NOSOTROS O ELLOS Nº 93
LOS HOMBRES DE NUESTRA AMÉRICA: 3. JOSÉ ARTIGAS
Esta introducción se repetirá en toda la serie de los grandes. Cuando leemos los diarios, o escuchamos en
radio o vemos en la TV a periodistas, dirigentes opositores (políticos, gremiales,
comentaristas, etc.) de diversos signos, pero todos jugando para la extrema
derecha, observamos varios puntos en común:
- Son cipayos todos ellos, es decir,
nacieron aquí, se los considera argentinos, pero operan para potencias
extranjeras, en este caso, operan para los grandes grupos concentrados,
para los monopolios, para el imperialismo, para esa predominante
oligarquía financiera.
- Son mercenarios muchos de ellos. Su
cipayismo no es siquiera un sentimiento, es una profesión (es un
“servicio” que prestan), por lo tanto, como cualquier trabajo, perciben un
salario tanto en blanco como en negro por la vergonzosa tarea de mentir,
engañar y ocultar verdades. Son los que sirven a una potencia extrajera
(de los grupos mencionados en el punto anterior) a cambio de una paga y
otras ventajas adicionales, como ser, algunos “premios” o
“condecoraciones”.
- Algunos de
ellos alcanzan la categoría de sicarios,
es decir, su trabajo es asesinar a aquellos que los “jefes” le señalan.
También de generar caos y crear situaciones de “inseguridad”. Funciona así
el gatillo fácil, los extraños “suicidios”, y los premeditados incendios
donde se quema documentación comprometedora. También crímenes directos
surgen de este “rubro”.
- Son, por
excelencia, mediocres. En
especial malediciente. José
Ingenieros definía así a este tipo de “humano”: “La maledicencia es una
serpiente que se insinúa en la conversación de los envilecidos: sus
vértebras son nombres propios, articuladas por los verbos más equívocos
del diccionario para arrastrar un cuerpo cuyas escamas son calificativos
pavorosos”. “El malediciente, cobarde entre todos los envenenadores, está
seguro de la impunidad, por eso es despreciable…” “Los mediocres deben ser
juzgados por la intérlope función que desempeñan en la sociedad:
abiertamente nociva a todo idealismo que importe un esfuerzo hacia
cualquier perfección”. ¿No creen ustedes que Lanata, Bonelli y
otros especimenes encuadran perfectamente en estas definiciones? Incluso
me atrevería a afirmar que Massa, Macri, Binner, Morales, Bulrrich,
Barrionuevo y muchos más superan lo descrito por ese gran personaje de
nuestra historia que sigue siendo José Ingenieros.
Y como mencionamos grandes personajes de nuestra historia, no vamos a
referir a varios de ellos, los que modelaron Nuestra América con sólidos
principios, muy lejanos de la mediocridad de muchos y de la maledicencia de
tantos. Patriotas y nunca cipayos. Con grandes ideales y nada de mediocridad.
Valientes y no cobardes. Justos y no sicarios. Sus pensamientos son inmortales
y de una grandeza que estos enanos al servicio de la oligarquía financiera
jamás podrán alcanzar aunque se esfuercen siglos.
HOY DICHOS Y FRASES DEL LIBERTADOR JOSÉ ARTIGAS
“Los pueblos son libres de
decidir su suerte y mi deseo todo, decidido a respetar su suprema resolución.
Si la autoridad con que me habéis condecorado, es un obstáculo a este remedio,
está en vuestras manos depositar en otro lo sagrado de la pública confianza,
que ajuste vuestras ideas a los deberes que os impone la patria, y el voto de
vuestros ciudadanos. Yo me doy por satisfecho por haberos llenado hasta el
presente con honor y contribuir por mi parte, con el mismo, a sellar la
felicidad del país”.
“Reducidos por una reunión de
circunstancias a esperarlo todo, solo de nosotros mismos, la más perfecta unión
es lo único que debe caracterizarnos: al penetrante grito de la patria, todos
debemos ser uno y fijándonos solamente en salvarla, nada capaz de arredrarnos
puede presentarse a nuestros ojos. La causa es justa, no lo dudamos y por más
que mil incidentes se opongan a nuestra digna resolución, debemos seguirla
hasta el extremo. Si de una parte no son negados auxilios, debemos conocer que
siendo preciso no sofocar nuestras ideas, en nuestras manos está conservar el
trono de la libertad y si una vez lo abandonamos, no volveremos a tener la
misma proporción, quedándonos solo el recuerdo de haber obrado como hombres
libres.”
“…mantengamos la mejor
confraternidad, y dando un centro a nuestras ideas, fijémosla en la patria; sus
días calamitosos reclaman nuestra energía y ella nos sostenga; ella nos decida
a perecer todos antes que el oprobio y la vergüenza marquen la época de
nuestros días; y ella, haciéndonos prescindir de todo lo demás, nos pondrá en
las manos el medio de dar el más brillante triunfo a la libertad.”
“Yo no soy vendible, ni quiero más premio por mi empeño, que ver libre a
mi nación del poderío español; y cuando mis días terminen en el estruendo del
cañón, dejarán mis brazos la espada que empuñaron para defender su patria…”
“Mi decisión por la libertad de
los pueblos será siempre superior a todos los contrastes”.
“Los orientales habían jurado en
lo hondo de su corazón un odio irreconciliable, un odio eterno, a toda clase de
tiranía; que nada era peor para ellos que haber de humillarse de nuevo, y que
afrontarían la muerte misma antes de degradarse del título de ciudadano, que
habían sellado con su sangre…”
“La cuestión es solo entre la libertad y el despotismo: nuestros
opresores no por su patria, solo por serlo, forman el objeto de nuestro odio…”
“El triunfo de la libertad es
señalado en todos los puntos y ya no dista ese día grande de ver entre otros
pueblos nacer la paz, la buena armonía y la felicidad.”
“… los planes grandes de la América en su revolución gloriosa deben sellarse,
y esta provincia ha ofrecido sus cenizas hasta alcanzar su consolidación…”
“Despliéguense las ideas que harán feliz la América del Sur. Sea ella
libre de los extranjeros, desterremos de nuestro suelo, hasta el polvo del
antiguo despotismo y la posteridad agradecida reconocerá en sus bienhechores el
mérito de su felicidad.”
“No hay que invertir el orden de la justicia. Mirar
por los infelices y no desampararlos sin más delito que su miseria. Es preciso
borrar esos excesos del despotismo. Todo hombre es igual en presencia de la ley. Sus virtudes o
delitos los hacen amigables u odiosos. Olvidemos esa maldita costumbre que los
engrandecimientos nacen desde la cuna; córtese toda relación, si ella es
perjudicial a los intereses comunes. La patria exige estos y mayores
sacrificios, y ya no es tiempo de condescendencias perjudiciales.”
“…el triunfo de la libertad no se asegura mientras existan entre
nosotros esos enemigos ocultos o descubiertos, siempre inflexibles y siempre
irreconciliables.”
“El giro de la revolución debe
medirse por el de los sucesos. Al frente de vosotros, en seis años de trabajos,
he acreditado suficientemente mi amor por el país y a los sagrados intereses de
nuestra libertad. Por ello, hemos combatido a los enemigos exteriores e interiores
y en medio de las graves complicaciones, el triunfo siempre se decidió por la
justicia.”
De la carta a Bolívar del 20/06/1819: “Unidos íntimamente por vínculos
de naturaleza e intereses recíprocos, luchamos contra tiranos que intentan
profanar nuestros más sagrados derechos…” “Tengo el mayor honor en saludar a
vuestra excelencia por primera vez y ofertarle mis más afectuosas
consideraciones.”
A JOSÉ ARTIGAS (Oda de Pablo
Neruda)
- Artigas crecía entre los
matorrales y fue tempestuoso su paso porque en las praderas creciendo el
galope de piedra o campana//llegó a sacudir la inclemencia del páramo como
repetida centella, //llegó a acumular el color celestial extendiendo los
cascos sonoros//hasta que nació una bandera empapada en el uruguayazo
rocío.
- Uruguay, Uruguay,
uruguayan los cantos del río uruguayo//las aves turpiales, la tórtola de
voz malherida, la torre del trueno uruguayo//proclaman el grito celeste
que dice Uruguay en el viento//y si la cascada redobla y repite el galope
de los caballeros amargos//que hacia la frontera recogen los últimos
granos de su victoriosa derrota//se extiende el unísono nombre de pájaro
puro, //la luz del violín que bautiza la patria violenta.
- Oh Artigas, soldado del campo creciente, cuando para
toda la tropa bastaba//tu poncho estrellado por constelaciones que tú
conocías, //hasta que la sangre corrompe y redime la aurora, y despiertan
tus hombres//marchando agobiados por los polvorientos ramales del día. //
Oh padre constante del itinerario, caudillo del rumbo, centauro de la
polvareda!
- Pasaron los días de un
siglo y siguieron las horas detrás de tu exilio: //detrás de la selva
enredada de mil telarañas de hierro: //detrás del silencio en que sólo
caían los frutos podridos sobre los pantanos, //las hojas, la lluvia desencadenada,
la música del urutaú, los pasos descalzos de los paraguayos entrando y
saliendo en el sol de la sombra, // la trenza del látigo, los cepos, los
cuerpos roídos por escarabajos: //un grave cerrojo se impuso apartando el
color de la selva//y el amoratado crepúsculo cerraba con sus cinturones
los ojos de Artigas que buscan en su desventura la luz uruguaya.
- “Amargo trabajo el
exilio”, escribió aquel hermano de mi alma//y así el entretanto de América
cayó como párpado oscuro sobre la mirada de Artigas, jinete del
escalofrío, //opreso en la inmóvil mirada de vidrio de un déspota, en un
reino vacío.
- América tuya temblaba con
penitenciales dolores: Oribes, Alveares, Carreras, desnudos corrían hacia
el sacrificio: //morían, nacían, caían: los ojos del ciego mataban: la vos
de los mudos//hablaba. Los muertos, por fin encontraron partido, por fin
aquellos sangrientos supieron que pertenecían a la misma fila: la tierra
no tiene adversarios.
- Uruguay es palabra de
pájaro, o idioma del agua, //es sílaba de cascada, es tormento de
cristalería, //Uruguay es la voz de las frutas en la primavera fragante,
//es un beso fluvial de los bosques y la máscara azul del Atlántico.
//Uruguay es la ropa tendida en el oro de un día de viento, //es el pan en
la mesa de América, la pureza del pan en la mesa,
- Y si Pablo Neruda, el
cronista de todas las cosas te debía, Uruguay, este canto, //este canto,
este cuento, esta miga de espiga, este Artigas, //no falté a mis deberes ni acepté los
escrúpulos del intransigente: //esperé una hora quieta, aceché una hora
inquieta, recogí los herbarios del río, //sumergí mi cabeza en tu arena y
en la plata de los pejerreyes, //en la clara amistad de tus hijos, en tus
destartalados mercados//me acendré hasta sentirme deudor de tu olor y tu
amor. //Y tal vez está escrito el rumos que tu amor y tu olor me
otorgaron//en estas palabras oscuras, que dejo en memoria de tu capitán
luminoso.
Nuestro honroso recorrido por la historia de
los grandes de Nuestra América ha transitado, hasta ahora, por Simón Bolívar,
nacido en Venezuela el 24 de julio de 1783, muriendo a los pies de la Sierra Nevada , el
pico más alto de Colombia, el 17 de diciembre de 1830, a los 47 eternos
años. Por José de San Martín, nacido en Yapeyú, Corrientes, Argentina el 22 de
febrero de 1778, ausentándose de su tierra durante 27 años, regresando el 9 de
marzo de 1812 muriendo frente al mar, lejos de la patria, en Boulogne-sur-mer
el 17 de agosto de 1850, a
los 72 años, ciego y abandonado. Por José Artigas, nacido en Montevideo, Uruguay,
el 19 de junio de 1764 muriendo desterrado en Ibicay, Paraguay, el 23 de
septiembre de 1830, a
los 66 años. Observen ustedes cómo los
maturrangos fueron remplazados por los cipayos integrantes de la oligarquía
colonial, de la rosca, de la “clase culta” cuyo único principio es el interés dinerario.
Observen ustedes cómo, es esta etapa donde se gesta la segunda independencia de
Nuestra América, esas mismas familias de cipayos, hoy nuevamente junto al
imperialismo, integrantes menores de una oligarquía financiera, sucia y
criminal, operan contra los gobierno democráticos y sus pueblos. ¿Dejaremos que
triunfen? ¿Dejaremos que la historia se repita y que sean los asesinos
antinacionales los que vuelvan nuevamente a “conducir” las naciones? O
aprenderemos las lecciones de la historia.
Oscar
Natalichio
Centro
de Investigaciones Económicas y Sociales (CIEYS)
5 de
marzo de 2014
No hay comentarios:
Publicar un comentario