viernes, 1 de noviembre de 2013

NOSOTROS O ELLOS Nº 33

EL TRABAJO

La palabra trabajo es definida por el diccionario de la Lengua Española con 12 aceptaciones, siendo, la primera como siempre en este diccionario de la Real Academia, la más importante. Las mencionaré una a una ya que ello es básico para el desarrollo de este artículo:
Aceptación 1: Acción y efecto de trabajar. Aquí tenemos que señalar que “trabajar” para el mismo diccionario es “ocuparse en cualquier actividad física o intelectual” y otras 17 aceptaciones más, entre las cuales mencionaremos la 2: “Tener una ocupación remunerada en una empresa, institución, etc., y la 3: “Ejercer determinada profesión u oficio”. Las demás aceptaciones, como por ejemplo la 4 (Dicho de una máquina: funcionar), no son de nuestro interés.
Aceptación 2: Ocupación retribuida. ¿Y si no es retribuida? ¿No es trabajo? Podríamos aceptar esa definición si aceptamos que al esclavo se lo retribuía con la comida, que al siervo de la gleba se lo retribuía dejándole una porción de su cosecha, que al aprendiz en los inicios del capitalismo se le otorga un oficio y que al pasante en nuestros tiempos se le paga el viático.
Aceptación 3: “Obra” El propio diccionario debe aclarar esa palabra agregando “Cosa producida por un agente” ¿?
Aceptación 4: Insiste con “obra” ahora como: “obra, resultado de la actividad humana”.
Aceptación 5: Se refiere a objetos no a personas, pero veremos más adelante que no es tan objeto y que persona hay: “Operación de la máquina, herramienta o utensilio que se emplea para algún fin”.
Aceptación 6: Esfuerzo humano aplicado a la producción de riqueza, en contraposición a capital”. Las demás seis aceptaciones se refieren al lugar donde se trabaja, a la dificultad, a molestia, tormento, etc., a una definición para la mecánica y otra para brujería y la final:
Aceptación 12: Estrechez, miseria y pobreza o necesidad con que se pasa la vida”.

Desde nuestro punto de vista las definiciones y aceptaciones que incorpora el diccionario de la “Real Lengua Española” son en extremo vulgares y no reflejan la verdadera naturaleza del trabajo. Ello nos obliga a dar nuestra definición sobre trabajo y remarcar que una cosa es trabajo y otra  es trabajar. Y no se trata de un juego de palabras como veremos a continuación.

Trabajo es un proceso mediante el cual los seres humanos modifican los objetos de la naturaleza de tal modo que, esos objetos modificados puedan satisfacer sus necesidades, sean éstas reales o superfluas.

Trabajo es, por tanto una actividad conciente y útil y es una relación que se produce entre los seres humanos y la naturaleza.

De esa manera, el trabajo surge como la condición primera y fundamental de la existencia humana.

Se puede asegurar que, en esa relación, en ese proceso, en esa actividad consiente el hombre pudo salir del mundo animal y desarrollarse como tal.

El trabajo posee tres componentes básicos y fundamentales, ya que sin ellos es imposible la existencia de la relación entre hombre y naturaleza. Esos tres componentes básicos son: 1. la actividad del hombre dirigida a la producción de un bien que sirva para satisfacer una necesidad humana (consumo) o productiva (materia prima). En esa actividad, el hombre consume energía física, muscular e intelectual, y ese consumo se define como fuerza de trabajo; 2. El objeto de trabajo, el material sobre el que va a ejercer su fuerza de trabajo para modificarlo (actúa sobre él), que es un material que proviene inicialmente de la naturaleza aunque registre varios procesos sucesivos; y 3. Los medios de trabajo, es decir, con qué instrumentos se opera sobre esos objetos, ¿con las manos?, ¿con herramientas?, ¿con maquinarias?, ¿con robot?, es decir, con todo aquello que le facilite al trabajador cumplir con su tarea sobre el objeto de trabajo, que lo haga más liviano.

Como observarán, el diccionario no contempla esa realidad objetiva que surgió ya hace más de un millón de años cuando el hombre mono advirtió que utilizando una piedra con filo (medio de trabajo) podía cortar mejor a un animal cazado (objeto de trabajo). Tampoco el diccionario menciona que, si uno reúne a los objetos de trabajo con los medios de trabajo, es decir, reúne a las materias primas y a la naturaleza en su conjunto con los medios de trabajo, es decir, con todas aquellas herramientas, maquinarias, sistemas, instalaciones, robots, etc., necesarios para producir mejor, componen una categoría muy mencionada, que se denomina medios de producción.

Es de tal importancia esa categoría que las personas sensibles e inteligentes se preguntan: ¿En poder de quienes están esos medios de producción? O lo mismo: ¿En poder de quiénes están los recursos naturales y las fábricas donde se procesan? Y ello, a esas personas le produce otro interrogante: ¿Cómo puede ser que los bienes provistos por la naturaleza sean propiedad privada de algunos grupos pequeños en un mundo con 7 mil millones de habitantes? ¿De dónde surge esa “legitimidad”? Este punto lo vamos a tratar más adelante, pero en este número nos referiremos a “trabajo” escapando de la tentación (real) de intentar explicar todo en muy breve espacio.

Esa relación que produce el trabajo, relación, vinculación o proceso, requiere de la existencia de trabajadores quienes hacen realidad la mencionada relación hombre-naturaleza, mediante la aplicación de su fuerza de trabajo. Ello nos obliga a precisar más qué es esa “fuerza de trabajo” (FT).

La primera diferencia que observamos entre “trabajo” y “fuerza de trabajo” es que la primera (trabajo) es una relación general entre personas y objetos, mientras que la segunda, la “fuerza de trabajo” es una relación individual entre un trabajador y el objeto que le ha tocado transformar.  Podemos ya arriesgar una definición para FT.

La fuerza de trabajo es la capacidad que poseemos las personas para ejecutar cualquier trabajo. Es el conjunto de fuerzas físicas y espirituales que disponemos para aplicar al proceso de producción de bienes, es decir, de producción de riquezas materiales y espirituales.

La fuerza de trabajo es, además, una escuela de formación, donde mediante la acumulación de experiencias vamos paulatinamente mejorando nuestra habilidad, tanto en la destreza aplicada como en los medios de producción desarrollados.

La fuerza de trabajo es un gasto por parte del trabajador, de energía física e intelectual. En algunos casos predomina el gasto de energía física y en otros la intelectual, pero nunca van separadas ya que, hasta en el proceso más simple se requiere poner atención sobre el mismo.

En el capitalismo, la fuerza de trabajo se convierte en una mercancía. Es decir, es un producto que se vende pues hay alguien que lo compra. Es, sin dudas, una de las mercancías más valiosas e indispensables, sin embargo, es este sistema, esta mercancía es tratada de manera opuesta a su real importancia y valor.

Primero diremos que para mostrar su real importancia recurriremos a la abstracción. Vamos a suponer que un virus maligno ataca a la humanidad haciendo desaparecer su capacidad de aplicar la FP de cada uno de sus integrantes, a todos en general. ¿Quién produciría los bienes necesarios para alimentarnos, vestirnos, cultivarnos, divertirnos, sanarnos, etc.?  Nadie, absolutamente nadie. La vida humana desaparecería en muy pocos años, de la misma manera que desaparecería también si ese virus nos vuelve estériles a todos, en el primer caso por no haber producción material y en el segundo por no haber reproducción de la especie. La FT es la energía consumida por el trabajador que posibilita la continuación de la vida.

Regresamos a “trabajo” y a sus componentes: releemos que uno de ellos es la FT, que es propiedad del trabajador individual y que la vende en el “mercado laboral” y que las otras dos, objetos de trabajo (la naturaleza) y los medios de trabajo (las herramientas desarrolladas por la FT en el espacio histórico) utilizados para producir nuevos bienes que se venden en el “mercado comercial”: son todas mercancías. Lo extraño es que esas mercancías no posean igual tratamiento, y mucho más extraño es que la gente crea que esa desigualdad en el tratamiento es “normal”.

Ustedes van a un negocio, a un supermercado por ejemplo, toma un producto, una botella de vino por ejemplo, ve el precio que indica que “vale” 40 pesos. Se acerca a la caja y cuando va a pagar expresa: “por esa botella no pagó más de 20 pesos” ¿Qué sucede? Que, o paga los 40, o deja la botella O lo retira “seguridad”). Es posible que la cajera sea más amable con ustedes que los que están en la cola, trabajadores también, que le recriminan que por “una boludez” les haga perder el tiempo.

Parece razonable que el que vende le ponga un valor al producto (a la mercancía) que vende y que  el “comprador”, en todo caso, posee la libertad de no comprarlo si le parece caro.

Bien: Ahora son ustedes los vendedores, son ustedes que salen a vender su única mercancía, su fuerza de trabajo, su habilidad para hacer algo. ¿Quién le pone el precio? Sin dudas, el vendedor no, en este exclusivo caso el que fija el precio es el comprador de la FT, es el capitalista.

Y pensar que ustedes son los que producen todos las mercancías que existen y deben pagar lo que otros le fijan por ellas y deben cobrar lo que estos mismos personajes de fijan a la suya. Encontramos en este simple ejemplo la base en la que se sustenta la sociedad capitalista: LA INEQUIDAD, la que surge del dominio cultural que han logrado al hacernos creer que son los que “nos dan trabajo”.

La Fuerza de Trabajo, la que mantiene viva a la humanidad, es la que menos valor se le reconoce y las mercancías que con esa fuerza de trabajo se logra, toda la riqueza de la humanidad, es usufructuada por un pequeño grupo que adquiere enorme poder y capital con esa gran ventaja que significa pagar por la mercancía FT mucho menos valor que el valor que esa FT produce.

¿Qué tiene que ver esta entrega Nº 33 de NOSOTROS O ELLOS? Mucho, pues en esta transición, mejorar el pago sobre la mercancía FT es fundamental para mejorar nuestra calidad de vida. Ello significa ser, al menos en esta etapa, menos explotados y más dignos.

En las próximas entregas abundaremos estos puntos tan necesarios para nuestra conciencia, para nuestra integridad como seres humanos, como el pan y la leche para alimentarnos.

NOSOTROS, LOS TRABAJADORES O ELLOS, LOS EXPLOTADORES

Oscar Natalichio
Centro de Investigaciones Económicas y Sociales (CIEYS)
01/11/2013


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