NOSOTROS O ELLOS Nº 36
TRABAJO, FUERZA DE TRABAJO Y SALARIO (2)
Continuamos con la clasificación de “trabajo” que iniciáramos en la entrega N º 34 donde
desarrollamos el trabajo en función del momento en que se realiza; el trabajo
en función del valor y; el trabajo en función del conocimiento necesario para
ejecutar la tarea. Ahora
continuaremos con las restantes cinco clasificaciones:
- En función de la cantidad producida en
base a lo necesario: El
denominado trabajo necesario es
el tiempo invertido por el trabajador (su fuerza de trabajo) durante el
cual éste crea el producto
necesario. Ese producto necesario lo es, pues debe ser destinado a
satisfacer sus necesidades básicas personales y las de su familia; y
también para la reproducción de la fuerza de trabajo, ya que el trabajador
no va a trabajar toda su vida, ni lo hace de pequeño y el explotador
necesita que haya siempre trabajadores. Existe, al menos formalmente, una
denominada Población Económicamente Activa (PEA) que ocupa la franja que
va de los 16 años a los 65. Si esa PEA produjera sólo para el trabajo
necesario, el trabajador y su familia tendría garantizado el producto
necesario para vivir muy modestamente, habitando una vivienda, alimentándose
razonablemente, teniendo hijos (futura fuerza de trabajo), teniendo acceso
a la educación y a la salud, a la cultura y al deporte, etc. Pero no
habría excedentes de bienes. Para que los haya se requiere producir más de
lo elementalmente necesario y esto surge del plustrabajo. Entonces: ¿qué es plustrabajo? Es también el
tiempo invertido por el trabajador (su fuerza de trabajo) durante el cual
crea una producción mayor a la
necesaria que es denominada plusproducto. Dicho desde otro ángulo, el
plusproducto está compuesto por el conjunto de bienes materiales que
surgen de la esfera de la producción y de los servicios, y que se colocan
por encina del producto necesario. Parece un juego de palabras, pero no lo
es. En principio diremos que el trabajo necesario para obtener el producto
necesario posee un fuerte contenido político y económico. En la sociedad
primitiva todo era trabajo necesario: se cazaba, pescaba, recolectaba,
sembraba sólo para alimentarse, vestirse y poder armar un refugio. Sin
excedentes producidos por el plustrabajo (sin reservas para los malos tiempos),
la sociedad se veía desvalida frente a los fenómenos naturales. Cuando
surge la sociedad esclavista comienzan a producirse excedentes, es decir,
comienza a desarrollarse el plustrabajo, pero gran parte de esos excedente
es originado por la explotación brutal a los productores, sean éstos esclavos,
artesanos o campesinos libres, quienes se ven obligados a vivir
(sobrevivir) con un trabajo necesario acotado por la clase aristocrática.
Allí el plustrabajo iba destinado exclusivamente a alimentar a esa clase
dominante y parásita, a mantener sus refinados gustos y a sostener sus
falanges y guerras. Hasta el día de hoy, en las sociedades divididas en
clases antagónicas, ello continúa, no sólo siendo válido, sino que la
brecha entre el que usufructúa el plustrabajo y el que produce el
plusproducto, en mil veces superior al de esos amos que sometían al
esclavo esclavizado, al artesano o al campesino. Y no es una redundancia
decir esclavo esclavizado, pues en el feudalismo es esclavizado el siervo
de la gleba y en el capitalismo es esclavo el asalariado, con distintos
grados de “libertad” pero cada vez más explotado y menos conciente de que
lo es. El trabajo necesario debería ser un equivalente a un salario que
cubra todas las necesidades razonables de una familia trabajadora y está
en función de la época en que se produce. A medida que surgen nuevos
productos y servicios, éstos se deberían ir incorporando al trabajo
necesario. Ello significa que el trabajo necesario se extiende en función
de las nuevas necesidades que van surgiendo. Pero el explotador se
encuentra con un dilema, si todo trabajo se circunscribe al necesario, no
hay plusvalía (no hay riqueza para apropiarse de ella) y si no vende los
nuevos bienes que están en su poder por ser el “propietario” de los bienes
de producción, tampoco obtendría plusvalía. La solución a este dilema la
logra, en parte, mediante la desigualdad social: una porción de la
población sobrevive con lo estrictamente elemental o menos (más de 800
millones de seres humanos no alcanzan a consumir las calorías mínimas
diarias necesarias para desarrollarse, la mayoría son niños), otra parte,
en condiciones de trabajar no encuentra trabajo, son 202 millones de
personas, entre ellas 73,5 millones (un 36%) son jóvenes. Éstos
desocupados están, en su mayoría, dispuesto a tomar cualquier trabajo en
cualquier condición y de allí surge ese “ejército de desocupados” que le
posibilita al explotador utilizarlo para reducir o no incrementar los
salarios de los ocupados. Por otra parte no es malo el plustrabajo ya que
con esos excedentes se podría mejorar notablemente la calidad de vida de
toda la sociedad y ello no es necesariamente sinónimo de mayor
explotación, sino un sendero necesario para mejorar la calidad de vida de
todos los trabajadores. Claro que para que ello ocurra hay que transitar
hacia otro sistema. En el capitalismo ello significa lo contrario y por lo
tanto, aparecen fenómenos reales como éste: el 0.7% de la población
mundial es propietaria del 43% de la riqueza mundial y, saltando ese
sector medio alto y tan perturbador (saltando ese 7.7% de la población que
se lleva un 40% sin merecerlo), el
91.6% de la humanidad sólo posee el 17% de la riqueza mundial. Y es una
tendencia que continúa. Pues la productividad aumenta cada vez más y
ello lleva a que el plusproducto aumente cada vez más y que las ganancias
de los monopolios aumenten cada vez más. Ello lleva también a que la lucha
de clases, entre explotadores y explotados, se encuentre en condiciones
objetivas de aumentar y de pasar de la lucha reivindicativa-social (por
mejor salario) a la política (por el poder). De esa manera, el
plusproducto, derivado del plustrabajo, garantizaría una excelente calidad
de vida a todos los trabajadores, a sus familias y cubriría las
necesidades de aquellos que por edad o por impedimentos varios, no pueden
trabajar pero deben vivir con dignidad. Es esta una de las razones por la
que estas categorías son poco o nada nombradas en nuestros centros de
estudios. Damos un ejemplo sobre un rubro alimentos: la producción de
cereales (no incluye soja): en el 2011 fue de 2.555 millones de toneladas,
en un mundo que alcanzó los 7 mil millones de habitantes. Ello equivale a
365 kilos anuales por habitante, o sea 1 kilo por día por persona tenga
ésta un mes o cien años de edad. Por familia tipo ello equivale a 4 kilos
diarios ¿Quién comería tamaña cantidad diaria de cereales? Falta computar
las demás fuentes de alimentación y ya podemos hacernos la idea que hay
alimentos para todos y sobra. Hay trabajo necesario y plustrabajo.
Entonces… ¿de dónde surgen tanta
hambre, tanta pobreza, tanta miseria y tantas angustias?
Vemos, durante el desarrollo de las categorías, como surgen eslabonadas
otras que poseen la misma importancia: de trabajo necesario (el esfuerzo
básico para sobrevivir) surge el producto necesario (los bienes
básicos para sobrevivir) y de plustrabajo (tiempo de trabajo
adicional al necesario) surge el plusproducto (bienes y servicios
creados por encima del producto necesario).
Vemos también que trabajo necesario posee
características dinámicas, es decir, se modifica su composición interna en
función de la época en que vivimos y, más fundamental, en el modo de producción
en el que desarrollamos nuestras tareas. El trabajo necesario implica obtener
con él las cosas necesarias para una vida decorosa y esas cosas cambian
(favorablemente) con el tiempo, pero cuando el trabajo necesario se enfrenta a
sistemas de explotación como lo fueron el esclavismo y el feudalismo y lo es el
capitalismo, estos sistemas lo limitan y el trabajo necesario ya no puede ser
cubierto por una sola persona en la enorme mayoría de los casos, de allí que,
muchas de las cosas necesarias quedan fuera del alcance del trabajador.
Como podrán deducir, es “lógico” que en la formación académica estas
categorías tan importantes no se traten, ya que en ellas está la explicación de
la monstruosidad del sistema capitalista. En el próximo NOSOTROS O ELLOS
desarrollaremos el trabajo en función de
la distribución de la
riqueza. Esa función nos va a ayudar a responder los
interrogantes que nos planteamos en esta, y mucho más.
Ahora desarrollaremos un tema necesario de ser aclarado. Hablamos, en
todo estos desarrollos, de “categorías” y nos parece necesario definir qué son
las categorías.
Como siempre nos sucede, es difícil describir una palabra cuando esta
está compuesta con el significado de otra. En efecto: podríamos decir que las
categorías surgen de los conceptos más
generales del pensamiento. Para el diccionario, formar conceptos es
determinar algo en la mente después de examinadas las circunstancias. Y,
al menos esta vez, nos parece una definición sensata, más cuando en algunas
acepciones de esta palabra encontramos: “Idea que concibe o forma el
entendimiento”; “pensamiento expresado en palabras” y otras pues son ocho.
Victor Afanasiev nos advertía que, si bien el cuadro de los sentidos es
“extraordinariamente rico y pintoresco”, es, a la vez, “limitado y muy
incompleto”. Afirmaba, este gran filósofo, que el conocimiento sensitivo nos da
sólo “la impresión de algunos aspectos exteriores de las cosas”. Y resumía esa
apreciación de esta manera: “la cognición sensual no puede dar a conocer la
naturaleza interna de las cosas, su esencia, las leyes del desarrollo”
Podemos afirmar que los fenómenos que no se manifiestan en nuestros
sentidos, su construcción interna, las leyes que lo producen, surgen a la luz
del conocimiento, conocimiento que se apoya en el pensamiento abstracto o
lógico. La cognición lógica es una fase superior de la evolución del conocimiento
y se construye en el medio para poder conocer las propiedades y características
principales del objeto. De esa manera, la
cognición lógica adquiere una forma fundamental, que es EL CONCEPTO.
Su principal característica es que EL CONCEPTO se niega a reflejar todos los aspectos de un objeto para centrarse exclusivamente o únicamente en los
esenciales; es decir, haciendo abstracción de los secundarios. Por ejemplo: el
concepto “Hombre” no refleja los rasgos de cada persona por separado, ni los
datos de nacionalidad, de edad, de tamaño, de sexo, de lugar, de tiempo, etc.; se
fija únicamente en lo general y esencial que es, en este caso, su capacidad de trabajar, es decir, de producir y de pensar.
De los más generales de esos
conceptos surgen las categorías.
Son conceptos que se incorporan a las
ciencias. Ejemplos: en la mecánica adquieren nivel de categoría los
conceptos masa, energía, fuerza, etc., en
filosofía los conceptos materia,
conciencia, movimiento, espacio y tiempo, causa y efecto, etc., en Economía
Política los conceptos mercancía, valor,
trabajo, capital, fuerzas productivas, etc.
Las categorías, esos conceptos más generales del pensamiento son el resultado de la actividad práctica y
cognoscitiva del hombre. Constituyen fases de su conocimiento sobre el
mundo circundante.
Y hemos mencionado la palabra “ciencia”. En este encadenado siempre nos
encontramos en la necesidad de definir o explicar algo más, en este caso: qué
es ciencia:
Una ciencia, cualquier ciencia,
no sólo es un sistema de leyes, sino también UN SISTEMA DE DETERMINADAS
CATEGORÍAS, es decir, UN SISTEMA QUE INTEGRA LOS CONCEPTOS MÁS GENERALES que se
forman en el curso de su desarrollo y constituyen su base.
Ustedes podrán observar lo
complejo y apasionante que es incursionar sobre estos temas, pero más que nada,
lo necesario que es que lo hagamos. NOSOTROS podemos hacerlo, ELLOS también,
pero no lo hacen pues, de hacerlo, queda al desnudo su perversidad.
Oscar Natalichio
Centro de Investigación Económica
y Social (CIEYS)
07/11/13 oscarnatalich@fibertel.com.ar
No hay comentarios:
Publicar un comentario