NOSOTROS
O ELLOS Nº 69
EL
MAYOR FRAUDE INTELECTUAL HISTÓRICO: LOS PREMIOS NOBEL DE ECONOMÍA (2)
1970
Este año, el segundo
desde la institución del premio Nobel a los economistas apologistas y
defensores del sistema capitalista, el “galardón” es entregado al “investigador”
Paúl Samuelson, uno de los más brillantes economistas vulgares luego de Keynes.
Perteneciente a lo que se denominó la “escuela neoclásica”. Samuelson se
doctoró en “economía” en la Universidad de Harvard y desarrolló estudios en
muchos campos como son el comercio internacional, el crecimiento de las
economías, el estado de bienestar, la distribución, utilizando para ello las matemáticas, a tal punto que se lo
denominaba “economista matemático”.
Se lo considera el “padre de la economía moderna” y su libro, que se denominó
“Curso de Economía moderna” fue el más usado por casi todas las universidades
del mundo, utilizando el lenguaje de las matemáticas para los diferentes campos
en que divide la economía y de allí surgen los conceptos “comportamiento
maxificador de agentes”; “estática comparativa”; “teoremas operativos”,
analogías subyacentes”, “curvas de indiferencia” y otros tantos que fueron
distribuidos en los centros del saber y en los domicilios de estudiantes que
adquirieron esos cinco millones de ejemplares que se vendieron y que de alguna
manera expresan bajo qué ideología se
formaban los “futuros economistas” del tercer mundo.
El premio se sintetiza
en haber desarrollado la teoría económica estática y dinámica y “elevado” la
calidad del análisis en la ciencia económica. Los objetivos que se planteaba
Samuelson eran por demás claros, por ello a continuación se hará referencia a
ellos considerando textualmente los expresados por su autor, a efectos de
eliminar cargas subjetivas que siempre están presentes en las críticas.
Definía Samuelson: “El
análisis económico es el auxiliar indispensable para aquellos que aspiran a las
reformas sociales y QUE DESEAN PRESERVAR Y CONSERVAR EL SISTEMA HEREDADO”
Claros conceptos de
Samuelson, uno de los pocos lúcidos economistas vulgares que se ha esforzado
intelectualmente para justificar el capitalismo en su fase superior y última:
el imperialismo o capitalismo monopolista, con predominio de la oligarquía
financiera. Se ha esforzado para tratar de sostener este modo de producción; se
ha esforzado en ocultar que el capitalismo es el más sanguinario y cruel que de
las formaciones económico sociales que ha conocido la humanidad.
Samuelson refleja en
esa frase el verdadero objetivo del “análisis económico” desarrollado para la burguesía: preservar y conservar el sistema heredado.
Los economistas
burgueses suelen ser golosos, por eso reflejan a los resultados de los actos
económicos como una “torta” o “pastel” que luego hay que comer entre todos, o
distribuir entre todos. Utilizando la categoría “científica” “torta”, desarrollaremos algunos de los planteos de
este economista “estrella”.
Para “preservar” el
sistema Samuelson afirma que es mejor “tener una torta más chica pero mejor
distribuida” (distribuida más equitativamente) y propone reformas que
no pueden ser llevadas adelante “por aficionados” sino por “científicos”.
Antes de entrar en las
reformas propuestas diremos: ¿Por qué hay que tener una torta más chica para
distribuir más equitativamente? ¿No sería mejor hacerlo con la que ya existe,
que se supone más grande? Es obvio que
si un país tiene un PIB de 100 (una torta de 100 kilos) y 100 habitantes podría
distribuir un 1% por habitante ¿Por qué para distribuir mejor la torta hay que
hacerla más pequeña? Si bajamos la torta a 70 a cada uno le correspondería un 0.7% un 30%
menos. Lo extraño del caso es que un
aficionado se daría cuenta inmediatamente de esta absurda condición, por
eso Samuelson insiste en no quiere aficionados a su alrededor, sólo “científicos”
que posean una inteligencia cercana a la de él y, esto va por nuestra cuenta,
que sean capaces de generar confusas teorías, supuestamente científicas,
necesarias para esconder la verdad (aunque en parte sea inocultable y lo pongan
en evidencia), con el objetivo claramente manifestado de “conservar el sistema
heredado”.
En general, tanto
Samuelson como otros economistas vulgares de menor trascendencia, asumían que el capitalismo era el último
eslabón de un proceso histórico. Todo sabemos que la historia es
unidireccional, que va hacia adelante. Si el capitalismo es el “último eslabón
de la historia” ¿qué sentido tiene conservar lo que por su propio destino se
conserva? Contradicciones que quizá los aficionados detecten y por lo tanto
determinen que se puede seguir avanzando, que el capitalismo no es la última
etapa de la historia sino, simplemente, la última etapa de las sociedades
basadas en la explotación del hombre por el hombre y en la propiedad privada de
los grandes medios de producción.
No obstante no se debe
desconocer globalmente los estudios que han efectuado estos economistas, en
especial Samuelson. Repito que definirlos como “vulgares” (originalmente
definidos por Carlos Marx a los que siguieron a los clásicos) no debe confundirnos. Son vulgares pues su
intento no está en la búsqueda de la verdad sino en su ocultamiento, lo que no
significa, como veremos a continuación, que todas sus propuestas carezcan de
razonabilidad.
Samuelson comenzaba
aclarando que una mejor “distribución de la torta nacional”
debe ser resuelta “sin revolución social”. No es necesaria –afirmaba- pues el
capitalismo es “un sistema cerrado donde predomina el movimiento hacia la abundancia”
–y agrega- “pues (el capitalismo) posee la capacidad de incrementar, con la máxima
eficiencia, la riqueza”.
Considera al “Estado de
Bienestar” como producto espontáneo del
modo de producción capitalista y afirmaba
que, como resultado de la distribución racional de los impuestos y de la
ampliación y desarrollo de la educación e instrucción pública, el capitalismo marcha a ir eliminando la
desigualdad entre los hombres y afirmando una mayor justicia.
Al no aceptar, o
desconocer, u ocultar las leyes del modo de producción capitalista, que se basa
en la acumulación, concentración, centralización del capital y predominio del
capital financiero, este premio Nobel Bancario trata de explicarnos que el
capitalismo nos conduce a un futuro promisorio. Cuando afirmaba esa falacia,
este economista vulgar era el preferido por todas las universidades del mundo,
incluso por nuestra querida Universidad Nacional (UBA).
Es casi una ley; para ocultar verdades importantes con
cierto éxito hay que reconocer
verdades obvias. Samuelson
afirma (reconoce) que la gran propiedad
es factor de injusticia, pero –aclara inmediatamente- que liquidar esa
injusticia en base a la confiscación es negativo, pues es imposible hacer coincidir a la justicia con la eficiencia de la
producción.
Es interesante este
extraño razonamiento: contradicción entre justicia y producción en un mundo que
sólo puede subsistir si se produce; no es un razonamiento menor, es algo así
como esa brillante frase de un político argentino de que “estamos condenados al
éxito”, en este caso, al ser necesario producir para que la humanidad continúa,
Samuelson nos afirma que “estamos condenados a la injusticia”. Para más claridad agrega: “La
confiscación demoraría el crecimiento y limitaría el libre desplazamiento del
capital a áreas más rentables”.
Él mismo reconoce que
se trata de una “contradicción” y para superarla (regresa a la gastronomía)
manifiesta que la necesidad de una torta mejor distribuida con la presencia de
grandes e inconfiscables grupos
económicos es posible de lograr en la medida en que se desarrolle una
combinación entre la empresa estatal y la privada, denominando a esa
combinación “economía mixta”.
Dicha economía
–afirmaba- es la única que sirve de base para sustentar el “Estado de Bienestar”. Y
lanza esta concreta aseveración, textual, “A través de los servicios públicos directos
y a través de transferencias bancarias, la economía mixta moderna es en
realidad un gigantesco seguro mutuo contra los peores desastres económicos de
la vida” En la época en que el “comunismo se comía a los niños”, de que
si tenías una habitación vacía los comunistas te iban a colocar una familia
cualquiera a ocuparla, de que si tenían una propiedad sea un auto, una
bicicleta o un caballo los comunistas te la iban a quitar, Samuelson se
esforzaba en explicar que era mejor ceder un poco antes de perderlo todo. Se
esforzaba en ocultar que la propiedad que los comunistas decían “confiscar” no
era una habitación, ni un auto, ni menos un caballo y una bicicleta, que la
propiedad que se pensaba “expropiar” era en realidad la propiedad de los
grandes medios de producción logradas mediante el saqueo de pueblos y la sobre
explotación de trabajadores y que por lo tanto, los comunistas eran, en
realidad, expropiadores de los expropiadores.
Samuelson nunca
incursionó en determinar y aclarar cómo se formaron las enormes fortunas y cómo
se continuaba concentrando el capital en menos manos. Sólo intentaba, como
Keynes, salvar al monstruo, manteniendo su “belleza” externa y mostrando solo
“algunas” de sus manifestaciones peligrosas. Y colocó todo su talento en ello,
debiendo, por tanto, enfrentarse con parte de los monopolios más extremos. Pero
siempre con buenos modales y amistosamente, por eso señala que, pese a ser los EEUU el país más poderoso
del mundo, su gobierno se encuentra
en dependencia de poderosas fuerzas económicas, considerando perjudicial el
gran poder que posee el complejo militar industrial.
En otros aspectos
Samuelson desarrolla la tesis de que la mayoría de los trabajadores prefiere “un
trabajo garantizado, a ingresos garantizados” y en base a ello analiza propuestas
de otros políticos y economistas con relación al papel del Estado en la
generación de empleo.
Podemos intentar
traducir esa tesis: Agradezca el trabajador tener empleo, no importa su paga si
se lo garantiza. Siempre es mejor ser explotado que marginado. Pero es una
comparación absurda, es como considerar que los premios Nobel Bancario de
Economía son neutrales y se les otorga a científicos.
“Para muestra basta un botón” reza el refrán. Por eso
pasaremos a los próximos galardonados, los que carecen de la habilidad de don
Paúl Samuelson, lo que hace más tétrico y vulgar el premio.
Oscar
Natalichio
Centro de
Investigaciones Económicas y Sociales
(CIEYS)
27/12/2013
PARTICIPEMOS
ACTIVAMENTE PARA QUE EL 2014 SEA EL AÑO DE CONSOLIDACIÓN DE NUESTRA AMÉRICA
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