en todos los tiempos y en especial en los presentes, no sigue otra regla que la de lo útil, sin tener en cuenta lo más mínimo lo lícito: en una palabra, que no aspira más que a engrandecerse y hacerse de riquezas, sea por los medios que fuese”…

Posteriormente y luego de las frustradas acciones destinadas a mantener al virrey Cisneros como máxima autoridad del Cabildo (el 22 de mayo se forma una comisión presidida por Cisneros con el acompañamiento de cuatro vecinos que eran: Cornelio Saavedra, Juan Sola, Santos de Inchaurregui y Juan José Castelli) el pueblo se concentró  frente al Cabildo, convocado entre otros, por dos líderes populares reconocidos: French y Beruti, quienes propusieron otra lista, que no incluía a Cisneros, para integrar una “Junta Patriótica”. No era la independencia, ya que la junta juró “conservar íntegra esta parte de América a nuestro Augusto Soberano el señor Fernando VII, y a sus legítimos sucesores, y guardar puntualmente las leyes del reino” Se trataba de un paso previo, posiblemente condicionado por las circunstancias, ya que en la comisión formada el 22 de mayo de 1810, sólo Castelli podía considerarse revolucionario y Saavedra un oportunista que sopesaba lo que podía ocurrir para ubicarse del lado más seguro. Y así resultó pues Cornelio Saavedra fue el presidente de la Junta , pero a ella se integraron, (además de Castelli), Moreno y Belgrano, completando el grupo Azcuénaga, Alberti, Matheu, Larrea y Paso. No fueron inicios fáciles. Córdoba y el Alto Perú desconocieron a la Junta y los realistas desde Asunción y Montevideo se preparaban para la ocupación de Buenos Aires. Para MORENO las atribuciones sobre el virreinato del Río de la Plata por parte de Fernando VII habían dejado de tener valor a partir del mismo 25 de mayo y sobre ello escribía: Un Congreso integrado por diputados continuistas, adictos a Fernando VII, no haría otra cosa que sacralizar el viejo orden y la convocatoria era, por lo tanto, apresurada -menciona Correa- y agrega las palabras de Moreno: “Si el Congreso se redujese al único empeño de elegir personas que subrogasen al gobierno antiguo, habría puesto un término muy estrecho a las esperanzas que justamente se han formado de su convocatoria”… Pero el ataque a este gran hombre se concentraba en Saavedra (el “emperador” o rey de las Américas”) y en los que él representaba, las resacas coloniales cuyo cabecilla era el rector de la universidad de Córdoba y diputado por esa ciudad: Dean Funes. Las presiones de los traidores al espíritu de mayo lograron acorralar y hacer renunciar a Moreno, quien se aleja y pese a ello continuaba siendo considerado como “peligroso”. No sólo fue asesinado el 4 de marzo de 1811, cuando tenía sólo 32 años, sino que los criminales que planificaron su muerte ordenaron a sus ejecutores envolverlo en una bandera inglesa y arrojarlo al mar. Hay quienes afirman que no fue asesinado, que simplemente murió.

Sobre MONTEAGUDO  esa duda no existe. Discípulo de Moreno es asesinado a los 35 años de edad en las calles de Lima, en la noche del 28 de enero de 1825. Asesinaron a un internacionalista, a un patriota que no era contenido por fronteras de dudoso origen. A un militante que ocupó cargos públicos en nuestro país, en Chile y en Perú. A un hombre que continuó la lucha iniciada por Moreno y como a Moreno lo asesinaron para impedir el contagio de sus ideas, de su inquieta alma, de su desprendimiento de lo material e individual en pos de lo social y espiritual. Allí estuvo, como representante en la Asamblea del Año XIII, como Auditor del Ejército de los Andes, como Ministro de Guerra y Marina y como Ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores. Sirvió a San Martín y a Bolívar, es decir, sirvió a la causa americana, a la libertad de sus pueblos, a la construcción de la Patria Grande. Mulato era, pues su madre fue una criada y su padre un español buscavida pero que ve en él un destacado futuro, que lo hace trasladar de Tucumán a Chuquisaca, donde estudió Moreno, donde descubrió a Rousseau, donde se recibe de abogado en 1808 y donde participa activamente, al lado de los patriotas, en la revolución del 25 de mayo de 1809, que no pudo concretarse siendo encarcelado. Todos fueron ahorcados, pero él logró escapar para continuar desde otros espacios su misma lucha liberadora. “Ninguno es libre si defrauda la libertad de sus semejantes, atropellando sus derechos, es una palabra, ninguno es libre si es injusto”. Monteagudo era miembro de la Logia de Lautaro, que luchaba por darle a la revolución un ritmo donde se avanzara más. Allí estuvo primero con Alvear, de lo que se arrepintió, y luego con San Martín, del que se enorgulleció.

Nuestro Padre de la Patria , don José de San Martín, contó con su joven entusiasmo, con su clara disposición de poner en primer lugar la independencia de los pueblos y su emancipación verdadera, de que sean los dueños de sus riquezas, de sus territorios y de sus futuros. La Revolución de Mayo se había producido, pero no la independencia. Moreno no pudo estar en ese momento histórico. Monteagudo sí. Pero tanto él como San Martín presionaron para que se declarara de una vez por todas. “¡Hasta cuándo esperamos declarar nuestra independencia!   Le escribe desde Mendoza el 12 de abril de 1816 a Tomás Godoy y agrega San Martín ¿No le parece a usted una cosa bien ridícula acuñar moneda, tener el pabellón y cocarda nacional, y por último hacer la guerra al soberano de quien en el día se cree dependemos?

Es la historia grande, es nuestra historia, son nuestros próceres, son los que en esa época representaban lo más avanzado del pensamiento nacional e internacional y, por eso, eran verdaderos revolucionarios. Comencé este escrito manifestando que si nosotros hubiésemos vivido en ese tiempo lo habríamos acompañado. Finalizo expresando que si ellos hubiesen vivido en nuestro tiempo estarían en primera fila liderando la lucha por la construcción de una sociedad SOCIALISTA.

Oscar Natalichio
25 de mayo de 2002

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