NOSOTROS O ELLOS Nº 48
CAPITAL, CAPITALISTA Y CAPITALISMO (9)
Hemos cubierto, en ocho números, lo que es capital y sus diferentes
clasificaciones y también hemos definido, sintéticamente lo que es el
capitalismo, como Formación Económico Social (FES) y sus nefastas
características. Nos resta definir qué es ser capitalista.
Comenzamos señalando las diferencias entre esas categorías de una manera
en extremo simple:
El Capital es originado por
la acumulación de plusvalía, para ser destinado a un proceso industrial con el
objetivo único de obtener más plusvalía. Es, en sus diferentes pasos: a) un
monto de dinero; b) una cantidad de Medios de Producción y Fuerza de Trabajo;
c) una mercancía terminada que contiene todo lo descrito en el punto anterior
más la plusvalía aún no realizada y d) nuevamente un monto de dinero, el que describimos
en el punto a), más la plusvalía obtenida.
El Capitalismo es una
Formación Económica Social, es un Modo de Producción (una manera de producir)
basada en la explotación del trabajo asalariado; inmerso en relaciones de
producción (relaciones entre los hombres que surgen en la producción,
distribución, intercambio y consumo de bienes; relaciones entre empresarios y
trabajadores).
El capitalista es una persona, que ha decidido serlo, conciente o
inconciente de lo que ello significa. La
clase que integra el capitalista es la clase burguesa, es la burguesía que
posee, como rasgo distintivo, la propiedad (compartida o no) de los medios de
producción y sus ingresos provienen de la plusvalía que obtienen mediante la
apropiación de una parte de la riqueza que el trabajador produce. Aquí observamos que, si el capitalista vive
considerablemente mejor que un obrero es gracias a la plusvalía (recuerden las
deducciones de Adam Smith reproducidas en NOSOTROS O ELLOS Nº 34); y
observamos, a la vez, que la plusvalía obtenida posee varios destinos, entre
ellos a formar Capital y a mejorar la vida del capitalista exitoso. Pero suceden casos, no muchos, en que un capitalista como
Engels, dedicara su fortuna en apoyar a un filósofo como Marx, y gracia a ese
apoyo económico Marx no sucumbió en la pobreza y pudo realizar su obra cumbre.
El Capital. Y ese capitalista que lo ayudó, fue, durante toda su vida, uno de
los más grandes revolucionario y teóricos del socialismo científico.
El Capital no es bueno ni malo, es necesario para producir y reproducir.
El Capitalista, puede ser bueno y puede ser malo, pero
no es necesario para producir.
El Capitalismo no podría ser bueno jamás, pero es una
etapa inevitable de la historia, de la cual hay que salir lo más rápidamente
posible pues es la única FES
que posee el poder y la intensión de destruir la vida humana.
Mencionamos en varias oportunidades las dos fases por las que transitó
el capitalismo y que se denominan: Fase I Capitalismo de Libre Competencia y
Fase II Capitalismo de los Monopolios o Imperialismo, que es la fase por la que
hoy atraviesa.
Hemos observado folletos o libros de gente situada en la “izquierda” que
menciona una “tercera fase”, considerando que esa tercera fase posee como rasgo
distintivo el predominio del capital financiero. Ese rasgo distintivo ya lo era
en la etapa o fase monopolista y adjudicarlo a una novedosa tercera etapa es
similar a que una persona que ha cumplido 50 años, decida empezar nuevamente de
20 y festeje su nuevo cumpleaños contándonos que cumple 21 y señala, como rasgo
distintivo, que ahora es más delgado.
Esto que acabamos de señalar, parece no muy académico, en especial,
porque no lo es. Pero repasemos los principales rasgos de la fase monopolista
del Capitalismo y pensemos (que para eso está la cabeza) qué condición
fundamental cambió. Pues una nueva fase es nueva pues hay cambios notables,
fundamentales, trascendentales y no simples variaciones cosméticas.
Quién más estudio y profundizó sobre el desarrollo de la FES capitalista
fue Vladimir I. Lenin, en especial en un trabajo denominado “El
Imperialismo, etapa superior de capitalismo” En dicho trabajo, este
gran revolucionario, escogió cinco rasgos de ese cambio a los que consideró
fundamentales para que se produjeran. Ellos son:
La concentración de la producción y el capital se ha desarrollado hasta
un grado tal que ha creado monopolios, que desempeñan un papel decisivo en la
vida económica.
Aquí Lenin explica que es desde el Capitalismo de Libre Competencia
donde se forma el monopolio. La libre competencia permite al más poderoso
avanzar sobre los más débiles. De esa manera adquiere una característica
propia, que es la concentración de la
producción en grandes fábricas o cadenas de fabricación; es la concentración
del capital financiero en poderosos bancos o cadenas de bancos, es la
internacionalización del monopolio y de su dominio, es la socialización de las
riquezas producidas por la Fuerza de Trabajo del Trabajador y, a la vez, la
privatización de ese esfuerzo en cada vez menos personas. Es la vigencia de la
oligarquía financiera. Obviamente, esa concentración les permite “desempeñar un papel decisivo en la vida
económica”. ¿Ha cambiado esto? NO,
sólo se acentúa cada vez más: más concentración y más poder para un grupo cada
vez más reducido que conforman el vértice superior donde se asienta el Estado
Mayor de la Gran
Burguesía.
La fusión del capital bancario con el capital industrial, y la creación,
sobre la base de ese capital “financiero”, de una oligarquía financiera.
Lenin, al estudiar la transición de la fase I a una fase superior, la II, observaba que
otro fenómeno se desarrollaba, el de la centralización
del capital; centralización que implicaba la unión de varios capitales en
uno solo (ver NOSOTROS O ELLOS Nº 46) como producto de la fusión o de la
absorción de empresas. Dentro de este proceso se produce la fusión de los
Grandes Capitales Bancarios con los Grandes Capitales Industriales, generando
con ello esa clase especial de la Gran Burguesía que se la denominó oligarquía
financiera, y es la que constituye ese vértice superior del que
hablamos. El capitalista (persona) que integra la Oligarquía Financiera ,
ese Estado Mayor que conduce el sistema, no puede ser “bueno” jamás: es,
sencillamente, un criminal, un genocida, un depredador y un ser enemigo de todo
lo humano. ¿Ha cambiado esto? NO,
sólo se acentúa cada vez más. Todos los días observamos que el proceso de
fusiones de empresas y de absorciones continúa. Ello lleva, en el 2013, a que el 0.7% de la
población mundial posea el 43% de la riqueza que en el mundo, anualmente, se
genera. (N.O.E. Nº 36).
La exportación de capitales, a diferencia de la exportación de
mercancías, adquiere excepcional importancia.
Lo señalaba Lenin con claridad cuando ese proceso recién se iniciaba.
Hoy es el que se “mueve” especulativamente por todo el orbe. No es una novedad,
es que, a medida que el tiempo transcurre, el capital financiero, parasitario y
depredador, que no produce plusvalía sino que se alimenta de la especulación y
el saqueo, es cada vez mayor y, en especial, es el arma más mortífera en manos
de esa oligarquía financiera. ¿Ha
cambiado esto? NO, sólo se acrecienta cada vez más y ello, dentro de la FES
capitalista es inevitable. Cómo se
forma y por qué no se evita lo demostraremos más adelante, ahora diremos que,
para ser efectivo su carácter depredador, el capital financiero debe
desarrollarse en todo el planeta por diversos canales y esa circulación ya comenzaba
a superar, en valor, hace dos siglos atrás, a la de las mercancías.
La formación de asociaciones capitalistas monopolistas internacionales
que se reparten el mundo.
Ford Motor Argentina no se llama así porque es argentina, sino para
saber dónde se encuentra esa particular “inversión” del monopolio Ford. En cada
país recibe un complemento con el nombre del mismo. Ford y todas las que le
siguieron fueron ocupando territorios en todo el planeta. La competencia
interimperialista puede sacar a un “actor” para reemplazarlo por otro. Los
Estados burgueses más progresistas pueden “nacionalizar” determinadas
actividades productivas, pero el proceso de copamiento de las principales
fuentes de riqueza del mundo se fue acentuando hasta 1917, cuando la Gran Revolución de
Octubre dio inicio a la crisis estructural y terminal del capitalismo. ¿Ha cambiado esto? NO, sólo se ha
acentuado y, al comenzar la crisis estructural, se ha agudizado la violencia y desesperación
del imperialismo pues ve mermados los territorios donde antes operaba con
impunidad total.
Ha culminado el reparto territorial de todo el mundo entre las más
grandes potencias capitalistas.
Esto ocurrió entre los siglos XVIII y XIX. Pero existían potencias
capitalistas que llegaron tarde al saqueo internacional. Y por ello se quedaron
sin territorio donde colocar sus excedentes de mercancías y de capitales. Para
obtener espacio no había otro camino que desalojar al ocupante y reemplazarlo.
Los medios “diplomáticos” no sólo no alcanzaban sino eran demasiado lentos, por
ello la guerra aparecía como una herramienta eficaz. Millones de seres humanos
fueron asesinados, mutilados, despojados, saqueados por ese afán de ganar
mercados a toda costa para seguir acumulando riquezas. ¿Ha cambiado esto? NO, sólo se ha acentuado y, si las guerras no
son mundiales, no por ello dejan de existir países ocupados militarmente y
guerras localizadas. Aún así, el peligro de una guerra mundial existe, y ello
ha llevado a China Comunista a construir el más poderoso ejército defensivo que
existe hoy en el mundo, con la tecnología más avanzada y un nivel de conciencia
y organización que no puede lograr el imperialismo, pues la cohesión la mantiene por medio de mercenarios o
drogando a sus integrantes.
Uno puede preguntarse: ¿cómo es posible que Lenin observara con tanta
claridad procesos que se iban a desarrollar decenas de años después?
Simplemente diremos, en esta parte, pues después abordaremos esta cuestión más
detalladamente, que Lenin era marxista,
lo que es de por sí una obviedad. Pero de obviedades están hechos muchos
caminos. Igual vamos a anticipar que la filosofía marxista (científica) ha
producido una verdadera revolución en la Historia de la filosofía. Hasta Marx ,
la filosofía en su conjunto, de Tales a Hegel, de todos los materialistas y
todos los idealistas, se concentraban en dar una explicación, coherente o no,
de lo que era y había sido el mundo, a partir de la filosofía marxista, además
de entender la historia, se plantea transformarla. Y, lo más importante: ese “entender”
contiene la posibilidad de prever que es
lo que va a suceder en el futuro. Al utilizar el marxismo como herramienta
de análisis, Lenin pudo prever los nefastos efectos que el imperialismo
produciría sobre nuestro planetas, no todos esos efectos, no en detalles
menores, pues no fue un “adivino”, sino un genial estadista que estudiaba
profundamente la realidad y observaba hacia adonde se dirigía el planeta
mediante la acción política de las grandes mayorías cuando éstas adoptan la
filosofía y la ideología que corresponde a sus reales intereses y se desprenden
del dominio cultural al que son constantemente sometidos.
Oscar Natalichio
Centro de Investigaciones
Económicas y Sociales (CIEYS)
30/11/2013