martes, 13 de mayo de 2014

NOSOTROS O ELLOS Nº 115

LAS CAUSAS DE TODAS LAS COSAS.

De TALES a LENIN. Un repaso sobre la historia de la Filosofía y los filósofos.

13. Las tres etapas: De Tales a Lenin: Los Sofistas


Los Sofistas (Hacer del saber una profesión): Protágoras (484-411 a.n.e.) y Gorgias (485-377 a.n.e.)

 ¿Hay una verdad no opinable? “El único criterio real de verdad es la experiencia individual ya que no hay leyes externas ni verdades objetivas, sólo hay opiniones”. El “logos” puede ser también utilizado para mentir (la retórica): quien crea poseer la verdad buscará argumentos convincentes fundados, quien carezca de verdades empleará argumentos persuasivos válidos. “Las palabras pueden engañar porque los hombres no tienen representaciones seguras del pasado y del futuro”. Con relación a la verdad, los idealistas consideran que ella es subjetiva, es decir, que depende del hombre ya que es quien determina por sí mismo la veracidad de sus conocimientos sin tener en cuenta el estado real de las cosas. Protágoras expresa ello al afirmar “el hombre es la medida de todas las cosas”.

El término fenómeno, en filosofía, indica lo que de una cosa aparece en contraposición a lo que es en sí misma. Se llama fenomenismo a la idea de que el conocimiento humano no puede considerar a la realidad en modo absoluto y objetivo, sino observar o percibir en ella las apariencias. Fueron los sofistas los que iniciaron la doctrina fenomenista con fuerte significado subjetivo, relativo y escéptico: no hay verdades absolutas (relativismo), no hay afirmaciones universales, todo depende del sujeto y de la situación en que se encuentre.

Gorgias sostiene tres tesis que son las más extremas de toda la filosofía:

1.  Nada existe;
2.  Si algo existiera no podrá ser pensado y
3. Si algo existiera y pudiera ser pensado, no podría, en cualquier caso, ser comunicado ni explicado.

Muchos lo consideran una osadía retórica, otros una broma dialéctica para desconcertar al auditorio. En realidad utilizaba esas tesis para él mismo probar lo contrario y con ello afirmar que no hay verdad absoluta e incontrovertible, sino sólo opiniones. Que no existe ningún logos, sino sólo retórica, que el mundo no es dominado por la razón sino por el azar.

Fenomenismo:
Idea de que el conocimiento humano no puede considerar la realidad en modo absoluto y objetivo, sino sólo percibir en ellas las apariencias (los fenómenos).

Relativismo:
No hay verdades absolutas, ya que cualquier afirmación es siempre relativa al punto de vista personal, a la sociedad a la que pertenece y al modo de pensar.

Retórica:
El lenguaje es un medio a través del que los hombres establecen las recíprocas posiciones de poder: “el logos puede ser también utilizado para mentir”.

“Protágoras, contemporáneo de Demócrito, era partidario de la democracia griega. Su filosofía es, en el fondo, materialista. Reconoce la existencia del mundo material, la mutabilidad de la materia, su “fluidez”… “Pero en los problemas del conocimiento se inclinaba hacia el idealismo, diciendo “el hombre es la medida de todas las cosas”. Cada hombre, a juicio de Protágoras, concibe al mundo a su manera; no puede haber un conocimiento fidedigno del mundo. Lo que a uno le parece verídico a otro puede resultarle falso.” 

“Gorgias… se acercó más que Protágoras al idealismo subjetivo y al escepticismo. Negaba la posibilidad de un conocimiento auténtico y exacto del mundo; también dudaba de la existencia objetiva de la naturaleza” SHEGLOV.

Al principio, la palabra “sofista” se les adjudicaba a los eruditos en cualquier ciencia, en especial se los designaba así a los maestros de filosofía, matemáticas, mitología, ética y, muy especialmente, a los que querían dominar el arte de la elocuencia (retórica y oratoria).

En la ciudad estado Atenas, el arte de la elocuencia era un arma indispensable para actuar en las asambleas, en los tribunales y en las polémicas en general. Señalemos que en los tribunales no había fiscales ni abogados y que cada uno debía defenderse personalmente y el que acusaba debía sostener convincentemente su acusación. Era habitual que se formularan falsos cargos, por tanto, el dominio de la oratoria se tornaba muy valioso para defenderse o dar precisión a las ideas. Los ciudadanos recurrían a los sofistas para salvar esta limitación.

Conocemos esta anécdota:

Un joven le solicita a Protágoras que le enseñe retórica y dialéctica. El maestro acepta y acuerda con él un contrato que estipula que el estudiante debería pagarle una suma de dinero (como honorario) sólo en el caso de que ganara su primer proceso judicial.

Más adelante, ya terminado los estudios, el joven (en su primer proceso) se niega a intervenir en el juicio. Protágoras declara que le iniciará un proceso ya que, cualquier decisión del tribunal le sería siempre favorable ya que, si el discípulo ganaba, debía pagarle de acuerdo con lo acordado en el contrato; y sí, por el contrario, perdía, también debería pagarle ya que esa sería la resolución de la justicia.

El alumno, que había aprendido muy bien las enseñanzas de su maestro, respondió que en ningún caso le corresponde pagar; si perdía el proceso no pagaba pues así lo señalaba el contrato y si lo ganaba era porque el tribunal fallaba a su favor, cómo iba a pagar por un juicio que ganaba.

Esa doble “solución” es lo que se denomina “dilema” y eran muy utilizados por los sofistas en las polémicas y con fines pedagógicos. Se planteaban problemas como éste: “¿Mentiría una persona que miente y al mismo tiempo reconoce que lo que dice es mentira?

Los sofistas iniciales no crearon una escuela filosófica determinada. Algunos sofistas eran partidarios de la democracia y otros, de la aristocracia. Les interesaba profundizar sobre el pensamiento humano, sobre el papel del hombre en la vida social, sobre las costumbres y las leyes. En general no incursionaban sobre las ciencias naturales salvo cuando las requerían para comprender alguna situación de la vida social.

Afirmaban que tanto las leyes como las costumbres poseen un carácter relativo. Que cada pueblo tiene sus leyes y sus costumbres. Que los que unos consideran vergonzoso y malo, puede ser digno y bueno para otros.

Los sofistas fueron los promotores del “contrato social”, según el cual estados, leyes y costumbres son el resultado de un “acuerdo” entre las personas, acuerdo conciente y voluntario, en que “dioses y seres fantásticos” no intervenían para nada. Jenofonte afirmaba que es el hombre el creador de todo lo existente y es, por ello, el que creo a los dioses a su imagen y semejanza.

Los sofistas no eran homogéneos en sus teorías y eso era característico en ellos: la tesis de la relatividad de las concepciones, de las normas éticas, de las formas de apreciar los fenómenos de la vida, es colocada por Protágoras como un principio general filosófico, al sintetizar:

“El hombre es la medida de todas las cosas: de las que son, por cuanto son, y de las que no son, por cuanto no son”.

Si bien los sofistas iniciales se encargaron de demostrar con muchos ejemplos que no existen dioses, creencias y hábitos religiosos universales o permanentes, Protágoras se abstenía de emitir juicio sobre ellos, con relación a este tema afirmaba que no podía emitir juicio alguno. Expresaba:

“No puedo decir si los dioses existen o no existen, pues muchos son los obstáculos que impiden saberlo: la oscuridad del problema y la brevedad de la vida humana”.

Muchos aspectos de los sofistas se conocen por Platón, pero éste filósofo despreciaba a los sofistas, decía que trataban de presentar lo “débil” como “fuerte”, las falsas razones como valederas. Para él Protágoras era un individuo que intenta salir de apuros señalando que el signo que permite distinguir entre el conocimiento y la ignorancia es la utilidad: es verdadero lo que es útil. Y se preguntaba “¿Y el los casos en que lo útil para unos es perjudicial para otros?”   

Los sofistas fueron degradándose a la par de la decadencia de Grecia. Quedaron reducida a una escuela en donde se enseñaba cómo derrotar verbalmente al adversario sin importar si éste poseía o no la razón. Terminaban defendiendo “con pasión” hipótesis y tesis en manifiesta contradicción con la realidad.

Obras:

Como escribió que era imposible afirmar tanto la existencia como la inexistencia de los dioses, Pitágoras fue expulsado de Atenas y sus obras fueron quemadas en la plaza de esa ciudad estado. Gorgias, quien vivió viajando por toda Grecia, ejercía con enorme éxito la retórica y la vida sana que lo llevó a morir a los 108 años. Se le atribuye tres obras: “Sobre la naturaleza y el no-ser”; “Elogio a Elena” y “Apología de Palamedes”.



Centro de Estudios Económicos y Sociales (CIEYS)
1º de Mayo. Día del trabajador.
oscarnatalich@fibertel.com.ar

Próximo capítulo:

14. Las tres etapas: De Tales a Lenin: El Siglo de Pericles - SÓCRATES.



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