NOSOTROS O ELLOS Nº 61
EL IMPERIALISMO Y SUS GUERRAS: LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
(6)
La ofensiva
soviética continúa obteniendo importantes triunfos. A los cinco meses de
iniciada, recupera 48 mil kilómetros cuadrados de territorio y avanza sobre por
un corredor de 700
kilómetros . La derrota de los alemanes, pero en
particular, el triunfo de los soviéticos, mejora el estado de ánimo de todos
los combatientes antifascistas, en especial, de los que operaban y combatían desde
la Resistencia.
En Casablanca se reúnen,
entre el 14 y el 23 de enero de 1943, Rooselvert y Churchill aplazando
nuevamente la apertura del “segundo frente” y adoptando el “plan Husky” que
comprendía la invasión de Sicilia. El
objetivo público era mostrar a sus pueblos que algo se estaba haciendo, pero el
encubierto era no incomodar a los nazis que aún libraban batallas por la toma
de Stalingrado. Sabían que el ejército alemán estaba en grandes
dificultades y no iban a interferir ellos en debilitarlo aún más, por eso,
segundo frente: NO.
Nunca pensaron que
ese ejército que protegían sufriría una derrota tan catastrófica. En Casablanca
continuaron con su habitual estrategia de decir una cosa y hacer otra o no
hacer nada. Manifestaron, eso sí, su decisión “irrevocable” de brindar “ayuda”
a la Unión Soviética.
Del segundo frente,
sólo promesas, pero cuando llega la confirmación de la derrota del ejército
alemán en Stalingrado resuelven moverse con más rapidez. Tropas inglesas y
yanquis dan un nuevo impulso a los combates de África septentrional que culmina
en mayo del 43, A
partir de allí lanzan adelante el “Plan Husky” desembarcando en Sicilia el 10
de julio de 1943.
El 22 de junio de
1941 los alemanes habían iniciado la guerra para exterminar la Unión Soviética. Habían
pasado días más de dos sangrientos años; años donde los soviéticos habían
enfrentados, solos, la poderosa maquinaria nazi-fascista y la habían
parcialmente derrotado, marcando el ocaso del ejército alemán.
Ahora sí, no antes,
como se habían comprometido; ahora sí, no antes, cuando era posible evitar
millones de muertes y destrucción de bienes; ahora sí, ingresan las tropas
“aliadas”, pero a Sicilia, y muy lejos de ser aún el “segundo frente”.
En Sicilia solo hay una pequeña guarnición alemana que no
ofreció mucha resistencia. Esa guarnición fue hecha
prisionera, pero las dos divisiones alemanas allí ubicadas pudieron retirarse
intactas. Un diario británico reproduce la nota de su corresponsal: “Nuestra
táctica de persecución parecía semejarse al intento de matar una lagartija muy
ágil con un enorme martillo; aquella desaparecía apenas levantábamos éste”.
Las pérdidas alemanas en esas “batallas” serían insignificantes.
Era lógico, desde
ese 10 de julio del 43 los “aliados” impulsaban a esas tropas a marchar al
frente soviético, a fortalecer la nueva ofensiva que apenas 5 días antes Hitler
había iniciado contra los soviéticos. Lo sabían bien, pues el 15 de abril de
ese año Hitler la había ordenado manifestando:
“Esta ofensiva tendrá la importancia de
darnos la iniciativa para la primavera y el verano. Por esa razón todos los
operativos deben realizarse con gran cuidado en energía. En las zonas de ataque
principal, emplearse grandes unidades selectas, el mejor armamento, oficialidad
escogida y la mayor cantidad de municiones. Todo jefe y todo soldado deben
comprometerse del alcance trascendental de esta ofensiva”.
Coherencia total de
los “aliados” con todas sus acciones (calculadas o no) hasta la fecha
impulsadas, la lógica indicaba que esos aliados “no producirán daños a las tropas
alemanas pues pueden ser útiles para fortalecer la nueva ofensiva nazi-fascista
contra la Unión
Soviética ”. “Al bebé hay que ahogarlo en su cuna”. El
dicho de Churchill se mantenía vigente, lo que sucedía era de que el bebé
resultaba ser demasiado resistente y su cuna también.
Cuando está
amaneciendo, el 5 de julio, el ejército nazi-fascista inicia la ofensiva en un
estrecho frente de ataque que va desde el mar de Berentz hasta el mar Negro. Un
frente de sólo 50
kilómetros a diferencia del de 600 kilómetros de la
ofensiva anterior. Ahora se atacaba en dos direcciones a Kursk, centro
industrial, textil y del tabaco, rescatada por los soviéticos en principios de
1943. Desde el sur de Orel se ataca a Kursk desde el norte y desde la región de
Belgorod se ataca a Kursk por el sur.
Miles de tanques
tomaron parte de la batalla “más pavorosa de la historia de las guerras”.
Una semana después de iniciada la ofensiva nazi-fascista, el 12 de julio de
1943 el ejército rojo los había contenido y ahora lanzaban la contraofensiva. Los
soviéticos rompen la línea enemiga y liberan a Orel y Belgorod el 5 de agosto y
a Jarkov el 23.
En las batallas de
Kursk y Oriel, el ejército rojo aniquila 30 divisiones alemanas. Así como la
batalla de Moscú mostró que el ejército alemán no era invencible, así como la
batalla de Stalingrado marcaba el inicio del ocaso de ese poderoso ejército, la
batalla de Kursk lo colocó al borde del desastre. A partir de esa batalla los
alemanes ya no pensaron en ganar la guerra sino en retener los territorios
conquistados.
El ejército rojo continuó avanzando logrando liberar
territorios en un frente de mil doscientos kilómetros, desde la desembocadura
del río Beresina hasta el mar Negro. Los alemanes debieron cruzar el Dnieper.
La coalición nazi-fascista
entra en crisis. El 24 de julio de 1943 (doce días después de iniciada la
contraofensiva del ejército rojo contra los alemanes en Kursk) el Consejo
Fascista Extraordinario le retira la confianza a Mussolini. Un día después de
ese retiro de confianza, el rey, que lo apoyó en toda su aventura, le pide su
renuncia y designa en su lugar a Manuel Badoglio. Mussolini, “la
persona más aborrecida de Italia”, dicho por el propio rey, es
encarcelado.
Nada es casual. La
caída de Mussolini no es casual. En noviembre de 1942, el Partido Comunista
Italiano y otros grupos antifascistas crean el Comité del Frente Nacional. A
principios de 1943 se desarrolla un amplio movimiento huelguístico. Se
generaliza la lucha por ponerle fin a la guerra, la lucha por la paz. Se hace carne la idea
de que el fascismo está derrotado. Se reclama castigos a sus partidarios y la
Resistencia recibe cientos de nuevos combatientes. La industria ya no podrá
abastecer la demanda de la guerra y empezaba a faltar materia prima,
combustibles y el país se estaba quedando sin alimentos. El ejército pierde
todos los dominios de Italia en África y 10 de sus divisiones son aplastadas en
el frente soviético.
Badoglio no rompió
enseguida con Alemania, pero mientras mantuvo negociaciones “secretas” con el
alto mando “aliado” intentando conseguir una paz “honrosa”. El 3 de septiembre
el gobierno italiano firma el armisticio y el 13 de octubre le declara la
guerra a Alemania.
Ese mismo día 13
comienza el desembarco de las tropas “aliadas” en Calabria, la Italia
meridional. Pese a que debieron enfrentar a sólo 10 divisiones alemanas, los
aliados avanzaban hacia el norte con pasmosa lentitud empleando la artillería
para bombardear ¡campos vacíos! ¿La razón?
La razón la fijaron los políticos del imperialismo: 1)
conservar el régimen capitalista; 2) sostener el aparato político y social del
fascismo; 3) Aplastar a los movimientos de Liberación Nacional; 4) Hacer caer
toda la responsabilidad sobre un hombre, Mussolini, y no un sistema, el sistema
capitalista y 5) salvaguardar a los empresarios, a los banqueros, a la
oligarquía y a muchos represores.
Los “aliados”,
Inglaterra y los EEUU, compartían las funciones de autoridades de ocupación.
Como buenos representantes de los monopolios, esa misión común no evitó que
compitieran entre ellos y se enfrentaran para darles prioridad en el despojo a
sus propios intereses. Así se enfrentan, a modo de ejemplo, la inglesa Shell con la norteamericana
Standard Oil.
Mientras los
soldados y los civiles continuaban muriendo en la guerra, los monopolios, de
ambos grupos, utilizaban testaferros para adquirir a precio vil las acciones de
las sociedades anónimas italianas.
Es obvio que la
ocupación no representaba los intereses del pueblo italiano y que iba a hacer
todo lo posible para evitar que un gobierno popular los reemplace. Churchill le
envía una carta a Rooselvert donde le dice que él contaba con el gobierno de
Badoglio como fuerza para impedir la bolchevización de Italia.
La dictadura de
Mussolini cae, pero el poder queda en manos de los monopolios, otros, pero
monopolios al fin. No obstante, el hecho de que el fascismo haya caído, resultó
un contundente triunfo de los patriotas italianos.
Muchas conferencias
efectuaron entre sí los aliados. Sin convocar a la URSS, ya que estimaban (y
propiciaban) su derrota o su extremo debilitamiento. Pero cuando a mediados de
1943 estaba quedando claro que el ejército rojo, sin sus ayudas, estaba
derrotando al nazi-fascismo, y que en vez de debilitarse se fortalecía con el
enorme arsenal que arrebataba al enemigo, que se fortalecía con los altos
niveles de productividad alcanzado, que se fortalecía por la enorme simpatía
internacional que despertaba en todos los pueblos del mundo, consideran que la
URSS debe integrar las próximas conferencias.
En el tercer
trimestre del 43, en el otoño, se realiza en Moscú la llamada “Conferencia de
Moscú” donde el gobierno soviético pregunta cuando van a abrir el segundo
frente, una pregunta casi irónica, si esa vil demora no siguiera costando vidas
humanas. No obtuvo respuesta. Se avanzó en otros puntos, siempre por exigencia
de los soviéticos: 1) extirpar al fascismo y establecer un régimen democrático
en Italia sin limitar los derechos del pueblo; 2) Anular la anexión de Austria
por parte de Alemania y 3) Castigar a los criminales de guerra.
Costaba arrancarles
a los “aliados” posiciones que ataquen el corazón y motor del fascismo, el
imperialismo alemán. Es de recordar que todas las instalaciones de cámaras de
gas para exterminio masivo fueron provistas por firmas alemanas ligadas a los monopolios yanquis y que los
llamados “carros de la muerte” se fabricaron en Alemania en empresas que
pertenecían a la Ford y a la General Motors. O que el Bank of International
Settlements, del banquero yanqui Tomás Mackitrik compraba al Reich Bank alemán el oro robado por los nazis
incluyendo los dientes de oro extraído a cientos de miles, más de un millón, de
personas asesinadas en las cámaras de gas.
Al imperialismo
nipón le ocurre algo similar a lo sucedido con los “aliados” y los nazis.
Especulaban con la segura derrota del ejército rojo y concentraron su mayor
fuerza en el norte de China para ocupar rápidamente la URSS. Descuidaban
así sus conquistas en el Pacífico. Debilitaban el frente del pacífico. Ello les
permitió a los norteamericanos recuperarse de las derrotas anteriores. Se
combate en Guadalcanal y cae en poder yanqui en febrero de 1943. Más adelante,
en septiembre, caen Nueva Guinea y Salomón. Pero hay un ejército que no
especula y que se moviliza en un país con un pueblo que quiere romper las
cadenas de la opresión y recuperar su tradicional dignidad nacional: China Continuará…
Oscar Natalichio
Centro de Investigaciones Económicas y Sociales (CIEYS)
12/12/2013
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