NOSOTROS O ELLOS Nº 59
EL IMPERIALISMO Y SUS GUERRAS: LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
(4)
En todo el mundo se conformaban frentes antifascistas, encabezados o
compartiendo su dirección por los comunistas, los socialistas, los patriotas
nacionalistas y todos aquellos que no compartían el “nuevo orden” impuesto o a
imponer por el fascismo.
Los comunistas, organizados en sus partidos comunistas, fueron la
vanguardia en la lucha contra el enemigo común, contra el fascismo. Vanguardia
en cualquier lugar y en cualquier terreno. La defensa del primer país
socialista de la historia de la humanidad y la defensa de la vida misma de la
humanidad era el móvil donde se ofrecía la propia vida.
El Partido Comunista de Alemania, en la más dura clandestinidad,
agitaba la consigna de la derrota del fascismo entre obreros y soldados, agitaba la consigna de transformar esta
guerra de los monopolios en una guerra contra los monopolios, en una guerra
revolucionaria. En las acciones, llevaba a cabo atentados contra fábricas
de armamentos y objetivos militares. Piensen en lo extremadamente difícil de
sus tareas, expuestos a todo, a la tortura, a la muerte, incluso a la delación
de sus compañeros y de sus pequeños hijos.
El Partido Comunista de Italia organizó la lucha para derrotar a Mussolini.
En mayo de 1941 elabora un manifiesto donde vuelve a denunciar el carácter
imperialista de la guerra y miles de ciudadanos se suman a la lucha
antifascista.
El Partido Comunista de Japón se pronuncia contra el militarismo nipón
y llama a su derrocamiento.
El Partido Comunista de China organiza las primeras guerrillas contra
los ocupantes de Manchuria. En 1932 se unen a los obreros de Shangai con el 19
ejército popular chino y, dirigidos por el Partido Comunista, se lanzan sobre
los agresores. En 1937 es el Partido Comunista el que convoca a todo el pueblo
chino a la lucha por la liberación nacional.
El Partido Comunista Checoslovaco crea un frente popular antifascista.
El 15 de mayo de 1939 convoca al pueblo a la resistencia y a recuperar la soberanía
de la Checoslovaquia desmembrada y ocupada.
En Yugoslavia se crea un movimiento de liberación nacional encabezado
por el Partido Comunista. El 15 de abril de 1941 convoca a la derrota total del
fascismo mientras, el movimiento guerrillero, también dirigido por los
comunistas, atacaba a las tropas nazis y colaboracionistas.
Los Partidos Comunistas de Bélgica, Holanda, Dinamarca y Noruega,
convocaban a la lucha por la liberación nacional.
En Francia, la Resistencia crecía día a día. Actos de sabotaje y
heroicas acciones guerrilleras se efectuaban bajo la dirección del Partido
Comunista.
En la Argentina, el Partido Comunista promueve la creación de un
“frente democrático nacional antifascista, para aplastar el fascismo y
construir una Argentina grande, próspera, feliz y respetada en el mundo”.
En Uruguay, en Chile, en Perú, en Brasil, en Cuba, en toda América
Latina y el Caribe los Partidos Comunistas son los que encabezan la lucha
contra el nazi fascismo.
Los comunistas de todo el mundo estuvieron entre los más valientes,
fueron los más conscientes, los que más se esforzaron en cada momento por unir
a todos los patriotas contra el enemigo fundamental, contra el imperialismo nazi
fascista.
Inglaterra y los EEUU finalmente
“resuelven” combatir al nazi fascismo, pero
lo hacen tarde y a regañadientes; lo hacen por dos razones:
a) La exigencia de sus pueblos y de todos los pueblos para que
abandonen su papel de meros espectadores, y
b) porque comienzan a intuir que
los fascistas no van a poder destruir a la Unión Soviética. Aún
así, las acciones de guerra que inician, son menores, son de utilería.
Con Europa ocupada, con África invadida, con el ejército japonés en
Asia, para los planes del imperialismo, se ha cumplido una etapa: ahora le ha
llegado el turno a la
Unión Soviética.
Al iniciarse el verano, el 22 de junio de 1941, domingo de madrugada,
sin declaración de guerra, el ejército fascista alemán invade la URSS por
tierra mientras la aviación bombardea poblaciones civiles. ¡Adiós al pacto de no-agresión! Los alemanes no ingresaron solos, los
acompañaban tropas de Italia, de Finlandia, de Rumania y de otros países
colaboracionistas.
Los fáciles y lógicos “triunfos”
del ejército alemán en Europa les hicieron creer a los agresores que
repetirían su accionar en la patria de los trabajadores. Tal era la importancia
que los nazi fascistas otorgaban a esta invasión que fue iniciada y dirigida
personalmente por Hitler. A la operación la denominaron “Barbarroja” y debía
ocupar y destruir, en pocas semanas,
al primer estado socialista y apoderarse de sus tierras, de sus industrias y de
sus riquezas naturales, entre ellas el carbón y el petróleo. Completado ese paso, el nazi fascismo se
instalarían para siempre en el mundo.
En ese momento Alemania disponía de 214 divisiones activas
(regimientos, infantería, artillería, ingeniería, servicios y caballería o
tanques) y 7 brigadas (unidades tácticas). El
70% de ellas fueron destinadas al frente soviético. Pero además, a las 150
divisiones alemanas se suman otras 40 de sus aliados. Siete millones de soldados y oficiales, 20 mil aviones, 14 mil tanques
contra el país de los trabajadores. La fuerza bélica más poderosa que se haya
conocido.
Los gobiernos de Inglaterra y de los EEUU continuaron con su “extraña guerra”
o “guerra boba” como también se la conoce. Simultáneamente
brindaban para que los nazis tuviesen éxito en su ataque a la URSS y para que
no sea un éxito fácil. Estaban
convencidos de que los nazi fascistas destruirían la Unión Soviética y
aspiraban que por ello pagaran un precio alto que luego obligue a los alemanes
a reconocerlos como socios en el nuevo reparto del mundo.
Harry Truman, senador y luego presidente de los EEUU, el 24 de junio de
1941, dos días después de iniciada la invasión nazi a la URSS, expresaba: “Si vemos que gana Alemania debemos ayudar a Rusia, pero si vemos que
gana Rusia debemos ayudar a Alemania. Así, que se maten lo más que puedan” Y H. Hoover, compartiendo en gran parte ese
pensamiento, aconsejaba no intervenir, esperar el fin de la guerra, ya que el ganador de esa contienda no
estaría en condiciones de enfrentar el poder militar “intacto” de los EEUU, y
cedería ante ellos. Otros dirigentes no estaban de acuerdo con esos
razonamientos.
Al invadir la URSS, el 22 de junio de 1941, los alemanes entran en
guerra por primera vez. Se acabaron los paseos triunfales de la “guerra boba” y
los ejércitos de utilería, consentidos y posibilitados por gobiernos
capituladores y falsos “aliados”. Ahora se enfrentaban a una nación, a un gobierno,
a un pueblo y a un ejército verdadero.
Stalin se convirtió en el jefe visible, en el conductor de lo que se
llamó La Gran
Guerra Patria. Y fueron millones sus protagonistas. El gran
pueblo soviético se comprometió a luchar hasta derrotar al invasor. La Gran Guerra Patria
se desarrollaría en todas las áreas: en el ejército rojo enfrentando a los nazis; en las fábricas
incrementando la producción, en especial la producción de armamentos para la
defensa de la nación; en las minas extrayendo más minerales; en los yacimientos
petroleros cubriendo las necesidades cada vez más crecientes de combustible; en
el campo incrementando la producción de cereales, de leche, de verdura de
aceites, de manteca; en los centros de estudio manteniendo abiertas escuelas y universidades;
en los centros de salud adecuándose para recibir miles y millones de heridos,
formando especialistas médicos y enfermeras; en la preparación de la mujer para
que reemplazara al hombre que tuvo que empuñar el fusil; en todas las áreas
estaban los comunistas y su partido jugando el papel de vanguardia que la
historia les había asignado. “Trabaja no sólo para ti, sino para
tu compañero que está en el frente” era una de las consignas; la otra, más contundente: “aplastemos al enemigo”.
Pero la conducción de esa gran
epopeya estaba a cargo del gobierno soviético y de su partido comunista, que en
una de sus primeras medidas, el día mismo de la invasión, resuelve enviar al
frente a 48 mil de sus mejores cuadros dirigentes. El Partido Comunista es el
partido de la clase obrera, pero es, y más que nunca en el poder, el Partido de
todas las clases sociales no antagónicas.
Hasta ese 22 de junio, hasta ese día, los alemanes se deleitaban
saqueando, violando, torturando, esclavizando y asesinando seres humanos sin
asumir riesgos, a partir de ahora se enfrentarían con la muerte.
Podríamos decir que “en el campo de juego” se ubica todo el aparato de
guerra nazi fascista, que se fortaleció con la fácil ocupación de Europa y
África, lanzada ahora contra la Unión Soviética , y en la platea se encuentran los
gobiernos protagonistas de la “guerra boba”, de la “extraña guerra”, los
Ingleses y los yanquis, los falsos “aliados”, apostando por Alemania mientras
estaban obligados a declarar que apoyaban a la URSS.
Obligados por el papel que jugaron las masas en sus propios países y en
el resto del mundo; por el papel de la organización y movilización de esas
masas, por el papel creciente de la resistencia en las zonas ocupadas, por el
papel de la unidad popular contra el enemigo común. Presión tan fuerte que
obligó a esos gobiernos “aliados” a dar, al menos formalmente, su apoyo a la
URSS frente a la agresión nazi fascista.
Pese a saber que la ofensiva nazi se preparaba los soviéticos no la
esperaban sino más adelante y por ello fueron inicialmente sorprendidos. Los
ejércitos nazis tomaron la iniciativa y tuvieron las ventajas iniciales que de
ella derivan. En las primeras semanas ocupan importantes puntos estratégicos y,
si bien pagan un alto precios por su avance, llegan en septiembre, en el otoño,
a las proximidades de Moscú.
Oscar Natalichio
Centro de Investigaciones
Económicas y Sociales (CIEYS)
11/12/2012
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