martes, 13 de mayo de 2014

NOSOTROS O ELLOS Nº 116

LAS CAUSAS DE TODAS LAS COSAS.

De TALES a LENIN. Un repaso sobre la historia de la Filosofía y los filósofos.

14. Las tres etapas: De Tales a Lenin: El Siglo de Pericles. SÓCRATES.


El siglo de Pericles

El período de mayor florecimiento de la cultura en la Grecia Antigua se desarrollo en un período que va desde el fin de las “Guerras Médicas” (499 a 449 a.n.e) hasta el inicio de la “Guerra del Peloponeso” (431 a 404 a.n.e.).

Los griegos derrotan la invasión persa en el 480 a.n.e y Atenas continúa con las guerras médicas hasta el 449 a.n.e. Pero 50 años después de ese triunfo sobre el Imperio Persa se enfrentan las dos más importantes ciudades estados griegas: Esparta y Atenas.

Atenas es devastada, su democracia esclavista proscripta y Esparta (con ayuda de Persia) se convierte en el mayor poder de Grecia, el que es dirigido por la aristocracia esclavista. Toda la nación griega queda sumida, por el costo de la guerra, en un estado de pobreza que se extendió a todo el Peloponeso. Además, fueron guerras sin cuartel, que incluían las más grandes atrocidades y en gran escala.

Pero antes, desde la derrota de los persas hasta en inicio de la guerra interna pasaron para los atenienses los 50 años más brillantes de su historia, en lo que se denominó: “El Siglo de Pericles”.

Se desarrollaron fuertemente el artesanado, el comercio, las ciencias, la cultura en general. Predominaba la democracia ateniense donde se establece, para los “ciudadanos libres” (no incluían esclavos, pero tampoco extranjeros y mujeres) el principio de la igualdad política ante la ley. Esa participación activa de los ciudadanos en la vida social les exigía poseer sólidos conocimientos y una gran elocuencia. Prosperaron las escuelas de formación (la ciudad era conocida como la “escuela de la Hélade”) y a ellas concurrieron filósofos, sabios, astrónomos, poetas, escultores, grandes maestros artesanos y médicos. Ese período fue gobernado por Pericles, de allí que se lo denomine con su nombre. Y cuando la democracia ateniense es derrotada por la oligarquía aristocrática, Grecia cae en el precipicio del que no se ha podido levantar aún hoy.

Sócrates (470-399 a.n.e.)

 ¿Qué es posible conocer? “la importancia de saber que no se sabe” “La verdadera sabiduría es inversamente proporcional al prestigio social” “El filósofo es un obstetra (comadrona) de almas”. Para resolver ¿qué es la sabiduría? Y el enigma del oráculo (Sócrates es el más sabio de todos), buscó la sabiduría de un maestro:

Fui a uno de aquellos que tienen fama de ser sabios con la intensión de encontrar elementos para refutar al oráculo, si es que era posible hacerlo de algún modo, y para contraponer el hecho de que éstos eran seguro más sabios que yo, mientras se decía que yo era el más sabio de todos. Interrogado, pues, a éste y hablándole, me pareció que en efecto a él le parecía que era sabio, pero en realidad no lo era. Entonces intenté demostrarle que se creía sabio, pero que por el contrario no lo era. Por eso gané su odio y también el de mucho de los presentes. Mientras me iba, reflexioné que, en efecto, yo era más sabio que aquel hombre: cada uno de nosotros dos, de hecho, adolece de no saber nada de los bello y de lo bueno, pero él cree saber algo y en realidad no sabe, y yo, en cambio, no sólo no sé, sino que no creo tampoco saber y, por tanto, creo que soy más sabio que él precisamente por esa pequeña diferencia: la que no creo saber lo que no sé”.

Avergonzar a los falsos sabios es un deber de alto valor cívico. “La filosofía tiene como objetivo el perfeccionamiento del sujeto. Filosofar equivale a conocerse, lo que es fácil sólo en apariencia.”

Sócrates, maestro de Platón y Jenofonte, se enfrentó a los sofistas y gran parte de su filosofía está orientada contra ellos. Cuando Protágoras proclama al hombre como “medidas de todas las cosas” Sócrates consideraba que esa medida era el mundo interior del individuo y convocaba a que, antes de medir las cosas por uno mismo, deberíamos “conocernos a nosotros mismos”.

“En el conocimiento de sí mismo, del interno mundo espiritual propio, puede encontrarse la base de la verdad, de la justicia, del derecho, de la ley y del bien”.

Utilizando el imprescindible “tiempo libre”, Sócrates vagabundeaba días y días por toda la ciudad entablando conversación con cualquiera que se cruzara en su camino. En la plaza, en los talleres, en los gimnasios, allí se encontraba este filósofo.

-¿Quién es ese? Preguntaba alguien que no lo conocía.
-Es Sócrates, el hijo del escultor Sofronisco.
-¡Habla con todos! ¿Con qué objeto?
-Con el de ayudar a que nazca la verdad.

Sócrates sostenía que en la conversación y el razonamiento, ayudado por preguntas y respuestas, se encontraba el camino para descubrir la verdad. Conversaba ocultando sus conocimientos, fingiendo no conocer conceptos tan sencillos, frente a un religioso como el bien o el mal; frente a un militar como arrojo y valentía. Con sucesivas preguntas obligaba a su interlocutor a contradecirse y demostrar que estaban definiendo palabras sobre las que, en concreto, no sabían.

Sócrates encontraba la diferencia entre sí mismo y su interlocutor, pues el sabía que no sabía nada y su oponente “creía que sabía algo, pero no sabía nada”

Veremos en este ejemplo de Sócrates conversando con el joven Eutídemo, que se preparaba con él para asumir actividades estatales y a quién le solicitó que definiera o aclarara “qué era la justicia”.

Sócrates escribe en la arena dos palabras, una en cada columna que previamente trazó: en una columna la palabra “justicia” y el la siguiente la palabra “injusticia”

Escrito esto le propone a Eutídemo que escribiese todos los actos que considere justos en la primera columna y los que considere injustos en la segunda. Y le lanza la primera pregunta: ¿en qué lugar colocaría la palabra “mentira”? Luego le propone otra serie de palabras: “engaño”; “robo”; “violencia” y “rapto”.

Eutídemo colocó todos en la columna encabezada por “injusticia”. Entonces Sócrates le preguntó si alguna de ellas podría escribirse en la primer columna, a lo que el joven afirmó que no. El filósofo comenzó a preguntarle:

¿Son justos, la mentira, el engaño, el robo, la violencia, y el rapto, cuando se realizan en la guerra contra el enemigo?

El alumno acepta que en ese caso serían justos y agrega que él entendía que las preguntas se referían sólo a los amigos. Entonces Sócrates arriba a una conclusión y le pregunta su parecer al joven:

“En relación con los enemigos, tales actos son justos, e injustos respectos de los amigos: con éstos hay que ser los más justos posibles”.

Eutídemo acepta ese razonamiento como correcto, pero Sócrates, entonces, le obliga a entrar nuevamente en contradicción al preguntarle:

¿Cómo juzgar, por ejemplo, la actitud de un jefe militar que, deseando elevar el ánimo de sus tropas, miente a sus soldados diciéndoles que vienen nuevas tropas en su auxilio?

¿Cómo juzgar al padre de un niño que imperiosamente necesita tomar su medicina y se niega, entonces lo engaña mezclándosela con la comida?

Eutídemo reconoció que esas acciones deben ser consideradas como “justas”. De esa manera Sócrates escribe en las dos columnas de arena:

                        Justicia                                  Injusticia   
                        La mentira.                             La mentira.
                        El engaño.                              El engaño.
                        El robo.                                  El robo.
                        La violencia.                          La violencia.
                        El rapto.                                 El rapto.

Sócrates llega a la conclusión de que sólo son injustos los actos que se realizan contra los amigos con intensión de causarles daños.

Para Sócrates, las acciones justas y morales (en general), dependen del conocimiento de lo que es bello y útil para el individuo. El individuo es malo, no por su propia voluntad, sino por su ignorancia. Cualquiera, si se conoce a sí mismo, puede ser feliz y virtuoso.

“En las profundidades del mundo interior del hombre, en lo hondo de su razón, se arraigan las normas de la verdad, del bien, del derecho y la ley. Conociéndolas, el individuo no puede ser malo”

Sócrates, al igual que Heráclito y otros filósofos, reducen toda mala intensión a la ignorancia y al error; y la prudencia y el afecto al conocimiento, en especial al conocimiento teórico, al que Sócrates consideraba como “la más alta virtud”.

En política Sócrates se oponía a que se eligiera por votos la selección de cargos públicos. Manifestaba que, para ocupar cargos públicos se debe contar con los conocimientos necesarios y adecuados, conocimientos en las esferas en que iban a desarrollar sus funciones. Hacía con frecuencia esta pregunta:

-“Yo quiero arreglar mis botas: ¿a quién debo dirigirme?
“¡Oh, Sócrates, al zapatero!”

Resumía: si una cosa tan sencilla como el arreglo de las botas requería una persona con conocimientos especiales, cuánto más las persona que debe cumplir funciones mucho más complejas y difíciles, que es dirigir el Estado.

A su juicio, la política es una especie de intercambio de opiniones entre los ciudadanos que saben y los que nada conocen o saben. Los competentes deben ayudar a los incompetentes a dilucidar la verdad. En consecuencia se debe gobernar por convencimiento y no por coerción; deben gobernar los competentes, dentro del marco de las leyes y rechazar cualquier tipo de tiranía. Gran enemigo de la democracia, pues el pueblo era ignorante y los ignorantes no deberían elegir.

Defendiendo sus ideas, Sócrates sacrificó su vida. Se inmoló en aras de lo que era la verdad. Al negar a los dioses reconocidos por el Estado y preferir nuevas divinidades, fue condenado a muerte. A la primera acusación se le agrega la de fomentar la perversión de la juventud bajo esos nuevos dioses. Bebió la cicuta y murió con serenidad. Y este acto va en relación a lo que él siempre afirmaba: el sabio desea acelerar la liberación del alma espiritual de la cárcel corpórea, y no prolongar sin fin la vida”  Y el alma puede huir del cuerpo sólo cuando éste muere.

Platón, su discípulo, continuó y amplió sus teorías. Fue más lejos que su maestro. Si Sócrates enseñaba que la verdad había que buscarla dentro de uno mismo, Platón explicaba que había que buscarla fuera del hombre, en el mundo sobrenatural de las ideas, en el “reino de las ideas”, es decir, en Dios.  
                         
Ironía:
Se dice una cosa entendiéndose por ella otra, a menudo lo contrario.

Mayéutica:
El arte de la comadrona, se limita a hacer preguntas (nunca respuestas) para que el interlocutor de “a luz” la verdad dentro de sí.

Humanismo (Socrático):
Centrar en el centro de la reflexión filosófica los problemas del hombre y no los de la naturaleza y el mundo físico.

Concepto:
Designa cualquier contenido de la mente de manera universal (reducción al conocimiento de la esencia). Es el mérito histórico de Sócrates, ya que por primera vez se plantea el papel de los conceptos generales aunque, como idealista, consideraba que eran los conceptos los que engendraban las cosas.

“Por sus opiniones políticas Sócrates fue el ideólogo de la nobleza esclavista. Figuraba en las primeras filas de los enemigos de la democracia ateniense, predicando en todas partes y en toda oportunidad el odio a la democracia y la necesidad de volver al viejo régimen aristocrático.” “En su desprecio por el pueblo, Sócrates estimaba que éste no puede poseer conocimiento y, por consiguiente, no puede ser virtuoso: que el pueblo es vicioso por naturaleza”… SHEGLOV.

Obras:
Decidió no escribir nada confiando en el mensaje que daba tanto del modo de vivir como el de morir. Se conoce mucho de él por Platón y Jenofonte. Acusado de “impiedad” (no creer en los dioses y corromper a los jóvenes) fue condenado a muerte a los 70 años. Serenamente bebió el veneno (cicuta) y a punto de morir le recordó a su amigo Critón de que no se olvide “le debemos un gallo a Asclepio, así que págaselo y no lo descuides”.

Oscar Natalichio
Centro de Estudios Económicos y Sociales (CIEYS)
1º de Mayo. Día del trabajador.
oscarnatalich@fibertel.com.ar

Próximo capítulo:


15. Las tres etapas: De Tales a Lenin: PLATÓN.  

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