NOSOTROS O ELLOS Nº 461
LAS CLASES SOCIALES: ORÍGENES Y
DESARROLLO. Capítulo 2
“Toda la historia escrita de la sociedad humana, hasta
nuestro días, es una historia de lucha de clases”.
“Libres y esclavos, patricios y plebeyos, barones y
siervos de la gleba, maestros y oficiales; en una palabra, opresores y
oprimidos, frente a frente siempre, empeñados en una lucha ininterrumpida,
velada unas veces, y otras franca y abierta; en una lucha que conduce en cada
etapa a la transformación revolucionaria de todo el régimen social, o al
exterminio de ambas clases beligerantes”.
“La moderna sociedad burguesa que se alza sobre las
ruinas de la sociedad feudal, no ha abolido los antagonismos de clase. Lo que
ha hecho ha sido crear nuevas clases, nuevas condiciones de opresión, nuevas
modalidades de lucha, que han venido a sustituir a las antiguas”.
“Sin embargo, nuestra época, la época de la burguesía,
se caracteriza por haber simplificado estos antagonismos de clase. Hoy, toda la
sociedad tiende a separarse, cada vez más abiertamente, en dos grandes campos
enemigos, en dos grandes clases antagónicas: la burguesía y el
proletariado”.
(Carlos Marx y Federico Engels: Párrafos
iniciales del capítulo 1 del Manifiesto del Partido Comunista. Febrero de 1848)
EL PROLETARIADO
El diccionario de la Real Academia
Española define a “proletario/ria” como: 1. Perteneciente a la clase obrera; 2. Se decía de quien carecía de bienes
y solamente estaba comprendido en las listas vecinales por su persona y prole;
3. Persona de la clase obrera y 4. En la antigua Roma ,
ciudadano pobre que únicamente con su prole podía servir al Estado.
Nosotros afirmamos
que el proletario es aquel que sólo posee una mercancía como propiedad personal,
que es su fuerza de trabajo, es decir, que es su capacidad para producir
nuevos valores (nuevos bienes) partiendo de valores anteriores (materias primas
y herramientas) que ya tienen fuerza de trabajo materializada en ellas. Proletario es el trabajador en relación de
dependencia, que vende su fuerza de trabajo al propietario de los medios de
producción, es decir, al capitalista.
Dentro del
proletariado existen distintos estamentos que contienen ese rasgo común: vender
su fuerza de trabajo. Dentro de esos estamentos se encuentra lo esencial del
proletariado, lo más revolucionario, de donde surge el nuevo valor: la clase
obrera industrial, a lo que se suman los empleado, los docentes y los
trabajadores rurales entre otros.
Manifiesto del Partido Comunista. Al
escribirlo, los autores utilizaron las tesis expuestas por Engels en los
"Principios del comunismo" Aquí
Engels responde preguntas referidas a esa nueva clase social que se opone a la
burguesía.
¿Qué es el
proletariado?
El proletariado es la clase
social que consigue sus medios de
subsistencia exclusivamente de la venta de su trabajo (Fuerza de Trabajo),
y no del rédito de algún capital; es la clase, cuyas dicha y pena, vida y
muerte y toda la existencia dependen de la demanda de trabajo, es decir, de los
períodos de crisis y de prosperidad de los negocios, de las fluctuaciones de
una competencia desenfrenada. Dicho en pocas palabras, el proletariado, o la
clase de los proletarios, es la clase
trabajadora del siglo XIX. (Y lo seguirá
siendo hasta el fin del capitalismo).
¿Quiere decir que
los proletarios no han existido siempre?
No. Las clases pobres y trabajadoras han existido siempre,
siendo pobres en la mayoría de los casos. Ahora bien, los pobres, los obreros
que viviesen en las condiciones que acabamos de señalar, o sea los proletarios,
no han existido siempre, del mismo modo que la competencia no ha sido siempre
libre y desenfrenada.
¿Cómo apareció el
proletariado?
El proletariado
nació a raíz de la revolución industrial, que se produjo en Inglaterra en la
segunda mitad del siglo pasado y se repitió luego en todos los países
civilizados del mundo. Dicha revolución se debió al invento de la máquina de vapor, de
las diversas máquinas de hilar, del telar mecánico y de toda una serie de otros
dispositivos mecánicos. Estas máquinas, que costaban muy caras y, por eso, sólo
estaban al alcance de los grandes capitalistas, transformaron completamente el
antiguo modo de producción y desplazaron a los obreros anteriores, puesto que las
máquinas producían mercancías más baratas y mejores que las que podían hacer
éstos con ayuda de sus ruecas y telares imperfectos. Las máquinas pusieron la
industria enteramente en manos de los grandes capitalistas y redujeron a la
nada el valor de la pequeña propiedad de los obreros (instrumentos, telares,
etc.), de modo que los capitalistas pronto se apoderaron de todo, y los obreros
se quedaron con nada. Así se instauró en la producción de tejidos el sistema
fabril. En cuanto se dio el primer impulso a la introducción de máquinas y al
sistema fabril; este último se propagó rápidamente en las demás ramas de la
industria, sobre todo en el estampado de tejidos, la impresión de libros, la
alfarería y la
metalurgia. El trabajo comenzó a dividirse más y más entre
los obreros individuales de tal manera que el que antes efectuaba todo el
trabajo pasó a realizar nada más que una parte del mismo. Esta división del
trabajo permitió fabricar los productos más rápidamente y, por consecuencia, de
modo más barato. Ello redujo la actividad de cada obrero a un procedimiento
mecánico, muy sencillo, constantemente repetido, que la máquina podía realizar
con el mismo éxito o incluso mucho mejor. Por tanto, todas estas ramas de la
producción cayeron, una tras otra, bajo la dominación del vapor, de las
máquinas y del sistema fabril, exactamente del mismo modo que la producción de
hilados y de tejidos. En consecuencia, ellas se vieron enteramente en manos de
los grandes capitalistas, y los obreros quedaron privados de los últimos restos
de su independencia. Poco a poco, el sistema fabril extendió su dominación no
ya sólo a la manufactura, en el sentido estricto de la palabra, sino que
comenzó a apoderarse más y más de las actividades artesanas, ya que también en
esta esfera los grandes capitalistas desplazaban cada vez más a los pequeños
maestros, montando grandes talleres, en los que era posible ahorrar muchos
gastos e implantar una detallada división del trabajo. Así llegamos a que, en
los países civilizados, casi en todas las ramas del trabajo se afianza la
producción fabril y, casi en todas estas ramas, la gran industria desplaza a la
artesanía y la
manufactura. Como resultado de ello, se arruina más y más la
antigua clase media, sobre todo los pequeños artesanos, cambia completamente la
anterior situación de los trabajadores y surgen dos clases nuevas, que absorben
paulatinamente a todas las demás, a saber:
I. La clase de los grandes capitalistas, que son ya en
todos los países civilizados casi los únicos poseedores de todos los medios de
existencia, como igualmente de las materias primas y de los instrumentos
(máquinas, fábricas, etc.) necesarios para la producción de los medios de
existencia. Es la clase de los burgueses, o sea, burguesía.
II. La clase de los completamente desposeídos, de los que
en virtud de ello se ven forzados a vender su trabajo a los burgueses, al fin
de recibir en cambio los medios de subsistencia necesarios para vivir. Esta
clase se denomina la clase de los proletarios, o sea, proletariado.
¿En qué condiciones
se realiza esta venta del trabajo de los proletarios a los burgueses?
El trabajo (la fuerza de trabajo) es una mercancía como
otra cualquiera, y su precio depende, por consiguiente, de las mismas leyes que
el de cualquier otra mercancía. Pero, el precio de una mercancía, bajo el
dominio de la gran industria o de la libre competencia, que es lo mismo, como
lo veremos más adelante, es, por término medio, siempre igual a los gastos de
producción de dicha mercancía. Por tanto, el precio del trabajo es también
igual al costo de producción del trabajo. Ahora bien, el costo de producción
del trabajo consta precisamente de la cantidad de medios de subsistencia
indispensables para que el obrero esté en condiciones de mantener su capacidad
de trabajo y para que la clase obrera no se extinga. El obrero no percibirá por
su trabajo más que lo indispensable para ese fin; el precio del trabajo o el salario será, por consiguiente, el más bajo,
constituirá el mínimo de lo indispensable para mantener la vida.
Pero , por cuanto en
los negocios existen períodos mejores y peores, el obrero percibirá unas veces
más, otras menos, exactamente de la misma manera que el fabricante cobra unas
veces más, otras menos, por sus mercancías. Y, al igual que el fabricante, que,
por término medio, contando los tiempos buenos y los malos, no percibe por sus
mercancías ni más ni menos que su costo de producción, el obrero percibirá, por
término medio, ni más ni menos que ese mínimo. Esta ley económica del salario
se aplicará más rigurosamente en la medida en que la gran industria vaya
penetrando en todas las ramas de la producción.
¿Qué clases
trabajadores existían antes de la revolución industrial?
Las clases trabajadoras han vivido en distintas
condiciones, según las diferentes fases de desarrollo de la sociedad, y han
ocupado posiciones distintas respecto de las clases poseedoras y dominantes. En
la antigüedad, los trabajadores eran esclavos de
sus amos, como lo son todavía en un gran número de países atrasados e incluso
en la parte meridional de los Estados Unidos. En la Edad Media eran siervos de los nobles propietarios de tierras, como lo son
todavía en Hungría, Polonia y Rusia. Además, en la Edad Media , hasta la
revolución industrial, existían en las ciudades oficiales artesanos que trabajaban
al servicio de la pequeña burguesía y, poco a poco, en la medida del progreso
de la manufactura, comenzaron a aparecer obreros de manufactura que iban a
trabajar contratados por grandes capitalistas.
¿Qué diferencia hay
entre el proletario y el esclavo?
El esclavo está
vendido de una vez y para siempre, en cambio, el proletario tiene que venderse
él mismo cada día y cada hora. Todo esclavo individual, propiedad de un señor determinado, tiene ya asegurada
su existencia por miserable que sea, por interés de éste. En cambio el proletario individual es, valga la expresión, propiedad de
toda la clase de la burguesía. Su trabajo
no se compra más que cuando alguien lo necesita, por cuya razón no tiene la
existencia asegurada. Esta existencia está asegurada únicamente a toda la clase de los proletarios. El esclavo está
fuera de la
competencia. El proletario se halla sometido a ello y siente
todas sus fluctuaciones. El esclavo es considerado como una cosa, y no miembro
de la sociedad civil. El proletario es reconocido como persona, como miembro de
la sociedad civil. Por consiguiente, el esclavo puede tener una
existencia mejor que el proletario, pero este último pertenece a una etapa
superior de desarrollo de la sociedad y se encuentra a un nivel más alto que el
esclavo. Este se libera cuando de todas las relaciones de la propiedad
privada no suprime más que una, la relación de esclavitud, gracias a lo cual
sólo entonces se convierte en proletario; en cambio, el proletario sólo puede
liberarse suprimiendo toda la propiedad privada en general.
¿Qué diferencia hay
entre el proletario y el siervo?
El siervo posee en propiedad y usufructo un instrumento de
producción y una porción de tierra, a cambio de lo cual entrega una parte de su
producto o cumple ciertos trabajos. El proletario trabaja con instrumentos de
producción pertenecientes a otra persona, por cuenta de ésta, a cambio de una
parte del producto. El siervo da, al proletario le dan. El siervo tiene la existencia asegurada, el proletario no. El
siervo está fuera de la competencia, el proletario se halla sujeto a ella. El
siervo se libera ya refugiándose en la ciudad y haciéndose artesano, ya dando a
su amo dinero en lugar de trabajo o productos, transformándose en libre
arrendatario, ya expulsando a su señor feudal y haciéndose él mismo
propietario. Dicho en breves palabras, se libera entrando de una manera u otra
en la clase poseedora y en la esfera de la competencia. El
proletario se libera suprimiendo la competencia, la propiedad privada y todas
las diferencias de clase.
¿Qué diferencia hay
entre el proletario y el obrero de manufactura?
El obrero de manufactura de los siglos XVI-XVIII poseía
casi en todas partes instrumentos de producción: su telar, su rueca para la
familia y un pequeño terreno que cultivaba en las horas libres. El proletario no tiene nada de eso. El
obrero de manufactura vive casi siempre en el campo y se halla en relaciones
más o menos patriarcales con su señor o su patrono. El proletario suele vivir
en grandes ciudades y no lo unen a su patrono más que relaciones de dinero. La
gran industria arranca al obrero de manufactura de sus condiciones
patriarcales; éste pierde la propiedad que todavía poseía y sólo entonces se
convierte en proletario.
¿Cuáles fueron las
consecuencias directas de la revolución industrial y de la división de la
sociedad en burgueses y proletarios?
En primer lugar, en virtud de que el trabajo de
las máquinas reducía más y más los precios de los artículos industriales, en
casi todos los países del mundo el viejo sistema de la manufactura o de la
industria basada en el trabajo manual fue destruido enteramente. Todos los
países semibárbaros que todavía quedaban más o menos al margen del desarrollo
histórico y cuya industria se basaba todavía en la manufactura, fueron
arrancados violentamente de su aislamiento. Comenzaron a comprar mercancías más
baratas a los ingleses, dejando que se muriesen de hambre sus propios obreros
de manufactura. Así, países que durante milenios no conocieron el menor
progreso, como, por ejemplo, la India, pasaron por una completa revolución, e
incluso la China marcha ahora de cara a la revolución. Las
cosas han llegado a tal punto que una nueva máquina que se invente ahora en
Inglaterra podrá, en el espacio de un año, condenar al hambre a millones de
obreros de China. De este modo, la gran industria ha ligado los unos a los
otros a todos los pueblos de la tierra, ha unido en un solo mercado mundial
todos los pequeños mercados locales, ha preparado por doquier el terreno para
la civilización y el progreso y ha hecho las cosas de tal manera que todo lo
que se realiza en los países civilizados debe necesariamente repercutir en
todos los demás, por tanto, si los obreros de Inglaterra o de Francia se
liberan ahora, ello debe suscitar revoluciones en todos los demás países,
revoluciones que tarde o temprano culminarán también allí en la liberación de
los obreros.
En segundo lugar, en todas las partes en que la
gran industria ocupó el lugar de la manufactura, la burguesía aumentó
extraordinariamente su riqueza y poder y se erigió en primera clase del país.
En consecuencia, en todas las partes en las que se produjo ese proceso, la
burguesía tomó en sus manos el poder político y desalojó las clases que
dominaban antes: la aristocracia, los maestros de gremio y la monarquía
absoluta, que representaba a la una y a los otros. La burguesía acabó con el
poderío de la aristocracia y de la nobleza, suprimiendo el mayorazgo o la
inalienabilidad de la posesión de tierras, como también todos los privilegios
de la nobleza.
Destruyó el poderío de los maestros de gremio, eliminando
todos los gremios y los privilegios gremiales. En el lugar de unos y otros puso
la libre competencia, es decir, un estado de la sociedad en la que cada cual
tenía derecho a dedicarse a la rama de la industria que le gustase y nadie
podía impedírselo a no ser la falta de capital necesario para tal actividad.
Por consiguiente, la implantación de la libre competencia es la proclamación
pública de que, de ahora en adelante, los miembros de la sociedad no son
iguales entre sí únicamente en la medida en que no lo son sus capitales, que el
capital se convierte en la fuerza decisiva y que los capitalistas, o sea, los
burgueses, se erigen así en la primera clase de la sociedad. Ahora
bien, la libre competencia es indispensable en el período inicial del
desarrollo de la gran industria, porque es el único régimen social con el que
la gran industria puede progresar. Tras de aniquilar de este modo el poderío
social de la nobleza y de los maestros de gremio, puso fin también al poder
político de la una y los otros. Llegada a ser la primera clase de la sociedad,
la burguesía se proclamó también la primera clase en la esfera política. Lo
hizo implantando el sistema representativo, basado en la igualdad burguesa ante
la ley y en el reconocimiento legislativo de la libre competencia. Este sistema
fue instaurado en los países europeos bajo la forma de la monarquía
constitucional. En dicha monarquía solo tienen derecho de voto los poseedores
de cierto capital, es decir, únicamente los burgueses. Estos electores
burgueses eligen a los diputados, y estos diputados burgueses, valiéndose del
derecho a negar los impuestos, eligen un gobierno burgués.
En tercer lugar, la revolución industrial ha
creado en todas partes el proletariado en la misma medida que la burguesía. Cuanto
más rico se hacían los burgueses, más numerosos eran los proletarios. Visto que
sólo el capital puede dar ocupación a los proletarios y que el capital sólo
aumenta cuando emplea trabajo, el crecimiento del proletariado se produce en
exacta correspondencia con el del capital. Al propio tiempo, la revolución
industrial agrupa a los burgueses y a los proletarios en grandes ciudades, en
las que es más ventajoso fomentar la industria, y can esa concentración de
grandes masas en un mismo lugar le inculca a los proletarios la
conciencia de su fuerza. Luego, en la medida del progreso de la revolución
industrial, en la medida en que se inventan nuevas máquinas, que eliminan el
trabajo manual, la gran industria ejerce una presión creciente sobre los
salarios y los reduce, como hemos dicho, al mínimo, haciendo la situación del
proletariado cada vez más insoportable. Así, por una parte, como consecuencia
del descontento creciente del proletariado y, por la otra, del crecimiento del
poderío de éste, la revolución industrial prepara la revolución social que ha
de realizar el proletariado.
¿Cuáles han sido las
consecuencias siguientes de la revolución industrial?
La gran industria creó, con la máquina de vapor y otras
máquinas, los medios de aumentar la producción industrial rápidamente, a bajo
costo y hasta el infinito. Merced a esta facilidad de ampliar la producción, la
libre competencia, consecuencia necesaria de esta gran industria, adquirió
pronto un carácter extraordinariamente violento; un gran número de capitalistas
se lanzó a la industria, en breve plazo se produjo más de lo que se podía
consumir. Como consecuencia, no se podían vender las mercancías fabricadas y
sobrevino la llamada crisis comercial; las fábricas tuvieron que parar, los
fabricantes quebraron y los obreros se quedaron sin pan. Y en todas partes se
extendió la mayor miseria. Al cabo de cierto tiempo se vendieron los productos
sobrantes, las fábricas volvieron a funcionar, los salarios subieron y, poco a
poco, los negocios marcharon mejor que nunca. Pero no por mucho tiempo, ya que
pronto volvieron a producirse demasiadas mercancías y sobrevino una nueva
crisis que transcurrió exactamente de la misma manera que la anterior. Así , desde
comienzos del presente siglo, en la situación de la industria se han producido
continuamente oscilaciones entre períodos de prosperidad y períodos de crisis,
y casi regularmente, cada cinco o siete años se ha producido tal crisis, con la
particularidad de que cada vez acarreaba las mayores calamidades para los
obreros, una agitación revolucionaria general y un peligro colosal para todo el
régimen existente.
¿Cuáles son las
consecuencias de estas crisis comerciales que se repiten regularmente?
En primer lugar, la de que la gran industria, que
en el primer período de su desarrollo creó la libre competencia, la ha rebasado
ya; que la competencia y, hablando en términos generales, la producción
industrial en manos de unos u otros particulares se ha convertido para ella en
una traba a la que debe y ha de romper; que la gran industria, mientras siga
sobre la base actual, no puede existir sin conducir cada siete años a un caos
general que supone cada vez un peligro para toda la civilización y no sólo sume
en la miseria a los proletarios, sino que arruina a muchos burgueses; que, por
consiguiente, la gran industria debe destruirse ella misma, lo que es
absolutamente imposible, o reconocer que hace imprescindible una organización
completamente nueva de la sociedad, en la que la producción industrial no será
más dirigida por unos u otros fabricantes en competencia entre sí, sino por
toda la sociedad con arreglo a un plan determinado y de conformidad con las
necesidades de todos los miembros de la sociedad.
En segundo lugar, que la gran industria y la
posibilidad, condicionada por ésta, de ampliar hasta el infinito la producción
permiten crear un régimen social en el que se producirán tantos medios de
subsistencia que cada miembro de la sociedad estará en condiciones de
desarrollar y emplear libremente todas sus fuerzas y facultades; de modo que,
precisamente la peculiaridad de la gran industria que en la sociedad moderna
engendra toda la miseria y todas las crisis comerciales será en la otra
organización social justamente la que ha de acabar con esa miseria y esas
fluctuaciones preñadas de tantas desgracias.
Por tanto, está probado claramente:
1) que en la actualidad todos estos males se deben
únicamente al régimen social, el cual ya no responde más a las condiciones
existentes;
2) que ya existen los medios de supresión definitiva de
estas calamidades por vía de la construcción de un nuevo orden social.
CENTRO DE INVESTIGACIONES ECONÓMICAS Y SOCIALES (CIEYS)
OSCAR NATALICHIO oscarnatalich@fibertel.com.ar
16/11/2017
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