viernes, 18 de abril de 2014

NOSOTROS O ELLOS Nº 105

LAS CAUSAS DE TODAS LAS COSAS.

De TALES a LENIN. Un repaso sobre la historia de la Filosofía y los filósofos.

3. POR QUÉ SABER SOBRE FILOSOFÍA

Comenzamos con este fragmento de la “Introducción” del libro “Historia de la Filosofía” del Instituto de Filosofía de la Academia de Ciencias de la URSS, bajo la dirección del profesor A. V. Sheglov.

 “El estudio de la historia de la filosofía es tanto más necesario cuanto que la filosofía encierra en sí, en forma más concentrada, la ideología, la concepción del mundo de los hombres en cada etapa histórica determinada… “La historia de la filosofía refleja en forma sintetizada la historia del desarrollo del pensamiento humano, de sus conocimientos, de su cultura”.

“Engels hace notar que el estudio de la historia de la filosofía constituye una formidable escuela para la formación de una mentalidad teórica. Es sabido también cuánta atención prestaron a la historia de la filosofía los fundadores del marxismo-leninismo…”

“Lenin, analizando los problemas de la dialéctica materialista, estudió minuciosamente las obras más destacadas de los clásicos de la filosofía (”Metafísica” de Aristóteles; “La ciencia de la lógica” y la “Historia de la filosofía” de Hegel, “La esencia del cristianismo” de Feuerbach y otros)”.

“La historia marxista-leninista de la filosofía examina la evolución de la filosofía no como un cambio casual de diversas teorías filosóficas, sino como un proceso sujeto a leyes. La historia de la filosofía forma parte de la historia general de la sociedad humana, es la expresión filosófica de intereses de clase históricamente determinado. Pero al mismo tiempo, el desarrollo del pensamiento filosófico, como de toda ideología, posee una relativa independencia, su lógica interna y sus leyes internas, por las cuales se rige”.

Y agregamos este pensamiento de V. I. LENIN, extraído de “Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo” Obras escogidas. Tomo 1

“La doctrina de Marx suscita en todo el mundo civilizado la mayor hostilidad y el mayor odio de toda la ciencia burguesa (tanto la oficial como la liberal), que ve en el marxismo algo así como una “secta nefasta”.

Y no puede esperarse otra actitud, pues en una sociedad erigida sobre la lucha de clases no puede haber una ciencia social “imparcial”. De un modo o de otro, toda la ciencia oficial y liberal defiende la esclavitud asalariada, mientras que el marxismo ha declarado una guerra implacable a esa esclavitud.

Esperar una ciencia imparcial en una sociedad de esclavitud asalariada, sería la misma pueril ingenuidad que esperar de los fabricantes imparcialidad en cuanto a la conveniencia de aumentar los salarios de los obreros, en detrimento de las ganancias del capital”.

“Pero hay más. La historia de la filosofía y la historia de las ciencias sociales enseñan con toda claridad que no hay nada en el marxismo que se parezca a “sectarismo”, en el sentido de una doctrina encerrada en sí misma, rígida, surgida al margen del camino real del desarrollo de la civilización mundial.

Al contrario, el genio de Marx estriba, precisamente, en haber dado solución a los problemas planteados, antes, por el pensamiento avanzado de la humanidad. Su doctrina apareció como continuación directa e inmediata de las doctrinas de los más grandes representantes de la filosofía, la economía política y el socialismo.”

También recurrimos a T. I. Oizerman, incorporando esta aclaración que compartimos:   

“El materialismo dialéctico e histórico es, por principio, ajeno a toda limitación fraccionalista. Es suficiente recordar cómo los fundadores del marxismo-leninismo criticaban no sólo al materialismo vulgar, sino también al metafísico, al mecánico, así como al materialismo antropológico de Feuerbach, y lo elevada que era su valoración de las geniales ideas contenidas en las teorías idealistas de Platón, Aristóteles, Leibniz, Rousseau, Hegel, para que se torne evidente que es precisamente la filosofía marxista donde están, orgánicamente fundidos el carácter partidario y la objetividad”.

Finalmente, y antes de entrar de lleno a la historia de la filosofía, no podíamos dejar de citar a F. Engels en el prefacio a la primera edición 1884 de “El Origen de la Familia la Propiedad Privada y el Estado”. Ediciones Ciencias Políticas. La Habana. Cuba.

“Según la teoría materialista. El factor decisivo en la historia es, en fin de cuentas, la producción y reproducción de la vida inmediata.

Pero esta producción y reproducción son de dos clases. Por una parte, la producción de medios de existencia, de productos alimenticios, de ropa, de vivienda y de los instrumentos que para producir todo eso se necesitan; por otra parte, la producción del hombre mismo, la continuación de la especie.

El orden social en que viven los hombres en una época histórica  y un país determinado, está condicionado por esas dos especies de producción”.

La ciencia, no sólo nos posibilita alcanzar conocimientos que nos permiten comprender las leyes que rigen el desarrollo de la naturaleza; no sólo nos permite desentrañar los múltiples “secretos” que ella encierra; la ciencia también nos permite descubrir el funcionamiento de las leyes de la vida social, de la sociedad.

Podemos decir que esos “secretos” no son tales para la ciencia; en realidad son desconocimientos, ya que ignoramos aún el origen de muchos de los fenómenos  que se producen en la naturaleza. Pasar a conocer lo desconocido es una tarea ininterrumpida que el filósofo, el científico, el investigador, realizan con ese objetivo.

No se trata de un camino llano sino de uno donde, muchas veces hay que desandar lo andado para tomar un nuevo rumbo. Así avanza el conocimiento, así podemos ir teniendo noción de las cosas, a generar ideas, hipótesis, planteos, programas, abstracciones generales, simulaciones, etc.

Una de las particularidades del conocimiento que se va adquiriendo a través del paso del tiempo, a través de la historia, es que se va acumulando, que crece ocupando un espacio cada vez más importante en la vida social, que se va, además, corrigiendo, depurándose de errores anteriores, lo que lo hace más confiable y más eficiente.

Para descubrir el funcionamiento de las leyes de la vida social recurrimos a lo que, genéricamente, denominamos Ciencias Sociales. No es nuestra intensión clasificarlas pero podemos señalar entre las más importantes la Economía Política; la Historia; la Antropología; la Psicología Social; la Sociología, etc. Podemos incorporar a este grupo de disciplinas las ciencias relacionadas con el sistema cognitivo, como la Psicología y la Lingüística.

Las Ciencias Naturales (Física, Química, Biología, Astronomía, Geología) y las Ciencias Formales (Matemática, Lógica) no poseen, en general, cuestionamientos a su raíz científica. En cambio, sobre las Ciencias Sociales existen opiniones encontradas sobre si se trata o no de ciencias.

Hay quienes afirman, por ejemplo, que la Economía Política no es una ciencia. Y esgrimen, como argumento “válido” la existencia de muchas corrientes económicas enfrentadas entre sí.

Esta situación, exclusiva de las Ciencias Sociales, se produce al desarrollarse la sociedad conteniendo diferentes clases sociales, algunas de ellas, las fundamentales, antagónicas. Por eso van a existir, como mínimo, tantas economías políticas como intereses de clases o de sectores existan y resuelvan desarrollarla.

Ello no invalida que no exista la Economía Política como ciencia, ello solamente nos indica que, los intereses de clase van a actuar sobre la disciplina limitando su característica de ciencia, ocultando sus leyes cuando éstas demuestran lo falso e interesado de su doctrina.

Por ejemplo, sobre la plusvalía. ¿Podrían aceptar plenamente la realidad que la plusvalía tiene su origen en la explotación del trabajador y que el capital se incrementa con la plusvalía? Es una Ley, y la mejor forma de negar dicha Ley es negando que la disciplina que la contiene, en este caso la Economía Política, no es una ciencia.

Mario Bunge es uno de los grandes científicos argentinos reconocido a nivel mundial. Se doctoró en 1952 en ciencias físicas y matemáticas y con el paso del tiempo incursionó en filosofía, convirtiéndose, además, en un férreo defensor de lo que se denomina “realismo científico”, es decir, en un firme opositor de las pseudociencias.

Ha escrito alrededor de 50 libros sobre temas filosóficos y científicos y cientos de artículos y conferencias. Este gran pensador no marxista escribe, en relación al tema que estamos tratando:

“De los investigadores científicos se espera que se guíen por el método científico, que se reduce a la siguiente sucesión de pasos: conocimiento previo, problema, candidato a la solución (hipótesis, diseño experimental o técnica), prueba, evaluación del candidato, revisión final de uno u otro candidato a la solución, examinando el procedimiento, el conocimiento previo e incluso el problema”.

“La verificación de las proposiciones consiste en someterlas a prueba para comprobar su coherencia y su verdad, la que, a menudo, resulta ser sólo aproximada. Esa prueba puede ser conceptual, empírica o ambas cosas. Ningún elemento, excepto las convenciones y las fórmulas matemáticas, se considera exento de las pruebas empíricas. Tampoco hay ciencia alguna sin éstas, o ninguna en que estén ausentes la búsqueda y la utilización de pautas”.

“Según lo estimo, la descripción sumaria antes mencionada es válida para todas las ciencias, independientemente de las diferencias de objetos, técnicas especiales o grados de progreso. Se ajusta a las ciencias sociales, como la sociología, lo mismo que a las biosociales, como la psicología, y a las naturales como la biología”.

“Si una disciplina no emplea el método científico, o si no busca o utiliza regularidades, es protocientífica, no científica o pseudocientífica.”

Los intereses económico y cultural de las clases dominantes los lleva a no emplear el método científico como herramienta fundamental en las Ciencias Sociales, mientras que sí lo aplica en las Ciencias Naturales.

El imperialismo, al apropiarse del conocimiento científico, el portentoso desarrollo de las ciencias naturales se constituye en una inmensa y creciente fuente de explotación del hombre por el hombre, de obtención de plusvalía y de generación de capital financiero parasitario que actúa exclusivamente en el área de la especulación.

Al contrario, si contribuyese a desarrollar de igual manera a las ciencias sociales, quedaría al desnudo su esencia criminal en la sociedad. Jamás lo haría, es decir, jamás desarrollaría las Ciencias Sociales como ciencias. Una de las maneras de evitar que eso ocurra, que se estudie con metodología científica, es la de generar “pensadores” que niegan a las ciencias sociales la característica científica que contienen o que, desarrollen sólo algunos aspectos neutrales de las mismas.

Por ello es preciso empezar por el principio. Cuando nacemos o nuestra madre “da a luz” comenzamos a contar los días de nuestra existencia. Las ciencias en general, pero las sociales en particular, poseen su origen en la filosofía. Repetimos el inicio de este capítulo: 

  “El estudio de la historia de la filosofía es tanto más necesario cuanto que la filosofía encierra en sí, en forma más concentrada, la ideología, la concepción del mundo de los hombres en cada etapa histórica determinada… “La historia de la filosofía refleja en forma sintetizada la historia del desarrollo del pensamiento humano, de sus conocimientos, de su cultura”.

Y en esa ideología concentrada, en esa concepción del mundo, se encuentra la respuesta. ¿Qué filosofía? ¿La materialista o la idealista? ¿Demócrito o Platón? El rumbo hacia el análisis científico en las ciencias sociales la da sólo una de ellas, lo que no significa que la otra no nos provea de valiosos aportes parciales.
 
 


Oscar Natalichio
Centro de Estudios Económicos y Sociales (CIEYS)
Abril de 2014.
oscarnatalich@fibertel.com.ar

Próximo capítulo:

4. UN REPASO SOBRE LOS INICIOS DE LA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA

 



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