NOSOTROS O ELLOS Nº 128
LAS CAUSAS DE TODAS LAS COSAS.
De TALES a LENIN. Un repaso sobre la historia
de la Filosofía y los filósofos.
26. Las tres etapas: De Tales
a Lenin: Maquiavelo; Galileo
Maquiavelo (1469-1527)
Quien gobierna el Estado, ¿debe seguir las normas de la
moral? ¿Debe fundarse la política sobre principios éticos? “Hay vicios
beneficiosos y virtudes dañinas”.
Si se observan los procesos históricos en su objetividad
(verdad fáctica), sin dejarse influir por cómo deberán ser en teoría según
nuestra opinión, emerge el criterio del realismo.
La política no debe asumir una moralidad externa, sino
que debe ser autonormativa, pues encuentra en sí misma la propia justificación
al garantizar a los súbditos una existencia ordenada.
Ello no significa que el príncipe deba ser inmoral o
indiferente al bien sino que, en ocasiones, aquello que para un individuo es un
acto malvado (por ejemplo la crueldad) puede resultar útil y necesario en el
gobierno del Estado (De El príncipe).
La relación entre
la moral y la política se plantea en su verdad fáctica, es decir, en su
realidad de hecho, y no según principios abstractos.
Muchos se han imaginado repúblicas y principados que
nadie ha visto jamás ni se ha sabido que existieran realmente; porque hay tanta
distancia de cómo se vive a cómo se debería vivir, que quien deja a un lado lo
que se hace por lo que se debería hacer aprende antes su ruina que su
preservación, pues un hombre que quiera hacer en toda profesión de bueno,
labrará su ruina entre tantos que no lo son.
Por ello, si quiere mantenerse, un príncipe debe aprender
a poder no ser bueno y a emplear o no esa capacidad en función de la necesidad.
La moral ordinaria
llevaría a la destrucción del Estado: en política hay virtudes perniciosas y
vicios benéficos.
Yo sé que todo el mundo reconocerá que sería algo digno
de los mayores elogios que un príncipe estuviese en posesión, de entre las
cualidades enumeradas, de aquellas tenidas por buenas. Más, puesto que la
condición humana no permite poseerlas ni observarlas enteramente, le es
necesario ser prudente y evitar la infamia de aquellos vicios que le
arrebatarían el Estado, y mantenerse a salvo de los que se lo quitarían, si le
es posible; pero si no le es posible, puede incurrir en ellos con menos
miramientos.
¿En qué consiste la política? ¿Cuáles deben ser las
virtudes de un estadista?
El fin justifica
los medios:
En vista del bien común se pasan por alto las reglas de
la ética individual. Si es necesario, el príncipe puede incluso llegar a la
traición, lo importante es que justifique su comportamiento con una apariencia
de legitimidad.
Lo que importa para
un político, no es la sustancia, sino la imagen.
La política debe usar todos los instrumentos que
garanticen su éxito. También la moderación es necesaria, pero la bondad
sistemática termina por afectar al orden de la sociedad, produciendo daños aún
mayores que un uso realista de la violencia.
Debéis, pues,
saber que hay dos maneras de combatir: una con las leyes y otra con la
fuerza: la primera es propia del hombre, la segunda de las bestias. Pero como a
veces la primera no basta, es necesario recurrir a la segunda.
Realismo político:
Principio según el cual la acción política encuentra en
sí misma su justificación al garantizar el orden y la libertad de la
convivencia civil. Por lo tanto, la política constituye una ciencia autónoma independiente
de cualquier sistema ético o religioso.
Obras:
“La Mandrágora”
(comedia), “Clizia” (comedia), “El Príncipe”; “Discursos sobre la primera
década de Tito Livio”, “Sobre el arte de la guerra”, Historias Florentinas”…
Galileo Galilei
(1564-1642).
¿Qué debe creerse cuando la experiencia contradice la
opinión de un prestigioso y noto pensador?
Filosofar no significa conceder libre salida a la
fantasía metafísica o esforzarse en la correcta interpretación de un pasaje de
alguna autoridad, sino investigar la naturaleza para descubrir sus verdaderas
leyes.
El lenguaje del gran libro de la naturaleza.
Ello sólo es posible adecuando la mente humana al
específico carácter matemático y geométrico con el que el “gran libro de la
naturaleza” fue escrito por Dios. La matemática, por lo tanto, constituye el
lenguaje específico de la ciencia.
¿Qué induce a muchos individuos a negar la evidencia?
Galileo no sólo se
enfrentó a los teólogos, también a los filósofos aristotélicos. Los primeros
negaban la verdad de los descubrimientos científicos pues contradecían el
“dictado literal” de la
Biblia. Los segundos negaban las mismas verdades porque eran contrarias
a las doctrinas “científicas” de Aristóteles. Del diálogo Sagrado-Simplicio:
Sagrado: Me encontraba un día en casa de un médico muy
apreciado en Venecia, donde algunos para el estudio y otros por curiosidad se
acercaban a veces a ver algún corte de anatomía hecho por la mano de algún
diligente y práctico anatomista, Y sucedió aquel día que se estaba buscando el
origen y nacimiento de los nervios que, además, es una famosa controversia
entre médicos galenistas y los peripatéticos; y mostrando el anatomista cómo,
partiendo del cerebro y pasando por la nuca, el enorme nudo de los nervios se
iba luego distendiendo por la columna vertebral y derramando por todo el
cuerpo, y que sólo una rama finísima como un hilo llegaba al corazón, volviese
a un gentilhombre que conocía por ser filósofo peripatético y por cuya
presencia él había descubierto y mostrado todo con extraordinaria diligencia, y
le preguntó si continuaba estando tan seguro, ya que el origen de los nervios
estaba en el cerebro y no en el corazón.
El filósofo, después de haber dudado un poco, respondió: “Me habéis hecho ver esto hasta tal punto
evidente y sensato. Que si el texto de Aristóteles no dijese lo contrario, pues
claramente dice que los nervios nacen del corazón, sería necesario por fuerza
darlo por verdadero”
Moraleja: en la
mentalidad pre-científica, el parecer de una ilustre autoridad vale más que la
experiencia y la verdad.
¿Existen las percepciones no subjetivas? ¿Pueden,
determinadas cualidades de la materia como el tamaño o el peso llamarse
objetivas?
Afirmo que: el movimiento
es causa de calor, mostrando de qué
modo creo que puede (esa afirmación) ser verdadera. Pero antes me es necesario
hacer algunas consideraciones acerca de eso que nosotros llamamos “calor”, del que dudo enormemente que
en lo universal se haya formado un concepto muy alejado del verdadero, mientras
que se cree que es un auténtico accidente, afección y cualidad que en realidad
reside en la materia que sentimos que nos calienta.
Cualidades objetivas y subjetivas:
Las cualidades objetivas o primarias son inherentes e
inseparables de los cuerpos (las formas, la extensión, el movimiento). Las
cualidades subjetivas o secundarias varían y dependen, al menos en parte, del
sujeto (color, sabor, luminosidad, etc.).
Hermenéutica (Interpretación):
En el lenguaje común, interpretar significa elaborar la
comprensión de un texto cuyo sentido no sea claro de inmediato… 1. Ningún texto
es absolutamente claro (incluido la Biblia), por lo que cada lectura será, al
menos en parte, interpretación. 2. Un texto puede ser siempre leído e
interpretado de diversas maneras, según se privilegien sus aspectos formales o
literales o su significado profundo. Con el nombre de hermenéutica (arte o
técnica de la interpretación), la reflexión sobre este tema despierta gran
interés en los filósofos de la época.
Experiencia/experimento:
La experiencia se basa en la percepción sensorial y no se
repite nunca de la misma manera. El experimento científico se desarrolla en el
laboratorio e intenta responder a una cuestión precisa y puede repetirse.
Utiliza instrumentos adecuados y puede repetirse por cualquier persona y en
cualquier lugar.
Autoridad (Auctoritas):
Es el prestigio reconocido al autor de un texto. La
mentalidad pre-científica tendía a suponer una estrecha relación entre
autoridad y verdad. De esa manera, existían textos (los textos “revelados”) que
no podían ponerse en discusión (la Biblia y los Evangelios, por ejemplo). Se
asignaba como autor al mismo Dios y no se podían criticar. Luego estaban las
obras de “los Padres de la Iglesia” (los ortodoxos) y finalmente el de los
filósofos griegos (idealistas y partidarios de la aristocracia esclavista).
La Biblia debe ser interpretada
En principio no debería existir discrepancia entre la
palabra de los profetas y la observación científica, ya que tanto la Biblia
como la naturaleza son obras del mismo Creador. Puede darse, sin embargo, un
cierto desacuerdo, pues las Escrituras no son un tratado de astronomía y los
profetas, para hacerse entender, debían tener en cuenta el nivel cultural de
sus interlocutores.
La naturaleza, en cambio, que bien puede definirse como
otro libro escrito por Dios, no puede dar lugar a equívocos. No es la ciencia la que debe adaptarse a la
Biblia, sino que es la interpretación de la Biblia la que debe adaptarse a las
teorías de los científicos:
“Galileo Galilei,
uno de los más grades sabios mundiales, fue el fundador de la mecánica
científica y de la astrofísica (ciencia de la naturaleza física de los cuerpos
celestes), el más grade astrónomo, físico y matemático…
“Galileo llamaba a
rechazar todas las teorías fantásticas y a estudiar la naturaleza por medio de la experimentación. Dios
no intervenía en los asuntos del mundo; en la naturaleza, todo se realiza según
una ley natural…
“Refutando el punto
de vista teológico (de las causas finales), exige la explicación de las causas
de la naturaleza. La
magnitud, la forma, el número de los cuerpos materiales y su movimiento que se
realizan de acuerdo con las leyes de la mecánica: he aquí los elementos
fundamentales del mundo”…
Galileo Galilei fue
perseguido por la inquisición, juzgado, encarcelado y obligado a renegar
formalmente a sus concepciones científicas. Con Galileo finaliza la filosofía
naturalista del Renacimiento y comienza a desarrollarse la entonces progresivas
ciencias naturales materialistas-mecanicistas.
“El camino de la
ciencia es el análisis, que fija los elementos simples del mundo corporal. El
análisis es reemplazado por la síntesis, que establece la relación entre estos
elementos”.
Obras: “Diálogos
sobre los dos máximos sistemas del mundo”, “Discursos y demostraciones
matemáticas en torno a dos nuevas ciencias” y otros.
Los siglos XVII y
XVIII constituyen el último período del
modo de producción feudal. Es el período de su disgregación.
“El desarrollo del
modo capitalista de producción y el crecimiento de la burguesía originan
también cambios fundamentales en la ideología. La burguesía forma una nueva
concepción filosófica, oponiéndola a la ideología religiosa y la autoridad eclesiástica aún dominantes”.
“En los países más
avanzados se crea la concepción materialista del mundo más o menos
consecuentemente atea (Bacón, Hobbes, Locke en Inglaterra, Spinoza en los
Países Bajos). En los países más atrasados, la filosofía continúa siendo
dualista (Descartes) o idealista (Leibniz), pero allí también es progresiva y
dirigida contra la
religión. Junto a ello, incluso las filosofías dualistas e
idealistas de aquel tiempo incluyen con frecuencia en sus marcos las doctrinas
materialistas sobre la naturaleza (la cosmogonía y la física de Descartes, la
teoría de la materia y el movimiento de Leibniz)”.
“El materialismo de
los siglos XVII y XVIII se convierte en mecanicista y metafísico. Ante las ciencias
naturales se plantea la tarea de recopilar el material práctico, describir y
clasificar los minerales, los vegetales y los animales, estudiar anatómicamente
la constitución interna de los cuerpos. Para eso fue necesario analizar cada
cosa separada del medio que lo rodea, en forma aislada. El objeto integral y en
desarrollo fue desmenuzado en sus partes integrantes y cada una, a su vez,
estudiada por separado. El mundo comenzó, en relación con ello, a ser analizado
por sabios y filósofos como la suma de objetos sueltos, separados unos de
otros, como objetos que no se desarrollaban”.
“Los defectos
principales de este materialismo eran su carácter mecánico, metafísico y el
idealismo en la interpretación de los fenómenos sociales (En las ciencias sociales
florece la teoría del derecho natural: Hobbes, Hugo de Grocio…)”.
Reproducimos el pensamiento de Engels
extraído de su libro “Ludvig Feuerbach”:
“El materialismo
del siglo pasado (XVIII) era predominantemente mecánico, porque por aquel
entonces la mecánica, y además sólo la de los cuerpos sólidos –celestes y
terrestres-, en una palabra, la mecánica de la gravedad, era, de todas las
ciencias naturales, la única que tenía una existencia en cierto modo acabada y
definitiva.
La química sólo
existía bajo una forma incipiente, flogística, La biología estaba en mantillas;
los organismos vegetales y animales sólo se habían investigado muy a bulto y se
explicaban por medio de causas puramente mecánicas; para los materialistas del
siglo XVIII, el hombre era para Descartes el animal: una máquina.
Esta explicación
exclusivista del rasero de la mecánica a fenómenos que eran de naturaleza
química y orgánica y en los que, aunque rigiesen las leyes mecánicas, éstas
pasaban a segundo plano ante otras superiores a ella, constituye una de las
limitaciones específicas, pero inevitables en su época, del materialismo
clásico francés”.
“La segunda
limitación específica de este materialismo consistía en su incapacidad para
concebir el mundo como un proceso, como una materia sujeto a desarrollo
histórico. En esto se refleja el estado de las ciencias naturales por aquel
entonces y el modo metafísico, es decir, antidialéctico, de filosofar que con
él se relacionaba.
Sabíase que la
naturaleza se hallaba sujeta a perenne movimiento. Pero, según las ideas
dominantes de aquella época, este movimiento giraba no menos perennemente en un
sentido circular, razón por la cual no se movía nunca del sitio, engendraba
siempre los mismos resultados.
Por aquel entonces,
esta idea era inevitable. La teoría kantiana acerca de la formación del sistema
solar acababa de formularse y se la consideraba todavía como una mera
curiosidad. La historia del desarrollo de la tierra, la geología, era aún
totalmente desconocida y todavía no podía establecerse científicamente la idea
de que los seres animados que hoy viven en la naturaleza son el resultado de
una larga serie evolutiva, que va desde lo simple a lo complejo”…
Esta concepción no
historicista imperaba también en el campo de la historia. Aquí , la
lucha contra los vestigios de la
Edad Media tenía cautiva todas las miradas.
Este criterio hacía
imposible, naturalmente, penetrar con una visión racional en la gran
concatenación histórica, y así la historia se utilizaba, a lo sumo, como una
colección de ejemplos ilustrados para uso de los filósofos”.
Oscar Natalichio
Centro de Estudios Económicos y
Sociales (CIEYS)
25 de Mayo. Día de nuestra
primera revolución.
oscarnatalich@fibertel.com.ar
Próximo capítulo:
27. Las tres etapas: De Tales
a Lenin: Bacon; Descarte
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