jueves, 7 de noviembre de 2013

NOSOTROS O ELLOS Nº 36

TRABAJO, FUERZA DE TRABAJO Y SALARIO (2)

Continuamos con la clasificación de “trabajo” que iniciáramos en la entrega Nº 34 donde desarrollamos el trabajo en función del momento en que se realiza; el trabajo en función del valor y; el trabajo en función del conocimiento necesario para ejecutar la tarea. Ahora continuaremos con las restantes cinco clasificaciones:

  1. En función de la cantidad producida en base a lo necesario: El denominado trabajo necesario es el tiempo invertido por el trabajador (su fuerza de trabajo) durante el cual éste crea el producto necesario. Ese producto necesario lo es, pues debe ser destinado a satisfacer sus necesidades básicas personales y las de su familia; y también para la reproducción de la fuerza de trabajo, ya que el trabajador no va a trabajar toda su vida, ni lo hace de pequeño y el explotador necesita que haya siempre trabajadores. Existe, al menos formalmente, una denominada Población Económicamente Activa (PEA) que ocupa la franja que va de los 16 años a los 65. Si esa PEA produjera sólo para el trabajo necesario, el trabajador y su familia tendría garantizado el producto necesario para vivir muy modestamente, habitando una vivienda, alimentándose razonablemente, teniendo hijos (futura fuerza de trabajo), teniendo acceso a la educación y a la salud, a la cultura y al deporte, etc. Pero no habría excedentes de bienes. Para que los haya se requiere producir más de lo elementalmente necesario y esto surge del plustrabajo. Entonces: ¿qué es plustrabajo? Es también el tiempo invertido por el trabajador (su fuerza de trabajo) durante el cual crea una producción mayor a la necesaria que es denominada plusproducto. Dicho desde otro ángulo, el plusproducto está compuesto por el conjunto de bienes materiales que surgen de la esfera de la producción y de los servicios, y que se colocan por encina del producto necesario. Parece un juego de palabras, pero no lo es. En principio diremos que el trabajo necesario para obtener el producto necesario posee un fuerte contenido político y económico. En la sociedad primitiva todo era trabajo necesario: se cazaba, pescaba, recolectaba, sembraba sólo para alimentarse, vestirse y poder armar un refugio. Sin excedentes producidos por el plustrabajo (sin reservas para los malos tiempos), la sociedad se veía desvalida frente a los fenómenos naturales. Cuando surge la sociedad esclavista comienzan a producirse excedentes, es decir, comienza a desarrollarse el plustrabajo, pero gran parte de esos excedente es originado por la explotación brutal a los productores, sean éstos esclavos, artesanos o campesinos libres, quienes se ven obligados a vivir (sobrevivir) con un trabajo necesario acotado por la clase aristocrática. Allí el plustrabajo iba destinado exclusivamente a alimentar a esa clase dominante y parásita, a mantener sus refinados gustos y a sostener sus falanges y guerras. Hasta el día de hoy, en las sociedades divididas en clases antagónicas, ello continúa, no sólo siendo válido, sino que la brecha entre el que usufructúa el plustrabajo y el que produce el plusproducto, en mil veces superior al de esos amos que sometían al esclavo esclavizado, al artesano o al campesino. Y no es una redundancia decir esclavo esclavizado, pues en el feudalismo es esclavizado el siervo de la gleba y en el capitalismo es esclavo el asalariado, con distintos grados de “libertad” pero cada vez más explotado y menos conciente de que lo es. El trabajo necesario debería ser un equivalente a un salario que cubra todas las necesidades razonables de una familia trabajadora y está en función de la época en que se produce. A medida que surgen nuevos productos y servicios, éstos se deberían ir incorporando al trabajo necesario. Ello significa que el trabajo necesario se extiende en función de las nuevas necesidades que van surgiendo. Pero el explotador se encuentra con un dilema, si todo trabajo se circunscribe al necesario, no hay plusvalía (no hay riqueza para apropiarse de ella) y si no vende los nuevos bienes que están en su poder por ser el “propietario” de los bienes de producción, tampoco obtendría plusvalía. La solución a este dilema la logra, en parte, mediante la desigualdad social: una porción de la población sobrevive con lo estrictamente elemental o menos (más de 800 millones de seres humanos no alcanzan a consumir las calorías mínimas diarias necesarias para desarrollarse, la mayoría son niños), otra parte, en condiciones de trabajar no encuentra trabajo, son 202 millones de personas, entre ellas 73,5 millones (un 36%) son jóvenes. Éstos desocupados están, en su mayoría, dispuesto a tomar cualquier trabajo en cualquier condición y de allí surge ese “ejército de desocupados” que le posibilita al explotador utilizarlo para reducir o no incrementar los salarios de los ocupados. Por otra parte no es malo el plustrabajo ya que con esos excedentes se podría mejorar notablemente la calidad de vida de toda la sociedad y ello no es necesariamente sinónimo de mayor explotación, sino un sendero necesario para mejorar la calidad de vida de todos los trabajadores. Claro que para que ello ocurra hay que transitar hacia otro sistema. En el capitalismo ello significa lo contrario y por lo tanto, aparecen fenómenos reales como éste: el 0.7% de la población mundial es propietaria del 43% de la riqueza mundial y, saltando ese sector medio alto y tan perturbador (saltando ese 7.7% de la población que se lleva un 40% sin merecerlo), el 91.6% de la humanidad sólo posee el 17% de la riqueza mundial. Y es una tendencia que continúa. Pues la productividad aumenta cada vez más y ello lleva a que el plusproducto aumente cada vez más y que las ganancias de los monopolios aumenten cada vez más. Ello lleva también a que la lucha de clases, entre explotadores y explotados, se encuentre en condiciones objetivas de aumentar y de pasar de la lucha reivindicativa-social (por mejor salario) a la política (por el poder). De esa manera, el plusproducto, derivado del plustrabajo, garantizaría una excelente calidad de vida a todos los trabajadores, a sus familias y cubriría las necesidades de aquellos que por edad o por impedimentos varios, no pueden trabajar pero deben vivir con dignidad. Es esta una de las razones por la que estas categorías son poco o nada nombradas en nuestros centros de estudios. Damos un ejemplo sobre un rubro alimentos: la producción de cereales (no incluye soja): en el 2011 fue de 2.555 millones de toneladas, en un mundo que alcanzó los 7 mil millones de habitantes. Ello equivale a 365 kilos anuales por habitante, o sea 1 kilo por día por persona tenga ésta un mes o cien años de edad. Por familia tipo ello equivale a 4 kilos diarios ¿Quién comería tamaña cantidad diaria de cereales? Falta computar las demás fuentes de alimentación y ya podemos hacernos la idea que hay alimentos para todos y sobra. Hay trabajo necesario y plustrabajo. Entonces… ¿de dónde surgen tanta hambre, tanta pobreza, tanta miseria y tantas angustias?

Vemos, durante el desarrollo de las categorías, como surgen eslabonadas otras que poseen la misma importancia: de trabajo necesario (el esfuerzo básico para sobrevivir) surge el producto necesario (los bienes básicos para sobrevivir) y de plustrabajo (tiempo de trabajo adicional al necesario) surge el plusproducto (bienes y servicios creados por encima del producto necesario).

Vemos también que trabajo necesario posee características dinámicas, es decir, se modifica su composición interna en función de la época en que vivimos y, más fundamental, en el modo de producción en el que desarrollamos nuestras tareas. El trabajo necesario implica obtener con él las cosas necesarias para una vida decorosa y esas cosas cambian (favorablemente) con el tiempo, pero cuando el trabajo necesario se enfrenta a sistemas de explotación como lo fueron el esclavismo y el feudalismo y lo es el capitalismo, estos sistemas lo limitan y el trabajo necesario ya no puede ser cubierto por una sola persona en la enorme mayoría de los casos, de allí que, muchas de las cosas necesarias quedan fuera del alcance del trabajador.

Como podrán deducir, es “lógico” que en la formación académica estas categorías tan importantes no se traten, ya que en ellas está la explicación de la monstruosidad del sistema capitalista. En el próximo NOSOTROS O ELLOS desarrollaremos el trabajo en función de la distribución de la riqueza. Esa función nos va a ayudar a responder los interrogantes que nos planteamos en esta, y mucho más.

Ahora desarrollaremos un tema necesario de ser aclarado. Hablamos, en todo estos desarrollos, de “categorías” y nos parece necesario definir qué son las categorías.

Como siempre nos sucede, es difícil describir una palabra cuando esta está compuesta con el significado de otra. En efecto: podríamos decir que las categorías surgen de los conceptos más generales del pensamiento. Para el diccionario, formar conceptos es determinar algo en la mente después de examinadas las circunstancias. Y, al menos esta vez, nos parece una definición sensata, más cuando en algunas acepciones de esta palabra encontramos: “Idea que concibe o forma el entendimiento”; “pensamiento expresado en palabras” y otras pues son ocho.

Victor Afanasiev nos advertía que, si bien el cuadro de los sentidos es “extraordinariamente rico y pintoresco”, es, a la vez, “limitado y muy incompleto”. Afirmaba, este gran filósofo, que el conocimiento sensitivo nos da sólo “la impresión de algunos aspectos exteriores de las cosas”. Y resumía esa apreciación de esta manera: “la cognición sensual no puede dar a conocer la naturaleza interna de las cosas, su esencia, las leyes del desarrollo”

Podemos afirmar que los fenómenos que no se manifiestan en nuestros sentidos, su construcción interna, las leyes que lo producen, surgen a la luz del conocimiento, conocimiento que se apoya en el pensamiento abstracto o lógico. La cognición lógica es una fase superior de la evolución del conocimiento y se construye en el medio para poder conocer las propiedades y características principales del objeto. De esa manera, la cognición lógica adquiere una forma fundamental, que es EL CONCEPTO.

Su principal característica es que EL CONCEPTO se niega a reflejar todos los aspectos de un objeto para centrarse exclusivamente o únicamente en los esenciales; es decir, haciendo abstracción de los secundarios. Por ejemplo: el concepto “Hombre” no refleja los rasgos de cada persona por separado, ni los datos de nacionalidad, de edad, de tamaño, de sexo, de lugar, de tiempo, etc.; se fija únicamente en lo general y esencial que es, en este caso, su capacidad de trabajar, es decir, de producir y de pensar.

De los más generales de esos conceptos surgen las categorías. Son conceptos que se incorporan a las ciencias. Ejemplos: en la mecánica adquieren nivel de categoría los conceptos masa, energía, fuerza, etc., en filosofía los conceptos materia, conciencia, movimiento, espacio y tiempo, causa y efecto, etc., en Economía Política los conceptos mercancía, valor, trabajo, capital, fuerzas productivas, etc.

Las categorías, esos conceptos más generales del pensamiento son el resultado de la actividad práctica y cognoscitiva del hombre. Constituyen fases de su conocimiento sobre el mundo circundante.

Y hemos mencionado la palabra “ciencia”. En este encadenado siempre nos encontramos en la necesidad de definir o explicar algo más, en este caso: qué es ciencia:

Una ciencia, cualquier ciencia, no sólo es un sistema de leyes, sino también UN SISTEMA DE DETERMINADAS CATEGORÍAS, es decir, UN SISTEMA QUE INTEGRA LOS CONCEPTOS MÁS GENERALES que se forman en el curso de su desarrollo y constituyen su base.

Ustedes podrán observar lo complejo y apasionante que es incursionar sobre estos temas, pero más que nada, lo necesario que es que lo hagamos. NOSOTROS podemos hacerlo, ELLOS también, pero no lo hacen pues, de hacerlo, queda al desnudo su perversidad.
   
Oscar Natalichio
Centro de Investigación Económica y Social (CIEYS)

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