jueves, 29 de agosto de 2013

PLUSVALÍA Y PLUSTRABAJO (CHEVRON-YPF)

El auto repudiado “Diccionario de Economía Política” cuyos autores son los catedráticos soviéticos Vólkov, Smirnov y Faminski, definen –respetando a Marx y Engels- a la  plusvalía como: “el valor creado con el trabajo del obrero asalariado por encima del valor de su fuerza de trabajo, del cual se apropia gratuitamente el capitalista”. Y agrega: “La producción y apropiación de la plusvalía expresan la relación de producción más importante del modo capitalista de producción”.

El mencionado y auto lapidado manual define –respetando a Marx y Engels- al plustrabajo como: “Trabajo invertido por el obrero de la producción material, quien, durante el tiempo de trabajo adicional crea el plusproducto” Y agrega: “La aparición del plustrabajo está relacionada con el proceso de crecimiento de la productividad del trabajo social, el cual, en determinada etapa del desarrollo de la sociedad humana, hace posible la producción de una cantidad de productos mayor que la necesaria para la existencia del propio trabajador y de su familia”.

Observamos que no hay diferencias cuantitativas entre plusvalía y plustrabajo, sino cualitativas, es decir, la plusvalía es la apropiación del plustrabajo por parte del capitalista mientras, si se mantiene como plustrabajo, éste pasa a ser el excedente necesario para poder, el Estado, realizar políticas destinadas a mejorar la calidad de vida de la sociedad toda.

Cuando Marx (aún no hemos quemado sus libros pero a veces hablamos de neo-marxismo) desarrolla en El Capital la cuota de plusvalía  lo hace con ejemplos numéricos y arriba a esta conclusión no numérica:

“Como el valor del capital variable = valor de la fuerza de trabajo comprada por él, como el valor de esa fuerza de trabajo determina la parte necesaria de la jornada de trabajo; pero como la plusvalía viene determinada, a su vez, por la parte excedente de la jornada de trabajo, se deduce que: la plusvalía guarda con el capital variable la misma relación que el plustrabajo con el trabajo necesario, por dónde la cuota de plusvalía (Plusvalía/ Capital variable) es igual a la cuota de plustrabajo (plustrabajo / trabajo necesario). Ambas razones expresan la misma proporción en forma diferente, una vez en forma de trabajo objetivado, otra en forma de trabajo fluido. Por tanto, la cuota de plusvalía es la expresión exacta del grado de explotación de la fuerza de trabajo, o sea, del obrero por el capitalista” C. Marx. El Capital.  Libro I Tomo I Capítulo VII: La cuota de Plusvalía. Ediciones Akal.

Aclaro que el “capital variable” es el capital monetario que el capitalista destina al pago de los salarios. Y como ningún capitalista “invertiría” su capital originario producto del saqueo, para no reproducirlo, no le paga al trabajador el valor de los que produce sino mucho menos. Con ello logra apropiarse del plustrabajo convirtiéndolo en plusvalía que la hace figurar como ganancias por su gestión y habilidad empresaria.

El capital originario, conformado por el saqueo, fue el motor inicial del modo de producción capitalista, pero una vez aplicado a la reproducción ampliada, el capital crece por la explotación del trabajador, crece porque al trabajador no se le paga por lo que produce, crece por la plusvalía, es decir, por excedente del trabajo sobre la que el trabajador no recibe ninguna retribución, convirtiéndola en capital una parte, en gastos para mantenerlo esclavizado otra y en generar desigualdad social el resto.

El plustrabajo es necesario y es consecuencia de los avances del conocimiento científico-técnico aplicado a la producción de bienes materiales y espirituales. La plusvalía es la apropiación de ese plustrabajo por parte de los monopolios y empresarios en general.

El monopolio se apropia del 100% de esa plustrabajo, salvo que… se vea obligado a reducir esas expectativas cuando debe compartir ese plustrabajo con Estados que se “asocian” en emprendimientos que ninguno de los dos podría desarrollar sin esa asociación. Lo “comparten” en proporciones que se discuten y que no dependen exclusivamente del monopolio sino de qué trata de defender el Estado que se va a “asociar” en un emprendimiento real y necesario.

Si el acuerdo con Chevron u otra empresa extranjera (o no), la hubiesen realizado durante el “estado neoliberal” el plustrabajo sería el 100% para el monopolio y el “estado neoliberal” se conformaría con el ingreso adicional y poco controlable que derivaría del impuesto a las ganancias. Pero si el Estado no es neoliberal, si el Estado ha resuelto, aún con todas sus imperfecciones (perfecta es sólo la pequeña burguesía), compartir con el monopolio los resultados, la plusvalía para éste se reduce al 50% o menos y el plustrabajo crece del 0 al 50% o más.

En la transición ello no sólo no es pequeña cosa, sino es un paso que se debe recorrer. Lo hace China, lo hace Vietnam, lo hace Cuba, lo hace Laos, lo hace Venezuela, lo hace Ecuador, lo hace Argentina, lo hace Bolivia, etc. Desde ya no lo hacen (ni lo harán nunca) los infantilistas que manejan la realidad objetiva sin abandonar la abstracción y el bar.

Un informe publicado por el suplemento económico de Página 12  de horrible nombre (“cash”), menciona, a grandes rasgos, los resultados que generarán el acuerdo del Estado Nacional con el monopolio Chevron. Habla de 35 años de concesión donde el resultado, el plustrabajo, se divide en dos, una parte como plusvalía para Chevron y otra como plustrabajo para el Estado Nacional.

Como ese cálculo es numérico no incluye los otros beneficios, que mencionaba en un artículo anterior, que son: a) generación de puestos de trabajo calificado; b) remuneraciones altas (lo que reduce el resultado ya que el capital variable desembolsado es mayor); c) 80% de lo producido queda en el país logrando así el autoabastecimiento; d) se deja de adquirir energía y por ello de destinar divisas a su compra; e) se pasa a ser exportador f) queda para el Estado el 50% final del plustrabajo y g) pasamos a contar con tecnología de punta.

Y ello se logra con inversiones en dinero y en conocimientos con los que hoy no contamos.

El suplemento de horrible nombre menciona que las inversiones (parte destinadas a salarios) serán de 74 mil millones de dólares y que las “ganancias serán de 23 mil millones de dólares, cuando serán de 48 mil millones de dólares. Aclaro, para quienes lean el suplemento, que quién lo escribe (Roberto Aguirre) por no ser marxista-leninista (ni marxista) no considera como plustrabajo a las regalías provinciales y a los impuestos, sino sólo a las ganancias netas.

Como el que escribe este artículo es marxista-leninista, aprendió con los manuales maldecidos y El Capital aún no maldecido, sabe muy bien que el plustrabajo se aplica a diferentes sectores. En este caso, los 48 mil millones tienen los siguientes destinatarios: las provincias 13 mil millones, Afip (el Estado) 12 mil millones, y los 23 mil millones restantes, 11.500 puede llevarse Chevron y 11.500 quedan para el Estado Nacional.

Podrán observar que 11.500 millones de 48 mil equivalen al 24% del plusproducto que se convierte en plusvalía. En honor a la verdad, ni los camaradas chinos, ni los camaradas cubanos han logrado tal relación: 76% queda en el país.

Ahora, si el Estado Nacional (y los provinciales) no reparten o no aplican esa masa de dinero a favor de los sectores más necesitados, no le manden la culpa a Chevron.

Resolver nuestras propias limitaciones es un problema que debemos encarar con la cabeza pegada al tronco. Y que no haya plusvalía requiere entender que, para que ello suceda, el modo de producción debe ser socialista en todo el planeta. Mientras, en la transición, que equivale a saber que convivimos con el capitalismo, aún cuando los gobiernos sean dirigidos por comunistas, va a manifestarse; y observamos que la reducción de la apropiación de la plusvalía por parte de los monopolios expresa el mayor síntoma de su debilidad histórica. Y es una tendencia que responde, de alguna manera, a lo que Marx determinó como “ley de la tendencia decreciente de la cuota de ganancias”, en este caso, no por el incremento del Capital Constante, sino porque ya no recibe el 100% de la plusvalía.

Finalmente quiero referirme a otra cuestión que provoca confusión y se define como “especulación de los monopolios”.

Los monopolios especularon desde el mismo momento en que surgieron y, a lo sumo, por la concentración económica y financiera, ampliaron y perfeccionaron el concepto especulativo que posee sus “leyes” como la de “oferta y demanda” o la de “recursos limitados”.

Pero para quien no abandona la teoría del valor, sabe que es la fuerza de trabajo aplicada la que genera el valor del producto y que ello no puede ser “burlado” por los monopolios. Lo que logran los monopolios, al fijar los denominados precios de monopolios, es lograr la plusvalía extraordinaria, consiguiendo con ello, principalmente, eliminar competidores capitalistas y concentrarse más. Compiten con tal virulencia entre sí que realizaron dos guerras mundiales.

Los precios poseen incrementos especulativos temporales y de ello nadie duda, pero el valor de muchos productos se incrementa también pues cada vez se requiere más fuerza de trabajo para obtenerlos. El ejemplo del petróleo es claro: algunos aún los obtienen en profundidades cercanas al nivel de la tierra y otros, en cambio, deben recurrir a plataformas submarinas o, como en nuestro caso, a extraerlo de grandes profundidades con alta tecnología. Es obvio que el precio debe aumentar. ¿Quién fija el piso del precio del petróleo aparte de la especulación? El lugar donde más costo cuesta extraerlo. ¿Por qué? Porque si no nadie lo extraería, pues el capital no trabaja a pérdidas. ¿Y los que poseen menor costo? Ellos se benefician y obtiene lo que Marx definía como “renta diferencial”. Es decir, obtienen esa renta gracias a la demanda que obliga a explotar yacimientos más complejos y que requieren grandes cantidades de fuerza de trabajo vivo y trabajo histórico: trabajadores en acción (trabajo vivo) y desarrollo científico-técnico donde se acumula el trabajo y los avances de toda la historia humana (trabajo histórico acumulado).


Oscar Natalichio
Director
Centro de Investigaciones Económicas y Sociales (CIEyS)
18/8/2013


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