NOSOTROS O ELLOS Nº 158
NUESTRO CHE
He tenido el gran honor de dictar durante tres años
la Cátedra del Che en la
Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo,
estando a cargo del departamento de Extensión Universitaria y Asuntos Estudiantiles.
Cuando armé el
programa de las clases lo primero que resolví es sobre la bibliografía. No
incluiría ninguna otra que no fuese lo escrito y desarrollado exclusivamente
por el Che, salvo algunas referencias de Fidel Castro sobre su camarada de
ruta.
Esto, aclaro, no
significa desconocer o subestimar los que otros revolucionarios o
investigadores hayan escrito sobre él, sino, simplemente, tratar de sortear el
aspecto subjetivo que siempre introducimos en nuestras interpretaciones y que,
una vez introducida, nos permite deslizar parte de lo que pensamos nosotros y
no siempre en correlación con el que expresó el concepto, la idea, el
pensamiento.
A la Cátedra Libre la
denominamos “El pensamiento vivo del CHE” y sus primeras clases se trasmitieron
en vivo por la radio de las Madres. Pero en un momento determinado, para el año
2006, Inés Vázquez (con el acompañamiento de Felisa Miceli y Sergio
Schoklender) me informa que ya no va más dicha cátedra, que se había “agotado
el tema” y, obviamente, dejé de dictarla.
La bibliografía se
refiere a las Obras Completas del Che, sin embargo, la misma editorial (Editorial de Ciencias Sociales del Instituto
Cubano del Libro, La Habana, 1972) advierte que esa recopilación no contiene
todo, pero sí una gran parte de su obra, que se ve reflejada en esta párrafo “el
pensamiento revolucionario del Comandante Guevara, contenido en estos
volúmenes, constituye, sin duda –junto a su acción consecuente- uno de los
puntos culminantes en la trayectoria del hombre por su liberación definitiva”.
Los tres años de la
Cátedra constituyeron una hermosa y fructífera experiencia que me permitió, en
especial, conocer más profundamente a este ser excepcional, coherente en su
vida con su pensamiento. Nada en él era superfluo y nada en él era perfecto
pues era un ser humano, pero un ser humano revolucionario, un ser humano que
brindó lo mejor de sí para que todos entendiéramos dónde se encontraba, en
general, la salida a nuestras desgracias y padecimientos. El CHE fue un
comunista cabal, un marxista-leninista, que dio su vida por el socialismo y que
dio la mayor referencia para que sepamos cómo debe ser el HOMBRE NUEVO. ¡Seremos como el CHE!, juran los
pioneros y ya, ese primer paso, en ingresar en la revolución con firmeza y
alegría, garantizando su futuro.
El 18 de octubre de
1967, en la Plaza de la Revolución, se realiza una velada solemne en memoria del Comandante Ernesto Che
Guevara. Estas son algunas de las frases emitidas por el Comandante Fidel
castro en su honor:
“…Porque Che
reunía, en su extraordinaria personalidad, virtudes que raramente aparecen
juntas. Él descolló como hombre de acción insuperable, pero Che no sólo era un
hombre de acción insuperable; Che era un hombre de pensamiento profundo, de
inteligencia visionaria, un hombre de profunda cultura. Es decir, que reunía en
su persona al hombre de ideas y al hombre de acción.
“Pero no es que
reuniera esa doble característica de ser hombre de ideas, y de ideas profundas,
y de ser hombre de acción, sino que Che reunía, como revolucionario, las virtudes
que pueden definirse como la más cabal expresión de las virtudes de un
revolucionario: hombre integro a carta cabal, hombre de honradez suprema, de
sinceridad absoluta, hombre de vida estoica y espartana, hombre a quien
prácticamente en su conducta no se le puede encontrar una sola mancha.
Constituyó por sus virtudes lo que puede llamarse un verdadero modelo de
revolucionario…
“Trabajador
infatigable, en los años que estuvo al servicio de nuestra patria no conoció un
solo día de descanso. Fueron muchas las responsabilidades que se le asignaron:
como presidente del Banco Nacional, como director de la Junta de Planificación,
como ministro de Industrias, como comandante de regiones militares, como jefe
de delegaciones de tipo político, o de tipo económico o de tipo federal…
“Y como
revolucionario, como revolucionario comunista, verdaderamente comunista, tenía
una infinita fe en la conciencia de los hombre. Y debemos decir que en su
concepción vio con absoluta claridad en los resortes morales la palanca
fundamental de la construcción del comunismo en la sociedad humana…
“Los imperialistas
cantan voces de triunfo ante el hecho del guerrillero muerto en combate; los
imperialistas cantan el triunfo frente al golpe de fortuna que los llevó a
eliminar tan formidable hombre de acción. Pero los imperialistas tal vez
ignoran o pretenden ignorar que el carácter de hombre de acción era una de las
tantas facetas de la personalidad de ese combatiente. Y que si de dolor se
trata, a nosotros nos duele no sólo lo que se ha perdido como hombre de acción,
nos duele lo que se ha perdido como hombre virtuoso, nos duele lo que se ha
perdido como hombre de exquisita sensibilidad humana y nos duele pensar que
tenía sólo 39 años en el momento de su muerte, nos duele pensar cuántos frutos
de esa inteligencia y de esa experiencia que se desarrollaba cada vez más hemos
perdido la oportunidad de percibir.
“Nosotros tenemos
idea de la dimensión de la pérdida para el movimiento revolucionario. Pero sin
embargo, ahí es donde está el lado débil del enemigo imperialista: creer que
con el hombre físico ha liquidado su pensamiento, creer que con el hombre
físico ha liquidado sus ideas, creer que con el hombre físico ha liquidado sus
virtudes, creer que con el hombre físico ha liquidado su ejemplo...
Un compañero (Luís
K), lector de esta serie y un gran militante, ha enviado esta nota que
escribiera el ejecutor del asesinato de este gran revolucionario. Este militar
de “la obediencia debida” se ha dado cuenta de que el CHE sigue vivo y que él
no, que él murió el mismo día que cumplió la orden de asesinarlo.
CARTA DE MARIO TERÁN QUIÉN ASESINÓ AL “CHE”
GUEVARA...
"Cuando me tocó la orden de eliminar al Che, por decisión del alto mando militar boliviano, el miedo se instaló en mi cuerpo como desarmándome por dentro. Comencé a temblar de punta a punta y sentí ganas de orinarme en los pantalones. A ratos, el miedo era tan grande que no atiné sino a pensar en mi familia, en Dios y en la Virgen. Sin embargo, debo reconocer que, desde que lo capturamos en la quebrada del Churo y lo trasladamos a La Higuera, le tenía ojeriza y ganas de quitarle El día que entré en el aula donde estaba el Che, sentado sobre un banco, cabizbajo y la melena recortándole la cara, primero me eché unos tragos para recobrar el coraje y luego cumplir con el deber de enfriarle El Che Una vez que lo tenía en el flanco, a escasos metros de mis ojos, suspiré profundo y escupí al suelo, mientras un frío sudor estalló en mi cuerpo. El Che, al verme nervioso, las manos aferradas al fusil M-2 y las piernas en posición de tiro, me habló serenamente y dijo: Dispara. No temas. Apenas vas a matar a un hombre. Su voz, enronquecida por el tabaco y el asma, me golpeó en los oídos, al tiempo que sus palabras me provocaron una rara sensación de odio, duda y compasión. No entendía cómo un prisionero, además de esperar con tranquilidad la hora de su muerte, podía calmar los ánimos de su asesino. Levanté el fusil a la altura del pecho y, acaso sin apuntar el cañón, disparé la primera ráfaga que le destrozó las piernas y lo dobló en dos, sin quejidos, antes de que la segunda ráfaga lo tumbara entre los bancos desvencijados, los labios entreabiertos, como a punto de decirme algo, y los ojos mirándome todavía desde el otro lado de la vida. Cumplida la orden, y mientras la sangre cundía en la tierra apisonada, salí del aula dejando la puerta abierta a mi espalda. El estampido de los tiros se apoderó de mi mente y el alcohol corría por mis venas. Mi cuerpo temblaba bajo el uniforme verde olivo y mi camisa moteada se impregnó de miedo, sudor y pólvora. Desde entonces han pasado muchos años, pero yo recuerdo el episodio como si fuera ayer. Lo veo al Che con la pinta impresionante, la barba salvaje, la melena ensortijada y los ojos grandes y claros como la inmensidad de su alma. La ejecución del Che fue la zoncera más grave en mi vida y, como comprenderán, no me siento bien, ni a sol ni a sombra. Soy un vil asesino, un miserable sin perdón, un ser incapaz de gritar con orgullo: ¡Yo maté al Che! Nadie me lo creería, ni siquiera los amigos, quienes se burlarían de mi falsa valentía, replicándome que el Che no ha muerto, que está más vivo que nunca. Lo peor es que cada 9 de octubre, apenas despierto de esta horrible pesadilla, mis hijos me recuerdan que el Che de América, a quien creía haberlo matado en la escuelita de La Higuera, es una llama encendida en el corazón de la gente, porque correspondía a esa categoría de hombres cuya muerte les da más vida de la que tenían en vida. De haber sabido esto, a la luz de la historia y la experiencia, me hubiese negado a disparar contra el Che, así hubiera tenido que pagar el precio de la traición a la patria con mi vida. Pero ya es tarde, demasiado tarde... A veces, de sólo escuchar su nombre, siento que el cielo se me viene encima y el mundo se hunde a mis pies precipitándose en un abismo. Otras veces, como me sucede ahora, no puedo seguir escribiendo; los dedos se me crispan, el corazón me golpea por dentro y los recuerdos me remuerden la conciencia, como gritándome desde el fondo de mí mismo: ¡Asesino! Por eso les pido a ustedes terminar este relato, pues cualquiera que sea el final, sabrán que la muerte moral es más dolorosa que la muerte física y que el hombre que de veras murió en La Higuera no fue el Che, sino yo, un simple sargento del ejército boliviano, cuyo único mérito -si acaso puede llamarse mérito- es haber disparado contra la inmortalidad. (declaración escrita o carta de Mario Terán, Suboficial ) |
EL PASO DEL CHE POR BOLIVIA NO FUE EN VANO. HOY SU
FIGURA, SU PENSAMIENTO Y SU EJEMPLO VIVIRÁ DENTRO DE LOS CORAZONES DE MILLONES
DE BOLIVIANOS.
Oscar Natalichio
Centro de Investigaciones Económicas y Sociales
(CIEYS)
09 de octubre de 2014.
“Si queremos expresar cómo aspiramos que sean nuestros combatientes
revolucionarios, nuestros militantes, nuestros hombres, debemos decir sin
vacilación de ninguna índole: ¡QUE SEAN COMO EL CHE! Si queremos expresar cómo
queremos que sean los hombres de las futuras generaciones, debemos decir: ¡QUE
SEAN COMO EL CHE! Si queremos decir cómo deseamos que se eduquen nuestros
niños, debemos decir sin vacilación: ¡QUE SE EDUQUEN EN EL ESPÍRITU DEL CHE! Si
queremos un modelo de hombre, un modelo de hombre que no pertenece a este
tiempo, un modelo de hombre que pertenece al futuro, ¡de corazón digo que ese
modelo sin una sola mancha en su conducta, sin una sola mancha en su actitud,
sin una sola mancha en su actuación, ESE MODELO ES EL CHE! Si queremos expresar
cómo deseamos que sean nuestros hijos, debemos decir con todo corazón de
vehementes revolucionarios: ¡QUEREMOS QUE SEAN COMO EL CHE!” (Fidel)
No hay comentarios:
Publicar un comentario