NOSOTROS O ELLOS Nº 56
EL IMPERIALISMO Y SUS GUERRAS: LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
(1)
34.000.000 de
muertos computa la nefasta e incompleta estadística, pues pueden haber sido
cientos de miles más, esos seres humanos que nadie registra.
28.000.000 de mutilados,
se agregan, sin contar con los efectos que sobre la mente de los “sanos”
produjo la segunda guerra imperialista.
935 mil millones de
dólares (de 1940 equivalente a 26.715.000 onzas de oro) sólo en gastos de
guerra, mayor parte de éstos se convirtieron en “ganancia” de los
imperialistas. Un simple cálculo: a 1300 dólares la onza, cotización de diciembre
de 2013, ese importe aplicado a la destrucción y a la muerte equivale a
34.729.500.000.000 dólares (casi 35 billones de dólares 2013)
Miles de ciudades,
poblados y bienes producidos por millones de trabajadores a través de los
siglos, destruidos por el interés económico, por el capitalismo en su fase
superior.
Después de finalizada la primera guerra mundial y después del
surgimiento del primer país socialista sobre la tierra, la Unión de Repúblicas
Soviéticas Socialistas, los Estados Unidos, en conjunto con Francia e
Inglaterra, adoptan medidas económicas y políticas destinadas a restaurar la
industria pesada en Alemania. Para ello invierten miles de millones de dólares
con un claro objetivo.
Desarrollan una potente
industria militar que pretenden utilizar para derrocar a la Unión Soviética. Una poderosa fuerza de choque contra el primer país socialista de la
historia. “El bebé debe ser ahogado en su cuna” expresaría Churchill.
Y diseñan una estrategia no muy novedosa: la segunda guerra mundial no
se inicia como guerra mundial sino con una serie de “focos de lucha”.
El primer “foco” se produce en septiembre de 1931: Japón invade China.
Para iniciar (y justificar) la invasión los japoneses utilizan “el viejo, poco
original pero efectivo truco del imperialismo”, similar al utilizado por los
yanquis en La Habana, para ingresar con argumentos a la guerra contra España:
atentar contra su propio barco, el Maine.
Los japoneses hacen “volar” la línea del ferrocarril de Manchuria
meridional, de su propiedad, culpando a los chinos y justificando la ocupación,
contando para ello con la complicidad de Inglaterra y Francia, países que
lideraban la Liga de las Naciones, liga destinadas
a evitar nuevos conflictos. La mayor acción de estos dos países en esa liga
consistió en nombrar la
“Comisión Litton ” que trataría la “internacionalización” de
la zona ocupada, no el retiro de China los invasores japoneses.
Pero Japón no quiere compartir el saqueo con los otros imperialistas y
por ello se va de la Liga de las Naciones en marzo de 1933. Es el año en que
los nazis llegan al poder en Alemania proclamando, sin tapujos, que sus
objetivos son el dominio del mundo por medios violentos, mostrándose a su vez,
como el “baluarte de occidente contra el comunismo”. En octubre de 1933
Alemania toma la misma decisión que Japón: abandona la Liga de las Naciones, ya
no hay que darle explicación a nadie.
En marzo de 1935, desconociendo la prohibición del tratado de
Versalles, los nazis implantan el servicio militar obligatorio y comienzan a
formar un poderoso ejército. Ese desconocimiento del tratado de Versalles es
acompañado por Inglaterra, quien concertó en 1935 un “acuerdo naval” que le
concedía a Alemania, el derecho de poseer marina de guerra. Supuestamente
limitada, ya que el acuerdo contiene un párrafo que expresa “hasta el 35% del tonelaje de la potencia naval del imperio británico”.
También en 1935, la Italia fascista, respaldada por Francia e
Inglaterra, ocupa Etiopía. Nada hace para impedirlo la Liga de las Naciones. En
EEUU se aprueba una ley de “neutralidad” que indica no vender armas a los
beligerantes. Ley por demás de clara: Italia tiene armas, Etiopía no. La URSS,
en cambio, se pronuncia a favor del pueblo agredido.
En 1936 Alemania ocupa la zona desmilitarizada de Renania. En julio de
ese año, Franco se amotina contra el régimen republicano, con el apoyo militar
de la Alemania de Hitler y de la Italia fascista. La Liga de las Naciones no
sólo no actúa, sino que, a través de su “Comité de no Intervención” impedía que
la república española pudiese comprar armas. Mientras, los EEUU mantenían su
ley de “neutralidad”, no vendiendo armas a los republicanos.
En julio de 1937 los japoneses atacan al ejército chino y avanzan a
Peiping, pensando obtener una rápida victoria. Recibieron una inesperada
sorpresa: la resistencia del ejército popular chino convirtió la esperada
guerra relámpago en una guerra prolongada.
Alemania, Japón e Italia avasallan nuevos territorios ocupándolos:
Manchuria, Etiopía y España iniciarían la lista. Lo habían logrado gracias a la complicidad
activa de Francia, Inglaterra y los EEUU. Estas potencias permitían que el
monstruo creciera pues su destino principal sería el de destruir la URSS.
En 1933 el gobierno soviético había analizado la situación y previsto
su desarrollo. En febrero de ese año propone a sus “aliados” emitir una
declaración común contra la agresión, propuesta que no es considerada. A fines
de ese año la URSS propone ahora una resistencia activa común para frenar a los
nazis, la que tampoco es considerada. Todos los países capitalistas aspiraban a
que la maquinaria de guerra fascista barriera con la Unión Soviética ,
se dirigiera hacia ella y no hacia ellos.
A comienzos de 1934 los gobiernos soviéticos y francés intentan
conformar un acuerdo, “el pacto oriental” de ayuda mutua entre la URSS,
Checoslovaquia, Finlandia, Letonia, Estonia y Lituania y un tratado separado
URSS-Francia como si Francia fuese uno más de los países mencionados. Mientras,
a cambio, la URSS aceptaba reconocer a Francia el tratado de Locarno, firmado
en 1925, que aseguraba las fronteras de Francia y Bélgica frente a Alemania.
Papel importante en el armado del llamado “pacto oriental” lo cumple el
estadista francés Luis Barthon.
En 1934 la URSS ingresa a la
Liga de las Naciones y propone un sistema de seguridad colectiva contra la
agresión, por la paz y por la defensa de los pueblos de China, España y
Etiopía.
En 1935 la URSS concluye el tratado con Francia y Checoslovaquia. El
gobierno burgués checo impone la cláusula de que la URSS podrá defenderlo de
una agresión sólo si lo hace primero Francia. Poco
después el gobierno francés, apoyado por Inglaterra, violará y anulará el
tratado.
Francia, Inglaterra y los EEUU, sus gobiernos, incitan a la Alemania
nazi, al agresor, a que ataque a la URSS. Les entregan, a cambio, varios países
europeos.
En noviembre de 1937, el ministro inglés Lord Halifax se entrevista con
Hitler. Encomia sus grandes “méritos por la lucha contra el
comunismo” y le promete la
ciudad de Danzig (Godnia), Austria y Checoslovaquia, expresándole que esos son “cambios en el orden europeo que, seguramente, tarde o temprano
deberían acaecer”; y le
solicitaba que, con el colmo de hipocresía, de ser posible, lo realizara “mediante una evolución pacífica”.
En la misma reunión, Lord Halifax manifiesta la disposición de
Inglaterra y Francia de adherir al eje Berlín-Roma constituido en octubre de
1936, para que “ninguna de las cuatros potencias quedarán
al margen, en forma alguna, de esa elaboración”. Ese gran eje tenía como objetivo la URSS: “el bebé debe ser ahogado en su cuna”.
No le fue bien a Halifax; no percibió que Hitler interpretaba sus
deseos de una gran alianza como una manifestación de debilidad. Además, si la
hacía, ¿qué quedaría para Alemania? No obstante ese primer fracaso, Inglaterra
insiste y, en marzo de 1938, por intermedio de su embajador en Alemania,
intenta llegar a un nuevo entendimiento, a “una verdadera y
cordial amistad con Alemania”.
Hitler interpretó que tenía vía libre para sus planes y, en efecto, la tenía. El 11 y 12 del
mismo mes sus tropas ingresan a Austria y la ocupan. El 13 promulga
la ley de su anexión a Alemania.
Los gobiernos de Inglaterra y Francia, con el beneplácito de los EEUU,
aprobaron rápidamente el cambio. Sólo la URSS denunció el saqueo y el 17 de
marzo convocó a otros gobiernos a detener la agresión y a no permitir el
desencadenamiento de una nueva guerra mundial. La nota de convocatoria para que
esa reunión se realizara decía: “mañana quizá sea tarde, pero hoy
todavía puede hacerse si todos los estados, especialmente las grandes
potencias, adoptan una posición sin ambigüedades en el problema de la salvación
colectiva de la paz”.
Dicho mensaje no fue escuchado pues todo avanzaba según lo previsto,
que era dejar que Alemania se apropiara inicialmente de territorio europeo para
que luego ésta apunte, con toda su potencia, a destruir el sistema soviético.
Los soviéticos lo sabían, pero lo que no sabían los franceses ni los ingleses
era que Hitler no tenía intenciones de compartir con ellos sus conquistas.
Hitler apuntaba ahora a Checoslovaquia. Había que justificar la
agresión y utiliza para ello a sus partidarios en ese país. Su estrategia
arrancó con una supuesta discriminación contra los ciudadanos de origen alemán,
discriminación contra el Partido de los Alemanes Sudetes, dirigidos por el
fascista Geinlein quien, apoyado desde Berlín, organiza provocaciones e, incluso,
una insurrección armada contra el gobierno checo.
Estaba vigente el tratado soviético-checo de 1935 suscripto en apartado
por Francia, quien se vio obligado a cumplirlo por la presión popular en ese
país. Hitler estima prudente postergar sus planes pero les recuerda, en
especial a Inglaterra, de que Checoslovaquia ya había sido entregada.
Fue el temor a la reacción interna por la que Francia
(acompañada por Inglaterra) decide “honrar” el tratado. Por lo tanto, hay que
torcer esa reacción de sus pueblos, hay que cambiar esa reacción interna para
que Hitler pueda ingresar, ocupar y anexar Checoslovaquia.
Y lo logran así: durante varios meses “bombardean” al pueblo a través
de toda la prensa para que prevalezca la idea que Francia e Inglaterra no están
preparadas para la guerra y que el
pueblo no tenía por qué embarcarse en una guerra ni morir por la defensa de un
“lejano” país. Simultáneamente presionan al gobierno checo para que capitulara
frente a Hitler y le recordaban a éste, a Alemania, que les facilitaban el
camino, pero debía cumplir con el compromiso de atacar a la
URSS. Continúa …
Oscar Natalichio
Centro de Investigaciones
Económicas y Sociales (CIEYS)
10/12/2013
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