jueves, 27 de febrero de 2014

NOSOTROS O ELLOS Nº 89

Los medios de comunicación y su contribución a la idiotización de las capas medias.

Una de las condiciones que los medios tienen en cuenta es que, para idiotizar a parte de la población, requieren periodistas idiotas, es decir, periodistas que entren “en sintonía” con aquellos sectores de la población que, independientemente de su formación cultural, son propensos a creerles y hasta seguirles, basados en la mediocridad que poseen, mediocridad que les impide pensar con su propio cerebro, pensando entonces con el de los idiotas que fueron seleccionados como periodistas de los grandes medios de comunicación en poder o al servicio de la denominada oligarquía financiera, también nombrada como grandes corporaciones, como formadores de precios o, más acertadamente, como capitalismo monopolista o imperialismo.

No todos los periodistas de esos medios son idiotas, los hay también mercenarios, carentes de todo principio y dispuestos a toda perversidad que lo destaquen sobre los demás, en una feroz competencia para demostrar quien es el más brutal de todos.

Nuestro diccionario describe como idiota  en cuatro acepciones: 1) que padece de idiocia; 2) engreído sin fundamento para ello; 3) tonto, corto de entendimiento y 4) (en desuso) carente de toda instrucción.

“Idiocia” significa: Trastorno caracterizado por una deficiencia muy profunda de las facultades mentales, congénitas o adquiridas en las primeras etapas de la vida.

Tomemos por ejemplo a Marcelo Bonelli: no hay dudas de que le cabe las cuatro acepciones, incluida la número 4 que está en desuso, aunque esa acepción puede ser amortiguada por el entorno ya que “instrucción” significa caudal de conocimientos adquiridos y, podría ser que haya recibido ese caudal con contenido falso y que no haya profundizado sobre el mismo, lo que equivale a reemplazar “carente de toda instrucción” por “mediocre”, término que ya hemos analizado en profundidad. Esto es lo mejor que podemos opinar sobre Bonelli, periodista “emblemático” del diario Clarín, pues si no es estúpido es mercenario, categoría mucho más grave e intencional.

Mercenario es el que por una paga ofrece sus servicios a una potencia extranjera. Algunos mercenarios pueden serlo por idiotas, pero, en general, el mercenario hace de su acción una profesión: si tiene que matar, mata, si tiene que torturar, tortura, si tiene que robar, roba, si tiene que difamar, difama, si tiene que mentir, miente. Y todo ello lo hace para el mejor postor, es decir, si mañana alguien del signo contrario le ofrece más “estipendio” no duda en cambiar de vereda y realizar la misma tarea para otro contratista. Lanata es el ejemplo más puro de un mercenario, ya que de idiota no tiene nada y todo lo que hace lo hace sabiendo el daño que produce.

Hasta ahora nos referimos a dos “periodistas” al servicio de los medios fascistas. Pero no todo se reduce a “periodistas”. También existe una jauría de economistas que cumplen los dos requisitos. Podemos señalar a muchos, pero vamos a nombrar al más destacado de ellos, al mercenario más idiota: Carlos Melconian. La condición para ser economista de las corporaciones es no saber economía. Y Melconian cubre con holgura ese requisito. Es, se podría afirmar, el economista de los mediocres más mediocres. Para creerle a este personaje hay que ser idiota en las cuatro acepciones, por que con una o dos no alcanzarían.

La lamentable lista de “periodistas”, “economistas”, “sindicalistas”, “políticos”, etc. que transitan entre idiota y mercenario es extensa, pero no es intensión de este artículo centrar en ellos: que dios los proteja, pues si hay infierno, van derechito.

Lo preocupante es que, en la sociedad, en especial en las capas medias de la sociedad, se manifiesten una gran cantidad de idiotas, formados por los medios y hasta por sus propios medios. Ello para cualquier nación es un hecho de gran gravedad. Ya formados como idiotas actúan en consonancia con el nivel adquirido y van más allá aún: se niegan a salir de su idiotez.

Le demostramos a un idiota que Lanata le miente, se lo demostramos con pruebas contundentes y el idiota, teniendo la posibilidad de ir dejando de serlo, se empeña en “apoyar” al que lo engaña. Esa categoría de idiota puede definirse como “idiota irrecuperable”, es como un drogadicto que sabe que la droga lo mata tarde o temprano y se niega al tratamiento o, peor aún, se niega a reconocerse drogadicto. No obstante es de señalar que ser drogadicto es una enfermedad y ser idiota una elección.

En una sociedad como la que vivimos, en una etapa que puede denominarse de transición hacia “algo mejor”, es necesario saber cómo operar con los idiotas que le dan cierto sustento de masas a las grandes corporaciones, corporaciones que, cuando incrementan desmedidamente los precios, cuando saquea los bolsillos, no hace distinción entre sus idiotas adictos y los no idiotas no adictos. De allí que a los idiotas adictos se los pueda considerar útiles a los intereses de los monopolios, o, más sintético, “idiotas útiles”.

El primer paso no es transformar al idiota en no idiota, pues sería una tarea tremendamente difícil y compleja. El primer paso es evitar que se incremente el número de idiotas útiles a sus verdugos, y ello se logra con la educación y la formación política. Aquellos que aún no lograron la categoría de idiotas o de mediocres son los que pueden contribuir enormemente a detener ese proceso de degradación que significa la reducción inducida al servilismo y al cipayismo de parte de la población por parte de los monopolios.

Vamos a señalar algunos pocos ejemplos de lo que el idiota no sabe o no le interesa: en 1975 sucedió el denominado “Rodrigado” (por Celestino Rodríguez) donde el peso se devaluó un ¡719%! Subiendo los combustibles (naftas) un 180%, la electricidad y el gas un 50%, los colectivos un 75% y el subte más del 150%. Ello fue llevando del 48% al 30% la participación de los trabajadores en el ingreso nacional y del 52% al 70% el ingreso de las empresas. En 1981, en plena dictadura, con Sigaut y Alemann, el peso se devaluó un 230% bajando la participación de los trabajadores sobre el ingreso al 22%. De esa manera del 48 de 1975 se pasa al 22 de 1981. En sólo seis años se transfieren salarios a ganancias empresarias, las que pasan del 52% al 78%. En el año 1989 la paridad cambiaria supera el ¡2000%! Se aplica la Ley de Emergencia Económica, se suspenden todos los subsidios, se privatizan las empresas estatales a precio vil, se incrementa la desocupación y la sub-ocupación, aumenta hasta el 50% la pobreza y casi llega al 20% la indigencia. Al incrementarse la pobreza a tal nivel y, en el 2001, al alcanzar la desocupación el 25% de la población económicamente activa, nuestro país se encontraba en un descalabro tal, que muchos idiotas salieron por primera vez con las cacerolas para reclamar que le devuelvan los “ahorros” sin ver más allá de esa corta e interesada visión. Se pasó por unos días de ciencia ficción en donde “ahorristas y piqueteros son todos compañeros”. Hoy, el idiota y el mediocre defiende y añora esos años donde fue saqueado, y se empeña en ser útil a los saqueadores, en una década donde la población trabajadora (incluido los idiotas) han ido recuperando gradualmente su participación en el ingreso (del 31% del 2003 al 41% del 2012).

Seguiremos señalando lo que el idiota no sabe o no le interesa: los poderosos formadores de precios, las grandes corporaciones internacionales y nacionales, mantienen y acrecientan su “tasa de ganancias” mediante la carestía, es decir, mediante el incremento indiscriminado de los precios. No los aumenta el gobierno, los aumentan los grandes empresarios que arrastran a los demás comercios a hacerlo. Cada aumento de un producto equivale a una disminución de la capacidad de compra del salario y una disminución de la participación de los asalariados en el ingreso total, transfiriendo parte de sus salarios a las ganancias empresarias. Los idiotas han encontrado un Caprile autóctono en Sergio Massa que propone, por ejemplo, disminuir “el gasto público” (una forma de expresar hay que terminar con los subsidios, con la asignación universal por hijo (AUH), sin percibir (por eso se es idiota) que la luz, el agua y el gas sin subsidios se incrementará un 200%, que el transporte sin subsidios se incrementará un 300%  y que ese incremento significará una gigantesca reducción del salario real de total de los trabajadores incluido el idiota dentro de ese total. Y además, esto es válido para el idiota empresario pymes, que si se elimina la AUH, los otros subsidios, los reajustes semestrales de las jubilaciones y las paritarias, le van a vender a magoya o a los marcianos. Pues si han mejorado su facturación es consecuencia exclusiva de que hay más consumo. Las grandes corporaciones no dependen del consumo interno, las pequeñas y medianas empresas sí, de allí que resulte necesario que los empresarios no idiotas se dirijan fraternalmente a los empresarios idiotas y mediocres y le expliquen esta ley natural: más consumen, mejor me va. Y el caprilito local, traidor, mercenario y trepador, propone reducir las retenciones (eliminarlas parcialmente). De esa manera propone que los muy ricos dejen de pagar 10 mil millones de pesos mientras los ajustes a los más pobres se reducen en similar monto. El idiota festeja ese proyecto massista y también festeja la idea de volver a las AFJP que, de haberse mantenido, la jubilación mínima de hoy sería de 581 pesos y no casi 3000 como lo es.

Pero el dominio cultural es tétrico. Por ejemplo, muchas personas del gobierno y de sus aliados, incluso de la izquierda, hablan de “procesos inflacionarios”, hablan colocando el centro en la palabra “inflación”, algunos, más eruditos, mencionan “inflación de costo”. Es lamentable que el dominio cultural de los monopolios haya llegado tan lejos. En nuestro país no hay inflación, no hay emisión descontrolada de dinero sin respaldo en bienes producidos o en ingresos netos de la balanza comercial, ni déficit de presupuesto. Lo que sí hay en nuestro país es un formidable ataque especulativo y saqueador de las grandes corporaciones,  formadoras de precios. La inflación es responsabilidad de los gobiernos, la carestía, de la especulación y el saqueo de las grandes empresas. Entender esto es muy necesario. El gobierno no es responsable de los incrementos desmedidos de precios, en todo caso, podría ser responsable de no actuar adecuadamente frente a ellos. Pero los grandes empresarios, aquellos que en su momento generaron los golpes militares y hoy optan por los golpes de mercado, son los verdaderos criminales y empobrecedores de los trabajadores en general. Esos grupos son tan poderosos que quiebran la resistencia de los gobiernos progresistas que creen poder “encarrilarlos”. Por eso, la carestía producto de la especulación y del saqueo debe ser derrotada por la población en su conjunto, sin esperar que, el sector idiota de la misma, participe. Lograr al menos, que los idiotas se queden en sus casas viendo por TV a los que luchan. La inflación es un fenómeno financiero, la carestía es una acción política de los monopolios para mantener y acrecentar su cuota de ganancias. No es la misma cosa. Sobre lo primero, sobre la inflación, seríamos “todos culpables”, sobre lo segundo, sobre carestía, los culpables tienen nombres y apellidos, e integran la nefasta Asociación de Empresarios “Argentinos”, especialistas en golpes de cualquier naturaleza.

Esos empresarios están emparentados con los denominados “fondos buitres” y mantienen bonos de la deuda que pretenden rescatar a valores nominales, es decir, bonos que adquirieron entre 20 y 25 centavos de dólar reclamando que se les devuelva a 1 dólar más los intereses y en un solo pago. Son 1.330 millones de dólares, parte de la deuda generada por gobiernos anteriores a los K. Cuyos gestores no sólo aceptaron comisiones altas, intereses altos, sino renunciaron a la soberanía nacional, al permitir que los diferendos se resolvieran el las cortes de los buitres, de los EEUU. Los idiotas presionan para que se les paguen a los buitres sin tener en cuenta que ello puede significar que los acuerdos logrados con los que aceptaron el canje (92,4%) caigan si se paga el reclamo a los usureros, y si caen, la deuda se incrementa considerablemente, condicionando a todos los argentinos por varias generaciones. Los idiotas aspiran a que eso suceda.

Esos mismos idiotas son los que aceptan como ciertas las noticias de las “represiones” por parte del gobierno de la hermana Venezuela. No importa que las pruebas que muestran los medios sean falsas y que respondan a represiones en Chile, o en Bulgaria o Brasil y en otros años. No importa, pues los idiotas útiles a las grandes corporaciones ansían a que un gobierno elegido democráticamente, que triunfara en las 18 elecciones que participó, sea “volteado” por el fascismo. Los idiotas le creen a Obama y a los EEUU, los que llegaron al límite increíble: tercerizaron las torturas y los secuestros, y son los que mantienen la cárcel de Guantánamo con personas que secuestran sicarios en diversos países sin ningún tipo de garantías, sin saber quienes son los detenidos. Vergonzoso papel es el del idiota.

Si algún lector cree que me excedí, que me lo haga saber. Si cree que fui condescendiente, también.

Oscar Natalichio
Centro de Investigaciones Económicas y Sociales (CIEYS)
26 de febrero de 2014

lunes, 24 de febrero de 2014

NOSOTROS O ELLOS Nº 90

¿Qué entendemos como fascismo, o nazismo o falangismo?

El siguiente artículo fue escrito en el año 2008 pero recobra vigencia permanentemente. Hoy, el pueblo atacado por esos criminales es la hermana República Bolivariana de Venezuela. Las bandas mercenarias y los cipayos, financiadas abiertamente por los EEUU, producen desolación y muerte sobre la población y los bienes públicos y privados. Los diarios de las corporaciones difunden noticias falsas y tratan con ello de que se visualicen como agresores los agredidos. Los vergonzosos “periodistas”, en realidad mercenarios, se encargan de propagar las mentiras como verdades. En el fascismo no hay lugar para ser digno u honorable, no hay lugar para ser honrado, ni solidario, ni sensible. El fascismo sólo propaga el odio contra el semejante y contra el amor. Sólo propaga violencia contra la armonía y la paz. Una considerable parte de las capas medias de la población apoyan a los representantes de la muerte sin sospechar que ellos también serán sus víctimas si el terror triunfa.  

Cuando hablamos de fascismo pareciera ser que nos estamos refiriendo al fenómeno italiano; cuando en cambio nos hablamos de nazismo pareciera ser que nos estamos refiriendo a la teoría y práctica aplicadas en Alemania; y si de falangismo se trata nos ubicamos en España.

Esas particularidades que distinguen al fascismo del nazismo y del falangismo son sólo periféricas. En realidad, lo que éstos tienen en común, supera notablemente a esas “diferencias” que les otorga la nación donde se desarrolla.

En realidad fascismo, nazismo y falangismo son sinónimos, por eso utilizamos más frecuentemente el término fascista para definir cualquier modalidad en que se presente. Hay, pues, fascistas en todos los países y no sólo en esos tres mencionados. Ahora definiremos al fascismo en sentido general.

¿Es una dictadura? Sin ninguna duda lo es, pero eso no lo explica. Participa de las dictaduras históricas de los fuertes sobre los débiles, de los ricos contra los pobres, de una minoría contra una mayoría, de una clase social dominante contra las otras clases sociales. Pero la dictadura del proletariado también es una dictadura aunque de signo inverso, es el sometimiento de la minoría explotadora al poder del pueblo.

El Estado parlamentario burgués es también una dictadura. Como toda dictadura practica la violencia, pero es una violencia disimulada, ocultada bajo leyes que parecen proteger al individuo, pero tratadas por jueces que le cambian el contenido en sus fallos.

El Estado parlamentario burgués le otorga al individuo la posibilidad de optar por uno que otro candidato, que este ciudadano no conoce o sólo conoce por los medios. No elije, opta, y esa posibilidad le hace creer que es libre. La diversidad de partidos políticos le refuerza esa idea de que puede “elegir” libremente, cuando en realidad apenas puede optar por una lista de la que jamás participó en seleccionar.

La manifestación de la dictadura en el régimen burgués no se descubre a simple vista. Sus estructuras están cuidadosamente disimuladas en leyes, decretos, manifestaciones de intelectuales que la respaldan, etc. Creemos ser libres porque en cierta y limitada forma lo somos. La gran cantidad de revistas y diarios, en aparente competencia entre ellos, nos hacen creer que existe cierta libertad de prensa, como si cualquiera de nosotros pudiera expresar masivamente nuestras ideas o nuestras denuncias. Es la democracia burguesa, la que se llena la boca con las palabras libertad, fraternidad, democracia, justicia, equidad.

El fascismo es la democracia burguesa cuando ésta se coloca al servicio de los grandes grupos económicos. Es la democracia sostenida por los grandes monopolios mientras esa democracia no lesione sus intereses. Cuando los lesiona, cuando comienza a lesionarlos o cuando suponen que pueden lesionar sus intereses, los monopolios reniegan de su “democracia”, de su solapada dictadura y la reemplazan sin miramientos por una dictadura feroz, sangrienta, que ya no oculta nada, que ya no disimula nada. Esa dictadura cruel, esa dictadura criminal, que no respeta nada (ni siquiera la democracia burguesa) y en particular la vida, es el fascismo.

Podría definir al fascismo de esta manera: Es la continuación de la democracia burguesa y formal cuando las corporaciones, en su democracia, no puede ejercer más su dominio sobre las masas o cuando los gobiernos progresistas intentan poner ciertos límites al despojo de los monopolios y ellos ven, en esas medidas, una seria reducción a sus cuotas de ganancias.

El fascismo le quita la careta a la democracia burguesa y actúa sin disimulo aplicando el terror, los asesinatos, las torturas, el saqueo… violando todas las leyes existentes, la mayoría de las cuales fueron impulsadas por el mismo sistema burgués.

Y ello lo puede hacer sin remordimiento alguno, pues es el fascismo la manifestación política del imperialismo, es decir del capital monopolista y de sus aliados oligárquicos. Es el fascismo el que ataca no sólo a los trabajadores sino también a aquellos sectores burgueses que no alcanzaron a convertirse en monopolios y que giran entorno a los pequeños y medianos emprendimientos.

El fascismo le permite a los monopolios “poner en orden” los países donde actúan. Ello lo logran o intentan lograrlo eliminando masivamente a los trabajadores que luchan por una distribución mejor de la riqueza que ellos mismos producen, Luchar por una mejor redistribución de la riqueza es un pecado grave, pues de distribuirse algo mejor, esta distribución sólo puede hacerse disminuyendo la cuota de ganancias. Y los monopolios tienden siempre a mantenerla e incrementarla.

Cuando su signo pesos está en riesgo las matanzas y el terror reemplazan a las democracias burguesas, pues ya no le son útiles, aunque, ¡qué paradoja!, tampoco nos son útiles a nosotros, los que queremos otro tipo de mundo.  Y esa paradoja hace que muchos no adviertan el peligro que nos acecha si la democracia burguesa es cambiada por el fascismo de los monopolios y no por un proceso revolucionario.

Y por no advertir ello es que algunos sectores populares deducen que lo que está sucediendo es cuestión entre burgueses, entre distintos capitalismos, y no una cuestión de vida o muerte, una cuestión donde lo principal es poner el acento y la lucha en evitar que el gobierno de los monopolios se instale y comience desde el Estado burgués, ahora devenido en Estado Terrorista de la gran Burguesía, a secuestrar, torturar, asesinar, robar, imponer a sangre y fuego pautas económicas y culturales.

Nosotros tenemos la experiencia y debemos aprender de ella. Ya llevamos en la historia el grosero error de habernos declarados neutrales frente al golpe de Uriburu considerando que el problema era entre Hipólito Irigoyen y los golpistas, que se arreglen entre ellos. “No es nuestra lucha” declaraba la combativa FORA. La FUA fue más allá, pues miraba con simpatía el acceso de Uriburu al poder.

El Partido Comunista aprobó un rechazo al golpe sólo 24 horas antes de producirse pues se venían debatiendo semanas para decidir si se repudiaba o no. ¡Y cómo nos marcó ese golpe a los argentinos! El neutralismo de la FORA y la complacencia de la FUA tuvieron como respuesta el asesinato y la detención de muchos de sus miembros.

Nosotros tenemos experiencias y debemos aprender de ellas. El golpe del 24 de marzo de 1976 no fue un golpe militar, tampoco un golpe cívico militar aunque contó con la complacencia de muchos sectores civiles, fue más que otra cosa, un golpe empresario, un golpe planificado por los empresarios representantes de los grandes monopolios.

Para llevar adelante sus proyectos económicos necesitaban contar con el camino libre, necesitaban realizar un genocidio, necesitaban asesinar y torturar sin que ninguna ley se interponga, necesitaban reemplazar al Estado burgués por el Estado Fascista.

Dicho genocidio, es decir el exterminio de los combatientes por una más justa distribución de la riqueza, los que luchábamos por un país mejor, con justicia social, con oportunidad para todos, fue planificado y ordenado por el denominado CONSEJO EMPRESARIO ARGENTINO, que hoy opera con el nombre de ASOCIACION EMPRESARIA ARGENTINA. Ellos lo planificaron y encargaron a sicarios a ejecutarlo. Esos sicarios eran militares, periodistas, políticos e intelectuales decididos a ocupar espacios que de otra manera jamás lograrían o por hijos de puta nomás.

Y esos empresarios, pulcros, educados, con perfumes franceses y de buenos modales, entregaban a los sicarios la lista de los “delegados molestos” que ponían freno a la producción de sus empresas, de los que subvertían el orden, de los que en escuelas y universidades infectaban mentes y hasta de algunos empresarios que estaban creciendo y ponían en duda sus negocios. Pero no solo eso, por ser los planificadores del genocidio, se reservaron para ellos todos los cargos operativos, comenzando, por supuesto, con el Ministerio de Economía.

El director del grupo financiero Roberts, Eduardo Oxenford, pasa a ocupar el directorio de YPF y luego el Ministerio de Industria y Minería. Otro del grupo Roberts (y vaciador del Banco de Italia) había sido ministro con la dictadura de Onganía de Energía, Obras y Servicios Públicos.

Eduardo García del banco Shaw, de Dálmine Siderca y de FIEL promueve a Guillermo Klein como Secretario de Coordinación y Programación.

Armando Braun, del grupo Braun Menéndez Betty coloca su experiencia de genocida de poblaciones originarias, lo que le permitió, además de apropiarse casi cinco millones de hectáreas, ser considerado como “miembro honorario” por la Sociedad Rural y la Cámara de Comercio.

Y el puesto mayor, el de Ministro de Economía, reservado para los presidentes de esos grupos fascistas: Krieger Vasena en la dictadura de Onganía y el genocida pero también asesino Martínez de Hoz en la dictadura empresarial del 76.

El fascismo es eso, es la expresión política de los grandes monopolios. Es el camino que esos monopolios imponen cuando la democracia burguesa no les sirve. NO LO DEJEMOS PASAR PUES EL FASCISMO NO ATACA A LOS DELINCUENTES, ATACA A LOS QUE LUCHAMOS POR UN MUNDO MEJOR.

Artículo escrito el martes 13 de mayo de 2008 para la UPMPM por Oscar Natalichio, Secretario de Extensión.


Oscar Natalichio
Centro de Investigaciones Económicas y Sociales (CIEYS)
24 de febrero de 2014

jueves, 13 de febrero de 2014

NOSOTROS O ELLOS Nº 89

INGRESÁ AL MUNDO DE LA REALIDAD OBJETIVA

El 24 de marzo de 1976 quedará registrado en nuestra memoria como la fecha más oprobiosa de la historia de nuestro país. Una fecha para nunca olvidar, so pena que el olvido se convierta en una repetición de un período regido por criminales profesionales especializados en asesinar, torturar y robar a personas inocentes, a mujeres y a niños, siempre, lo que indica su cobardía, que las víctimas se encuentren indefensas, no armadas y sin iglesia y justicia que los acoja y defienda.

Se trató de un genocidio, y éste no es producto de irracionales reacciones de furor, no es producto de antojadizas acciones para demostrar que son “dioses” que resuelven sobre la vida y la muerte porque así se les ocurre.

Un genocidio se planifica meticulosamente. Se busca ejecutores materiales de la muerte, se les provee de los elementos necesarios, se les garantiza protección. Un genocidio no es producto de arrebatos ni de trastorno de la razón. Hay objetivos claros, precisos, llevados adelante por un grupo pensante, con plena conciencia de lo que se propone y sin ningún tipo de escrúpulo. Sin límites para cometer y hacer cometer los crímenes en masa que sean necesarios para proteger sus intereses económicos.

Remarcamos “intereses económicos”, pues es allí donde se encuentra el objetivo central de las grandes corporaciones que fueron y son los causantes de las desgracias de nuestro pueblo. Fueron esas corporaciones las que, por intermedio de sus personeros, reunidos entonces en el denominado Consejo Empresario Argentino (CEA), planificaron la muerte, el saqueo de la nación y el empobrecimiento general de nuestro pueblo.

Ese consejo, que hoy continúa como “Asociación Empresaria Argentina” fue el Estado Mayor de los golpes de Estado y sus presidentes, Adalbert Kriguer Vasena y José Alfredo Martínez de Hoz, pasaron a ser los ministros de Economía durante los golpes de Onganía y Videla, hecho para nada casual.

Los militares de entonces jugaron el papel más miserable que puede jugar un ejército: asesinar a su pueblo por orden de una minoría no solo económicamente poderosa sino mayormente extranjera y antinacional. ¡Triste papel de esos “generales” que mancillaron la trayectoria histórica de un ejército libertador de las américas para pasar a jugar el papel de mercenarios y sicarios de las corporaciones!

Ese “Estado Mayor” de la oligarquía financiera estaba (y está aún) integrado por  delincuentes y criminales de guantes blancos, todos grandes empresarios y representantes de grupos monopolistas: entre ellos figuraban Eduardo Oxenford del grupo financiero Roberts, quien se encargó de YPF y del ministerio de Industria y Minería durante el “proceso”. Lo acompañaron Luís María Gotelli, de Pirelli y Hirían Walter, latifundista miembro de la Sociedad Rural, que fuera ministro de Energía y Obras y Servicios Públicos en la dictadura de Onganía y junto con el Grupo Macri y Eduardo Mayer activos vaciadores del banco de Italia y Río de la Plata. Federico Zorraquín, el del “voto calificado”, cabecita blanca del grupo Garovaglio-Zorraquín, presidente de la petroquímica Ipako, miembro de la Sociedad Rural y presidente de ADEPA (Asociación de Bancos Argentinos). Eduardo García, del banco Shaw y de Dálmine Siderca y FIEL, quien le otorga a Guillermo Klein la Secretaría de Coordinación y Programación en la dictadura. Armando Braun, del grupo Braun Menéndez Betty, genocida de los pueblos originarios y de trabajadores rurales obteniendo por ello cinco millones de hectáreas y el título de miembro “honorario” de la Sociedad Rural y la Cámara de Comercio. Francisco Soldati quien pasa a ser director del Banco Central y de los bancos Galicia, Español y Crédito Argentino. Y los denominados “tanques pensantes” donde se lucían mientras se secuestraban niños, se torturaba y se asesinaba, José Luís Machinea, Felipe Domingo Cavallo, Juan y Roberto Alemán, José dañino Pastores, Jorge Webe, Oscar Camillón, Adolfo Diz, Evaristo Evangelista, Lorenzo Sigaut, Nicanor Costa Méndez y otros cipayo y mercenarios.

¿Qué sucede con ellos? Nada. Continúan sus operaciones golpistas. Cuando no pueden contar con esbirros sacados de las fuerzas armadas, arman planes de desestabilización con el apoyo de nuevos mercenarios, surgidos del periodismo vergonzante, respondiendo a las directivas de sus amos sin ruborizarse. La ahora Asociación Empresaria Argentina (AEA), se nutre con nuevas caras y muy parecido nombre, y opera para derrocar gobiernos elegidos democráticamente, a través de la carestía, del incremento indiscriminado de precios, en especial, de los artículos de primera necesidad. Sus crímenes y sus acciones nunca han sido juzgadas ni han merecido el castigo de una “justicia” afín a sus intereses y del temor que aún genera enfrentarlos.

Ese nuevo “Estado Mayor”, está integrado por: Jaime Campos (mercenario de carrera y presidente de la AEA); Pagani Luis (Arcor); Rocca Paolo (Techint); Magneto Héctor (Grupo Clarín); Bagó Sebastián (Bagó); Miguens Carlos; Roggio Aldo; Cartellone José; Coto Alfredo; Pescarmora Enrique; Rattazzi Cristiano (Fiat); todos ellos vice-presidente de la AEA. También Acevedo Miguel (Aceitera Dehesa); Grimoldi Alberto como secretario y tesorero; Elstain (IRSA); Grobocopatel; Saguier (La Nación); Arguelles (Sidas); Braun (La Anónima); Hojean (BGH); Aufiero (Medicus); Cristófani (Santander-Río); Karagozián (TN&Plates); Roemmers; Kemma (Cencosud); Estrada; Morita; Lacroce y Bameule; todos estos como vocales culminando así el “estado mayor” de los saqueadores. A ello se le suma la “Mesa de Enlace” integrada por la Sociedad Rural (Biolcatti); la vergonzosa Federación Agraria (Buzzi-De Angelis), las Confederaciones Rurales (Llambía) y CONINAGRO (Garetto). Todos esos grupos de cipayos agregar al final de su sigla la palabra “Argentina”. La lista de mercenarios es también bastante extensa, comenzando por el zar mayor, Jorge Lanata y continuando con Nelson Castro, Carlos Pagni (La Nación), Tata Cofre (ex SIDE); Mariano Grondona (fascista declarado); Luis Majul (La Nación); Marcelo Longobardi (Radio Mitre): Marcelo Bonelli (el “Idiota” de Dostoyevsky pero con maldad); María Santillán y la Bonelli femenina: Mercedes Ninci, entre otros.

También entre los mercenarios hay políticos (los primos Macri; la mitómana Carrió; el caballero de la triste figura “socialista” Binner; el ilustre Cobos, ejemplo de honorabilidad; algunos que usan la camiseta del Che y los discursos de Lenin pero se ubican en el monumento a la bandera, etc. Sindicalistas como Moyano y Micheli, Barrionuevo, etc.

También rotan en la desestabilización algunos nefastos personajes que atacan a nuestro país mientras hacen negocios espurios, como ejemplo señalamos a Paúl Singer, representante de los fondos buitres que logró secuestrar la Fragata Libertad en Ghana y que es, además, accionista de Iron Mountain, la empresa que en barracas quemó la documentación de operaciones ilegales de bancos y exportadores, al igual que en otros cinco países, pero en el nuestro ocasionando la muerte de nueve trabajadores. Empresa habilitada irresponsablemente en el 2007 y promocionada por Mauricio Macri en su “polo” tecnológico.
  
Ese “estado mayor ampliado” empresario (AEA + Mesa de Enlace) factura el 30% del PIB y “da” trabajo a 400 mil personas, es decir, a un poquito más del ¡2%! de la población económicamente activa. Ese enorme poder que ataca a 18 millones de trabajadores, solo puede ser contrarrestado por nuestra acción política.

Por eso es bueno recordar en este nuevo 24 de marzo que no debemos dejar que nos arrebaten nuevamente el futuro y para que nos unamos todos para derrotarlos definitivamente, pues esa es la única manera de poder recorrer la historia sin dramas y en armonía.

Pueblo o corporaciones. Patria o Colonia. Vida o Muerte. Por allí pasa el “saber elegir”.

Para que nunca más miles de jóvenes, trabajadores, estudiantes, niños, mujeres, ancianos, sufran robos de personas, saqueos, torturas y muertes para satisfacer el apetito de las corporaciones en un mundo donde 85 personas, las más ricas, poseen ingresos superiores a 3.600 millones de personas, las más pobres.

Repetimos este horror: vivimos en un planeta donde sólo 85 personas acumulan la riqueza de la mitad de la población mundial.

Ese “estado mayor” local que describimos y que es el generador de los crímenes y desgracia de nuestro pueblo, posee su expresión mundial en la gran burguesía u oligarquía financiera con centro en los EEUU y en el dólar. En nuestros cursos de economía política y social científica desenmascaramos a esa criminal organización capitalista y al capitalismo monopolista en toda su esencia.

Es la oligarquía financiera, el imperialismo, que ataca a todos los intentos de independencia económica, aún a los más modestos. Es la oligarquía que intenta por la fuerza derrocar a gobiernos “populistas” como Venezuela, Bolivia, Argentina, Brasil, Uruguay y otros de Nuestra América y del mundo

En el desarrollo de nuestro programa basado en el análisis que nos brindan herramientas científicas como son el materialismo histórico y el dialéctico, analizamos detalladamente los fenómenos sociales, por qué se producen, hacia dónde nos conducen y cómo desembarazarnos de ellos cuando son nocivos.

Mostramos cómo se transita, en el capitalismo monopolista, hacia el predominio del capital financiero y cómo ello es, en esta formación económica-social (en este sistema), un proceso inevitable.

De esa manera explicamos por qué surgen paradojas como estas: donde casi la mitad del crecimiento financiero que acumulan pocos, surge de la renta y no de la producción, es decir, surge de la especulación y no de la explotación como décadas anteriores. O porqué países pobres pero poseedores de enormes riquezas minerales otorgan a las multinacionales desgravaciones fiscales cuando en sus patrias mueren, antes de los 5 años, casi el 15% de los niños nacidos, especialmente por hambre y la esperanza de vida de su población apenas supera los 50 años de edad.

Analizamos el mundo real, no el que vemos, sino el que es. No el mundo que nos hacen creer los centros de estudios, en general conducidos por el sistema dominante (o la cultura dominante), sino el que logramos desenmascarar metiéndonos en las entrañas del monstruo. Y ya dentro de él, el papel que juegan los medios de comunicación, el de las universidades tanto privadas como públicas, el de los partidos políticos, el de los sindicatos, el de las organizaciones sociales, el de las extrañas ONG, el papel del infantilismo político tan pernicioso y las inestabilidades de las capas medias, intelectuales algunos, mediocres las más y temerosas la mayoría. También, el triste papel de los renegados.

El temor al conocimiento, el temor a aproximarnos a la realidad objetiva, no es otra cosa que el miedo a ser libres.


Oscar Natalichio
CENTRO DE INVESTIGACIONES ECONÓMICAS Y SOCIALES (CIEYS)

Febrero de 2014.
NOSOTROS O ELLOS Nº 88

MANTENER NUESTROS PRINCIPIO Y RESPETAR EL DE LOS ALIADOS

Para aquellos que nos definimos como marxistas-leninistas, o para aquellos que dicen serlo, pues con palabras todo se iguala y toda revolución se hace antes (años atrás desde un bar, ahora por correo electrónico), reconocemos que coincidimos en el objetivo: construir el socialismo, más tarde, o más temprano, abstracto o real.

También existen otros sectores no marxistas que aspiran a la construcción de una sociedad socialista. Es decir, nos iguala el objetivo y, mucho más, nos debería igualar los principios que sustentamos para arribar a ese objetivo, siendo más difícil, mucho más difícil, penosamente más difícil, coincidir en el camino que debemos recorrer para alcanzar esa gigantesca meta.

¿Podría alguien criticarnos porque dentro de los Principios Socialistas no se contempla la existencia de la propiedad privada de los medios de producción? Desde ya que sí. Pero esa crítica es una crítica de clase, ya que debería provenir de los sectores que consideran (como principio) que ese tipo de propiedad privada debe existir. Que sea compartida con el Estado, que sea exclusivamente de capital “nacional” es otra cuestión, no menor, por supuesto, pero cuestión que no debe ser tratada dentro de una gran bolsa.

¿Porqué un sector progresista (digamos) de la burguesía nos criticaría o, al menos, no suscribiría la idea de la propiedad social para toda la sociedad (recuerdo que nos referimos a los principios, no a la coyuntura)?

Simplemente porque no son socialistas, porque no se plantean como objetivo el socialismo y, además, porque consideran que el capitalismo no es malo, reconociendo sí, que hay sectores dentro de su clase que ha llevado al capitalismo a ser perverso.

Lo primero que hay que advertir, so pena de caer en el bedetismo de izquierda (más que infantilismo), es que no le podemos pedir a los no socialistas que actúen como socialistas, no le podemos pedir a los burgueses progresistas que dejen de ser burgueses y pasen a tener como objetivo la construcción del socialismo.

Y menos criticarlos por esa “debilidad”, pues no es el objetivo que se plantean y no es de esperar que el camino que se tracen conduzca a construir la sociedad socialista.

Aclarado esto pasamos a opinar que lo que estamos viviendo en nuestro país, en Nuestra América y en el mundo, es una transición acelerada de un Modo de Producción a otro Modo de Producción más progresivo. Que estamos transitando, con la velocidad que el desarrollo de la conciencia social, su capacidad organizativa y su necesaria valentía, indique, señalen, reflejen en cada país en particular.

Los Modos de Producción donde prevaleció y prevalece la propiedad privada sobre los medios de producción y la explotación del hombre por el hombre han sido y son tres: el esclavismo, que duró 4.100 años; el feudalismo (en cualquiera de sus versiones, europea, asiática, americana, etc.), que duró 1.500 años y el capitalismo que duro 200 años en su fase inicial (capitalismo de libre competencia) y llega a los 100 como imperialismo (predominio de la oligarquía financiera y del gran capital monopolista).

Si observamos con atención esos procesos históricos notaremos como se acortan los tiempos de vida de cada uno de ellos. Notaremos, además, que lo que ha “cambiado” esencialmente es la forma de explotación del hombre por el hombre, la que con el correr del tiempo se hace más efectiva o, como quieran llamarla, más productiva, es decir, produce mayor cantidad de bienes en mucho menos tiempo y, con ello, mayor cantidad de plusvalía.

No aceptamos que los burgueses progresistas nos quieran apartar del objetivo nuestro que es construir la sociedad socialista y no vamos a cometer el error de exigirles a ellos que se aparten de su objetivo de construir un capitalismo “bueno”. Respetemos las ideas de cada uno y trabajemos con las coincidencias.

Ese capitalismo “bueno” sólo se puede construir si se derrota al capitalismo “malo”. Esta afirmación no puede aceptarse en el proceso histórico, pero si es parcialmente válida en las coyunturas. Además lo estamos viviendo: 6 millones de puestos de trabajo, 3 millones de AUH, crecimiento de los salarios mínimos y jubilaciones que superan el 1500%, baja desocupación, oportunidades para cooperativas de trabajo y adquisición de viviendas, respeto por los Derechos Humanos, etc. etc.

Nosotros, como marxistas-leninistas, sabemos que ello no alcanza, que los objetivos logrados por luchas o prebendas no están consolidados, que es necesario que las luchas reivindicativas peguen un salto cualitativo hacia las luchas políticas, pero… ¿quien debe lograr que ese paso se de? ¿Le debemos pedir a este gobierno que lo haga?

Uno de los principios que debemos respetar es de no exigir que otro haga lo que nos corresponde hacer a nosotros. No le podemos pedir a la burguesía, sea nacional o sea progresista que construya el socialismo y nosotros entonces la aplaudiríamos.

Es sorprendente como, en un sector “ilustrado” de la “izquierda” pretende que sean los conservadores (los que pretenden “conservar” los beneficios del la propiedad privada y de la explotación) los que se encarguen de la transformación revolucionaria de la sociedad. No porque lo digan así, pues las más de las veces rellenan su discurso con grandilocuentes palabras de revolucionarismo abstracto, o con la utilización de frases sueltas seleccionadas, expresadas por revolucionarios probados, sin considerar ni espacios ni tiempos. Algo así como que Marx no previó el uso del celular.

Es una forma cómoda de renegar al objetivo de la construcción del socialismo sin mencionar que se está renegando; en más, se autosatisfacen mencionando que aquellos que día a día colocan un grano de arena más para arribar a ese objetivo se han aburguesado y apoyan procesos inviables.

En vez de construir se llevan por la crítica fácil, improvisada, histérica, beberil, acientífica, rayana con el idealismo extremo del medioevo, que no deja de ser fácil y cómoda y hasta permite lucirse. Con ello se reemplaza la militancia diaria por la construcción de un movimiento de masas, que sí adopte como objetivo el socialismo, por la abstracción muchas veces funcional al enemigo. Una militancia diaria que es posible realizarla con muy buenos espacios de libertad para ejercerla, muy distintos a los que debíamos realizar en la clandestinidad, con nombres distintos a los que registraron nuestros padres, con direcciones cruzadas y con riegos enormes.

Entonces lo que deberíamos preguntarnos y preocuparnos es: Si las condiciones son mucho mejores ¿por qué ese movimiento de masas que aspire al socialismo no se ha logrado crear aún? ¿Cuáles son las razones de tamaño atraso?  ¿Cuál es nuestra responsabilidad en el mismo? ¿En qué estamos fallando o avanzando a paso muy lento en esta época en que deberíamos estar en otra situación?

Sin dudas estos interrogantes no van a tener respuesta en esta nota ya que sería una falta de respeto responderlos en tan poco espacio. Pero están señalados para reflexionar sobre las debilidades que nos rodean y la soberbia con que, a veces, enfocamos nuestros análisis, exigiéndoles a otros lo que somos incapaces de realizar.

Es cierto que, en no pocos casos, nuestro desarrollo personal nos ha insertado dentro de lo que se denomina “pequeña burguesía”, pero si pensamos como esa clase es por elección. Entonces es más que paradójico criticar la “burguesía nacional” siendo burgueses (por la forma de actuar) y por conservar nuestro “status”.

Es una forma práctica, cómoda e inmoral de renegar sin decirlo y sin saberlo en el mejor de los casos; recordando siempre que a las personas se las debe juzgar por lo que hacen y no por lo que ellas dicen.  Y lo que hacen, en especial en momentos críticos, es criticar a los que son agredidos por el enemigo fundamental, con distintas palabras, cierto es,  pero con igual resultado.

Finalmente agregamos unas sabias reflexiones realizadas por el camarada Ho Chi Ming:

En cuanto al frente:

 “Este frente no comprende sólo a los indochinos, sino también a los franceses progresistas de Indochina, él engloba, a la vez, al pueblo trabajador y a la burguesía nacional”.

“Sobre la burguesía nacional, el Partido debe emplear mucha habilidad y flexibilidad. Debe desplegar todos sus esfuerzos para atraerla al Frente y retenerla allí, estimularla a actuar si es posible y aislarla políticamente si es necesario. Debe, en lo posible, evitar dejarla fuera del Frente, porque así se empujaría a los brazos de los reaccionarios y se reforzaría su rango”.

“Acerca de los trotskistas, no hay cuestiones de compromiso, de concepciones. Debe desenmascararse a cualquier precio su papel de lacayos de los fascistas, y liquidarlos políticamente”.

En cuanto al Partido:

“El Partido no puede imponer su dirección al Frente. Debe mostrar que es la parte más fiel, activa y sincera de la causa común. No puede asumir el liderazgo de la revolución más que en la lucha y el trabajo cotidiano, cuando las masas reconocen la justeza de su política y su capacidad de dirección”.

“Por ello, el Partido debe luchar enérgicamente contra el sectarismo y organizar el estudio metódico del marxismo-leninismo para elevar el nivel cultural y político de sus miembros, y ayudar a los cuadros sin partido a elevar su conciencia política...”

Oscar Natalichio
Centro de Investigaciones Económicas y Sociales (CIEYS)

Febrero de 2014