viernes, 9 de enero de 2015

NOSOTROS O ELLOS Nº 173

VIETNAM Y CUBA (HO CHI MING Y FIDEL CASTRO)

Interrumpimos nuestro análisis sobre las clases sociales para intercalar este excelente artículo DE Vicente Battista, donde realiza, con claridad, una síntesis de la epopeya vietnamita y cubana. Agregamos, a continuación, una entrevista que, la TV vietnamita, le realizara a nuestro director a sólo 24 horas de producirse la noticia de Obama reconociendo la derrota del imperialismo en sus planes criminales contra Cuba.

LA RISA ILUMINADA

 Por Vicente Battista (PUBLICADO EN LA CONTRATAPA DE Página 12 del 7 de enero de 2015.

El próximo 27 de enero se cumplirán 41 años del Acuerdo de Paz que, en París, firmaron representantes de Vietnam del Sur, los Estados Unidos de América, el Viet Cong y el gobierno socialista de Vietnam del Norte.

Ese convenio pretendía poner fin a una guerra iniciada en 1959, primero apoyada tibiamente por el gobierno de John F. Kennedy y luego, con enorme fervor, por el gobierno de Lyndon B. Johnson.

A este demócrata tejano no le tembló la mano cuando el 2 de marzo de 1965 ordenó el envío de cien cazabombarderos con el definitivo propósito de descargar doscientas toneladas de bombas sobre Vietnam del Norte.

Devoto de Los Discípulos de Cristo, el presidente Johnson dijo que su fin era “destruir acero y hormigón”, para así doblegar la voluntad del pueblo vietnamita. Sin duda, poco sabía del sentido de la ética, de la voluntad y del tesón de ese pueblo que había ordenado destruir. Tampoco se enteró de la primera derrota que sufriría el gobierno que había presidido: murió cinco días antes del Acuerdo de Paz de París.

Fue otro político, en este caso republicano, quien supuso que ese acuerdo le brindaría ciertas ventajas. El presidente Richard Nixon, que había homologado el lanzamiento sobre Vietnam del Norte de siete millones de toneladas de sustancias químicas tóxicas y cien mil toneladas de bombas, superando las enviadas durante toda la Segunda Guerra Mundial, entendió, por fin, que el poder imperial y la fuerza bruta que ese poder detentaba no eran suficientes para derrocar a un pueblo resuelto a defender sus derechos, su libertad y su dignidad. Nixon, que había confesado que prefería perder la reelección presidencial antes que ser el primer presidente norteamericano en perder una guerra, aceptó con aires de triunfo el Acuerdo de Paz de París. Un año más tarde, el 29 de abril de 1975, las tropas vietnamitas tomaron Saigón.


Richard Nixon logró su objetivo: fue reelegido para el segundo mandato presidencial y evitó ser el primer presidente norteamericano en perder una guerra; como consecuencia del escándalo Watergate, el 8 de agosto de 1974 renunció a su mandato. El flamante presidente Gerald Ford fue quien asumió la humillación de la derrota: el gran imperio del norte, con una extensión de más de nueve millones de kilómetros cuadrados, una población que supera los trescientos millones de habitantes y con la mayor fuerza bélica del planeta, caía vencido frente a un país de trescientos mil kilómetros cuadrados y noventa millones de habitantes. Una vez más, David vencía a Goliat, claro que en esta ocasión no era fruto de un milagro bíblico sino de la inquebrantable voluntad de un pueblo. Ho Chi Ming, que significa “El que ilumina”, les alumbró el camino.

Murió en 1969, por lo que no alcanzó a ver el rencoroso retiro de las tropas estadounidenses ni la unificación de su país, pero poeta al fin, supo vislumbrar ambas cosas. Mucho antes de morir escribió: “Mientras existan ríos y montañas, mientras queden hombres, vencido el agresor yanqui construiremos un Vietnam diez veces más hermoso”. Desde entonces se lo nombra como El Heroico Pueblo Vietnamita.

Pocas veces un adjetivo se aplica con tanta justicia: algo más de seis millones de muertos y una nación económicamente destruida fue el precio que debieron pagar para vencer al invasor yanqui y expulsarlo definitivamente de sus tierras. Aquella fue la primera gran derrota del ejército norteamericano y, por consiguiente, uno de los insoslayables acontecimientos del siglo XX.

Ahora, a comienzos del siglo XXI, se acaba de producir un suceso de parecido calibre: los Estados Unidos de América y la República de Cuba reiniciarán sus relaciones diplomáticas.

Sé que es un despropósito comparar los movimientos de ciertas piezas protocolares con las catástrofes provocadas por dieciséis años de guerra.

Cuando hablo de parecido calibre me refiero a la dignidad y al heroísmo de Vietnam y de Cuba.

Ambos pueblos se enfrentaron a un mismo enemigo; Vietnam supo del horror del napalm y de las destrucciones masivas, Cuba de invasiones, sabotajes, atentados terroristas y un infame bloqueo que ya lleva más de cincuenta años. Vietnam expulsó de sus tierras al hasta entonces invencible ejército norteamericano, Cuba resistió el bloqueo y jamás permitió que ese ejército invadiera sus tierras.

De igual modo que 41 años atrás el gobierno de Richard Nixon aceptó un acuerdo de paz que un año después significaría el triunfo definitivo de Vietnam, ahora el gobierno de Barack Obama acepta que es imposible doblegar a “un largo lagarto verde, con ojos de piedra y agua”.

Han comenzado las diligencias para reiniciar las relaciones diplomáticas, se avecina el fin al bloqueo económico, lo que significará el triunfo definitivo de Cuba.

El llamado Período Especial fue una prueba de fuego para la Revolución Cubana: se había acabado la ayuda de la URSS, porque simplemente ya no existía la URSS, vendrían los ajustes más duros de todos los que había conocido la isla.

Exceptuando salud, educación y cultura, se redujeron al mínimo los presupuestos de las áreas restantes.

Un amigo cubano me contó de qué modo vivió durante ese período el aniversario de su boda. En casi toda La Habana estaba la luz cortada, para la cena él y su esposa sólo contaba con una papa hervida.

Encendieron dos velas, situaron la papa en el centro de un plato y cuando se disponían a comerla, recordaron aquella formidable escena de La quimera del oro: Chaplin saboreando con deleite la suela de su zapato; entonces rieron por largo rato. Mi amigo cubano dice que aún recuerda el admirable sabor de aquella papa.

“Podrás perder mil batallas pero solamente al perder la risa habrás conocido la auténtica derrota.”

La frase es de Ho Chi Ming y sirve para entender de una vez por todas, la hermandad de vietnamitas y cubanos: ambos pueblos desconocen las derrotas porque nunca perdieron la risa.

 ENTREVISTA CON LA TV DE VIETNAM AL CIEYS (20/12/2014)

  1. Desde el punto de vista de la izquierda latinoamericana, ¿qué opina sobre la decisión de EEUU de cambiar la política con Cuba?

En primer lugar debemos colocar a este hecho histórico como un enorme triunfo del pueblo y gobierno cubano, triunfo que debe ser también extendido a los cambios que se han producido en Nuestra América en la última década.

Estos acontecimientos, la fortaleza moral y ética de la Revolución Cubana, más el surgimiento de naciones que reniegan a continuar la dependencia con el imperialismo, constituyen un factor de tal importancia que ha obligado a un sector del gobierno de los EEUU a rever su política contra Cuba, reconociendo incluso, que ha sido totalmente ineficaz.

También hay que considerar que, además de ser una política ineficaz, ella ha sido crecientemente rechazada por todos los pueblos y gobiernos del mundo, lo que se refleja con claridad en las votaciones sobre el levantamiento del criminal embargo a Cuba

Otro aspecto es que los EEUU, han abierto, en su etapa de crisis estructural, demasiados frentes en el mundo, demasiados conflictos tanto en Asia como en Europa, y se ve encerrado en su propia política agresiva y criminal. Distiende el conflicto con Cuba con la pretensión de mejorar sus relaciones con América Latina, pero, paralelamente, incrementa su agresión a Venezuela, lo que indica, también, que su política internacional continúa siendo la misma.

Por otra parte, el presidente Obama, trata de recobrar ciertas iniciativas en sus últimos meses de mandato y ésta ha tenido una enorme repercusión mundial y aprobación generalizada.

  1. ¿Qué impacto tiene la normalización de las relaciones entre Cuba y los EEUU sobre las relaciones entre la izquierda latinoamericana y EEUU?

Separo esta pregunta en dos partes:

Las relaciones con los EEUU son siempre relaciones peligrosas. Las embajadas no actúan como centros diplomáticos, sino como verdaderos centros conspirativos que se introducen en las decisiones del país donde operan en beneficio exclusivo de sus intereses imperialistas.

Ello no puede ser de otro modo, es consecuencia del desarrollo de la historia, de la permanente acumulación y centralización del capital, que lleva hoy a que 85 personas posean la misma riqueza que 3.700 millones de, también personas, pero explotadas y marginadas.

Pero los EEUU, pese a ser la segunda potencia económica del mundo y la primera militar, no es el Dios todopoderoso y, en las relaciones bilaterales mucho pesa el “otro” país.

Por ejemplo, pensar que establecer relaciones con Cuba es negativo para Cuba es subestimar a Cuba, a su pueblo, a su gobierno, que sabe muy bien con quién se relaciona. Lo mismo es válido para Vietnam y otros países comunistas, con la excepción de Corea que se encuentra en guerra con ese monstruo.

En segundo lugar, este acontecimiento, sorpresivo, con mediación papal, se convierte, en la subjetividad de los pueblos, en un hecho trascendental, en una baja de la conflictividad importante. Por ello los gobiernos progresistas de  nuestra región han recibido la noticia con optimismo.

Bajar la conflictividad no es poca cosa, y mantener sin conflictos peligroso la región, menos aún. Por lo tanto hay que ver este momento histórico como un eslabón más de la transición del capitalismo al socialismo.

Un eslabón no exento de riesgos. Riesgos que van a surgir dentro de los EEUU, por parte de los sectores republicanos pro-fascistas, del complejo industrial-militar, de los fondos buitres y sus bancos.

Finalmente:

La importancia de la reanudación de relaciones está vinculada estrechamente al necesario levantamiento del criminal embargo, que ya ha causado daños por más de 150 mil millones de dólares a un país de 11 millones de habitantes, que no obstante posee una mortalidad infantil más baja que los EEUU. No se puede esperar que se abran embajadas sin levantar esas sanciones criminales.



Oscar Natalichio
Centro de Investigaciones Económicas y Sociales (CIEYS)
09/01/2015

Próximo: Cómo devora el capitalismo a los capitalistas.

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