NOSOTROS O ELLOS Nº 94
LOS HOMBRES DE NUESTRA AMÉRICA: 4. BERNARDO
O´HIGGINS RIQUELME
Esta introducción se repetirá en toda la serie de los grandes. Cuando leemos los diarios, o escuchamos en
radio o vemos en la TV a periodistas, dirigentes opositores (políticos,
gremiales, comentaristas, etc.) de diversos signos, pero todos jugando para la
extrema derecha, observamos varios puntos en común:
- Son cipayos todos ellos, es decir,
nacieron aquí, se los considera argentinos, pero operan para potencias
extranjeras, en este caso, operan para los grandes grupos concentrados,
para los monopolios, para el imperialismo, para esa predominante
oligarquía financiera.
- Son mercenarios muchos de ellos. Su
cipayismo no es siquiera un sentimiento, es una profesión (es un “servicio”
que prestan), por lo tanto, como cualquier trabajo, perciben un salario
tanto en blanco como en negro por la vergonzosa tarea de mentir, engañar y
ocultar verdades. Son los que sirven a una potencia extrajera (de los
grupos mencionados en el punto anterior) a cambio de una paga y otras
ventajas adicionales, como ser, algunos “premios” o “condecoraciones”.
- Algunos de
ellos alcanzan la categoría de sicarios,
es decir, su trabajo es asesinar a aquellos que los “jefes” le señalan.
También de generar caos y crear situaciones de “inseguridad”. Funciona así
el gatillo fácil, los extraños “suicidios”, y los premeditados incendios
donde se quema documentación comprometedora. También crímenes directos
surgen de este “rubro”.
- Son, por
excelencia, mediocres. En
especial malediciente. José
Ingenieros definía así a este tipo de “humano”: “La maledicencia es una
serpiente que se insinúa en la conversación de los envilecidos: sus
vértebras son nombres propios, articuladas por los verbos más equívocos
del diccionario para arrastrar un cuerpo cuyas escamas son calificativos
pavorosos”. “El malediciente, cobarde entre todos los envenenadores, está
seguro de la impunidad, por eso es despreciable…” “Los mediocres deben ser
juzgados por la intérlope función que desempeñan en la sociedad:
abiertamente nociva a todo idealismo que importe un esfuerzo hacia
cualquier perfección”. ¿No creen ustedes que Lanata, Bonelli y
otros especimenes encuadran perfectamente en estas definiciones? Incluso
me atrevería a afirmar que Massa, Macri, Binner, Morales, Bulrrich,
Barrionuevo y muchos más superan lo descrito por ese gran personaje de
nuestra historia que sigue siendo José Ingenieros.
Y como mencionamos grandes personajes de nuestra historia, no vamos a
referir a varios de ellos, los que modelaron Nuestra América con sólidos
principios, muy lejanos de la mediocridad de muchos y de la maledicencia de
tantos. Patriotas y nunca cipayos. Con grandes ideales y nada de mediocridad.
Valientes y no cobardes. Justos y no sicarios. Sus pensamientos son inmortales
y de una grandeza que estos enanos al servicio de la oligarquía financiera
jamás podrán alcanzar aunque se esfuercen siglos.
HOY DICHOS Y FRASES DEL LIBERTADOR BERNARDO
O´HIGGINS RIQUELME
“Detesto por naturaleza la
aristocracia, y la adorada igualdad es mi ídolo. Mil vidas que tuviera me
fueran pocas para sacrificarlas por la libertad e independencia de nuestro
suelo y tengo el consuelo de decir que la mayor parte de los descendientes de
Arauco obran por los mismos principios.”
“Conservo sólo mi honra, la
memoria del bien que alcancé a hacer, y no me agita pasión alguna; antes de
vencer a mis enemigos aprendía a vencerme a mí mismo”
Escribe a San Martín el 6 de agosto de 1819 desde Santiago de Chile: “Millares de veces sea bendita la eterna Providencia
que nos ha concedido ver la luz del 10 de julio y del primero de la libertad de
la capital de los Pizarros…” “Quisiera estuviese usted presente para darle mil
abrazos; pero recíbalos desde este asiento de miserias y trabajos que ahora
convierte en plácemes la resolución más grande y suprema de encargarse usted
del mando supremo del Perú. Una nueva vida recibe la América Meridional
en el nuevo empeño de coronar las glorias a que la Providencia le ha destinado.
El bien más grande que usted hace a esos pueblos es el de mortificarse en
regirlos; se va a economizar mucha sangre, que la anarquía no tardaría en
derramar en gente bisoñas y nueva en la revolución.”
Escribe a Bolívar el 10 de abril de 1823: “La expresiva nota de V.E. del 29 de agosto último, será siempre para
mi un agradable recuerdo del honor que me ha dispensado un general filósofo, un
político feliz, el héroe que fija la expectación de los hombres libres, de
quien todo se espera, por más que su moderación quiera reconocer en otros iguales
facultades de hacer venturosa a la América. Si
V.E. no puede ser detenido en su carrera de gloria; manda una
República agradecida, que conoce sus intereses y es homogénea a sus
sentimientos. Sólo a V.E. era dado tomar la iniciativa de hacer felices a los
demás Estados de este Continente, reuniéndolos por sus plenipotenciarios para
acordar las bases de su confederación y poderío. Yo adhiero gustoso a tan grandiosa idea, y me honraré siempre de haber
concurrido, al menos con mis deseos, a que se levante y enseñoree en la América
tan majestuoso edificio”.
“No obstante las penosas marchas
que he hecho por ardientes arenas, heladas cordilleras, y a la verdad, una
continuada serranía de más de doscientas leguas, sin parar hasta el presente,
mi salud está mejor que nunca, y mis deseos jamás han sido grandes de alcanzar
a los enemigos, para que siquiera un solo araucano vea la conclusión y tenga la
parte que alcancen sus débiles esfuerzos en la exterminación para siempre del
yugo español de estas regiones…”
A San Martín: “Se recompensan los
sacrificio cuando se ven logrados; los de usted se inmortalizan en la América
del Sur con la eterna gratitud de sus hijos y generaciones futuras” “Bien que
trece años de sacrificios y amarguras inauditas no los cambio por interés
alguno, y sólo quedan dedicados al honor y al bien general de las Américas”.
A Bernardo de Monteagudo: “…el peligro con que está amenazada la
patria por un enemigo orgulloso y cebado en la sangre inocente sacrificada por
caudillos débiles y ambiciosos…”
“La patria no necesita ya de mis servicios;
pero si fueran requeridos en los peligros que hoy la amagan, sacrificaré
ciegamente mi existencia en las batallas…”
A BERNANRDO O´HIGGINS RIQUELME (Oda de Pablo
Neruda)
O´higgins, para celebrarte//a
media luz hay que alumbrar la sala.
A media luz del sur en otoño//con
temblor infinito de álamos.
Eres Chile, entre patriarcas y
huaso, //eres un ponche de provincia, un niño
que no sabe su nombre todavía,
//un niño férreo y tímido en la escuela,
un jovencito triste de
provincia. //En Santiago te sientes mal, te miran
el traje negro que te queda
largo, //y al cruzarte la banda, la bandera
de la patria que nos hiciste, //tenía olor de yuyo matutino
para tu pecho de estatua
campestre.
Joven tu
profesor Invierno
te acostumbró a
la lluvia
y en la
Universidad de las calles de Londres,
la niebla y la
pobreza te otorgaron sus títulos
y un elegante
pobre, errante incendio
de nuestra
libertad,
te dio consejos
de águila prudente
y te embarcó en
la Historia.
“Cómo se llama usted?”,
reían//los “caballeros” de Santiago:
hijo de amor, de una noche de
invierno, //tu condición de abandonado
te construyó con argamasa
agreste, //con seriedad de casa o de madera
trabajada en su Sur,
definitiva. //Todo lo cambia el tiempo, todo menos
tu rostro.
Eres, O´Higgins, reloj
invariable//con una sola hora en tu cándida esfera;
la hora de Chile, el único
minuto//que permanece en el horario rojo
de la dignidad combatiente.
Así estarás
igual entre los muebles
de palisandro y
las hijas de Santiago,
que rodeado en
Rancagua por la muerte y
la pólvora.
Eres el mismo sólido
retrato//de quien no tiene padre sino patria,
de quien no tiene novia sino
aquella//tierra con azahares
que te conquistará la
artillería.
Te veo en el Perú escribiendo
cartas. //No hay desterrado igual, mayor exilio.
Es toda la provincia
desterrada.
Chile iluminó como un
salón//cuando no estabas. En derroche,
un rigodón de ricos
substituye//tu disciplina de soldado ascético,
y la patria ganada por tu
sangre//sin ti fue gobernada como un baile
que mira el pueblo hambriento
desde fuera.
Ya no podías entrar en la
fiesta//con sudor, sangre y polvo de Rancagua.
Hubiera sido de mal tono//para
los caballeros capitales.
Hubiera contigo entrado el
camino, //un olor de sudor y de caballos,
El olor de la patria en
primavera.
No podías estar en ese baile.
//Tu fiesta fue un castillo de explosiones.
Tu baile desgreñado es la
contienda. //Tu fin de fiesta fue la sacudida
de la derrota, el porvenir
aciago//hacia Mendoza con la patria en brazo.
Ahora mira en el mapa hacia
abajo, //hacia el delgado cinturón de Chile
y coloca en la nieve
soldaditos, //jóvenes pensativos en la arena,
zapadores que brillan y se
apagan.
Cierra los ojos,
duerme, sueña un poco,
tu único sueño,
el único que vuelve
hacia tu
corazón: una bandera
de tres colores
en el Sur, cayendo
la lluvia, el
sol rural sobre tu tierra,
los disparos del
pueblo en rebeldía
y dos o tres
palabras tuyas cuando
fueran
estrictamente necesarias.
Si sueñas, hoy
tu sueño está cumplido.
Suéñalo, por lo
menos, en la tumba.
No sepas nada
más porque, como antes,
después de las
batallas victoriosas,
bailan los
señoritos en palacio
y el mismo
rostro hambriento
mira desde la
sombra de las calles.
Pero hemos
heredado tu firmeza,
tu inalterable
corazón callado,
tu
indestructible posición paterna,
y tú, entre la
avalancha cegadora
de húsares del
pasado, entre los ágiles
uniformes azules
y dorados,
estás hoy con nosotros, eres
nuestro,
padre del pueblo, inmutable
soldado.
Oscar Natalichio
Centro de Investigaciones Económicas y Sociales
(CIEYS)
5 de marzo de 2014
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