jueves, 12 de septiembre de 2013

NOSOTROS O ELLOS (PARTE 15)

EL HUEVO DE LA SERPIENTE

¿Qué es lo que produce riquezas? Es decir, ¿Qué es lo que produce todos los bienes necesarios para vivir, para que la vida continúe?

La respuesta es: LA FUERZA DE TRABAJO. Y ¿qué es la fuerza de trabajo? Es el gasto físico-intelectual realizado por el trabajador que se consume cuando éste produce un bien que posee valor de uso, es decir, que es útil, que es necesario o que es requerido como necesario.

Ese gasto lo puede realizar trabajando con sus músculos, trabajando con herramientas que alivian la utilización de sus músculos o controlando que los robots funcionen de acuerdo a lo programado. Ese gasto lo puede hacer diseñando con un lápiz o con una computadora, también estudiando, investigando y desarrollando nuevas ideas.

Este elemento denominado por la Economía Política Científica como “fuerza de trabajo” no puede faltar en la producción de bienes materiales y espirituales en el mundo, en el país, en una ciudad, en una fábrica.

No es el único elemento necesario para producir bienes, pues son tres los que se amalgaman para que ello sea posible: materias primas, herramientas y la mencionada fuerza de trabajo.

Pero es la fuerza de trabajo, provista por el trabajador, el único de esos tres que puede tomar las materias primas y utilizar las herramientas para generar un nuevo y útil bien.

Por lo tanto podemos afirmar que es la fuerza de trabajo del trabajador la que mantiene la vida en el mundo, podemos simplificar que gracias al trabajador la vida continúa.

En el modo de producción capitalista el trabajador no sólo mantiene la vida del planeta, sino que, al ser explotado y despojado de parte importante de su trabajo, es obligado, plusvalía mediante, a mantener parásitos sociales, que se enriquecen a su costa y que, para seguir haciéndolo, necesitan que el trabajador continúe existiendo.

Por tanto el capitalismo requiere, para continuar vigente, REPRODUCIR FUERZA DE TRABAJO, ya que los trabajadores somos seres humanos, envejecemos y ya no poseemos la fuerza de la juventud y morimos llevándonos con nosotros la mercancía más valiosa, la fuerza de trabajo, a la tumba.

Por eso, el los inicios del capitalismo, el mismo se “esmeraba” en que la fuerza de trabajo no se agotara y por ello, el reemplazo de la misma era garantizada por la procreación de nuevas personas que iban a ser destinadas, a la explotación, reemplazando a los mayores que ya no les eran útiles.

Con el transcurso del tiempo y con el avance de las luchas sociales y políticas, la reproducción de trabajadores no alcanzaba para sostener el sistema, pues éstos se sindicalizaban, se manifestaban, se “politizaban” y ponían en peligro, no la plusvalía, sino el modo mismo de explotación.

Ello requería no sólo reproducir fuerza de trabajo (inevitable para cualquier sistema) sino reproducir a la vez, y cada vez con mayor frecuencia, “comunicadores sociales” que realizaran permanentemente una “apología” del sistema imperante.

Esa apología no es sencilla de realizar, pues debe considerar como “bueno” al sistema más oprobioso que jamás conoció la historia de la humanidad; un sistema que en sólo 300 años produjo más víctimas que en los seis mil años de historia escrita o en los dos millones desde que el mono iba convirtiéndose en hombre.

Al no ser sencillo ocultar la verdad se requiere trabajo intelectual talentoso, donde el talento es el ingrediente necesario para hacer de una mentira verdad. Esa verdad inventada es reproducida por los medios de comunicación masiva propiedad de las grandes corporaciones infinidad de veces por los distintos canales que poseen: cine, televisión, Internet, periódicos, diarios, radios, ONG, partidos políticos adictos, asociaciones profesionales, etc.

El hecho paradojal es que no pueden prescindir de la fuerza de trabajo “sucia” que requieren para que sus medios puedan llegar a toda la comunidad y convencerlos que  el capitalismo y la burguesía son los campeones de la libertad y la democracia y los demás son los tiranos y dictadores.

Deben mantener la reproducción de los Lanata, de los Bonelli, de las Magdalena, de los Nelson Castro y de otra serie de “comunicadores sociales” que han hecho una piltrafa de la profesión periodística.

Y aquí notamos una gran diferencia: si un trabajador común, cuya misión es crear un bien necesario, hace su trabajo mal, lo echan, lo “desocupan” y lo reemplazan por otro que haga su trabajo bien. Pero si un trabajador periodista o notero, en los medios “democráticos” trabaja bien, lo echan, lo desocupan y lo reemplazan por otro que haga su trabajo mal.

En nuestra sociedad capitalista el monopolio necesita reproducir trabajadores productivos que hagan el trabajo bien y trabajadores de medios que lo hagan mal. Ello equivale, simplificando, expresar que el sistema en el cual vivimos requiere de trabajadores buenos que le produzcan plusvalía para mantener sus privilegios y trabajadores malos para que ese privilegio no se note o se convierta en una cuestión “razonable”.

Pero en la sociedad no hay, por suerte, tantas personas que se presten a realizar el trabajo sucio que se les requiere. Y como en el capitalismo rige la ley de oferta y demanda, no les es fácil ubicarlas y menos formarlas y son “caras” Además esas personas no le generan plusvalía, pues (al ser “caras”) le pagan mucho más de lo que valen, pero le generan “estabilidad”, es decir, logran que la gente en general y el analfabeto funcional en particular, les crea y por ende se coloquen de parte del sistema criminal y genocida, logrando éste, de esta manera, mantenerse vigente más tiempo.

Esa vigencia es nefasta para la humanidad. Equivale a millones de muertes inocentes ya sea por hambre o por guerras. Por lo tanto, esos “comunicadores sociales”, que saben muy bien lo que hacen, se convierten en “partícipes necesarios” de los crímenes y genocidios realizados por el imperialismo del cual dependen sus altos ingresos y estabilidad.

Hambre: en el mundo se producen anualmente 2.550 millones de toneladas de cereales, que si lo llevamos a kilos son 2.550.000.000.000 para un mundo que alberga 7 mil millones de personas: ello significa 365 kilos por año por persona, o 1 kilo por día por persona de cereales (no soja) como trigo, maíz y arroz. Pese a esa riqueza producida por los trabajadores, más de 2 mil millones de personas no reciben las calorías necesarias para recomponerse; miles, en especial niños, mueren por día y en varios países la esperanza de vida al nacer no supera los 50 años.

Guerras: Sólo la segunda guerra mundial entre las potencias imperialistas los muertos superaron los 35 millones de seres humanos, los mutilados alcanzaron 28 millones y miles de poblados, ciudades, y bienes producidos por el trabajador durante siglos fueron destruidos. En general, entre la primera guerra mundial entre los monopolios y las realizadas por el interés económico y apoderamiento de recursos de países “en desarrollo”, los crímenes y genocidios superan la suma de 100 millones de personas entre muertos y mutilados.

Sumados Guerra más Hambre, producidas por la burguesía en sus 300 años de vida, llegamos a la pavorosa suma de más de 300 millones de seres humanos. ¿Será esa la razón de porqué Magdalena Ruiz Guiñazú se siente “orgullosa de ser burguesa”?

Pero retornando a la reproducción de los “partícipes necesarios” que mencionaba, el grupo mediático sabe que Lanata se va a morir y ello le representaría una pérdida enorme. No es fácil lograr otro personaje igual, que supera al Nelson y al Marcelo.

Pero el que “busca encuentra” dice el refrán. Y así es: lograron formar un Lanata en su versión femenina, una periodista “dispuesta a todo” aunque ese todo se encubra expresando “sólo me peleo con el poder corrupto”. Y lo dice, como “periodista” trabajando para medios donde la corrupción es la norma. Lo dice estando en el programa del perverso y mentiroso Lanata, el “Lanata sin filtros”, lo dice pues logró romper el cascarón que la retenía dentro del huevo y hacerse visible.

A los buenos maestros en perversidad hay que superarlos. Hay que superar a su “’idola” total que es Magdalena; a los que le “enseñaron muchísimo” como Marcelo Bonelli, pero el desafío mayor es superar y reemplazar a Lanata.

Mercedes Ninci (“la incisiva”) reúne todas las condiciones para ello. Y Clarín lo sabe.

Oscar Natalichio
Director
Centro de Investigaciones Económicas y Sociales (CIEyS)
11/09/2013


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