viernes, 27 de diciembre de 2013

NOSOTROS O ELLOS Nº 69
EL MAYOR FRAUDE INTELECTUAL HISTÓRICO: LOS PREMIOS NOBEL DE ECONOMÍA (2)
1970
Este año, el segundo desde la institución del premio Nobel a los economistas apologistas y defensores del sistema capitalista, el “galardón” es entregado al “investigador” Paúl Samuelson, uno de los más brillantes economistas vulgares luego de Keynes. Perteneciente a lo que se denominó la “escuela neoclásica”. Samuelson se doctoró en “economía” en la Universidad de Harvard y desarrolló estudios en muchos campos como son el comercio internacional, el crecimiento de las economías, el estado de bienestar, la distribución, utilizando para ello las matemáticas, a tal punto que se lo denominaba “economista matemático”. Se lo considera el “padre de la economía moderna” y su libro, que se denominó “Curso de Economía moderna” fue el más usado por casi todas las universidades del mundo, utilizando el lenguaje de las matemáticas para los diferentes campos en que divide la economía y de allí surgen los conceptos “comportamiento maxificador de agentes”; “estática comparativa”; “teoremas operativos”, analogías subyacentes”, “curvas de indiferencia” y otros tantos que fueron distribuidos en los centros del saber y en los domicilios de estudiantes que adquirieron esos cinco millones de ejemplares que se vendieron y que de alguna manera expresan bajo qué ideología se formaban los “futuros economistas” del tercer mundo.
El premio se sintetiza en haber desarrollado la teoría económica estática y dinámica y “elevado” la calidad del análisis en la ciencia económica. Los objetivos que se planteaba Samuelson eran por demás claros, por ello a continuación se hará referencia a ellos considerando textualmente los expresados por su autor, a efectos de eliminar cargas subjetivas que siempre están presentes en las críticas.  
Definía Samuelson: “El análisis económico es el auxiliar indispensable para aquellos que aspiran a las reformas sociales y QUE DESEAN PRESERVAR Y CONSERVAR EL SISTEMA HEREDADO”
Claros conceptos de Samuelson, uno de los pocos lúcidos economistas vulgares que se ha esforzado intelectualmente para justificar el capitalismo en su fase superior y última: el imperialismo o capitalismo monopolista, con predominio de la oligarquía financiera. Se ha esforzado para tratar de sostener este modo de producción; se ha esforzado en ocultar que el capitalismo es el más sanguinario y cruel que de las formaciones económico sociales que ha conocido la humanidad.
Samuelson refleja en esa frase el verdadero objetivo del “análisis económico” desarrollado  para la burguesía: preservar y conservar el sistema heredado.
Los economistas burgueses suelen ser golosos, por eso reflejan a los resultados de los actos económicos como una “torta” o “pastel” que luego hay que comer entre todos, o distribuir entre todos. Utilizando la categoría “científica” “torta”,  desarrollaremos algunos de los planteos de este economista “estrella”.
Para “preservar” el sistema Samuelson afirma que es mejor “tener una torta más chica pero mejor distribuida” (distribuida más equitativamente) y propone reformas que no pueden ser llevadas adelante “por aficionados” sino por “científicos”.
Antes de entrar en las reformas propuestas diremos: ¿Por qué hay que tener una torta más chica para distribuir más equitativamente? ¿No sería mejor hacerlo con la que ya existe, que se supone más grande?  Es obvio que si un país tiene un PIB de 100 (una torta de 100 kilos) y 100 habitantes podría distribuir un 1% por habitante ¿Por qué para distribuir mejor la torta hay que hacerla más pequeña? Si bajamos la torta a 70 a cada uno le correspondería un 0.7% un 30% menos. Lo extraño del caso es que un aficionado se daría cuenta inmediatamente de esta absurda condición, por eso Samuelson insiste en no quiere aficionados a su alrededor, sólo “científicos” que posean una inteligencia cercana a la de él y, esto va por nuestra cuenta, que sean capaces de generar confusas teorías, supuestamente científicas, necesarias para esconder la verdad (aunque en parte sea inocultable y lo pongan en evidencia), con el objetivo claramente manifestado de “conservar el sistema heredado”.
En general, tanto Samuelson como otros economistas vulgares de menor trascendencia, asumían que el capitalismo era el último eslabón de un proceso histórico. Todo sabemos que la historia es unidireccional, que va hacia adelante. Si el capitalismo es el “último eslabón de la historia” ¿qué sentido tiene conservar lo que por su propio destino se conserva? Contradicciones que quizá los aficionados detecten y por lo tanto determinen que se puede seguir avanzando, que el capitalismo no es la última etapa de la historia sino, simplemente, la última etapa de las sociedades basadas en la explotación del hombre por el hombre y en la propiedad privada de los grandes medios de producción.
No obstante no se debe desconocer globalmente los estudios que han efectuado estos economistas, en especial Samuelson. Repito que definirlos como “vulgares” (originalmente definidos por Carlos Marx a los que siguieron a los clásicos)  no debe confundirnos. Son vulgares pues su intento no está en la búsqueda de la verdad sino en su ocultamiento, lo que no significa, como veremos a continuación, que todas sus propuestas carezcan de razonabilidad.
Samuelson comenzaba aclarando que una mejor “distribución de la torta nacional” debe ser resuelta “sin revolución social”. No es necesaria –afirmaba- pues el capitalismo es “un sistema cerrado donde predomina el movimiento hacia la abundancia” –y agrega- “pues (el capitalismo) posee la capacidad de incrementar, con la máxima eficiencia, la riqueza”.
Considera al “Estado de Bienestar” como producto espontáneo del modo de producción capitalista y afirmaba  que, como resultado de la distribución racional de los impuestos y de la ampliación y desarrollo de la educación e instrucción pública, el capitalismo marcha a ir eliminando la desigualdad entre los hombres y afirmando una mayor justicia.
Al no aceptar, o desconocer, u ocultar las leyes del modo de producción capitalista, que se basa en la acumulación, concentración, centralización del capital y predominio del capital financiero, este premio Nobel Bancario trata de explicarnos que el capitalismo nos conduce a un futuro promisorio. Cuando afirmaba esa falacia, este economista vulgar era el preferido por todas las universidades del mundo, incluso por nuestra querida Universidad Nacional (UBA).
Es casi una ley; para ocultar verdades importantes con cierto éxito hay que reconocer  verdades  obvias. Samuelson afirma (reconoce) que la gran propiedad es factor de injusticia, pero –aclara inmediatamente- que liquidar esa injusticia en base a la confiscación es negativo, pues es imposible hacer coincidir a la justicia con la eficiencia de la producción.
Es interesante este extraño razonamiento: contradicción entre justicia y producción en un mundo que sólo puede subsistir si se produce; no es un razonamiento menor, es algo así como esa brillante frase de un político argentino de que “estamos condenados al éxito”, en este caso, al ser necesario producir para que la humanidad continúa, Samuelson nos afirma que “estamos condenados a la injusticia”.  Para más claridad agrega: “La confiscación demoraría el crecimiento y limitaría el libre desplazamiento del capital a áreas más rentables”.
Él mismo reconoce que se trata de una “contradicción” y para superarla (regresa a la gastronomía) manifiesta que la necesidad de una torta mejor distribuida con la presencia de grandes e inconfiscables grupos económicos es posible de lograr en la medida en que se desarrolle una combinación entre la empresa estatal y la privada, denominando a esa combinación “economía mixta”.
Dicha economía –afirmaba- es la única que sirve de base para sustentar el “Estado de Bienestar”.  Y lanza esta concreta aseveración, textual, “A través de los servicios públicos directos y a través de transferencias bancarias, la economía mixta moderna es en realidad un gigantesco seguro mutuo contra los peores desastres económicos de la vida” En la época en que el “comunismo se comía a los niños”, de que si tenías una habitación vacía los comunistas te iban a colocar una familia cualquiera a ocuparla, de que si tenían una propiedad sea un auto, una bicicleta o un caballo los comunistas te la iban a quitar, Samuelson se esforzaba en explicar que era mejor ceder un poco antes de perderlo todo. Se esforzaba en ocultar que la propiedad que los comunistas decían “confiscar” no era una habitación, ni un auto, ni menos un caballo y una bicicleta, que la propiedad que se pensaba “expropiar” era en realidad la propiedad de los grandes medios de producción logradas mediante el saqueo de pueblos y la sobre explotación de trabajadores y que por lo tanto, los comunistas eran, en realidad, expropiadores de los expropiadores.
Samuelson nunca incursionó en determinar y aclarar cómo se formaron las enormes fortunas y cómo se continuaba concentrando el capital en menos manos. Sólo intentaba, como Keynes, salvar al monstruo, manteniendo su “belleza” externa y mostrando solo “algunas” de sus manifestaciones peligrosas. Y colocó todo su talento en ello, debiendo, por tanto, enfrentarse con parte de los monopolios más extremos. Pero siempre con buenos modales y amistosamente, por eso señala que, pese a ser los EEUU el país más poderoso del mundo, su gobierno se encuentra en dependencia de poderosas fuerzas económicas, considerando perjudicial el gran poder que posee el complejo militar industrial.
En otros aspectos Samuelson desarrolla la tesis de que la mayoría de los trabajadores prefiere “un trabajo garantizado, a ingresos garantizados” y en base a ello analiza propuestas de otros políticos y economistas con relación al papel del Estado en la generación de empleo.
Podemos intentar traducir esa tesis: Agradezca el trabajador tener empleo, no importa su paga si se lo garantiza. Siempre es mejor ser explotado que marginado. Pero es una comparación absurda, es como considerar que los premios Nobel Bancario de Economía son neutrales y se les otorga a científicos.
“Para muestra basta un botón” reza el refrán. Por eso pasaremos a los próximos galardonados, los que carecen de la habilidad de don Paúl Samuelson, lo que hace más tétrico y vulgar el premio.

Oscar Natalichio
Centro de Investigaciones Económicas y Sociales  (CIEYS)
27/12/2013


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