miércoles, 21 de enero de 2015

NOSOTROS O ELLOS Nº 175

LOS MISERABLES (SEGUNDA PARTE)

  1. La primera década (1994-2004)

Podemos señalar que este episodio, que se encuentra en la etapa donde se produce el suicidio del fiscal Nisman, se inició el 18 de julio de 2004, a las 9.53 horas, cuando se realiza el atentado contra la sede de la AMIA.

En ese atentado mueren 85 personas y se registran más de 250 heridos de diversa consideración. De este atroz acto han pasado más de 20 años, sin haberse producido adelantos que indiquen la posibilidad de resolver la autoría del mismo y, peor aún, la posibilidad de juzgar a los culpables.

Más de dos décadas perdidas. Sin embargo, no todas las acciones que se llevaron adelante tuvieron que transcurrir en tamaño plazo.

Sobre los cadáveres aún calientes y sobre los heridos aún convalecientes, el general Yitzhak Rabín, líder del gobierno israelí, acuerda con el presidente argentino, Carlos Saúl Menem, elaborar un mensaje común, un mensaje que responda a los intereses políticos de los dos gobiernos, independientemente de lo que ha sucedido en la realidad.

Este acuerdo no necesitó más 20 años confeccionarlo, sino menos de 20 horas. Se logra el día después, a la madrugada del 19. Lo prueba un cable que envía el embajador argentino en Israel, José María Otegui emitido a las 2.50 horas.

A las 16 horas y 53 minutos de producido el atentado, los gobiernos de esos dos países, limitaron las investigaciones que de ese momento en adelante se realizarían, adecuando las mismas al entendimiento (encubrimiento) acordado. Se acoplan a este “procedimiento” la DAIA y la propia AMIA, no así los familiares de las víctimas.

Ese cable, que señala el acuerdo Menem-Rabín fue encontrado –señala Verbitsky- entre las informaciones secretas que el gobierno de Néstor Kirchner resolvió liberar al conocimiento de los familiares de las víctimas y de la justicia”.

Y agrega éstos datos: En 2004, el entonces encargado de la Unidad Especial de Investigación del atentado, Alejandro Rúa, puso en conocimiento de Canicoba Corral el cable EISRA 010265/1994. Allí Otegui informa que Rabín enviará a Buenos Aires, en un avión de la Fuerza Aérea israelí a un diplomático de su relación personal y directa, el subsecretario de Asuntos Latinoamericanos de la Cancillería de Israel, Dov Schmorak, quien había sido embajador en Argentina entre 1980 y 1985.

Schmorak se comunica con Otegui explicando que “para el gobierno israelí es importante coordinar con el vuestro una versión coincidente del atentado”. Con más detalles, la nota de Horacio Verbitsky del domingo 18 de enero, que recomendamos leer atentamente, señala: El cable del embajador Otegui agrega que “objetivo de entrevista de alto nivel solicitada es coordinar la interpretación del atentado con el propósito de presentar a la prensa –inmediatamente después del encuentro- una versión unificada de lo ocurrido”.

Lo primero que declaró Schmorak, (llegó la noche del martes 19 de julio a buenos Aires), en un reportaje concedido a Clarín, es que “el número uno en la lista de sospechosos es Irán”.

Los primeros indicio apuntaban a Siria y a la conexión local, pero desde el ministerio de Relaciones Exteriores de los EEUU se afirma que Siria no tenía nada que ver en el atentado y, en nuestro país, el de las relaciones carnales, se abandona dicha pista.

¿Qué sucedía? Pues nada es casual. En Oslo se reunían la OLP  conducida por Yasser Arafat con el gobierno sirio de Al Assad bajo la protección de Bill Clinton, firmándose acuerdos en Washington en septiembre de 1993. Para enero del siguiente año, el presidente sirio anuncia que las negociaciones con Rabín (Israel) incluyen “una paz real y relaciones normales” a cambio de la devolución de las alturas del Golán ocupadas por Israel en 1967. Para esos líderes no resultaba “prudente” de que haya sido Siria el país involucrado en la voladura de la AMIA.

Rabín recibe en octubre de 1994 en “Premio Nobel de la Paz” y en 1995 es asesinado en Israel por un estudiante de extrema derecha. Pero ya, tanto EEUU como Israel, habían apuntado a Irán. Y no hubo paz en Medio Oriente.

Nada se hizo en los primeros 10 años para investigar con seriedad y profesionalidad el atentado a la AMIA. Mario Wainfeld reflexiona de esta manera: “Con referencia a la AMIA vale la pena recordar que el crimen se produjo hace más de veinte años. Y que la acumulación de pruebas o certezas siempre fue patética, desde mucho antes que amaneciera el Kirchnerismo”. Menciona que cuando asumió Kirchner el expediente estaba anclado, “producto de nueve años de ocultamiento, torpeza de los investigadores y complicidades”.

Se seguía un “protocolo” desarrollado, por supuesto, en los EEUU. Contenía una manera de proceder separada en dos etapas: La primera consistía en arrestar a un sospechoso con antecedentes creíbles para colocar sobre el la responsabilidad del atentado, de esa manera se le daba tranquilidad a la gente: La segunda etapa, bajo ese camuflaje, había que investigar bien. “El menemismo sólo cumplió la primera y se salteó la segunda con todo”

Se necesitaba un juez y un juez de la servilleta de Corach es el que toma la causa. Su nombre Juan José Galeano. Según Wainfeld se trata de “un magistrado de baja competencia e inexperto. Había sido designado recientemente juez federal, propuesto por el jefe de la SIDE, Hugo Anzorreguy, quien lo había registrado siendo un oscuro secretario en un juzgado donde el jefe de los espías tramitaba un juicio importante”.

La reflexión que hace Wainfeld es compartida por nosotros: Mediocres ascendidos meteóricamente: se presuponía que eso los haría deudores de sus jefes”

Lo que no se puede poner en discusión es la coherencia de Galeano con el gobierno de Menem. Fue el juez ideal, que llenó la causa de datos y testigos falsos. La DAIA fue cómplice del ocultamiento, como lo fue durante la dictadura, donde los judíos arrestados eran doblemente torturados, uno por ser comunistas y otro por ser judíos. “Sólo los familiares sobrevivientes y militantes sostuvieron la lucha, jamás consintieron las mentiras”

El gobierno continuaba cumpliendo las órdenes de Israel y los EEUU y la causa seguía incorporando irregularidades y falacias que eran apoyadas por los tres gobiernos nombrados. En el Congreso se designa una “Comisión Bilateral” de “seguimiento” del trámite que continuaba apoyando a ese juez corrupto e inútil. Un solo legislador, repito: un solo legislador se opuso a los apoyos vergonzosos de los diputados y senadores al juez galeano y votó en contra. Ese legislador era Cristina Fernández de Kirchner.

A los diez años del atentado, el Tribunal Federal Oral Nº 3 se despega del Departamento de Estado y considera nula todas las actuaciones por haberse montado sobre pruebas contaminadas y falsas. Se liberan todos los detenidos y se inicia una causa por encubrimiento imputando a Anzorreguy, Galeano (el juez) y a un conocido amigo de Macri, el comisario Jorge Fino Palacios.

No obstante, la corporación feudal judicial posee siempre ases en su manga. Había un expediente en el que se debía investigar la conducta de Galeano, dicha tarea quedó a cargo de su compadre, Claudio Bonadío. Wainfeld ironiza (en su artículo de Página 12 del domingo 18, que recomendamos que lean) ¿Adivinen que tal anduvo?

Hemos tratado de sintetizar esos primeros diez años donde queda claramente reflejado que desde el gobierno, desde el Congreso y desde la justicia no había el menor interés en la búsqueda de la verdad que llevaría a descubrir a los culpables de ese gran crimen y llevarlos a las cárceles. Todo lo contrario. Los gobiernos de Menem y luego De la Rua hicieron todo lo posible para ocultar y fraguar informaciones, con el acompañamiento de la AMIA y de la DAIA.  

  1. La segunda década (2004-2014)

La llegada de los Kirchner al gobierno marcó una nueva etapa el la investigación del atentado.  Podían no haber asumido ninguna responsabilidad, ellos no eran parte del miserable tratamiento de los diez años anteriores. Pero estaban los familiares de las víctimas luchando por verdad y justicia y no se los podía dejar nuevamente solos.

Se lanzaron a crear una fiscalía especial y a dotarla del presupuesto necesario para que pudiera desarrollar de manera independiente y sin condicionamientos internos ni externos, la investigación sobre los atentados, en especial el de la AMIA como tema central.

Para esa fiscalía especial proponen un nombre: ALBERTO NISMAN


Oscar Natalichio
Centro de Investigaciones Económicas y Sociales (CIEYS)
20/01/2015


Próximo número: La segunda década: EL FISCAL DEL PISO 13 DEL EDIFICIO LE PARC


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