jueves, 19 de diciembre de 2013

NOSOTROS O ELLOS Nº 65

EFECTOS PARADOJALES EN EL CAPITALISMO QUE NO REGISTRAMOS (2)

En el número anterior señalábamos que el imperialismo, la segunda fase del capitalismo, se caracterizaba, con relación a la primera fase, en que surgía la gran burguesía, la que devoraba a la burguesía en general.

Decíamos que las clases sociales antagónicas eran, inicialmente, burguesía versus proletariado, pero ese antagonismo ahora, sin dejar de existir, se había ampliado al ingresar, objetivamente, parte de la burguesía, a enfrentarse con una fracción suya que, durante su desarrollo, adquirió poder como consecuencia de la enorme acumulación de riquezas que logró, no sólo mediante la explotación de los trabajadores, sino también mediante la eliminación de parte importante de la burguesía original.

Esa fracción suya, que adquiere enorme poder, la definíamos como la “gran burguesía”, pero ahora la vamos a definir con mayor precisión: nos estamos refiriendo a lo que denominábamos, en números anteriores, la oligarquía financiera, a ese “estado mayor conjunto” que representa apenas unas centenas de familias, las que poseen el dominio económico y financiero sobre la casi totalidad de los países donde se encuentra vigente el modo de producción capitalista, es decir, vigente en todos los países donde la burguesía detenta el poder económico-social como clase.

Habíamos mencionado que la oligarquía financiera era un producto histórico donde confluyen, al inicio de la fase II del capitalismo, el gran capital industrial con el gran capital bancario. Es una “aristocracia” renovada, que sobresale entre sus pares por la enorme acumulación económica y financiera que a adquirido y que le otorga a ella un poder tal que la coloca en una situación de privilegio sobre los demás.

Tanto burgueses como proletarios constituyen dos clases sociales. Sería interesante definir, con mayor aproximación, lo que es una clase social.

Tomamos la definición que Vladimir Lenin elaborara:

“Las clases son grandes grupos de personas que se diferencian unas de otras por el lugar que ocupan en un sistema de producción social históricamente determinado, por las relaciones en que se hayan con respecto a los medios de producción (relaciones que, en gran parte, son establecidas y fijadas por leyes), por su papel en la organización social del trabajo y, en consecuencia, por el modo y la proporción en que perciben la parte de la riqueza social de que disponen. Las clases son grupos humanos, uno de los cuales puede apropiarse el trabajo del otro, en virtud de los diferentes lugares que uno y otro ocupan en un régimen determinado de economía social”.

En NOSOTROS O ELLOS Nº 52 adjuntamos un cuadro, que denominamos Cuadro I, donde se señalaba cómo se compone una Formación Económico-Social (FES) y, al final del mismo se describían las FES que desde el inicio a la fecha han existido y existen. En nuestro cuadro otorgábamos una vida aproximada de 40 mil años a lo que se denomina “comunidad primitiva” o “comunismo primitivo”. Se trataba de una FES precaria por el bajísimo desarrollo de sus fuerzas productivas y, a la vez, se trataba de una sociedad sin clases, una sociedad basada en la cooperación, pero una sociedad incapaz de producir excedentes sobre los consumos normales y necesarios para sobrevivir. Una sociedad donde se había hecho tan fuerte el hábito de repartir igualitariamente lo obtenido de la naturaleza que ese reparto se llevaba a puntos extremos, como el de los grupos esquimales que, habiendo cazado apenas un oso polar, se repartían la piel en trozos tan pequeños que a ninguno le eran útiles. No concebían que se pudiera hacer de otra manera, no concebían que alguno se quede con la parte que le corresponde a un hermano.

La sociedad vivió la mayor parte de su existencia sin encontrarse dividida en clases sociales en general y mucho menos en clases sociales antagónicas. Se enfrentaban entre sí muchas tribus, en busca del producto necesario para sobrevivir, pero incluso el guerrero de la tribu derrotada poseía la posibilidad de incorporarse a la vencedora con iguales derechos y obligaciones; las otras dos posibilidades para el prisionero eran ser liberado y que se las arregle solo o ser sacrificado, pero jamás ser explotado.

Es obvio que, pese a no existir clases sociales, sí existían jerarquías dentro de cada tribu, donde el guerrero más valiente o el más sabio, o el más viejo, ocupaban puestos de dirección y eran, a la vez, los custodios de esas tradiciones.

En ese cuadro I señalábamos esos 40 mil años de sociedad primitiva para dar luego el paso a las formaciones económicas sociales que contenían en su seno clases sociales diferenciadas y antagónicas. En este caso señalamos que sólo han transcurrido 5.900 años, apenas un 15% de la duración de la sociedad primitiva expuesta a los rigores de la naturaleza sin posibilidades de defenderse de los mismos.

Y esos 5.900 años señalan la velocidad del proceso de cambios en sociedades donde, por ser inequitativas, se manifiestan mediante las luchas de clases. Bien señalaba El Manifiesto cuando inicia su capítulo 1 expresando: “Toda la historia –escrita- de la humanidad, hasta nuestros días, es una historia de luchas de clases”

Es Engels el que aclara que se refiere a toda la historia escrita, es decir, toda la historia que comienza con la primera FES donde surge la propiedad privada sobre los Medios de Producción y la explotación del hombre por el hombre; comienza con el esclavismo, comienza, aproximadamente, hace apenas 5.900 años, comienza con la sociedad esclavista.

Esos 5.900 años poseen una distribución que merece nuestra atención por la marcada tendencia a acortarse de los períodos de vida de cada una de ellas. La sociedad esclavista se desarrolló (siempre aproximadamente) como FES predominante, durante 4.100 años, la FES reemplazante, la sociedad feudal, en sus distintas modalidades, tuvo su vigencia, siempre como FES predominante, durante 1.500 años y, finalmente, dentro del las FES donde se desarrolla la lucha de clases, ingresa el capitalismo, que posee una vigencia de apenas 300 años y ya se encuentra en una crisis terminal, es decir, ya ha llegado a su ocaso lo que no significa aún su pronta desaparición tan necesaria para la continuación de la vida.

Dentro de esos 4.900 años de predominio de FES explotadoras y saqueadoras, en los últimos casi 100 años, surge una nueva FES, surge el socialismo, el que en octubre de 1917 asesta el primer golpe trascendental al capitalismo, dando inicio a su crisis estructural de la que ya no podrá salir. Y marca la enorme diferencia entre esa nueva FES y las tres anteriores: la propiedad privada de los medios de producción pasarán a ser, gradualmente, con una velocidad que la conciencia social desarrollada posibilite, en propiedad colectiva; y la explotación del hombre por el hombre irá gradualmente reduciéndose hasta lograr que prevalezca, no sólo en leyes, sino en hábitos y costumbres, la cooperación entre hermanos.

¿Volver a la sociedad primitiva? NO. Volver a sus principios sí, pero ya no tan expuestos a los fenómenos de la naturaleza; ahora todo el conocimiento acumulado por los trabajadores en miles de años se podrán al servicio de esos trabajadores. De esa manera la ciencia y la técnica, de todas las ramas de la producción y los servicios materiales y espirituales, se volcarán, sin límites, a resolver todos los aspectos sociales que se requieran para la existencia de una sociedad sin clases antagónicas, que viva en armonía y en paz, con modestia, confort y equidad, sin pobreza y sin marginación.

Si la expuesta sociedad primitiva sobrevivió como tal 40 mil años, estimen ustedes cuánto podría durar una sociedad donde toda la riqueza material e intelectual, donde todos los grandes avances logrados sean destinados a lograr la felicidad de toda su población.

Nos desviamos un poco pues es un defecto que arrastramos en nuestro afán de consolidar lo expresado. Regresando a la definición de clases sociales de Lenin advertimos varias cuestiones que ampliaremos más adelante. Ahora señalaremos la primera parte de la definición: “Las clases son grandes grupos de personas…” ¿Qué encontramos aquí? Que no se trata de un grupo de personas sino de grandes grupos de personas. Desde ya que los trabajadores conforman grandes grupos de personas, que también logran cumplir este requisito los campesinos y los burgueses en general. Pero observamos que los trabajadores, tanto de la industria como de los servicios y de los sectores rurales, son cada vez más y la burguesía ve reducir su relación relativa con respecto a ellos. Y esa disminución, en los países que funcionan dentro de la órbita del capitalismo, no surge de la socialización sino de la apropiación que hace un pequeñísimo grupo o familias que concentra cada vez más riqueza en cada vez menos personas, haciendo a ese grupo más pequeño aún. Es lo que representa hoy ese 0.7% de la población del 2012 de la que hablamos, siendo muy probable que a finales de 2013 sea menor a lo señalado.

Se habla de 200 familias cuyas empresas contratan trabajadores que producen el PIB equivalente a los 80 países de menos producción. ¿Constituyen esas 200 familias una clase social?

No hay duda de que son parte de la burguesía pero a la vez canibalizan a esa burguesía. El escaso número de personas que lo integran los coloca más cerca de una casta, es decir, de un grupo que forma un conjunto especial que tiende  a permanecer separado de los demás de su clase.

La oligarquía financiera es una casta que funciona separada de los demás de su clase, de los que se alimenta devorándolos.

Estimados burgueses no integrantes de la casta: ¿quieren conservar sus bienes?, ¿quieren seguir siendo burgueses algunas décadas más? Es paradojal, pero sólo tienen un camino: convertirse en antiimperialistas activos. ¿Es posible?   

Imposible es responder esta pregunta en el espacio que nos queda, pero señalaremos como (esquemáticamente) dividiremos la correlación de fuerzas en nuestro país desde un punto de vista objetivo.

Grupo A: La Asociación Empresaria “Argentina” y la Sociedad Rural, o sea, la oligarquía financiera
Grupo B: El resto de la sociedad: los trabajadores, los campesinos, los intelectuales, los estudiantes, los empresarios industriales, los comerciantes, los cuentapropistas, las amas de casa, los religiosos, etc.

Lo cuantificamos             

Grupo A: No más de 100 mil personas, incluidos los mercenarios que se les acoplan.
Grupo B: 41.900.000 personas.

En esa relación objetiva vemos claramente lo que puede la subjetividad. Muchas de esas personas que integran el grupo B posibilitan que los personeros del grupo A, ¡hasta ganen elecciones “democráticas”!

No quedan dudas de que la lucha principal se da en el plano cultural, por eso en los siguientes NOSOTROS O ELLOS nos vamos a meter en más análisis temerarios, entre ellos el porqué mejorar la calidad de vida de los ciudadanos se expresa como un arma de doble filo, como un puñal que apunta hacia el que le posibilitó, en una coyuntura determinada, que saliera de la pobreza y marginación.

Oscar Natalichio
Centro de Investigaciones Económicas y Sociales (CIEYS)
18/12/2013

oscarnatalich@fibertel.com.ar

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