NOSOTROS O ELLOS Nº 175
LOS MISERABLES (SEGUNDA PARTE)
- La
primera década (1994-2004)
Podemos señalar que este episodio, que se encuentra en la etapa donde se
produce el suicidio del fiscal Nisman, se inició el 18 de julio de 2004, a las 9.53 horas,
cuando se realiza el atentado contra la sede de la AMIA.
En ese atentado mueren 85 personas y se registran más de 250 heridos de
diversa consideración. De este atroz acto han pasado más de 20 años, sin
haberse producido adelantos que indiquen la posibilidad de resolver la autoría
del mismo y, peor aún, la posibilidad de juzgar a los culpables.
Más de dos décadas perdidas. Sin embargo, no todas las acciones que se
llevaron adelante tuvieron que transcurrir en tamaño plazo.
Sobre los cadáveres aún calientes y sobre los heridos aún
convalecientes, el general Yitzhak Rabín, líder del gobierno israelí, acuerda
con el presidente argentino, Carlos Saúl Menem, elaborar un mensaje común, un mensaje que responda a los intereses
políticos de los dos gobiernos, independientemente de lo que ha sucedido en la
realidad.
Este acuerdo no necesitó más 20 años confeccionarlo, sino menos de 20
horas. Se logra el día después, a la madrugada del 19. Lo prueba un cable que
envía el embajador argentino en Israel, José María Otegui emitido a las 2.50
horas.
A las 16 horas y 53 minutos de producido el atentado, los gobiernos de
esos dos países, limitaron las investigaciones que de ese momento en adelante
se realizarían, adecuando las mismas al entendimiento (encubrimiento) acordado.
Se acoplan a este “procedimiento” la DAIA y la propia AMIA , no así los familiares de las víctimas.
Ese cable, que señala el acuerdo Menem-Rabín
fue encontrado –señala Verbitsky- “entre las informaciones secretas que el
gobierno de Néstor Kirchner resolvió liberar al conocimiento de los familiares
de las víctimas y de la justicia”.
Y agrega éstos datos: En 2004, el entonces encargado de la Unidad Especial de
Investigación del atentado, Alejandro Rúa, puso en conocimiento de Canicoba
Corral el cable EISRA 010265/1994. Allí Otegui informa que Rabín enviará a
Buenos Aires, en un avión de la
Fuerza Aérea israelí a un diplomático de su relación personal
y directa, el subsecretario de Asuntos Latinoamericanos de la Cancillería de
Israel, Dov Schmorak, quien había sido embajador en Argentina entre 1980 y
1985.
Schmorak se comunica con Otegui explicando que “para el gobierno israelí
es importante coordinar con el vuestro una versión
coincidente del atentado”. Con más detalles, la nota de Horacio Verbitsky
del domingo 18 de enero, que recomendamos leer atentamente, señala: El
cable del embajador Otegui agrega que “objetivo de entrevista de alto nivel
solicitada es coordinar la interpretación del atentado con el propósito de
presentar a la prensa –inmediatamente después del encuentro- una versión
unificada de lo ocurrido”.
Lo primero que declaró Schmorak, (llegó la noche del martes 19 de julio
a buenos Aires), en un reportaje concedido a Clarín, es que “el
número uno en la lista de sospechosos es Irán”.
Los primeros indicio apuntaban a
Siria y a la conexión local,
pero desde el ministerio de Relaciones Exteriores de los EEUU se afirma que
Siria no tenía nada que ver en el atentado y, en nuestro país, el de las
relaciones carnales, se abandona dicha pista.
¿Qué sucedía? Pues nada es casual. En Oslo se reunían la OLP conducida por Yasser Arafat con el gobierno
sirio de Al Assad bajo la protección de Bill Clinton, firmándose acuerdos en
Washington en septiembre de 1993. Para enero del siguiente año, el presidente
sirio anuncia que las negociaciones con Rabín (Israel) incluyen “una paz real y
relaciones normales” a cambio de la devolución de las alturas del Golán
ocupadas por Israel en 1967. Para esos
líderes no resultaba “prudente” de que haya sido Siria el país involucrado en
la voladura de la AMIA.
Rabín recibe en octubre de 1994
en “Premio Nobel de la Paz” y en 1995 es asesinado en Israel por un estudiante
de extrema derecha. Pero ya, tanto EEUU como Israel, habían apuntado a Irán. Y
no hubo paz en Medio Oriente.
Nada se hizo en los primeros 10 años para investigar con seriedad y
profesionalidad el atentado a la AMIA. Mario Wainfeld
reflexiona de esta manera: “Con referencia a la AMIA vale la pena
recordar que el crimen se produjo hace más de veinte años. Y que la acumulación
de pruebas o certezas siempre fue patética, desde mucho antes que amaneciera el
Kirchnerismo”. Menciona que cuando asumió Kirchner el expediente estaba
anclado, “producto de nueve años de ocultamiento, torpeza de los investigadores
y complicidades”.
Se seguía un “protocolo” desarrollado, por supuesto, en los EEUU.
Contenía una manera de proceder separada en dos etapas: La primera consistía en arrestar a un sospechoso con antecedentes
creíbles para colocar sobre el la responsabilidad del atentado, de esa manera
se le daba tranquilidad a la gente: La
segunda etapa, bajo ese camuflaje, había que investigar bien. “El
menemismo sólo cumplió la primera y se salteó la segunda con todo”
Se necesitaba un juez y un juez de la servilleta de Corach es el que toma
la causa. Su
nombre Juan José Galeano. Según Wainfeld se trata de “un magistrado de baja competencia
e inexperto. Había sido designado recientemente juez federal, propuesto por el
jefe de la SIDE, Hugo Anzorreguy, quien lo había registrado siendo un oscuro
secretario en un juzgado donde el jefe de los espías tramitaba un juicio
importante”.
La reflexión que hace Wainfeld es compartida por nosotros: Mediocres
ascendidos meteóricamente: se presuponía que eso los haría deudores de sus
jefes”
Lo que no se puede poner en discusión es la coherencia de Galeano con el
gobierno de Menem. Fue el juez ideal, que
llenó la causa de datos y testigos falsos. La DAIA fue cómplice del
ocultamiento, como lo fue durante la dictadura, donde los judíos arrestados
eran doblemente torturados, uno por ser comunistas y otro por ser judíos. “Sólo
los familiares sobrevivientes y militantes sostuvieron la lucha, jamás
consintieron las mentiras”
El gobierno continuaba cumpliendo las órdenes de Israel y los EEUU y la
causa seguía incorporando irregularidades y falacias que eran apoyadas por los
tres gobiernos nombrados. En el Congreso se designa una “Comisión Bilateral” de
“seguimiento” del trámite que continuaba apoyando a ese juez corrupto e inútil.
Un solo legislador, repito: un solo
legislador se opuso a los apoyos vergonzosos de los diputados y senadores al
juez galeano y votó en contra. Ese legislador era Cristina Fernández de
Kirchner.
A los diez años del atentado, el Tribunal Federal Oral Nº 3 se despega
del Departamento de Estado y considera
nula todas las actuaciones por haberse montado sobre pruebas contaminadas y
falsas. Se liberan todos los detenidos y se inicia una causa por
encubrimiento imputando a Anzorreguy, Galeano (el juez) y a un conocido amigo
de Macri, el comisario Jorge Fino
Palacios.
No obstante, la corporación
feudal judicial posee siempre ases en su manga. Había un expediente en el
que se debía investigar la conducta de Galeano, dicha tarea quedó a cargo de su
compadre, Claudio Bonadío. Wainfeld ironiza (en su artículo de Página 12 del
domingo 18, que recomendamos que lean) ¿Adivinen que tal anduvo?
Hemos tratado de sintetizar esos primeros diez años donde queda
claramente reflejado que desde el gobierno, desde el Congreso y desde la
justicia no había el menor interés en la
búsqueda de la verdad que llevaría a descubrir a los culpables de ese gran
crimen y llevarlos a las cárceles. Todo lo contrario. Los gobiernos de
Menem y luego De la Rua hicieron todo lo posible para ocultar y fraguar
informaciones, con el acompañamiento de la AMIA y de la DAIA.
- La segunda década (2004-2014)
La llegada de los Kirchner al gobierno marcó una nueva etapa el la
investigación del atentado. Podían no
haber asumido ninguna responsabilidad, ellos no eran parte del miserable
tratamiento de los diez años anteriores. Pero estaban los familiares de las
víctimas luchando por verdad y justicia y no se los podía dejar nuevamente
solos.
Se lanzaron a crear una fiscalía especial y a dotarla del presupuesto
necesario para que pudiera desarrollar de manera independiente y sin
condicionamientos internos ni externos, la investigación sobre los atentados,
en especial el de la AMIA como tema central.
Para esa fiscalía especial
proponen un nombre: ALBERTO NISMAN
Oscar Natalichio
Centro de Investigaciones
Económicas y Sociales (CIEYS)
20/01/2015
Próximo número: La segunda
década: EL FISCAL DEL PISO 13 DEL EDIFICIO LE PARC
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